jueves, 1 de octubre de 2009

SAN MIGUEL DEL ESLA CELEBRÓ LA FIESTA DE SU PATRÓN


En la misa el día de San Miguel del año 2007


La procesión por una calle del pueblo


En procesión con San Miguel y la Virgen


La imagen pequeña de San Miguel llevada por hombres ya mayores



Momento en el que la procesión sale de la iglesia del pueblo




La pequeña y nueva iglesia con su pórtico y espadaña


Este pueblo, a no más de 10 kilómetros de Benavente y a cuya comarca pertenece, se encuentra en el límite con la provincia de León y es uno de los de menor población de Zamora. Porque en San Miguel tan sólo viven habitualmente 6 u 8 vecinos y de ellos algunos están jubilados. Pero el día de su patrón, San Miguel Arcángel, son muchos más. Hasta 60 personas se han reunido en la pequeña iglesia-ermita, a la hora de la misa. De la antigua iglesia, destruida por un incendio, sólo se conserva la torre-espadaña, de buen ver y símbolo de la antigüedad del pueblo y de sus habitantes. Ellos fueron los que, además de construir la nueva capilla, pusieron todo el empeño en mantener en pie la espadaña, que sirve para recordarles su pasado y a sus antepasados, y constituye el más importante patrimonio del pueblo.
Además hay una fuente de buenas aguas, con uno sólo de los seis caños que tenía hasta hace no mucho tiempo, que prestaba y sigue prestando servicio a ellos y a otros que allí acuden con frecuencia.
El patrón del pueblo es, como ya he dicho, San Miguel. Y tal vez lo sea desde finales de siglo XVI, pues, según me cuenta D. Eufemiano, sacerdote del pueblo, en el año 1594 se fundó una cofradía, por cierto que muy numerosa, a la que pertenecían personas de otros pueblos próximos. También a partir del siglo citado se fue formando la población en torno a su iglesia.
Y es que San Miguel es uno de los tres santos espíritus angélicos con nombres particulares que la iglesia distingue, y al que más se venera y más devoción se le profesa. Su nombre, del hebreo mika-el, significa “Dios es incomparable” o “¿Quién como Dios?” y como Arcángel es más poderoso que Gabriel (fortaleza de Dios) o Rafael (medicina de Dios), con quienes a veces se le compara. Él es, según la tradición judía, el único que puede dar la vuelta al mundo sin posarse, y, según San Juan, fue él quien arrojó del Paraíso al ángel rebelde, Lucifer, y lo precipitó al abismo.
A San Miguel se le considera protector de la iglesia y es el encargado de conducir a las almas ante el tribunal de Dios para ser juzgadas, al salir de esta vida. Es, pues, como un primer ministro del Juez Soberano. No es de extrañar que en todo momento se le haya venerado de forma especial en todas las partes del mundo cristiano. También en los Valles de Benavente, pues son muchos los pueblos que lo celebran como Carracedo de Vidriales, Milles de la Polvorosa, Olleros de Tera, Sitrama de Tera, San Miguel del Valle, Villaobispo de Vidriales y Villaveza de Valverde. Hay otros en los que, aunque no celebren su fiesta, sí cuentan con imagen del Santo Arcángel. Prueba evidente del respeto que se le tenía y que todavía se le tiene en la tradición religiosa popular.
Llama la atención la variedad de las imágenes del santo, todas ellas muy representativas. En los períodos del románico y del gótico se nos muestra vistiendo túnica larga y ceñida a la cintura, o con dalmática. Pero a partir del siglo XVI lo visten con traje de guerrero, con la armadura de la época, como San Jorge, pero sin alas. Y es a partir del Renacimiento cuando se le ve con la indumentaria de general romano con diadema o corona en las sienes.
Sus atributos son un largo palo que termina en cruz, una lanza, (espada, a partir del Renacimiento), las balanzas, y uno o más diablos. El Arcángel, como ya he recordado, se ocupa en pesar las almas, en forma humana, en un platillo de la balanza, mientras que en el otro platillo el demonio intenta variar el peso, para arrebatárselas. Después aparece con más frecuencia vestido de guerrero, empuñando la lanza o espada contra el demonio, que tiene a sus pies, a veces en forma de dragón u otro animal fantástico.
Gran parte de las imágenes de esta comarca nos lo presentan de esta manera. Son esculturas generalmente de madera, con marcado carácter popular, como hechas por artistas locales. Así ocurre con las de San Miguel del Esla. Porque aquí tienen dos imágenes, la grande y la pequeña, como dicen ellos. Esta última es la que sacan en procesión, pues pesa menos. Ellos ya son mayores para demasiada carga.
Hacia las 13 horas del día 29 de Septiembre se van acercando a la pequeña iglesia los vecinos y forasteros para asistir a la misa del patrón. Pero antes se celebra la procesión que encabeza una pequeña cruz dorada, a la que siguen San Miguel, llevado por hombres, y la Virgen del Rosario, portada por mujeres, las dos imágenes también de pequeño tamaño. Detrás va el sacerdote, revestido debidamente para el acto, acompañado y seguido del resto de los feligreses.
Durante la procesión por las calles del pueblo, el sacerdote va recitando las letanías. Los feligreses le responden en latín con el “Misesere nobis” o con el “Ora pro nobis”, según el momento o la petición realizada. La lengua nos hace recordar también el pasado y la tradición litúrgica.
En la misa, solemne y con cánticos, participan todos los presentes. El sacerdote recuerda la conmemoración de San Miguel y demás Arcángeles de la Corte Celestial, encargados de cuidar y velar por todos. Y los propone como modelos de bien y de bondad.
La misa concluye, pero la fiesta continúa, pues, además de comida especial en familia, hay programada música para los jóvenes y otros actos que harán que por unos días y unas horas la población aumente y todos se diviertan a su modo.
El día 30 se celebrará una misa por los difuntos del pueblo, por todos, pues en esto la iglesia no hace distinciones. Y rezarán por ellos, recordándolos en este día del patrón que tantas veces celebraron.
En San Miguel del Esla todo es o parece pequeño, como que estuviese de acuerdo con su población. Así vemos al visitar la capilla o iglesia, con sus imágenes, el coro, la lámpara, el cementerio, la fuente, etc. Tan sólo es grande el espíritu y sencillez de sus habitantes o vecinos, de quienes se puede afirmar aquello de que “son pocos, pero bien avenidos”, como lo demuestran en este día de su patrón, San Miguel, que celebran a lo grande y como ellos saben y pueden. Además acuden los forasteros y aquellos que por su trabajo u otros motivos residen fuera. Y es que las fiestas y tradiciones locales son capaces de reunir y unir a las personas más alejadas del pueblo o de la ciudad.


Publicado en el libro:
PÉREZ MENCÍA, E.: Valles de Benavente. Fiestas y Tradiciones. Benavente 2007.