lunes, 27 de abril de 2009

LOS MAYOS

Burganes de Valverde

Moratones de Vidriales


Brime de Urz


Morales del Rey


Manganeses de la Polvorosa


Maire de Castroponce


Mayo es el mes más importante de la primavera, que se encuentra ya en pleno vigor. Con razón se le llama el mes de las flores. Pero también es el mes en el que comienzan, por todas las partes, las fiestas, romerías y tradiciones populares. Una de estas es la conocida y denominada el mayo o los mayos, con raíces muy antiguas y que se celebra o, mejor dicho, se celebraba, en casi todos lo pueblos de Castilla y León. También en los Valles de Benavente, como luego veremos.
En torno a ella son varias las manifestaciones. La más antigua consiste en disfrazarse personas, cubriendo su cuerpo con ramajes y flores, y así van por las calles del pueblo y llaman en las casas, pidiendo algún donativo, que luego emplearán en una comida o merienda. En otros pueblos, como vimos hace días en Jiménez, Santa Elena y Villanueva del Jamuz, los mayos son muñecos, que representan personajes o escenas de la vida cotidiana, oficios, costumbres, etc., y que se colocan sobre plataformas de madera, a modo de escenarios, por las calles y plazas de los pueblos.
Pero la forma más general y arraigada en la mayor parte de las localidades era y sigue siendo colocar el mayo, o como se dice popularmente, plantar el mayo, en alguna calle, plaza o plazuela, o junto a una ermita o iglesia. Se trata de un árbol, generalmente chopo, negrillo o de otra especie, que sea abundante en la zona, y que suele colocarse, en el lugar, previamente fijado, la noche del día 30 de Abril, antes de dar comienzo el uno de Mayo. Este árbol es elegido, cortado, transportado y colocado por los mozos del pueblo, casi siempre los quintos del año, y suele ser donado por el Ayuntamiento. Al terminar el mes lo subastan y con lo que sacan celebran una merienda.
En su copa, o bien dejan unas ramas, muestra evidente de la vida vegetativa del mismo, o bien colocan algún muñeco u otros objetos más o menos atractivos, o de contenido simbólico. En sana competición, antiguamente, se subía o escalaba por el mayo y quien más arriba lo hiciese ganaba un premio o lo que en el árbol se ofreciese. En esto había cierta rivalidad entre los pueblos, queriendo demostrar qué mayo era el más alto o el más grande, y también rivalidad entre los mozos, fuesen quintos o no los participantes, intentando demostrar quién era el que ascendía más metros por él. En algunos lugares incluso quitaban la corteza del árbol y untaban el tronco con cera o con manteca, lo cual suponía un mayor esfuerzo, habilidad o astucia, para los escaladores, y una mayor dificultad para poder conseguir los premios. Todo esto nos hace pensar en que el mayo-árbol era y es también símbolo de la vitalidad, el vigor y la fuerza de los mozos o jóvenes del pueblo. Cuanto más alto, grande y pesado fuera, más fuerza, vigor y juventud se atribuían. Pero también servía para su distracción y entretenimiento.
Si cortar el árbol y trasladarlo al lugar de la instalación era ya una aventura, pues antiguamente lo hacían a brazo o, a lo sumo, sirviéndose de carros, mucho más lo era el levantarlo y elevarlo, hasta conseguir introducirlo en el hoyo previamente preparado. Lo que hoy hacen con ayuda de tractores con palas, grúas y otras maquinas, antes lo hacían con maromas, escaleras y a brazo partido. A veces utilizaban también los carros para introducirlo en el hoyo. Esta operación tradicional de plantar el mayo, con maromas, escaleras y brazos, contaba con una especie de capataz o jefe, que con su voz y la palabra ...Arriba¡, repetida cada cierto tiempo, conseguía la unión de las fuerzas de todos, para que el impulso elevador fuese mayor.
El mayo-árbol quedaba allí todo el mes y servía para recordar la primavera fecunda, la naturaleza y la vegetación, la fuerza y el vigor de la juventud. Aunque se trate de un árbol sin ramas, su tronco tiene vida, la que le proporciona la savia y las gentes que pasan junto a él o viven cerca de él.
En algunos pueblos era y es el centro de atención más importante durante el mes, pues a su alrededor se celebraban diversos actos lúdicos y festivos, como cánticos, danzas, bailes, meriendas, etc. Cada localidad tenía y tiene unas costumbres distintas.
Al hacer un recorrido por esta comarca de Los Valles, hemos advertido: -Que, antiguamente, en casi todos los pueblos se colocaba el árbol-mayo; -Que hasta hace pocos años lo hacían en más de treinta localidades; -Que todavía lo plantan o colocan en algunos, aunque si no el árbol-mayo, sí algo parecido, al menos en lo que a los muñecos u otros objetos representativos se refiere.
