sábado, 30 de abril de 2011

Feria de artesanía. Salamanca.


La feria se celebra en la Plaza de los Bandos de Salamanaca.

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Tronquitos de Soria, pequeños joyeros o recipientes, en una de las casetas.


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Láparas de papel de diversas formas y colores


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Abundantes y variadas velas, y otros objetos de cera.


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También piezas y útiles diversos de madera.


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Objetos de adorno hechos con piel, con grabados y pinturas.


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Cajitas de hueso, tipo joyero, pintadas con todo detalle.


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Y no podían faltar las cazuelas, fuentes y otros recipientes de la cerámica popular zamorana de Perteruela.


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Del 28 de abril al 2 de Mayo se celebra en Salamanca, en la plaza de los Bandos, la XIV Feria de Artesanía, en la que 39 artesanos, casi todos pertenecientes a la Foaca (Federación de Organizaciones Artesanas de Castilla y León), exponen y muestran al público sus trabajos artísticos, realizados con los más diversos materiales: madera, papel, hierro, vidrio, hueso, metales de joyería, piel, cuero, cera etc.
Y también barro, el barro utilizado tradicionalmente por los alfareros populares, como es el caso de Pereruela que también cuenta con una caseta en representación de los artesanos de esta localidad zamorana, cuyas piezas gozan de gran prestigio, además de antigüedad.
La feria destaca por la originalidad de los diseños de muchas de las piezas expuestas, y todo lo que supone su elaboración artesanal en materiales como vidrio, plata, piel, etc.
Y también por los llamativos y variados trabajos realizados por algunos de los expositores. Es el caso de los troquitos de Soria, las velas y otros objetos de cera, las lámparas de papel, los libros en miniatura, recipientes diversos en madera dura y resistente, los juguetes para niños también en madera y pintados, y otros útiles de adorno, o para el uso diario con los más diversos materiales.
La mayor parte de los expositores que participan en de la feria de Salamanca nos dejan ver sus cualidades artísticas y creativas. Son en su mayoría personas jóvenes y seguramente que con estudios y formación académica, lo que contribuye a su buen hacer artesanal.
Pero, como ocurre en todas las ferias y exposiciones artesanales, hay también algunos que, sin apenas estudios, nos muestran en sus obras ideas originales y creadoras. Y una gran sabiduría, aunque sea práctica y experimental, como es la que procede de las muchas horas dedicadas al trabajo diario en su taller.

miércoles, 27 de abril de 2011

Artesanía de jubilados: Bernardino Ríos Hernández. Salamanca.


Grupo de carros de par o viga, hechos por Bernadino Ríos Hernández.

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También expone arados y otros aperos relacionados con la agricultura.








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Carretilla y medidas agrarias como la fanega y la cuartilla.








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Y hasta palillos para tocar el tamboril.








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Durante este mes de abril se puede ver en Salamanca, en la oficina de Correos del barrio del Oeste, una exposición de piezas u objetos de madera en miniatura realizados por Bernardino Ríos Hernández, natural y residente en Boada, un pequeño pueblo de esta provincia.
Se trata de un artesano más, también jubilado, de los muchos que hay en pueblos y ciudades de Castilla y León. Y, aunque su profesión u oficio no ha estado relacionado con la agricultura, sí ha visto y vivido intensamente cómo y con que medios o instrumentos se desarrolla este trabajo. De ahí que en la muestra podamos contemplar carros de par, arados, yugos, carretillas, medidas agrarias, y diversas herramientas como garios, bieldos, horcas, palas, etc.
También hay algún cigüeñal, como los que se usaban antiguamente para regar las huertas.
Como buen observador, Bernardino nos muestra hasta los más pequeños detalles en la confección de sus carros: en la viga y los tableros, y también en las ruedas con sus radios, pinas, aros de hierro, etc. Todo ello conocido muy bien por su autor y plasmado en pequeñas y curiosas piezas.
Una buena idea de la empresa Correos y Telégrafos el apostar por la cultura, facilitando locales en sus oficinas para que artistas o artesanos, jubilados o no jubilados, puedan exponer sus colecciones, como lo ha hecho Bernardino durante este mes de abril en la oficina de Correos del barrio Oeste de Salamanca.

lunes, 25 de abril de 2011

Fiesta de san Marcos en Bretocino


Interior de la iglesia parroquial de Bretocino. Año 2007.

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Las imágenes de san Marcos y de la Virgen preparadas para salir en procesión.






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Las mujertes cantoras que actuaron el día de la fiesta de san Marcos en Bretocino. Año 2007.






