domingo, 12 de febrero de 2017

Castrogonzalo: La bodega de Fulgencio.


Vista general de una parte del pueblo. El depósito de agua en lo alto del Gurugú.
Castrogonzalo es uno de los pueblos cercanos a Benavente que, por su situación estratégica y otros motivos,  es digno de ser visitado. Situado en un altozano, en donde existió un antiguo castro, Castrum Gundisalvum, se  puede ir para ver, contemplar, y admirar desde el pueblo, sus vistas o paisajes, los que nos ofrece la amplia vega del Esla, que desde él se divisa hacia el noroeste  y las extensas llanuras hacia el sureste que llegan hasta la tierra de Campos.
También se puede visitar el pueblo, su iglesia, casas solariegas de ladrillo y con escudos, que aún se conservan, e incluso algunas construidas con tapial o adobe, que todavía se mantienen también en pie. Lo mismo que sus palomares, ahora menos de los que había antiguamente…Y últimamente hasta los grafitis de Parsec se han convertido en un atractivo para acercarse al pueblo…
La iglesia también en lugar elevado, con buenas vistas alrededor.
Una de las casas antiguas con escudo, y llamativos balcones.
En un jardín del pueblo conservan esta campana.
Por todo el pueblo, y a sus afueras, se pueden ver los grafitis de Parsec.
Tampoco hay que olvidar las fiestas del pueblo que se celebran con toda solemnidad y  a las que acuden muchos vecinos que, por motivos diversos, se encuentra fuera. 

Celebración religiosa en una de las fiestas más importantes, San Roque.
Procesión con el santo por las cercanías de la iglesia.
También los quintos celebran mucha fiesta.
Se bendicen los animales a las puertas de la iglesia...
...Y se corren las cintas con los caballos.
Pero también podemos ir de bodega a Castrogonzalo, costumbre ésta muy común y corriente en muchos pueblos de Castilla y León. Todavía se conservan algunas  con su antigua construcción, o reformadas, en algunas calles del mismo pueblo. Una de ellas es la de Fulgencio Crespo que, aunque hace años que falleció, sus amigos aún siguen con la tradición de celebrar la merienda-cena, cada cierto tiempo, en su bodega. Y lo mismo hacen sus hijos y los amigos de sus hijos.  Y es que ir de bodega,  para Fulgencio, era como un rito a celebrar, no exento de ceremonial  y que había que cumplir en el presente y en el futuro.
 Los que en la actualidad van a su bodega  lo consideran algo heredado, y  que además es un lugar adecuado y propicio para el recuerdo. De hecho por allí se ven además de fotos, otros recuerdos y útiles relacionados con la cocina y para preparación de las comidas. Fulgencio hacía de anfitrión y presidía la reunión, atendiendo siempre bien a los invitados.
 Su bodega  se encuentra en lugar céntrico del pueblo, no lejos de la plaza del Ayuntamiento. Y es una de las varias que hay y que continúa en actividad. No era muy profunda, pero sí digna de ver, al menos su antigua construcción. Con el paso del tiempo, las lluvias y otros incidentes causaron daños en ella  y tuvieron que hacer las reparaciones  oportunas.
Las meriendas se celebran actualmente en la caseta que tiene en la parte que da  a la calle. Allí se dispone de una antigua cocina para leña y también de una más moderna que funciona con  gas. También de un armario y alacena para los platos y demás.

Bodega de Fulgencio. El pote con agua junto a la lumbre del hogar.
Imagen del pasado. A la derecha Fulgencio, el anfitrión, con sus amigos.

Otro día de bodega con el jamón presidiendo el acto...
Aquí se trata de congrio con patatas. A la izquierda, el cocinero.
En este día se comió pollo de corral..
Cada día hay alguna novedad, incluso en el postre...
Todos miran para el fotógrafo menos uno que está entretenido...
Bacalao.
Pollo de corral...
Cazuelas sobre la cocina con la comida ya preparada.
Tampoco falta una buena ensalada...
En Castrogonzalo saben todos muy bien lo que ocurre en sus bodegas, también en esta a  la que todos conocen y siguen llamando la de Fulgencio, a pesar de haber fallecido hace ya varios años. Y es que hay personas que dejan huella, más que otras, y seguro que así será durante muchos años más, al menos mientras su grupo de amigos, sus hijos y los amigos de sus hijos, sigan acudiendo allí,  para merendar o cenar y también  convivir durante unas horas. Todo es necesario en la vida. Así lo pensaba, y deseaba a todos siempre, Fulgencio. Y todos sus amigos también. De hecho le acompañaron hasta el último momento de su vida, como pude captar con mi cámara.

 Castrogonzalo merece, por lo tanto, una parada para todos los que gusten de viajar y conocer lo que de novedoso y llamativo hay en las pequeñas localidades. Y, como se suele decir, además de parada, también fonda. De hecho cerca del pueblo están los Paradores con hoteles y otros servicios. Y, si coincide, la fonda se puede sustituir por la bodega, pues hay varias en activo y en las que, además de degustar buenos platos y también vinos, se practica la convivencia y la amistad, tan en desuso en la actualidad.