Santa Cristina de la Polvorosa tal vez sea el pueblo que más actos celebra en torno al mayo. Su colocación, la tarde del 30 de Abril, corre a cargo de los quintos, aunque se sirven de tractores con pala y grúas para hacerlo. El Ayuntamiento les dona el chopo, que ellos subastarán al final del mes y con el dinero celebran una merienda. En la copa ponen uno o dos muñecos, mayo y maya. Antiguamente el lugar elegido era detrás de la iglesia, hoy lo hacen junto al río, cerca del campo de fútbol. El día de la colocación reparten escabeche de tino y vino entre todos los asistentes.
Mayo-chopo se pueden ver también en Maire de Castroponce. Por cierto, tal vez el más elevado de todos, y en su copa hay ramas y un curioso muñeco con símbolo fálico. El lugar elegido es la antigua cañada de La Vizana, hoy una amplia y ajardinada calle del pueblo, por la que pasa también la carretera.
El chopo elegido en Navianos de Valverde, también es alto y delgado, hasta el punto de que los muñecos de su copa está colocados casi a la misma altura que su famosa ermita de El Carmen. Pero éste es superado en altura por el de Arcos de la Polvorosa, a la entrada del pueblo y cerca de la carretera, como puesto allí, para que todos lo vean y comparen. El de Arcos es un árbol de poco grosor, aunque muy alto, que los mozos del pueblo pusieron el día uno de Mayo, con gran esfuerzo. Se pueden ver las cuerdas con las que lo elevaron, atadas a postes y árboles cercanos, que ayudan a sujetarlo y mantenerlo en pié durante todo el mes. Así lo quieren y esperan ellos, pues con el dinero de su venta celebrarán una suculenta merienda y así también lo ha querido su alcalde.
Los de Manganeses, amantes de las tradiciones, no podían ser menos, y han colocado dos chopos en cuya copa están los muñecos, el mayo y la maya, mostrando una forma divertida de ver la vida. Los chopos, de pequeño tamaño, y ante la dificultad de cavar un hoyo, están atados a las barandillas de un puente, próximo a la iglesia. También de pequeño tamaño, en altura y grosor, es el mayo que este año han plantado en Pueblica de Valverde.
En otros pueblos no han plantado el mayo, sino que han aprovechado un árbol natural del lugar, para colocar los muñecos, como ocurre en Brime de Urz, y que pueden ver, al pasar por la carretera. En Fuente Encalada se han servido de un palo seco y lo han instalado en un pequeño solar que hay frente al Ayuntamiento. Y en lo alto del mismo el muñeco. Aquí los chopos son escasos y también los jóvenes, pero hay dos o tres en el pueblo que se preocupan y se encargan de ello.
En Morales del Rey han colocado junto al Hogar del Jubilado, no el mayo-árbol, sino los muñecos, mayo y maya, ésta con un niño en brazos, en un poste de hormigón del tendido eléctrico. Pero les ha quedado muy bien. La idea partió de la encargada del Hogar, que contó con la ayuda de algunos socios. Por lo que pudimos comprobar estaban encantados de hacerlo, pues les ha servido para recordar la tradición. Además en Morales se ponía siempre junto a la ermita del Cristo de la Vera Cruz, al pie de la carretera, y todos los que pasaban por allí lo veían y no podían menos de compararlo con otros mayos de otros pueblos del valle. Ojalá que, en años sucesivos, el Ayuntamiento o algún ciudadano les ofrezca un chopo de los muchos que hay en la vega, sobre el que coloquen los muñecos, y que simbolicen mejor la vegetación y la vida.
Para algunos la desaparición de esta tradición en los pueblos es debida a la despoblación y concretamente a la falta de jóvenes o quintos. Pero no creemos que sea así, pues también los mayores saben y quieren hacerlo, como se puede ver, por lo dicho. Hemos comprobado también que si el Ayuntamiento se preocupa de mantener y promover algunas tradiciones, el pueblo responde y colabora en ello. El ejemplo más claro lo tenemos en los pueblos del Jamuz, Jimenez, Santa Elena y Villanueva, que, hasta con un bando, el alcalde anima e invita a todos a colocar los mayos. Y se premia a los mejores, aunque todos los participantes reciban algún obsequio.
Que se animen los alcaldes de esta comarca y organicen cosas de este tipo, que contribuyen a dar vida a los pueblos y a sus habitantes. Además, en este caso, es posible una sana rivalidad y competición entre ellos, pues se les puede premiar por el mayo más alto, más grande y pesado, mejor adornado y presentado, y también por los símbolos que ofrezca. Todo ello contribuiría a una mayor y mejor relación entre los pueblos, pues con este motivo se visitan, se divierten y entretienen juntos. En definitiva, viven que es, en el fondo, el simbolismo del mayo.
Publicado en el libro