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El sacerdote, desde la misma iglesia, bendijo a los campos y a los asistentes a la celebración. La lluvia impidió la salida de la procesión. Año 2007.






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Agua, san Marcos, rey de los charcos...






Este es el comienzo de una rimilla o coplilla recitada antiguamente, por niños y mayores, al llegar la festividad de San Marcos, el 25 de Abril, y ver comenzar a llover. Y es que a este santo se le asocia tradicionalmente con la lluvia, tan frecuente por otra parte en este mes y que es tan necesaria para el campo y los sembrados, y también para las personas. Si la lluvia se demoraba, ahí estaba San Marcos, como intermediario ante Dios, para que, mediante rogativas, invocaciones u otros ritos, llegase, y así poder regar los campos, llenar los embalses o lagunas y contribuir al mantenimiento de pozos y manantiales.
Los versos de la copla dicen así:
Agua, San Marcos, rey de los charcos.
Para mi triguito, que está muy bonito.
Para mi cebada, que está ya granada.
Para mi melón, que ya tiene flor.
Para mi verdura, que ya está madura.
En la antigüedad romana, en este mes, se celebraban también unas fiestas de carácter mágico, las Robigalia, dedicadas a una divinidad agrícola, Robigo, que protegía el trigo y otros cereales. Ahora, en muchos pueblos se siguen manteniendo, en torno a la festividad de San Marcos, algunas tradiciones antiguas relacionadas con ritos agrarios y ganaderos. Y se hacen romerías, rogativas para bendecir los campos u otro tipo de fiestas con esta finalidad.
La gente, en los refranes y dichos populares, se acuerdan también del santo y de sus atenciones: Por San Marcos, agua en los charcos; Por San Marcos, el melonar, ni nacido, ni por sembrar; San Marcos llena los charcos; Santa Rosa los rebosa y Santa Lucía (13 de diciembre) los vacía. Y así muchos otros con el mismo tema teniéndole como protagonista.
San Marcos es uno de los cuatro evangelistas. Fue discípulo de San Pedro, de quien aprendió bien sus lecciones. También acompañó a San Pablo en algunos de sus viajes. En su evangelio, el más breve de todos, narra lo que le habían contado. Haciendo un símil con la agricultura, podemos decir que San Pedro sembraba, San Marcos regaba, y así crecía y abundaba el número de fieles.
Martirizado y muerto en Alejandría, allí fue sepultado, hasta que el al año 829 los venecianos robaron sus restos y, desde esta fecha, Venecia es el lugar principal de su culto.
Se le representa más con la túnica y manto de los Apóstoles que con la vestimenta de Obispo de Alejandría.
Sus atributos principales, como evangelista, son el león alado, junto con el libro del Evangelio. También aparecen la pluma e instrumentos para escribir, al lado de un rollo de pergamino o el libro.
Los notarios y escribanos lo tienen por patrón, porque ejerció como secretario de San Pedro. Además se le considera patrón de los maestros zapateros, porque para los oficiales está San Crispín y para los remendones San Aniano.
En la tradición religiosa popular, en la actualidad, los actos más frecuentes en torno a este santo del mes de abril son las rogativas, para pedir lluvia si todavía no ha llegado, o para pedirle la bendición de los campos, que están en pleno vigor en esta época de primavera.
Son muchos los pueblos que lo celebran en toda Castilla y León También algunos en los Valles. Concretamente, en Bercianos de Vidriales, celebran misa y procesión con bendición de campos; en Brime de Sog antiguamente había una ermita dedicada al santo, ahora solamente cuentan con una pequeña imagen que también sacan en procesión hasta los campos; en Mozar de Valverde se celebra en este día lo que llaman la bendición de los panes y es a la Virgen del Rosario a la que sacan hasta las afueras del pueblo para que les bendiga los sembrados y le piden que las condiciones climatológicas les sean favorables; en la ermita del Cristo de Coomonte de la Vega, hay una imagen de San Marcos. Tienen misa, procesión y también bendición de campos. En Morales del Rey este día es el equivalente al Domingo de tortillero, pues la costumbre es reunirse las familias o los amigos en casa o en las bodegas del pueblo y degustar tortillas, asados y otros productos caseros preparados para el momento.
