Benavente. Antiguo silo en la Plaza de Santa Clara, ya destruido.
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Benavente. Silo en Los Salados.
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Denominamos Silo a todo lugar subterráneo y seco en donde se guarda el trigo u otros granos, semillas o forrajes. También aplicamos este nombre, en la actualidad, a los edificios, más o menos elevados, construidos sobre el terreno, para los mismos fines, e incluso otros como almacenar maíz, azúcar, cemento, piensos, etc.
Pero aquí voy a referirme, de modo especial, a aquellos que fueron construidos casi todos por el Ministerio de Agricultura, cuando se creó el SENPA (Servicio Nacional de Productos Agrarios), allá por el año 1937, y que han servido hasta fecha muy reciente para almacenar principalmente éste y otros cereales en la época de la recolección. Este servicio fue fundado por el ingeniero agrónomo D. Dionisio Martín Sanz, natural de Tudela de Duero y subsecretario del Ministerio de Agricultura en aquellos años.
Tenía como finalidad ordenar la producción y distribución del trigo con una política de precios garantizados para los agricultores. Había, por aquellos años, grandes problemas de abastecimiento y los silos eran necesarios, después de la guerra civil, para regular el mercado de un producto alimentario tan esencial como era el pan. De esta forma se contaba con la materia prima, el trigo, y se evitaba, en lo posible, el hambre de la posguerra.
Incluso se creó la Red Nacional de Silos distribuidos por todo el Estado. Uno de los primeros y más llamativos fue el de Málaga, construido en el año1946. En esta década y las siguiente se construyeron gran parte de ellos.
Hoy, al desaparecer el organismo citado, han dejado de utilizarse casi todos, o al menos para el fin para el que fueron construidos. Los agricultores llevan directamente el trigo, en sus tractores o en camiones, a las fábricas de harinas o de piensos, sin tener que ser almacenado en el silo. Esto ha originado el que algunos se utilicen con fines distintos y otros hayan sido destruidos.
Los silos del SENPA eran y son edificios de gran altura, casi todos con el mismo tipo de construcción e incluso el color exterior, indicativo claro del mismo dueño, el Estado. Y llaman la atención al verlos de lejos. Son edificios emblemáticos, y ya históricos, indicadores de una época, y también, como no, de una forma de vida, de trabajo y de recolección de las cosechas, que predominaba en toda Castilla y León y en el resto de España.
Se construían a las afueras de las ciudades, no lejos de vías de comunicación. Incluso en la misma estación del ferrocarril, si el pueblo contaba con estación. Así ocurre en Barcial del Barco, en donde todavía se puede contemplar el silo. No lejos de aquí podemos ver también el existente en La Tabla, en estado de abandono. Y, si nos fijamos, en la mima capital, Zamora, allí está el silo, destacando muy cerca de la estación del tren.
Los silos para almacenar trigo son abundantes en Tierra de Campos en donde había y hay un mayor cultivo de este cereal. Los construyeron, principalmente, en las ciudades, pero también en pueblos de mayor población, sean centros comarcales como Benavente, Villalpando, Valderas, Valencia de D. Juan, Mayorga, Sahagún de Campos, etc., o en localidades menores, al menos en la actualidad, pero en las que las tierras dedicadas al cultivo, y la misma producción, también destacaban: Barcial del Barco, Cerecinos de Campos, Becilla de Valderaduey, etc.
En algunos lugares, aunque el silo estaba a las afueras, como ya he dicho, al aumentar la población y la urbanización, quedó dentro del casco urbano con las consiguientes molestias para los vecinos, sobre todo cuando estaba en actividad en la época de la recolección. También llamaba la atención la altura del edificio en su entorno urbano. Así ocurrió en Benavente con el que había en la Plaza de Santa Clara, que terminó siendo destruido hace ya varios años, antes de pensar en reutilizarlo para otros servicios públicos de tipo social, o cultural y recreativo. El silo hizo un gran servicio en una población que iba en aumento.
La verdad es que destacaba, en exceso, en medio de la urbe, aunque fuese, como todos, una referencia más en la misma. De hecho posteriormente se construyó otro en el pago Los Salados que aún se mantiene en pie y en uso, aunque no sea con el mismo fin, pero siempre sirviendo para algo relacionado con la agricultura.
Los silos, por su forma, al menos los construidos en los últimos años, parece que responden a un modelo único. Son como hitos que identifican a algunos pueblos y que los distinguen, como si fueran faros marinos en estas llanuras de los campos de León y de Castilla.
En torno a los silos se desarrollaba un tipo de vida muy particular sobre todo cuando comenzaba la época de la recolección y los carros se acercaban a ellos para entregar los cereales. Era una época en la que se cultivaba más trigo, y otros cereales.
Hoy existen muchos y variados silos, en su forma y tipo de construcción, y se utilizan para contener los más diversos materiales: piensos, arena, cemento, maíz, líquidos, abonos, cereales, etc., y también azúcar como los que se construyeron para la, recientemente desaparecida, Azucarera de Villanueva de Azogue y que se contemplan desde la lejanía.
Pero lo que hemos querido dejar reflejado aquí es un modelo solamente, el que se construyó en la posguerra con un fin determinado y también por una necesidad. Su existencia nos hace recordar el pasado y una forma más de la vida de los habitantes.
Sería conveniente que los silos existentes, que ya no cumplen con la finalidad para la que fueron construidos, se dediquen a otros fines, siempre al servicio de la comunidad y de los ciudadanos. En algunos lugares de España así lo han hecho y, tras la remodelación pertinente, se han convertido en casas de cultura, con bibliotecas, salas de exposiciones y otros servicios. Incluso algunos, en su cubierta, disponen de una terraza con mirador desde donde vecinos, forasteros y turistas, que pasan por el lugar, pueden contemplar los paisajes del entorno.