PÉREZ MENCIA, E.: Valles de Benavente. Fiestas y Tradiciones. Benavente, 2007

domingo, 26 de abril de 2009

LOS MAYOS DE JIMENEZ DE JAMUZ

Felipe y Teresa de Primera Comunión. Villanuva de Jamuz, año 2005

Homenaje al Quijote en Villanueva de Jamuz. Año 2005

Tengo gran inquietud por seguir avanzando hacia ninguna parte. Jimenez de Jamuz, año 2005

Diálogos al calor del brasero. Santa Elena de Jamuz. Año 2005


¿Dónde estamos, amigo Sancho? Jimenez de Jamuz, año 2005


Jiménez de Jamuz es otro de los pueblos de la provincia de León, próximos a este norte zamorano de la comarca de Benavente, que tiene mucho que decir y ofrecer a a vecinos y forasteros. Porque Jiménez era y es el pueblo de los alfareros, con aula-museo dedicado a este oficio artesano. Es también el pueblo en el que se representa la Pasión de Cristo el día de Viernes Santo y en el que se celebran otras muchas actividades culturales a lo largo del año, como ocurre con Los Mayos.
El mes de Mayo, cuyo nombre los romanos relacionaban y derivaban de Maya, diosa también de las flores y de la primavera y una más de las mujeres de Júpiter, fue siempre un mes de fiestas, ritos y tradiciones. La más corriente y casi general en los pueblos de Castilla y León, y sobre lo que escribiremos en otra ocasión, era cortar un árbol y colocarlo en alguna calle, plaza o cerca de la iglesia o ermita y en su copa dejar unas ramas del mismo o colocar un muñeco o muñeca, u otros objetos más o menos simbólicos. El árbol, símbolo de vida y primavera, se acerca al pueblo y a sus gentes para transmitirles esa savia y vida que se mantendrá en él durante todo el mes. Simboliza además el culto a la vegetación y nos recuerda los primitivos ritos de fecundidad.
En otras partes, personas concretas se disfrazan de Mayo, cubriéndose de ramajes todo el cuerpo y así van por las calles y casas pidiendo para la celebración de una comida. Pero en algunos lugares los muñecos, con escenas de la vida humana y animal, fueron suplantando poco a poco al árbol y a la persona que se disfrazaba. Esto ocurre en Jiménez, Santa Elena y Villanueva, pueblos del valle del río Jamuz. Aquí la representación de los Mayos se hace por medio de los muñecos, o si queremos los mayos son muñecos, que, representando diversas escenas, se colocan sobre postes o plataformas de madera a modo de escenario.
El día uno nos hemos acercado para comprobarlo, satisfacer la curiosidad y cumplir con aquello de ver para creer. Y así ha ocurrido. La visita no se hace en balde, pues merece la pena y es del agrado de los amantes de las tradiciones.
Porque en Jiménez y en los demás pueblos esto es una tradición. Y el más interesado en mantenerla es su alcalde, que, días antes del comienzo del mes, a través de un bando, dice: Se anima a todos los barrios de los tres pueblos un año más a engalanar nuestras calles y plazas con la tradición de los mayos, una iniciativa que ha dado prestigio a nuestro municipio y que se ve satisfecha por el número de visitantes. A cada grupo o barrio se le entregará un vale en las oficinas municipales por el valor de tres conejos y un pollo. El jurado nombrado por el ayuntamiento lo compondrán personas con conocimientos sobre la tradición de Los Mayos...
Y vecinos de Jiménez, Santa Elena y Villanueva, el día 30 de Abril por la noche y, antes de comenzar el día uno de mayo, se afanan y movilizan en sana competición, para tener preparados sus Mayos, que instalan por las calles y plazas de los pueblos. Lo hacen por tradición, además de sentirse animados por el bando de su alcalde. Es de suponer que, con el regalo de su Ayuntamiento, celebrarán una buena merienda, además de poder participar y competir por el premio.
Hemos recorrido los tres pueblos y la contemplación de sus Mayos nos ha causado admiración y sorpresa. Al mismo tiempo hemos comprobado, una vez más, hasta dónde llega la imaginación y también sabiduría popular. Se advierte, no sólo en la preparación de las distintas escenas, sino también en el comentario o explicación que acompaña a cada una de ella, casi siempre en forma poética, utilizando el pareado o cualquier otro tipo de rima. Se ven escenas de la vida cotidiana, relacionadas algunas con la agricultura, oficios artesanos o trabajos diversos, o se los dedican a personajes populares, famosos y conocidos por todos. En este año recuerdan también el 400 aniversario de la publicación del Quijote, representando a Sancho y a su amo Alonso Quijano pasando por los pueblos de la ribera del Jamuz, en los que no faltan tampoco castillos y rebaños de ovejas.
Si durante este mes viajan por este lugar podrán ver Los Mayos de Jimenez, que representan La rica urbana y el pobre rural; Los cuelmos; Homenaje a las castas; Homenaje al labrador; Embotellar vino; Al pastor; El carpintero; El pescador; ¿Dónde estás, amigo Sancho?; Tengo gran inquietud por seguir avanzando hacia ninguna parte; Este último construido en madera de pino por las manos artesanas de un jubilado que conoce y maneja muy bien la gubia y demás instrumentos para esculpir en madera. Prueba de ello son los muchos objetos que tiene en su domicilio. Hizo bien en participar en la fiesta de Los Mayos, pues tenía algo que ofrecer a los demás, como es su obra.
En Santa Elena los artistas han elegido los siguientes temas: El Mayo del barrio de arriba; El torno antiguo manual; Diálogos al calor del brasero; Margarita; Saturnino y El gallu de la Quintana.
Y en Villanueva, además del mayo tradicional, árbol con muñeco, que los mozos han levantado junto al castillo, por sus calles también se ven algunas escenas y personajes: Genoveva y Eustaquio; Vamos al colegio; Felipe y Teresa y Villanueva con el Quijote.
Es de alabar la originalidad y el trabajo realizado por las gentes de estas localidades, tierra de artesanos y de personas amantes de las tradiciones y de la cultura. Y también hay que alabar la actitud de la Corporación Municipal que, con su alcalde a la cabeza, hacen que todo esto sea posible, aunque sea a través de un bando y ofreciendo conejos y pollos o premios diversos a los participantes.
Sólo le falta al Alcalde que, para el bando con el que informa los vecinos sobre la celebración de los Mayos, se sirviese del antiguo pregonero, quien, en voz alta y a veces con la corneta y el tamboril, publicaba y hacía saber a todos cuál era el deseo o lo que quería su Ayuntamiento. Pero todo es posible en Jiménez, Santa Elena y Villanueva, pueblos que recuerdan y viven sus tradiciones.

Publicado con anterioridad en La Voz de Benavente y Comarca en Mayo de 2005


lunes, 20 de abril de 2009

REPORTAJES PUBLICADOS EN LA VOZ DE BENAVENTE Y COMARCA . ENERO, FEBRERO Y MARZO 2009.

3 de Enero.- Artesanía de jubilados. Vicente López de Arcos de la Polvorosa.
10 “ .- Recuerdos del Ayer (1). Religiosidad popular.
17 “ .- Recuerdos del Ayer (2). Religiosidad popular
24 “ .- Artesanía de jubilados. José Antonio Román de Colinas de Transmonte.
31 “ .- Artesanía de jubilados. Ángel Mañanes, de Benavente. El chapista y sus aficiones.

7 de Febrero.- Recuerdos del Ayer (3). Dios en dichos y expresiones religiosas.
14 “ .- Artesanía de jubilados. Porfirio Butrón de Bretó de la Rivera.
21 “ .- Artesanía de jubilados. José Luis Zanfaño de Benavente.
28 “ .- Recuerdos del Ayer (4). Cuaresma: La Ceniza. La Bula.

7 de Marzo.- Recuerdos del Ayer (5). Misiones y Confesiones Generales.
14 “ .- Valles y Pueblos. Morales del Rey.
21 “ .- Los Coros en las Iglesias y Ermitas
28 “ .- Valles y Pueblos. Fuentes de Ropel.

EL PAN DE LA VEGUILLA. TRADICION QUE SE RESISTE A DESAPARECER EN BENAVENTE



Preparando los panes en la panadería Vicente Hernando de Benavente. Año 2006

Sellos con la imagen de la Virgen de la Veguilla

Panes preparados para ser introducidos en el hrono

Panes ya cocidos, saliendo del horno

Reparto del pan. Año 2006.