Pero entre los pueblos citados destaca, por la antigüedad y solemnidad de los actos, Bretocino. Aquí, antes de la misa celebran la procesión con el santo, aunque este año no ha sido posible a causa de la lluvia, que ha estado cayendo durante todo el día. La costumbre y la tradición es que vecinos y forasteros acompañen al santo hasta las afueras del pueblo, en donde comienzan los campos sembrados, no los que están en barbecho (a estos les tocará el siguiente año). Allí San Marcos, a través del sacerdote, los bendice.
En esta ocasión, y por causa de la lluvia (año 2007), el acto se celebró en la misma iglesia. Tras la lectura del texto bíblico (Gen. 1, 1-24), no faltaron los rezos, ni los cánticos apropiados.
Y desde la misma iglesia la bendición llegó, no sólo a los campos sembrados, a los árboles y todo tipo de plantas, sino también a sus dueños y cultivadores, todos presentes en el acto.
A continuación se celebró la misa en honor del santo. Los cánticos corrieron a cargo de un grupo de personas mayores, acompañadas por los demás asistentes, también mayores. Y es que, según me dicen, en Bretocino casi el 70 por ciento de los aproximadamente 300 habitantes son personas ya de edad avanzada. Pero son los que más y mejor viven su fiesta y quieren que no decaiga y recobre el vigor que antes tenía.
El sacerdote, en la homilía, recuerda al santo y a su evangelio, el más breve, pero también el más original. Y entre otras cosas dice: ...”Hoy no hemos podido ni hemos tenido necesidad de sacar al santo, pero ahí tenéis el agua esperada. San Marcos nos ha atendido. Guardad los aspersores, motores y mangueras por una temporada. El agua ha llegado a tiempo. Pero debemos seguir acordándonos de él en nuestras oraciones”.
Parece ser que antiguamente había más fiesta, pues también la población era mayor. Y no faltaban los músicos que acompañaban en los diversos actos. Y la procesión era más larga, incluso se iba por caminos, cerca de los sembrados, más lejos del pueblo. Y por la tarde se celebraba un baile...Y venían más forasteros....Y había más animación...
Este año los vecinos sienten que su santo no haya visto, ni se haya acercado a la Vega y demás sembrados, como siempre. Pero, a pesar de todo, han celebrado la fiesta, asistiendo a la misa y recibiendo su bendición. Y luego en sus casas, también es historia y tradición que la comida se haga en familia, y que, como postre, en ninguna casa falte el arroz con leche.
Simeón Gago, un jubilado que, aunque no nació en Bretocino, lleva viviendo en el pueblo 47 años, me cuenta lo siguiente: “Lo del arroz con leche es tan antiguo como la fiesta. Antes todo el mundo tenía ovejas, vacas o cabras y esta era una época apropiada para la producción de leche. Si alguno no tenía animales, los demás se la regalaban en este día. La cosa es que en ninguna casa se dejase de comer. Y cada uno hacía su arroz, a su modo, aunque, más o menos, se coincida en los ingredientes y en la forma de prepararla. Pero siempre hay un toque final, que suele ser distinto”.
Sabe muy bien Simeón todo lo que se necesita para ello, pues se lo ha visto hacer muchas veces a su mujer, que es una gran cocinera. Como ingredientes: leche, arroz, azúcar, canela y cáscara de naranja, y buena mano. Y hasta me cuenta que en un litro, cada dos vasos de leche se echa un vaso de arroz y en torno a medio kilo de azúcar, aunque esto depende de que se quiera más o menos dulce, pues los hay muy golosos. Se pone todo a cocer junto con las cáscaras de naranja y se deja espesar, hasta que esté en su punto.
En esto consiste todo el misterio, repite Simeón, pero sin olvidarnos de la mano de la cocinera, quien controlará el tiempo de cocción y de reposo.
Lo normal es prepararlo la víspera de la fiesta, para que el arroz esté reposado y quede mejor, aunque también se pude hacer el mismo día de San Marcos.
En la actualidad siguen haciéndolo en todas las casas y, aunque no haya en el pueblo tantas ovejas, cabras o vacas, no les falta leche, y de la buena, aunque sea embotellada y debidamente tratada.
La procesión y la misa de San Marcos, la comida en familia y el arroz con leche son ingredientes suficientes para que los vecinos de Bretocino no se olviden de esta fiesta que sus antepasados ya celebraron y que ellos quieren seguir celebrando igualmente en el futuro. Y es que las tradiciones arraigadas son difíciles de olvidar.

