He podido
comprobar que, muchas personas, ya antes de jubilarse, tienen más o menos
pensado lo que van a hacer, o cómo van a pasar algunas de las horas que
ocupaban su trabajo, oficio o profesión. Se oye con frecuencia decir: “yo cuando me jubile me dedicaré a…”. Y
se citan multitud de actividades: unos dicen que a pasear, viajar,
dedicarse a la huerta o al jardín; otros
a leer, escribir, pintar, etc.; algunos a ejercer en lo posible el oficio o
trabajo que vieron y practicaron de pequeños con sus mayores, padres o abuelos;
hay muchos, como estamos viendo, que emplean gran parte del tiempo a reproducir
en miniatura los útiles que manejaron, o
con los que trabajaron, o los que vieron hacer a otros en sus oficios, etc.
Algunos pasan
horas jugando a las cartas u otros juegos de mesa, o visitando todos los días,
junto con los amigos, bares y otros locales de distracción y entretenimiento.
Los hay que prefieren escribir y contar a los demás lo que otros hacen y
mostrarlo a través de fotografías. Como se dice y se ve “cada
persona es un mundo”, dispone y goza de libertad para elegir, y por
supuesto también del respeto de los demás en su elección. Incluso alguno dice: “yo a nada, solamente a descansar”. Cosa
difícil ésta, pues hacer nada también es hacer algo.
Estoy seguro
de que a José Antonio Román le ocurrió algo parecido. Cuando se jubiló hace ya
11 años (lo visité en el 2009 y tenía ya
71) pensó siempre dedicarse a algo que le sirviese de distracción,
entretenimiento y también, en cierto modo, algo que fuese útil para su casa y
para su familia. No se veía él, ni quería estar todo el día de paseo por la
calle o a la solana, y tampoco sentado en el bar del pueblo más horas de las
necesarias. Por eso aprovechando que
conocía y recordaba desde pequeño el oficio de su padre que era
carpintero, y como heredó gran parte de las
herramientas que manejaba, se
puso a trabajar la madera. Y en ello ha pasado y pasa muchos ratos, haciendo
algunos muebles para su casa, armarios, estanterías y también alguna mesa, como
la que tiene en un cobertizo del patio de su casa en Colinas de Trasmonte
Explicando cómo se prepara la cimbra. |
Cimbras ya preparadas para construir los arcos. |
Pero su otra
afición o dedicación de jubilado, desde hace unos años, más que la carpintería
es la albañilería, construir en piedra o ladrillo, bien como adorno, o bien
haciendo algunas dependencias en el patio de su casa y de las que se sirve y
utiliza: invernadero, caseta para el perro, barbacoa, etc. Últimamente le satisface
más y como que se sintiese más capacitado para ello. En esto sí la práctica ha
sido su mejor aprendizaje, después de viajar y ver edificios o monumentos de
estilos diversos. Toda su sabiduría procede de la contemplación y de lo que a él
se le ocurre, cuando comienza a hacer
alguna obra.
José Antonio
nació en Santa Croya de Tera. Allí fue a la escuela los primeros años hasta
que, como muchos otros niños en aquella época (década de 1940 y 1950), ingresó
en el Colegio de los Padres Agustinos Filipinos de Valencia de Don Juan. Cuatro
años de Humanidades en Valencia de Don Juan y tres de Filosofía en el Colegio
de Becerril de Campos.
Al dejar los
agustinos, (eran muchos los que no seguían para sacerdotes o religiosos),
convalida sus estudios eclesiásticos y hace Magisterio por libre. Ya maestro de
Enseñanza Primaria ingresó en el Cuerpo por oposición en el año 1959, siendo su
primer destino Almaraz de Duero, en 1960. Pero al año siguiente le tocó cumplir
el servicio militar y lo hizo nada menos que en Ifni, colonia española no
exenta de conflictos, incluso en aquella época. Terminada la mili le envían,
como maestro, a Valdefuentes de Sangusín, en la provincia de Salamanca, y al
año siguiente, ya por concurso de traslados, le adjudican Santibáñez de
Vidriales, en donde ha estado ejerciendo hasta cumplir los 60 años en que se
acogió a la jubilación anticipada, que figuraba en la LOGSE (Ley Orgánica General
del Sistema Educativo).