La Virgen de la Vega, conocida y denominada por todos "La Veguilla", es la patrona de Benavente. Su fiesta se celebra en el mes de Abril, el lunes siguiente al segundo domingo de Pascua. Es la fiesta más importante para el municipio y por ello la Corporación que gobierna se esmera en la preparación de los diversos actos. No falta la misa solemne, presidida incluso por el Sr. Obispo, acompañado por otros sacerdotes, y el sermón u homilía a lo que siempre se dio mucha importancia a lo largo de los años, lo mismo que a la procesión que precede a la misa.
Además, en este día tiene lugar la petición del toro enmaromado que da un colorido y atractivo especial a la fiesta, aunque con ello se haya perdido o rebajado el aspecto más tradicional de la misma. Porque además de estos actos festivos, religiosos o no religiosos, se conservan todavía, aunque con menor intensidad, algunas tradiciones, de notoria antigüedad, como es la del Pan de la Veguilla, a la que quiero referirme aquí de modo concreto. Se trata de la donación de un pequeño pan, blanco y bregado que en este día hacía y hace el Ayuntamiento, antiguamente a los pobres y necesitados y hoy a todo los que se acerquen a recibirlo hasta su agotamiento.
Juan Carlos de la Mata Guerra, encargado del Archivo Municipal, que es quien más y mejor conoce las tradiciones y la historia de la ciudad, me informa sobre los orígenes de esta tradición:
"Lo del Pan de la Veguilla viene de muy antiguo, tal vez proceda desde el momento en que la celebración del tradicional voto de la villa, allá por el año 1861, se trasladó de la ermita de Cimanes de la Vega a Benavente. A partir de este momento lo que el Ayuntamiento se gastaba en la comida de hermandad entre los romeros que acudían al santuario se dedicó a donativos y limosnas a los necesitados de la villa, entregándolo a instituciones benéficas. Estos donativos terminarían convirtiéndose en el pan. Era un hecho cierto, añade Juan Carlos, que, en tiempos pasados, en las villas y pueblos, se trataba de remediar, en algún sentido y al menos algún día del año, las penurias existentes, así como la escasez de alimentos, mediante beneficencias y caridades. Y mucho más cuando se celebraba alguna fiesta, queriendo que todo el mundo participase en ella. Esto pudo pasar con el Pan de la Veguilla".
Efectivamente se trata de un pan redondo, blanco y bregado, de 250 gramos de peso casi siempre, que se entregaba a los necesitados de la villa. Cada año un bando de la alcaldía convocaba a "todos los vecinos empadronados en la ciudad, que fuesen económicamente débiles, a inscribirse en el Ayuntamiento para recibir un vale que les posibilitase recibir el pan". Para ello se tenía en cuenta el figurar en las listas cobratorias de las contribuciones o repartos de los impuestos estatales. Parece ser que era necesario este control para evitar engaños y posibles sanciones. Solamente se entregaba en principio a las personas inscritas previamente y con derecho a recibirlo.
Los industriales panaderos se encargaban de su fabricación. Unos días antes eran convocados por el Ayuntamiento y, a quienes lo aceptaban, se les asignaba un cupo con el número de panes y el precio que se pagaba por cada uno de ellos. Casi todos los panaderos de la ciudad accedieron a ello, al menos así consta, hasta hace no muchos años. En el año 1940 fabricaron 1505 y lo hicieron, a razón de 215 panes cada uno, los siguientes panaderos: Ramón Guerra Centeno, Víctor Mariño Ortega, Manuel Barrios Clemente, Miguel González Coomonte, Pedro de Paz Barrios, Secundino Fernández Alonso y José Losada Prieto.
Estos o sus sucesores continuaron fabricándolo en años sucesivos. Podía variar el coste de cada pan. Como ejemplo tenemos el año 1949 que era de 0'75 céntimos, pero ya en 1952 se elevaba a 1'15 pesetas. El cupo asignado también variaba con los años y según el número de panaderos que participasen, destacando el de 1953 que fue de 614 panes cada uno, porque sólo se encargaron de ello las panaderías: Vda. de Ramón Guerra, Francisco Gil y José Losada Prieto. La cantidad de panes que se reparten a lo largo de los años oscila entre 1500 y 2000
Los gastos corrían lógicamente a cargo del Ayuntamiento que con la debida antelación, en los años de escasez posteriores a la Guerra Civil, concretamente a partir de 1938, tenía que solicitar del Sr. Gobernador Civil y Jefe de los Servicios de Abastecimientos y Transportes "un cupo extraordinario de cinco sacas de harina para poder fabricar el Pan de la Veguilla y repartirlo entre los pobres según costumbre". Así figura en la solicitud de 1946.