martes, 19 de abril de 2011

Tinieblas y Misereres en la Semana Santa Tradicional.


Carracas de la iglesia de Quiruelas de Vidriales.

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Tenebrario utilizado en el monasterio de El Parral. Segovia.


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Antiguo apagavelas de la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente.


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Benigno, el sacristán de Colinas de Transmonte con el apagavelas de su iglesia.


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Matraca de aldabas de la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente.


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Matracas de mazo, de Feliciano, el sacristán de Joarilla de las Matas (León).


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Dentro de la variedad de celebraciones litúrgicas de la Iglesia Romana durante la Semana Santa, uno de los ejemplos más conmovedores fue siempre el Oficio de Tinieblas, Officium tenebrarum, que no es otra cosa que el canto o rezo de las horas litúrgicas Maitines y Laudes del Jueves, Viernes y Sábado santos, trasladados a la víspera, siempre al atardecer, para posibilitar una mayor asistencia de fieles cristianos. Con el cántico de las diversas antífonas, responsorios y salmos, y con las lecturas correspondientes al triduo sacro, se va recordando la Pasión de Cristo, su agonía y muerte, y sus exequias y sepultura. Y todo ello casi en la oscuridad, con tan sólo las velas de un tenebrario.
En este acto, en el que no faltaba el ruido de matracas, carracas y otros objetos, como luego veremos, se quieren recordar los últimos momentos en la vida de Cristo: “Desde la hora de sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora de nona. Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte diciendo: ¿Eli, Eli, lema sabachtani! (Dios mío, Dios mío: ¿por qué me has desamparado)... (Mat. 27, 45-46). “...La cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos y mucho cuerpos de santos que dormían resucitaron...” (Mat. 27, 51-52).
La palabra, que procede del latín tenebras, significa oscuridad, falta de luz, pues es por la tarde-noche cuando se rezan o cantan. La misma procedencia tiene tenebrario (tenebrarius) referido al candelabro triangular de 15 velas o cirios que se van apagando durante el cántico. (Algunos dicen que solamente tiene 13 velas que representan a los doce apóstoles y a Jesucristo, que estaría representado por la que está destacando en el centro del mismo). Este candelabro era de madera, aunque también los había de hierro, y está sobre un pié muy alto, destacando en medio de la iglesia o en el presbiterio.
Antes de la reforma litúrgica de 1956, este acto religioso de las tinieblas se celebraba con solemnidad y era muy llamativo, hasta el punto de ser recordado fácilmente por las personas mayores. En la actualidad, aunque recen las horas quienes están obligados a hacerlo, el rito externo ha desaparecido y, si en algún lugar lo rememoran, lo hacen de forma completamente distinta. Pero aquí queremos hacer presente a la tradición.
Llegado el momento, al anochecer del Miércoles, el sacerdote, revestido con ropas oscuras, se acerca al altar, enciende la velas del tenebrario y comienza los cánticos y lecturas correspondientes a las horas citadas. Pueden acompañarle el sacristán u otras personas.
A todo esto la iglesia está llena de feligreses, era normal en aquella época que casi todos los vecinos asistiesen a éste como a los demás actos de esta Semana. Incluso los niños lo hacían con gusto, pues era el día, o el momento, en el que podían tocar a gusto las matracas o carracas, guardadas durante el resto del año.
A medida que se van cantando los salmos, se van apagando las velas (salmo a salmo y vela a vela, se decía). Al finalizar, se habían apagado las catorce velas, pues hay tres salmos en cada uno de los tres nocturnos de maitines y cinco en los de laudes. Después de cantar el miserere y apagar la última vela, junto con las demás luces, el templo queda completamente a oscuras. Es en este preciso instante cuando clero y fieles inician el ruido. Los niños tocan sus matracas o carracas; alguien se encarga de que suenen todas las campanas de la iglesia; en algunos lugares, también llevan y tocan otros instrumentos como cencerros, mazos, etc.; o golpean los bancos, patean el suelo e incluso hablan, vocean, o mueven los reclinatorios o sillas que hay en la iglesia. Se trata de provocar el máximo ruido. Es la noche del ruido y de la oscuridad, que simbolizan la muerte de Cristo.