Aunque nació y
pasó su infancia y parte de su juventud en Santa Croya, cuando tenía 28 años se
casó en Colinas de Transmonte y desde entonces ha vivido allí casi todos sus
años de profesión (viajando diariamente al colegio de Santibáñez), y aquí sigue
viviendo sus años de jubilado. Me comenta que su padre estuvo algún tiempo en
Colinas aprendiendo con el carpintero del pueblo a fabricar las ruedas de los
carros o algunas de sus partes, para hacerlas luego en su propio taller de
Santa Croya. De ahí que ya hubiese habido con anterioridad alguna relación con
el pueblo.
Respecto a la
incógnita de qué hacer de jubilado, José Antonio opta en principio, además de
hacer algún viaje o pasear con los amigos, por aprovechar sus conocimientos
relacionados con la madera. Además, como ya he dicho, cuenta con muchas
herramientas, aunque casi todas manuales, heredadas de su padre carpintero y
que él conoce y maneja muy bien: dos azuelas con una mango muy bien hecho, (“ésta es la que me dejaba mi padre para
trabajar”, dice él al coger una de ellas en su mano), cepillos variados, berbiquí, escofinas de
madera y de hierro, instrumentos para tornear, etc. Hasta tiene por allí unas
tenazas de fragua. Y es que casi todos los carpinteros, y más los que hacían
carros, necesitaban una fragua y hacer de herreros para la preparación y
colocación de algunas piezas, sobre todo en las ruedas.
Dos azuelas y otras herramientas, heredadas de su padre carpintero. |
Pero, como ya
he dicho, José Antonio fue dejando la madera y desde hace unos años se dedica
más a la albañilería:
Cuando salgo de viaje por ahí, me gusta ver
los paisajes, y también los edificios antiguos, de ladrillo, y mucho más los
que están construidos en piedra. Los detalles que he visto me han dado la idea
para ir reproduciendo, como yo se y puedo, algunas de esas construcciones. Y
esto si que no me lo ha enseñado nadie, añade él.
Entre ellas
destacan: El invernadero, de ladrillo, que tiene en el interior estanterías
para colocar las plantas y que no se hielen durante el invierno; la barbacoa,
de piedra, que se utiliza sobre todo en el verano; la caseta del perro, también
de piedra, en donde el animal está cómodo y protegido del mal tiempo; un
cobertizo que cubre gran parte del patio, junto a la barbacoa, etc.
Estanterías pa ra colocar los tiestos en el invernadero. |
Caseta para su perro de caza. |
Barbacoa construida también por José Román. |
Llaman la
atención unos arcos de ladrillo sobre una pared del mismo patio, que, aunque sirven
de adorno más que de otra cosa, demuestran su ingenio para saber hacer bien las
cosas. De hecho él mismo hizo las cimbras de madera, que le permiten colocar
con exactitud los ladrillos. De todo ello da cuenta y lo explica a su modo, y
no difiere mucho de cómo lo hacían o hacen los profesionales.
Arcos de ladrillo sobre una pared del patio de su casa. |
Pequeño arco, uno de sus últimos trabajos. |
En el patio de casa hizo también esta construcción a modo de cobertizo. |
Cuando lo visité tenía entre manos otro pequeño local, cuyo arco ya había preparado, y en el que pensaba
colocar una mesa que iba a ser una rueda de carro, debidamente acomodada.
Para sus
trabajos de construcción se sirve de ladrillos, a poder ser macizos, cemento, y
piedra de distintas clases, muchas veces restos o piezas sobrantes que le
proporcionan en canteras o marmolerías y que trae casi siempre en su propio
coche. Y como herramientas tiene suficiente con la paleta para colocar los
ladrillos y el radial para cortar algunas piedras.
Un
jubilado más de esta comarca que, con afición, voluntad y no sin esfuerzo, hace
cosas útiles y que a él le sirven de entretenimiento y le ocupan parte de sus ratos libres.