Casi todos los panaderos disponían del sello con la imagen de la Virgen de la Vega, que era obligado dejar impreso en el anverso del mismo pan. Por otra parte consta que la vicaría se encargaba de su bendición, antes de ser distribuido.
Así como los vales o bonos para poder recibir el pan tenían que ser entregados por el Ayuntamiento, la distribución o reparto del mismo, en un principio y durante muchos años, corrió a cargo de las propias panaderías que lo elaboraban. Ellas lo entregaban a los inscritos, siempre a cambio de dicho vale o bono. Así ocurrió hasta la década de 1980 y así figura en los programas de fiestas: "a la 9 horas reparto del Pan de la Veguilla en las panaderías a todos los que presenten el oportuno vale".
No obstante, en los años 1943 y 1944, la distribución tuvo lugar en las Escuelas de San Juan y se dice: "siendo indispensable para recibirlo presentar la tarjeta de beneficencia municipal"
Un número determinado de panes eran entregados al Auxilio Social para el comedor infantil y la cocina de hermandad que funcionó durante muchos años en la ciudad. Desde esta institución benéfica se solicitaba al Ayuntamiento en el año 1950 "la ayuda en metálico y las correspondientes raciones (176) del Pan de la Veguilla para celebrar la fiesta de la patrona con una comida extraordinaria". En 1952 fueron 115 las raciones solicitadas.
También consta algún año que los concejales u otros vecinos eran los encargados del reparto en el mismo Ayuntamiento, concretamente en los soportales del edificio y que solía comenzar a primeras horas de la mañana, después de que los panaderos lo hubiesen entregado.
En la actualidad se sigue con la tradición del Pan de la Veguilla, pero un tanto cambiada. Desde 1884 ya no figura su reparto en el programa de la fiesta. Tampoco participan en su fabricación todos, o casi todos, los panaderos de la ciudad, como ocurría antiguamente. Desde hace seis años se encarga de ello solamente la panadería de Vicente Hernando Fernández, ubicada en la calle La Lecheras del Barrio de San Isidro. El pan tiene los mismos ingredientes: harina, sal y levadura, y es redondo, blanco, bregado y el de este año pesa 300 gramos, según me cuenta el panadero, a quien encuentro en plena faena en la tarde del día anterior a la fiesta.
"Son 2000 los panes que tengo que hacer y lleva tiempo, pues a las siete de la mañana tienen que estar en el cuartelillo de la policía local que es donde los reparten. Y es que, además de amasar y bregar la masa, tenemos que cortar y pesar las piezas, darle la forma, y luego poner el sello con la imagen de la Patrona en cada uno de ellos antes de pasar al horno".
El día de La Veguilla de este año 2006, y desde primeras horas de la mañana, los ciudadanos de Benavente que quisieron, amantes o no de las tradiciones, recibieron el pan, obsequio del Ayuntamiento, con la marca del sello de la patrona, y es de suponer que también con su bendición. Una empelada del Ayuntamiento se encargó de su distribución y se lo entregó a todos los que se acercaron por allí hasta su agotamiento.
El pan ha sido siempre el alimento básico de los pueblos desde la más remota antigüedad y su importancia fue tan grande para la economía y la dieta alimentaria que en muchos momentos se le otorgó un significado religioso. Así ocurría y ocurre con el Pan de la Veguilla, que, contando con las debidas bendiciones, era y es uno más de los muchos panes rituales que se ofrecen a santos, santas y vírgenes en sus fiestas populares a lo largo del año, como ocurre con los panes de San Antón, San Blas, de Pascua, de San Marcos y otros. En muchos ciudadanos que lo reciben no falta la creencia de que se trata de un pan distinto a los demás y hasta lo relacionan con la salud y el bienestar.
Pero algo ha cambiado en esta tradición del Pan de la Veguilla, y se nota. Tal vez sea la finalidad y el objetivo final de su donación, pues ahora ya casi todos los ciudadanos disponen de pan, o son menos los que lo necesitan. Sin embargo es posible la continuación de la misma, pues es compatible y puede perdurar, incluso entre el jolgorio del resto de la fiesta.
Se puede ver en el reparto del pan un símbolo distinto, como puede ser el de la unión y convivencia entre todos, de lo que sí está necesitada la sociedad actual. Pero no se debe olvidar la tradición por respeto a su antigüedad, a los vecinos de la ciudad y también, como no, a su querida patrona la Virgen de la Vega a la que con aprecio y cariño llaman La Veguilla.