Denominamos Silo a todo lugar subterráneo y seco en donde se guarda el trigo u otros granos, semillas o forrajes. También aplicamos este nombre, en la actualidad, a los edificios, más o menos elevados, construidos sobre el terreno, para los mismos fines, e incluso otros como almacenar maíz, azúcar, cemento, piensos, etc.
Pero aquí voy a referirme, de modo especial, a aquellos que fueron construidos casi todos por el Ministerio de Agricultura, cuando se creó el SENPA (Servicio Nacional de Productos Agrarios), allá por el año 1937, y que han servido hasta fecha muy reciente para almacenar principalmente éste y otros cereales en la época de la recolección. Este servicio fue fundado por el ingeniero agrónomo D. Dionisio Martín Sanz, natural de Tudela de Duero y subsecretario del Ministerio de Agricultura en aquellos años.
Tenía como finalidad ordenar la producción y distribución del trigo con una política de precios garantizados para los agricultores. Había, por aquellos años, grandes problemas de abastecimiento y los silos eran necesarios, después de la guerra civil, para regular el mercado de un producto alimentario tan esencial como era el pan. De esta forma se contaba con la materia prima, el trigo, y se evitaba, en lo posible, el hambre de la posguerra.
Incluso se creó la Red Nacional de Silos distribuidos por todo el Estado. Uno de los primeros y más llamativos fue el de Málaga, construido en el año1946. En esta década y las siguiente se construyeron gran parte de ellos.
Hoy, al desaparecer el organismo citado, han dejado de utilizarse casi todos, o al menos para el fin para el que fueron construidos. Los agricultores llevan directamente el trigo, en sus tractores o en camiones, a las fábricas de harinas o de piensos, sin tener que ser almacenado en el silo. Esto ha originado el que algunos se utilicen con fines distintos y otros hayan sido destruidos.
Los silos del SENPA eran y son edificios de gran altura, casi todos con el mismo tipo de construcción e incluso el color exterior, indicativo claro del mismo dueño, el Estado. Y llaman la atención al verlos de lejos. Son edificios emblemáticos, y ya históricos, indicadores de una época, y también, como no, de una forma de vida, de trabajo y de recolección de las cosechas, que predominaba en toda Castilla y León y en el resto de España.
Se construían a las afueras de las ciudades, no lejos de vías de comunicación. Incluso en la misma estación del ferrocarril, si el pueblo contaba con estación. Así ocurre en Barcial del Barco, en donde todavía se puede contemplar el silo. No lejos de aquí podemos ver también el existente en La Tabla, en estado de abandono. Y, si nos fijamos, en la mima capital, Zamora, allí está el silo, destacando muy cerca de la estación del tren.
Los silos para almacenar trigo son abundantes en Tierra de Campos en donde había y hay un mayor cultivo de este cereal. Los construyeron, principalmente, en las ciudades, pero también en pueblos de mayor población, sean centros comarcales como Benavente, Villalpando, Valderas, Valencia de D. Juan, Mayorga, Sahagún de Campos, etc., o en localidades menores, al menos en la actualidad, pero en las que las tierras dedicadas al cultivo, y la misma producción, también destacaban: Barcial del Barco, Cerecinos de Campos, Becilla de Valderaduey, etc.
En algunos lugares, aunque el silo estaba a las afueras, como ya he dicho, al aumentar la población y la urbanización, quedó dentro del casco urbano con las consiguientes molestias para los vecinos, sobre todo cuando estaba en actividad en la época de la recolección. También llamaba la atención la altura del edificio en su entorno urbano. Así ocurrió en Benavente con el que había en la Plaza de Santa Clara, que terminó siendo destruido hace ya varios años, antes de pensar en reutilizarlo para otros servicios públicos de tipo social, o cultural y recreativo. El silo hizo un gran servicio en una población que iba en aumento.
La verdad es que destacaba, en exceso, en medio de la urbe, aunque fuese, como todos, una referencia más en la misma. De hecho posteriormente se construyó otro en el pago Los Salados que aún se mantiene en pie y en uso, aunque no sea con el mismo fin, pero siempre sirviendo para algo relacionado con la agricultura.
Los silos, por su forma, al menos los construidos en los últimos años, parece que responden a un modelo único. Son como hitos que identifican a algunos pueblos y que los distinguen, como si fueran faros marinos en estas llanuras de los campos de León y de Castilla.
En torno a los silos se desarrollaba un tipo de vida muy particular sobre todo cuando comenzaba la época de la recolección y los carros se acercaban a ellos para entregar los cereales. Era una época en la que se cultivaba más trigo, y otros cereales.
Hoy existen muchos y variados silos, en su forma y tipo de construcción, y se utilizan para contener los más diversos materiales: piensos, arena, cemento, maíz, líquidos, abonos, cereales, etc., y también azúcar como los que se construyeron para la, recientemente desaparecida, Azucarera de Villanueva de Azogue y que se contemplan desde la lejanía.
Pero lo que hemos querido dejar reflejado aquí es un modelo solamente, el que se construyó en la posguerra con un fin determinado y también por una necesidad. Su existencia nos hace recordar el pasado y una forma más de la vida de los habitantes.
Sería conveniente que los silos existentes, que ya no cumplen con la finalidad para la que fueron construidos, se dediquen a otros fines, siempre al servicio de la comunidad y de los ciudadanos. En algunos lugares de España así lo han hecho y, tras la remodelación pertinente, se han convertido en casas de cultura, con bibliotecas, salas de exposiciones y otros servicios. Incluso algunos, en su cubierta, disponen de una terraza con mirador desde donde vecinos, forasteros y turistas, que pasan por el lugar, pueden contemplar los paisajes del entorno.