Y es, que tanto en las parroquias como en los domicilios particulares, solía haber matracas de aldabas o de mazo, y carracas de una o dos lengüetas, para usar precisamente en estos días.
En medio de este ruido, inolvidable para quienes lo vivieron, y aprovechando o amparados en la oscuridad, no faltaban actos y bromas de mal gusto de unas personas con otras, sobre todo entre los más jóvenes, como clavar vestidos y mantos de las mujeres en los bancos, e incluso llegaron a producirse desperfectos en el mobiliario de la iglesia, bancos, reclinatorios y confesonarios. Esta y otras razones movieron a la iglesia a que poco a poco se dejase de celebrar de esta manera.
Pasados no más de diez o quince minutos se iban encendiendo de nuevo, poco a poco, las luces de la iglesia y se producía un gran silencio, un silencio, podemos decir, casi fúnebre, pues es el del recuerdo de la muerte de Cristo, que estaba próxima. De hecho, desde este momento, las campanas de la iglesia, entre otras cosas, dejarían de sonar. Solamente se oían carracas o matracas por las calles del pueblo para avisar a los oficios. Y así hasta celebrar la vigilia pascual del Sábado Santo en la que el agua, y sobre todo la luz, serán los protagonistas, el agua de la purificación y la luz, vencedora de la oscuridad, como la Resurrección fue vencedora de la muerte.
En las tinieblas existía todo un ceremonial: en el orden a seguir para apagar las velas con el matacandelas (o apagavelas), primero la más baja del lado del Evangelio y luego la más baja del lado de la epístola y así sucesivamente hasta llegar a la del medio, llamada por algunos vela María o vela blanca, que representaba a Cristo, Luz del mundo. Al terminar el cántico se apagaba ésta y comenzaba el ruido. El sacerdote era quien lo ordenaba (se decía que durante el espacio de la duración de paternóster, pero solía prolongarse más tiempo); y él mismo ordenaba encender, de nuevo, las velas y luces de la iglesia para terminar el acto.
Este oficio de tinieblas, tan recordado por muchas personas mayores, pues se celebraba en casi todas las iglesias, semeja la celebración de unas exequias o funerales, pues no faltan ni los salmos, ni la antífonas, ni los responsorios fúnebres y de lamentación. Además no hay música y las imágenes de las iglesias estaban cubiertas con telas en señal de luto por la muerte de Cristo. Y todo ello acompañado de la oscuridad en la iglesia. Era tal la impresión que el acto causaba, sobre todo en los niños, y también en algunos mayores, que se retiraban a sus casas pensando en que la muerte de Cristo había ocurrido de nuevo, de modo real, en este día. Tales eran las vivencias personales y la unión entre la vida y la práctica religiosa en aquellos años.
No podemos olvidar el significado simbólico que tienen los actos de apagar las velas del tenebrario y el ruido que se produce al final. Con lo primero se pretende que los cristianos recuerden el abandono de Jesús por sus discípulos y amigos, al tiempo que era atormentado por los judíos. La única vela encendida del final recuerda también a Cristo. El ruido final nos indica las convulsiones y trastornos de la naturaleza en el trance de la muerte del Salvador.
El Miserere, palabra latina inicial del salmo así llamado, y que significa ‘Apiádate o ten compasión’, hemos recordado que era el último salmo del Oficio de Tinieblas, pero se suele cantar con frecuencia también en otros momentos de la Cuaresma y sobre todo los días de Semana Santa, tanto en las iglesias, como en las calles y plazas durante las procesiones. En este caso de un modo más solemne. Para ello lo hacen en latín y a ser posible también con más oscuridad que de luz.
Una costumbre popular muy extendida era que, para el canto del Miserere en algunos lugares se formaban dos grupos de personas, a modo de coros, en la iglesia. Unos se colocaban cerca del altar, junto al sacerdote y otros, con el sacristán u otra persona, en el coro, la sacristía, etc. Bastaba con que estuvieran algo alejados. En el cántico ambos grupos iban alternando los versículos, produciendo una sensación de lejanía, unida al cambio de voces, tonos e incluso modo de hacerlo. Ésta era la precisamente la impresión que se quería causar y que todavía es motivo de recuerdo para muchos.