Publicado con anterioridad en el libro

PÈREZ MENCÍA. E.: Valles de Benavente. Fiestas y Tradiciones. Benavente, 2007.

viernes, 10 de abril de 2009

REPRESENTACIÓN DE LA PASIÓN EN NAVIANOS DE VALVERDE

Jesús en el huerto de los Olivos. ¿De modo que no habeis podido velar conmigo una hora?


¿A quién quereis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?


La corona de espinas sobre la cabeza de Jesús.


La horca y el árbol de Judas.


Jesús va camino del Calvario con la Cruz a cuestas.


Elevando la Cruz con el crucificado.


Jesús, crucificado, muere en la Cruz


"Resurrexit sicut dixit" (Resucitó según dijo)


El día de Viernes Santo y, poco después de la hora nona, en este pueblo del Valle de Valverde se representó (en el año 2006) el drama litúrgico de la Pasión de Cristo, en versión popular, con texto y guión popular y con actores y protagonistas también del pueblo y de algunos pueblos limítrofes. Y cuando, hace más de dos mil años, aparte de otros fenómenos atmosféricos, hubo oscuridad sobre la tierra (Marc. 15, 33) cuando se produjo la muerte de Cristo, en Navianos, casi a esa misma hora, las nubes ocultaron también la luz del sol y dejaron caer abundante lluvia sobre el que iba a ser crucificado, su séquito y los espectadores. Pero consiguieron lo que ellos querían, y además de modo serio y correcto, como si fuesen verdaderos actores. Y es que lo de actor popular es un título que no todos poseen. Además se felicitaron por lo del agua, a la que estaban esperando desde hace ya mucho tiempo.
Los días de la Semana Santa, sobre toda en las ciudades, se han convertido en espectáculos con mayor o menor elegancia o fastuosidad, pero falta la sencillez que se contempla en las pequeñas localidades como Navianos y otras que, a su modo, también tienen algo que ofrecer. En el fondo, tanto en unos lugares como en otros, sea a través de las procesiones con pasos o de la representación dramática, lo que se pretende es lo mismo: recordar el hecho y demás acontecimientos originados con motivo de la pasión y muerte de Cristo o, al menos, algunos de ellos.
Eran cerca de las cuatro de la tarde. Actores, actrices y pueblo, vestidos a la antigua usanza, como en la época, se sitúan junto a la ermita, en torno a la cual se va a desarrollar el drama. Se ve a Jesús en el huerto de los Olivos haciendo oración. En seguida se levanta y se acerca a sus discípulos que están dormidos: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no accedáis a la tentación (Mat. 26, 40-41). A esto sigue la traición, con el beso de Judas, y el prendimiento. Se lo llevan al procurador romano Poncio Pilatos, quien dialoga con Jesús, pero que, como todos sabemos, termina condenándolo a la cruz.
-¿Eres tú el rey de los judos?
-Tú lo dices, responde Jesús. Pero mi reino no es de este mundo...
Pilatos no hace caso a su mujer, pero sí lo hace al -Crucifícale, repetido varias veces por el pueblo
A lo lejos se oye cantar un gallo. Es la negación de Pedro y el sólo recuerdo le hace llorar amargamente. -Antes de que cante el gallo me negarás tres veces (Mat. 26, 75). A todos los presentes sorprende lo inesperado del canto y la reacción de Pedro.
El procurador decide que lo azoten y lo coronen de espinas, pero como si nada. El pueblo sigue gritando -Crucifícale, crucifícale. Incluso, les presenta al preso Barrabas, todo maldad, y de quien, incluso el nombre, causa pavor. Pero Pilatos, no pudiendo y tampoco queriendo, les entrega a Jesús y se lava las manos.
Los de Navianos, en este caso el pueblo actor, tanto niños, como mayores, se regocijan y alegran e incluso aplauden, como exige el guión. Pero saben muy bien que están haciendo teatro y en su corazón e intimidad piensan de forma distinta. Los más ancianos lo viven más intensamente. Es lo que oyeron siempre en su iglesia, pero no lo habían visto nunca ante sus ojos con tanto realismo, representado por parientes, amigos y conocidos.
En el Via Crucis, todos acompañan a Cristo. No faltan las escenas de la verónica, ni del cireneo, ni de las mujeres llorando, ni de las caídas de Jesús, al que hacen levantar entre golpes e insultos fingidos.
Y así hasta llegar al lugar de la crucifixión, el Gólgota de Navianos, situado cerca de la ermita y no lejos del monte de encinas. Allí, los protagonistas del homicidio simulado, manos a la obra, se afanan en que todo salga bien. Y lo consiguen. De lejos se oyen los golpes del martillo sobre los clavos. Al poco rato levantan la cruz con el crucificado, sirviéndose de unas cuerdas. Destaca el INRI, clavado en el madero y sobre la cabeza de un Jesús, que presenta un aspecto deplorable. El drama está llegando a su fin. Las nubes oscurecen la luz del sol y amenazan lluvia. Por allí se oye a un agricultor, creyente como nadie, que dice:
-Deja, deja que llueva. Nos viene bien, porque los campos están muy secos y peligra la cosecha. Aunque piense en sus tierras, no se pierde nada de la representación y hasta la relaciona con la lluvia que ha caído o va a caer. Para él y para los demás esta es la mejor rogativa.
Por fin, en medio del más absoluto silencio, se oye: -Perdónales, porque no saben lo que hacen. Y poco después: -Madre, ahí tienes a tu hijo y -Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y también lo de -Tengo sed, petición que es atendida acercando a su boca una esponja empapada en vinagre.
Y así otras frases y palabras hasta el Consunmatum est (Todo se ha acabado), que pronuncia en el momento de morir.
Pero el público, los de Navianos y demás asistentes al acto, saben que aquí no se termina la historia, esperan algo más y que sea más alegre y positivo. Porque ellos, como todos, prefieren la vida y necesitan la vida. Además estamos en primavera. Efectivamente, así ocurre a continuación, pues comienza el descendimiento de la cruz, que hacen con sumo cuidado y delicadeza. Cristo llega a los brazos de su madre, que está a los pies de la cruz. Poco después, otros lo envuelven en una sábana-sudario y lo llevan al sepulcro-ermita.
Y es que la conocida ermita de El Carmen de Navianos, en este día y en este momento, se convierte en la sepultura de Jesús. No olvidemos que al lado de ella se encuentra el cementerio del pueblo. Por eso nos atrevemos a llamarla ermita-sepulcro. Feliz coincidencia y feliz acierto para los organizadores. La ermita recibe el sudario o la sábana con el cuerpo de Jesús y es custodiada por centinelas a caballo. De ella sale, pocos momentos después, glorioso y resucitado, coincidiendo con el final de la representación. El Jesús de Navianos aparece con toda solemnidad, en la puerta de la misma, con ropas blancas y los brazos en alto, como señal de victoria, entre los aplausos y cánticos de los asistentes al acto.
Así finaliza este drama litúrgico, cuyos orígenes hay que buscarlos en la Edad Media, en los antiguos autos medievales que giraban en torno a la Navidad, (officium pastorum - la Pastorada), la Epifanía (ordo stellae - los Reyes) y la Pascua (quem quaeritis? - la Pasión). Solamente que aquí, en Navianos, aunque, parece ser que ya antiguamente hicieron algún tipo de representación, los textos, el guión y las diversas partes están completamente modificados y actualizados. Y tal vez no dispongan de la narración y de los textos antiguos. Pero así lo han querido sus autores y sus protagonistas, que respetan como nadie el pasado, pero también quieren y desean que se respete el presente. Lo que si han hecho es intentar reflejar fielmente los momentos claves del drama, del acontecimiento histórico que muchas personas, creyentes o no creyentes, pero todas amantes de las tradiciones populares, viven en estos días de la Semana Santa. Tradiciones que debieran ser un objetivo más a conseguir para revitalizar a los pueblos, y un atractivo para ser visitados. En Navianos de Valverde lo están consiguiendo, pues, a la celebración de su famosa romería de El Carmen, hay que añadir ahora la representación popular de La Pasión de Cristo, el día de Viernes Santo, un poco después de la hora nona.

Reportaje publicado en el libro
PÉREZ MENCÍA, E.: Valles de Benavente. Fiestas y tradiciones. Benavente, 2007.

jueves, 9 de abril de 2009

RECUERDOS DEL AYER (6). MONUMENTO Y TINIEBLAS

Monumento antiguo y actual de Burganes de Valverde
Parte del antiguo monumento de Santa Colomba de las Monjas

Sargas del antiguo monumento de Abraveses de Tera

Una de las carracas utilizadas en Quiruelas de Vidriales

Matraca de aldabas de la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente


Los rezos y las vivencias religiosas se acrecentaban cuando llegaba la última semana de Cuaresma, la Semana Santa. Los Via Crucis eran más solemnes, había procesiones, y misereres, junto con otros cánticos de dolor o lamentación, se oían con frecuencia durante estos días anteriores a la Pascua.
Antes de que llegase el Domingo de Ramos se limpiaba la iglesia para los actos de la Semana y el lunes o martes se preparaba y reunía todo lo necesario para colocar el monumento. Los niños sacaban de los baúles o bajaban de los desvanes las matracas para tenerlas a mano y utilizarlas en su momento, principalmente el Miércoles Santo, durante la celebración de las Tinieblas.
1.- Con la palabra monumento quiero hacer referencia al altar especial que se preparaba antiguamente en las iglesias en estos días. Los mayores recuerdan bien lo que significaba y representaba esta palabra. En muchos lugares era una estructura de madera, telas (sargas) y otros adornos que se colocaba delante del retablo mayor del templo o en alguna de las capillas laterales En el centro del mismo había un altar con tabernáculo o sagrario en el que, a partir de los oficios de Jueves Santo, y en solemne procesión, se llevaría y colocaría el copón con las hostias consagradas hasta la celebración de los oficios del Viernes Santo
Este monumento, a modo de retablo con altar, se preparaba en algunos pueblos con gran cuidado y esmero. La estructura de madera era desmontable y tanto las tablas, como las telas o sargas que lo adornaban, podían estar pintadas o decoradas con escenas de la Pasión de Cristo: el Calvario, la Crucifixión, el sepulcro, etc., o de personajes bíblicos, protagonistas de algún modo de la misma: Pilatos, apóstoles, evangelistas, etc. Las sargas pintadas que colgaban del mismo producían un efecto de antigüedad, además de belleza. En algunos no faltaban dos guardias o soldados a ambos lados, como para custodiarlo. Se les representaba en tablas de madera o telas con la imagen pintada sobre ellas. Son muchas las personas que así lo recuerdan.
Durante esos días se oía decir con frecuencia: “Hoy se coloca el monumento”, o “estas flores o velas son para el monumento”. En la actualidad son pocos los pueblos que lo conservan, tal y como ocurría antes. En esta comarca se mantiene la tradición en algunos pueblos, como Santa Colomba de las Monjas, Burganes de Valverde, etc. Y otros conservan con esmero algunas de las sargas o tablas pintadas que utilizaban en él, como hemos visto en Abraveses, Sitrama de Tera, etc.
Lo normal, como he dicho anteriormente, era colocarlo sobre el retablo mayor y central de la iglesia. De hecho en donde esto ocurría solían disponer ya de poleas, clavos o ganchos, fijos en el lugar de un año para otro. Pero había pueblos en los que se colocaba en otras capillas y sobre otros retablos. Y en hacerlo se empleaba siempre bastante tiempo.
Aunque se instalase al comienzo de la semana e incluso antes, se utilizaba principalmente el Jueves y Viernes Santos. El Jueves, una vez trasladado el Santísimo al mismo, comenzaban las visitas de los fieles que se prolongaban al menos hasta los oficios del Viernes, (día en que el protagonismo pasa a ser de la Cruz). Se decía ‘visitar el monumento’ o ‘velar al Santísimo’. Y es que, aparte de las visitas de los feligreses y fieles, individualmente o en familia, las cofradías, asociaciones como la Adoración nocturna si existía, u otras, establecían turnos de vela de día y de noche. La cosa es que siempre hubiera alguien presente cumpliendo con esa obligación o compromiso.
Durante la visita se rezaba una ‘estación a Jesús Sacramentado’, que consistía en varios Padrenuestros y Avemarías intercalando entre ellos la siguiente plegaria: -Viva Jesús Sacramentado, decía el que dirigía la oración. -Viva y de todos sea amado, contestaban los demás. Después de los rezos, el silencio y el recogimiento ocupaban el lugar y la mente de todos.
Mucha gente hacía, no sólo una sino varias visitas, incluso al mismo monumento. Y si en el pueblo o ciudad había varias iglesias se recorrían, se visitaban y se rezaba en todos. La devoción cristiana a la Eucaristía era muy intensa durante este día de Jueves Santo.
Algunas personas, individualmente, o en representación de la familia, solían llevar una vela (de cuarterón o de media libra) que encendían para que alumbrase durante la visita. Se colocaba junto a otras muchas que ya había en el monumento. Esta vela, a la que se ponía una señal para poder distinguirla entre todas las demás, se llevaba después para casa y se encendía en tiempo de tormenta, como protección y para evitar la caída de un rayo (o chispa, según decían).
A los oficios religiosos de estos tres días solía asistir mucha gente y lo hacía con gran respeto y recogimiento.
2.- Tinieblas, lo mismo que tenebrario, procede del latín tenebras y significa obscuridad, falta de luz, pues era se celebraban por la tarde, ya casi de noche y con la iglesia a oscuras.
Era un oficio litúrgico (officium tenebrarum) propio de los días de la Semana Santa, en principio del Jueves y Viernes. Después pasó a celebrarse el Miércoles Santo. Se trataba del cántico de las antífonas, responsorios y salmos correspondientes a las horas litúrgicas Maitines y Laudes de estos días, según el Oficio Divino. No faltaban las lecturas en las que se recordaba la Pasión de Cristo, su agonía y muerte, exequias y sepultura. Y se hacía todo ello casi en total obscuridad, tan sólo con las velas del tenebrario encendidas.
Con este acto en el que no faltaba el ruido de matracas y carracas, como veremos luego, se pretendía recordar los últimos momentos de la vida de Cristo, según cuenta el Evangelio: “Desde la hora sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora nona. Hacia la hora nona exclamó Jesús con voz fuerte diciendo: ¡Eli, Elí, lema sabachtani! (Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?)”. Y sigue diciendo “la cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos y muchos cuerpos de santos que dormían resucitaron…”. (Mat. 27, 45-52).
En el centro de la iglesia se colocaba un tenebrario, candelabro triangular con pie alto y sobre el que había 15 velas, que se encendían al comienzo. Cura y sacristán se pasaban largo tiempo cantando. En algunos pueblos, se formaban dos grupos que se colocaban en lugares distintos de la iglesia. Cada grupo cantaba, alternando los distintos versículos de los salmos.
Los feligreses se colocaban en el lugar de costumbre, mujeres adelante y hombre detrás. Los niños, provistos de sus matracas o carracas, en el crucero de la iglesia, no lejos del altar mayor, ni del tenebrario.
Aunque los cánticos duraban más de una hora, cada cierto tiempo y después de cantar uno o más salmos o antífonas, por supuesto que en latín, se iban apagando las velas del tenebrario, pero una a una, no todas al mismo tiempo. Las luces de la iglesia iban dejando también de alumbrar. Solamente cuando se apagaban todas las velas y las luces de la iglesia, los niños tocaban las matracas y carracas, y se hacia todo el ruido posible. Hasta se movían para ello los reclinatorios, las sillas y los bancos de la iglesia, si los había. El ruido era tremendo y la oscuridad contribuía a que se sintiese aún más, y a que se cometiesen algunos hechos desagradables, como rotura de algunos bancos y sillas, o se tomasen bromas entre los asistentes aprovechando la oscuridad reinante. En detener el jolgorio ocasionado se ocupaba el cura, contando con ayuda del sacristán y algunas otras personas.
Incluso ocurría que los niños, impacientes por que llegase el final de tanto cántico, tocaban a destiempo sus matracas e incluso se acercaban a apagar la velas, antes de tiempo, produciéndose con ello cierta confusión, junto al enfado del cura y del sacristán.
Las tinieblas, como algunos otros actos litúrgicos dejaron de celebrarse. En ello pudo influir este desorden durante la celebración, pero tal vez se debiese a los cambios introducidos posteriormente por la iglesia en relación con algunas de las prácticas tradicionales.
Las matracas eran para los niños un motivo de diversión y las tocaban por las calles y plazas en estos días anteriores a la conmemoración de la muerte de Cristo. Algunas personas se quejaban con razón de que durante estos días se les diese tanto la matraca, nunca mejor dicho.


Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 9 de Abril de 2009

sábado, 4 de abril de 2009

RECUERDOS DEL AYER (5). LA SEMANA SANTA


El Domingo de Ramos en Ayoó de Vidriales. Año 2007

También se conoce como la Semana de Pasión, pues durante ella se conmemoran los últimos acontecimientos ocurridos en la vida de Cristo. De ahí que antiguamente, cuando el hecho religioso tenía un mayor protagonismo en pueblos y ciudades, la participación de los feligreses en los diversos actos fuese mayor, lo mismo que sus vivencias personales. Semana ésta cargada de celebraciones desde el Domingo de Ramos hasta el de Pascua de Resurrección. Y también de tradiciones, algunas ya desaparecidas y que vamos a recordar.
El Domingo de Ramos nos recuerda cómo recibieron a Jesús con ramos y palmas al entrar en Jerusalén sobre una borriquilla. Antiguamente el ramo, ir a recoger el ramo era algo con lo que casi todos cumplían. Unos días antes el sacerdote procuraba tener preparados los que iba a necesitar. Por estas tierras solían ser de pino o de laurel, a falta de olivos o palmas abundantes en otras regiones.
Los ramos se bendecían a las puertas de la iglesia y se distribuían entre todos los asistentes. Ya bendito y en la mano de todos, se celebraba el siguiente acto litúrgico: El sacristán con un grupo de personas acompañantes entraban en la iglesia y cerraban la puerta. En el exterior el sacerdote oficiante con los demás feligreses comenzaban a cantar “Pueri hebreorum portantes ramos olivarum, obviaverunt Domino, clamantes et dicentes. Hosanna in excelsis…” (Los niños de los hebreos, llevando ramos de olivos, salieron al encuentro del Señor, cantando y diciendo: Hosanna en las alturas).
El sacristán y acompañantes contestaban desde dentro cantando algunos versículos más de la misma antífona. Y, cuando el cántico ha concluido, el sacerdote golpea la puerta del templo, que se abre al momento, para que entren todos como en solemne procesión.
Por supuesto era una época en la que los cánticos, lecturas y todos lo demás era en Latín, lengua oficial de la Iglesia Católica. Y casi toda la gente sabía, al menos leerlo (seguramente que no su significado) y participaban en los actos.
La misa de este Domingo era especial y duraba mucho tiempo debido en parte a que en lugar de un breve texto evangélico ‘hoy tocaba leer la Pasión de Cristo’ según San Mateo, San Marcos o San Lucas, dependía del ciclo litúrgico correspondiente. Y lo curioso es que los fieles la escuchaban de pie, como si se tratase de la epístola o evangelio de cada día, que siempre es más corto. En la actualidad en algunas ocasiones se utiliza un resumen de dicha pasión o una versión más breve, para que no se haga tan largo. Y además se lee en castellano.
El Domingo de Ramos era costumbre estrenar algo, ya fuese ropa, calzado, adornos, etc. Y no faltaba tampoco en las casas alguna comida especial, pues no dejaba de ser una fiesta.
Hoy han cambiado bastante las cosas. Las procesiones de los ramos y palmas con Jesús sobre la borriquita constituyen el atractivo principal en las ciudades y algunos pueblos, pero falta la devoción, junto con la sencillez y naturalidad con la que antes se vivían y recordaban estos momentos.
El Lunes y Martes Santos, por entonces, se celebraba Via Crucis como todos los días de Cuaresma en algunos lugares, aunque durante esta semana era más solemne, pues el Domino de Ramos y el Viernes Santo era por la calles del pueblo, en la que previamente se habían colocado cruces sobre las paredes de algunas casas por donde iba a pasar, cruces que aún se conservan en muchos pueblos. Lo que se hacía era recorrer las catorce estaciones.
El Miércoles Santo, se colocaba el Monumento y, por la tarde, ya casi al oscurecer, se cantaban las tinieblas. El Jueves, día amor fraterno, destaca la celebración solemne de la Eucaristía, la Comunión, y el traslado del Santísimo al Monumento.
Sin embargo el Viernes Santo es la Cruz protagonista, en recuerdo de Cristo muerto. Este día no hay Eucaristía sino Cruz. Y a la Cruz se la adora en silencio y con respeto. En la liturgia de la palabra se lee la Pasión según San Juan. Y el Via Crucis solemne por la calles se completaba en algunos lugares con el cántico del Rosario de la Buena Muerte, cuyo estribillo decía así: “Danos, Señor, buena muerte, por tu santísima muerte…” .
Uno de los días más importantes de la semana es sin duda alguna el Sábado Santo por su liturgia que gira en torno a la luz, el fuego y el agua, elementos purificadores e imprescindibles para la nueva vida que llega con Jesús resucitado. El agua se llevaba para las casas y se bendecían sus dependencias. Al entonar en la misa el Goria in excelsis Deo, los niños tocaban las esquilas y sonaban también las campanas de la iglesia, anunciando ahora no nacimiento, venida ni muerte, sino Resurrección.
Si el Sábado ya se cantaba el Aleluya, mucho más el Domingo, día grande para la Iglesia, pues recuerda el acontecimiento más importante del Cristianismo, la Resurrección de Cristo. Y es día de encuentros entre el Hijo y la Virgen Madre a la que la Iglesia oficial cantaba: “Regina caeli lactare, alleluia, quia quem meruisti portare, alleluia, / resurrexit, sicut dixit, alleluia, / ora pro nobis Deum, alleluia…” (Reina del Cielo alégrate, aleluya, por que el que mereciste llevar, aleluya, resucitó, como dijo, aleluya. Ruega a Dios por nosotros, aleluya). En algunos pueblos también la cantaban sirviéndose de versos o romances de creación popular, a su modo y como ellos mejor sabían: “Quita ese manto María / y revístete de gala / que viene resplandeciendo /el muerto que tu llorabas”. O esta otra estrofa: “Regocíjate, María, / y alégrate el corazón, / alégrese todo el mundo / de su gran Resurrección”.
Lo religioso se vivía de tal modo que influía hasta en el ánimo de las personas y después de la Cuaresma y la Semana Santa se notaba aún más. Como que la Pascua hubiese traído o proporcionado más luz y alegría y más ganas de celebrar fiestas. En todo ello influía también la época del año, la primavera, en la que la naturaleza se transforma e invita a todos a su contemplación y a disfrutar de la misma.

Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 4 de Abril de 2009