Manuel en el pasillo de su casa junto a mesa y sillas hechas por él. |
El mismo
día que viajé a Fresno de la Polvorosa para visitar a Fidenciano Bécares conocí
a Manuel Domínguez un jubilado más, que ha elegido también la madera para pasar
en actividad algunas horas, haciendo con ella piezas diversas, algunas para
servicio de su casa: mesa y sillas, una cama; otras que sirven de adorno:
platos, marcos de cuadros, aves, etc.; y varias relacionadas con sus aficiones
y mayor distracción o entretenimiento,
como es el caso de las motos en miniatura.
Manuel
nació en el año 1945 en Nogarejas, un pueblo de la provincia de León muy ceca
de Castrocontrigo. Pero allí solamente estuvo unos cinco años, pues, por el
trabajo u oficio de su padre que era guarda del campo, tuvieron que trasladarse
y vivir en otras localidades: otros cinco años en San Esteban de Nogales; no
menos de diez en Torneros de la Valdería (León); y en Quintana del Marco
(León), hasta que cumplió los dieciocho. Cuando tenía esta edad se traslado a
Barcelona para trabajar en la construcción, cosa que ya había hecho con
anterioridad, al menos en Quintana.
“Tuve
que venir de Barcelona, me dice, para hacer la mili, la instrucción en
El Ferral del Bernesga (León), y el resto en el Regimiento de San Quintín en
Valladolid. Después de la mili ya me quedé por aquí trabajando también en la
construcción, en algunas empresas de Benavente y en Vecilla de la Polvorosa.
Cuando estaba en este pueblo conocí a mi mujer, Teresa Castellanos Lera, que
era de Fresno. En 1970 nos casamos y nos quedamos a vivir aquí, y aquí
seguimos, ahora pasando la jubilación”.
Y
es que Manuel se jubiló o prejubiló, en al año 1998, cuando tenía 53 años, por
un accidente de trabajo. Desde entonces pasa su tiempo entre la caza, la pesca
y su afición por la madera, afición que lleva a cabo en un taller, con mesa de
carpintero, que tiene en su casa. Esto último le entretiene más en la
actualidad. Pero, no es que no le guste cazar y pescar, sino que, lo que
ocurre, es que su pierna no le permite andar con facilidad todo lo que él
quisiera.
Su mujer,
que tiene 61 años, admira y respeta, como no podía ser de otro modo, los
trabajos y las aficiones de su marido y, aunque su dedicación sea más a las
labores del hogar, también participa en algunos cursos que se organizan en el
ayuntamiento, en la actualidad el de gimnasia de mantenimiento, y compagina
todo ello con un tiempo dedicado a otras actividades que le relacionan con las
demás personas del pueblo. Ella sabe también muy bien lo que es el tener que
trabajar, incluso en la emigración, para salir adelante. Manuel y
Teresa tienen dos hijos, ya mayores, que viven de forma independiente y residen
fuera del pueblo.
“Lo
que hago con la madera, dice de nuevo Manuel, es cosa mía, pues no soy
hijo de carpintero, ni tengo familia que lo fuese. En alguna ocasión sí que vi
trabajar a alguno, pero nada más. Me puse un día a hacer una mesa y unas sillas
y ahí las tiene. También hice una cama de las de antes. Y luego vasos, platos,
arquitas, pájaros, etc”.
Con su mujer y el perro de caza, que les hace compañía. |
Platos de madera decoran el pasillo de su casa. |
También ha hecho algunas aves. |
Llaman
la atención, por su originalidad y minucioso trabajo, sus motos, que forman
parte de sus primeras piezas. Dice que siempre le gustaron y al verlas en
fotografías le dio por reproducirlas en madera. Por cierto que le han llevado
mucho tiempo, pues al tratarse de piezas muy pequeñas, algunas no le salían
bien y había que empezar de nuevo. Pero al fin las terminó. Tiene tres, una Lambretta
con sidecar, la Harley Davidson y otra muy parecida a la Guzzi
Hispania. Insiste en que cuando le da por hacer una cosa, la hace, pues si
no le sale a la primera, saldrá a la segunda o a la tercera. Una demostración
evidente de que la práctica le proporciona los conocimientos necesarios a la
hora de realizar sus trabajos artesanos.
Llaman la atención sus motos por su originalidad. |
Entre ellas también la Guzzi Hispania. |
Por otra
parte, su afición a la pesca le ha llevado también a hacer veletas para colocar
en el sedal. Tiene muchas y muy bien conseguidas. Algunas las utiliza él y
también otros pescadores de caña de Fresno
y de los pueblos limítrofes.
Platos, cuencos, tazas, cucharas y también veletas para pescar. |
Manuel
me repite de nuevo que él no tenía ni idea de esto y que le dio por hacerlo
para pasar el tiempo y no estar todo el día en la cocina, o en el bar jugando a
las cartas. Reconoce que con ello se entretiene más y mejor. Aunque también
pasa algunos ratos en una pequeña huerta que tiene a las afueras del pueblo.
Me
enseña el taller en el que trabaja. Dispone de banco y tornillo y muchas
herramientas, algunas eléctricas, que le facilitan la tarea. No le faltan
serruchos, azuela, limas, cepillos, etc. como si se tratase de un carpintero.
En taller dispone de muchas y variadas herramientas. |
Sigue con su afición a la madera y con ganas
de hacer cosas. Tiene pensado hacer un coche, aunque no ha decidido la marca. Da
la impresión de que este deseo y afición por las motos y los coches comenzó
cuando era su niño. Y, aunque sean de juguete y en miniatura, cuando lo
consigue, se siente feliz. También me habla de hacer otras piezas o muebles,
entre ellas un palanganero de los de antes, y algunas otras cosas más para la
casa.
Algunos
de sus vecinos conocen lo que hace y cómo se entretiene Manuel, e incluso han
visto ya los distintos objetos, y le recuerdan, sobre todo, por sus motos, que
es, precisamente, de lo que él se siente más orgulloso. Pero también de todo lo
demás, pues todo ha sido fruto de un trabajo de muchas horas, aunque sin estar
sometido a un horario fijo, que para eso está ya jubilado y dispone y
distribuye el tiempo como él quiera. No tiene inconveniente en que personas de
otros pueblos de los Valles de Benavente puedan ver también sus motos y demás
piezas en una próxima exposición de artesanos
jubilados.