sábado, 16 de abril de 2011

Borriquilla y Via Crucis vivientes en Ayoó de Vidriales.

Publiqué este reportaje el 14 de Abril del año 2007. No se si en Ayoó han seguido y siguen representando estos actos durante la Semana Santa, actos que son muy del agrado de todas las personas amantes del pasado y de las tradiciones populares.


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Paso y paseo de Jesús sobre la borriquilla, por una calle, el Domingo de Ramos en Ayoó de Vidriales. Año 2007. ------------------------------------------------------ Van caminado hacia la iglesia para la celebración de la fiesta. -----------------------------------------------------

Vecinos y vecinas del pueblo, con ramos de olivo en sus manos, esperan el paso de Jesús sobre la borriquilla.


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Una señora mayor se dirige hacia la iglesia con el ramo de olivo en su mano para recibir la bendición.


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Todos, con ramos de olivo o de laurel, a la puertas de la iglesia, reciben a Jesús sobre la borriquilla. El sacerdote bendice los ramos y también a las personas.


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El día de Jueves Santo, por la tarde-noche, se celebra el lavatorio de los pies.


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Via Crucis viviente en Ayoó de Vidriales. Jesús es condenado a muerte.


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Via Crucis viviente en Ayoó. La primera caida.


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Via Crucis viviente en Ayoó. Jesús muere en la Cruz.


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Ayoó es un pequeño pueblo del alto valle de Vidriales. Se encuentra muy cerca de la sierra en la que nacen las fuentes del arroyo Almucera, que recorre todo el valle. La mayoría de sus habitantes son de edad avanzada, como ocurre en toda la comarca. Aunque en el aspecto urbano haya cambiado algo por el uso del ladrillo y el cemento, sin embargo son muchas las construcciones de tipo tradicional, en barro y piedra, que todavía existen: algunas casas, cuadras, portones, chimeneas, hornos, etc. También conserva restos de un antiguo castillo y sobre todo una iglesia de estilo gótico de gran interés artístico y arquitectónico.

En Ayoó son amantes de las tradiciones, tanto religiosas, como no religiosas. Algunas han desaparecido, pero otras están a punto de recuperarse para el futuro, si los protagonistas no pierden la ilusión, ni cejan en su empeño. Y en ello tiene mucho que ver su actual párroco y algunos de sus feligreses, al frente de los cuales está Joaquín Pérez.

Esto pasa en la Semana Santa, o al menos el Domingo de Ramos, en el que escenifican y recuerdan la llegada y entrada de Jesús en Jerusalén, y el Jueves Santo que representan un Via Crucis viviente por una calle del pueblo. A ambos días y acontecimientos quiero referirme para contribuir con ello a su conocimiento, valoración y mantenimiento en el futuro, siempre que sea posible.

Porque no son tantos los pueblos de los Valles de Benavente que mantienen o intentan recuperar tradiciones, muchas de ellas del agrado de los ciudadanos. “Mire, dice Joaquín, somos un grupo de personas que queremos dinamizar la cultura en el pueblo y para ello hacemos una serie de actividades durante el año. Piense que aquí casi todos son gente mayor y esto les sirve de entretenimiento, distracción, ilusión y como recuerdo del pasado. En el caso de la Semana Santa lo hacemos también por devoción y respeto al hecho que se conmemora”. Concretamente me lo cuenta el Domingo de Ramos, hacia las trece horas, después celebrarse la procesión que ellos llaman también, con todo derecho, de La Borriquilla, y en la que Jesús (humano) va sobre una burra (animal) hacia la iglesia, desde una de las calles del pueblo. Le acompañan algunos discípulos y amigos, vestidos a la antigua usanza, y todos ellos rodeados de vecinos con ramos de olivo y laurel en sus manos, agitándolos en señal de regocijo.

Las personas que se encuentran en las aceras, se van incorporando también a la comitiva. Con más fidelidad al hecho ocurrido no se puede representar el acto. Se acerquen por Ayoó en este día y lo verán.

Al llegar a las puertas de la iglesia el sacerdote bendice los ramos, y todos juntos entran en la misma, al tiempo que entonan la antífona: “Pueri hebreorum portantes ramos olivarum, obviaverunt Domino, clamantes et dicentes: Hosanna in excelsis.” (Los niños de los hebreos llevando ramos de olivos, salieron al encuentro de Señor clamando y diciendo: Hosanna en las alturas).

Después se celebra la santa misa. La escena tiene un gran realismo. Son numerosas las personas que rodean a Jesús sobre la borriquilla a las puertas del templo y, aunque, en este caso, no sean muchos los niños, pues son pocos en el pueblo, los mayores actúan como si lo fueran. Se manifiestan como tales y el momento les sirve para recordar esa etapa de su vida. Y además lo respetan y apuestan por la tradición.

Son ya tres los años que llevan celebrando esta procesión y seguirán, mientras Donato Delgado, natural de Santibáñez de Vidriales, pueblo que se encuentra a poco más de diez kilómetros de Ayoó, siga viniendo al pueblo con su borrica en este día. Donato, además de hacerlo con gusto y con respeto, es también amante de este tipo de tradiciones, que desea continúen en el futuro. Por su parte, me dice que no habrá problema mientras él y la borrica se encuentren bien.

Y además, el día de Jueves Santo, hacia las 22 horas, ponen en escena un Via Crucis viviente que, partiendo de la iglesia, se dirige por una calle hacia las afueras del pueblo. Lo preside y dirige el sacerdote, quien, como ya he dicho, apoya, favorece y contribuye a que el acto se desarrolle con la debida seriedad. Son muchas las personas, vecinos del pueblo unos y forasteros otros, las que, a esa hora, se van concentrando en el lugar antes de su comienzo.

Con anterioridad, en la iglesia, se han celebrado los oficios, y no faltó, además de la institución de la Eucaristía, el lavatorio de los pies, en recuerdo de lo hecho por Jesús momentos antes de su Pasión, según el relato evangélico: “...luego echó agua en la jofaina y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugárselos con la toalla que tenía ceñida”. (San Juan, 13, 5).

Después de los Oficios, el sacerdote anuncia el comienzo del Via Crucis y ruega a los presentes que no lo vean o vivan como un espectáculo, sino como un acto religioso más que sirve para actualizar la pasión de Cristo. Les pide respeto para el hecho en sí y también para los protagonistas, los hombres y mujeres de Ayoó que hacen de actores improvisados.

Y la verdad es que lo consigue. Lo demostraron los varios cientos de personas presentes que, en el más absoluto silencio, contemplaron cómo los actores ponían en escena las diversas estaciones, iluminadas cada una en su momento, por un foco de luz.

No es la primera vez que lo representan, aunque con algunas modificaciones. Y esperan y desean seguir con ello. Tal vez en el pasado de Ayoó se cuente con alguna escenificación de este tipo, porque las representaciones o dramas litúrgicos del Nacimiento, Pasión y Muerte de Cristo tienen gran antigüedad. Sus orígenes están en los autos medievales, con los cambios normales en los textos y las formas con el paso del tiempo.

Aquí se trata de un Via Crucis popular, escrito en verso, formado por tres estrofas (quintillas), las dos primeras que narran la escena correspondiente y la última un estribillo que corre a cargo del coro. Se inicia junto a la iglesia. El sacerdote comienza leyendo el ofrecimiento, para seguir con la representación y lectura de la primera estación que dice así:

En la primera estación,/ atenta, quiero que notes/ con cuanta resignación/ llevé por tu redención/ más de cinco mil azotes./

Hombre, mira y considera,/ movido de compasión,/ que en esta estación primera/ me sentencian a que muera/ entre uno y otro ladrón./

A continuación el coro entona el siguiente estribillo:

Lágrimas de compasión/ de puro dolor lloremos/ la muerte del Salvador/ para que todos logremos/ los frutos de la Pasión./

Y de esta forma, aunque con diferente contenido, se presentan las demás.

La novedad en el Via Crucis de Ayoó es que, a medida que se lee o canta el texto correspondiente a cada estación, los actores, que se encuentran en un lugar elevado, van escenificando el momento preciso, y bajo el foco de luz, de tal manera que las escenas se contemplan con toda claridad.

Por su parte el pueblo acompañante, hace también el Camino hacia el Calvario entre silencio y admiración. Tenemos que decir que el acto se desarrolla con seriedad y respeto y no faltan las vivencias personales que hemos podido comprobar en algunos de los comentarios escuchados, motivados por las diversas escenas: caídas de Jesús con la Cruz a cuestas, la Verónica, la ayuda del Cirineo, la mujeres de negro que salen llorando a su encuentro, etc. y sobre todo el momento de ser clavado en la Cruz a golpe de martillo, cuyo sonido se oía en medio de la oscura noche.

Y su muerte y los brazos de María recibiendo su cuerpo, etc. Todos y cada uno de los momentos han causado admiración en los presentes, que han valorado el trabajo realizado por estos actores, algunos por un día, pero todos ellos amantes de su pueblo y de sus tradiciones.

En muchos pueblos de los Valles de Benavente, en tiempos de Cuaresma y mucho más durante la Semana Santa, suelen recorrer, rezar y acompañar con cánticos las catorce estaciones del Via Crucis dentro de las iglesias o ermitas. Pero en algunos lugares, como Ayoó, también lo han hecho desde siempre, al menos algún día, por las calles del pueblo, a juzgar por las cruces de madera existentes en las mismas, una de ellas la que ellos llaman Cruz de la Verónica, por corresponder a este momento del Calvario. Se trata de una cruz de madera de buena calidad, y que está en el mismo lugar, a las afueras del pueblo, desde hace ya mucho tiempo.

Los de Ayoó, quieren seguir celebrando y contemplando el Via Crucis viviente el día de Jueves Santo, pues es una forma más de demostrar que en el pueblo hay vida, aunque sea conmemorando la muerte de Cristo. ------------------------------------------------------------------

miércoles, 13 de abril de 2011

Coros en iglesias o ermitas.


Coro en la ermita de Ntra. Sra. de las Encinas en Abraveses de Tera.

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Coro de la igesia de Barcial de Barco, recientemente restaurada.


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En san Pedro de la Viña su antiguo coro está en la parta baja de la misma iglesia.


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Detalle de una de las pinturas que hay en el coro de san Pedro de la Viña.


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Parte del coro, pintado y decorado, de la iglesia de Sitrama de Tera.


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Mujeres cantando el día de la fiesta en el coro de la ermita de san Esteban. Brime de Urz.


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Coro de mujedres y la charanga Los Jatas actuando en la fiesta de la Sacramental en Santibáñez de Tera.


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Pequeño coro de ladrillo en la iglesia de san Miguel del Esla.


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Calvario en el coro de la iglesia de Villanujeva de Azoague.


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Coro en la iglesia de Fuente Encalada, situado en la parte baja de la misma.


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Detalle del coro de la iglesia de Fuente Encalada.


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Debajo del coro de la iglesia de Pozuelo de Vidriales, se encuentra el baptisterio.

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El coro de la iglesia de Abraveses de Tera.


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Coro de la iglesia de Manganeses de la Polvorosa con la escalera de acceso al mismo.


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Estado en que se encuentra el coro de la iglesia-ermita de Lordemanos.


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Facistol utilizado antiguamente en la iglesia de santa María del Azogue de Benavente.


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Atril en el coro de la iglesia de santa María del Azogue de Benavente.


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También la iglesia de Granucillo de Vidriales tiene este atril en el coro.

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Al escribir sobre coros no estoy refiriéndome al conjunto de voces, sino a la parte de la iglesia destinada al canto de los clérigos. Su ubicación se fue cambiando con el tiempo y el lugar, pero oscila entre el presbiterio, el centro y los pies de la nave central. Con frecuencia está en alto a los pies de la nave mayor.
Este lugar o espacio existe en casi todas las iglesias y algunas ermitas de esta y otras comarcas, como en las de Abraveses de Tera Y Brime de Urz. Y desde él todavía suelen cantar en las ceremonias religiosas los coros parroquiales, el sacristán si lo hay y otras personas que lo acompañan.
En algunos coros suelen estar el órgano o armonio para acompañamiento, y a veces, como en Granucillo de Vidriales y Santa Maria del Azogue de Benavente se conserva un atril elevado para colocar en él los libros de cánticos o las partituras necesarias. En conventos y catedrales se utiliza el facistol.
En los Valles de Benavente casi todos los coros se encuentran en la parte posterior de la nave central y en lugar elevado, por lo que es necesario utilizar la escalera para subir al mismo. Hay alguna excepción como en San Pedro de la Viña, Fuente Encalada y algún otro lugar, que están en la parte de atrás, casi al nivel de la misma iglesia.
En general están construidos en madera y si los hay de piedra o ladrillo responde a nueva y reciente construcción como ocurre con el pequeño coro de San Miguel del Esla. Y casi todos tienen balaustrada. Los barandales, pequeños listones a modo de columnillas que conforman el balaustre, contribuyen a evitar la caída desde él.
Algunos presentan decoración en relieve o con imágenes como vemos en Villanueva de Azoague, que tiene un calvario. En otros se conservan las pinturas con las que los decoraron: destaca el de Sitrama de Tera, recientemente restaurado, y el de San Pedro de la Viña con llamativas pinturas sobre las tablas.
Al coro suben, además de los que van a cantar durante la misa de los domingos o días festivos, los que tocan algún instrumento musical. Lo hacen también las charangas que contratan en las fiestas y que tocan desde allí en algunos momentos de la misa, (casi siempre el himno nacional después de la consagración) o en otras ceremonias religiosas. Y también solían subir y todavía lo hacen en algunos pueblos los hombres jóvenes y mayores para asistir desde allí a los diversos actos e incluso participar en el canto.
Algunos coros están abandonados y sus maderas en evidente proceso de deterioro, si no se pone algún remedio. Es el caso de Pozuelo de Vidriales, Lordemanos, ermita de la Virgen de las Encinas de Abraveses de Tera, etc. En la actualidad, aunque de menos uso y más restringido, deben permanecer en su lugar y ser restaurados, como una parte más de la iglesia, antes de proceder a su destrucción o desaparición como ha ocurrido en algunos lugares.