Local en el que trabaja, entre maderas y herramientas. |
Hace ya bastante tiempo que me acerqué de nuevo a
Santovenia del Esla con la intención de visitar a Manuel Cordero Aliste de
quien me habían contado que también dedicaba parte de su tiempo de jubilado,
entre otras cosas, a trabajar la madera y elaborar con ella piezas de diverso
tipo. Cuando lo veo, lo primero que hace es llevarme a un corral próximo a su
casa, en donde, entre maderas y palos, tiene un banco, como de carpintero, que
le sirve para sus trabajos. Y no lejos de allí, colgado en la pared, un arado antiguo romano cuyas piezas
de madera fueron hechas por él (tan sólo la reja es de hiero).
Lo curioso es que Manuel me
cita y explica la función de cada una de las piezas de que consta y que (tal
como las nombra) son las siguientes: tiriquilla
(tiriduela o tirihuela), cabezal, medio cabezal, colletas (belortas,
abrazaderas) contazo (contera), enrejada, mancera (agarradera, manilla), mazo,
pinas (cuñas), y raposo o raposillo. Y por supuesto la reja de hierro. El
arado, por su tamaño, puede ser utilizado en alguna huerta o tierra, si se
quisiera, pues es de un tamaño bastante normal. Pero él lo tiene allí solamente
para su contemplación y recordar uno de sus trabajos.
Arado romano hecho por él y en que no falta detalle alguno. |
Después me
lleva a su casa en donde tiene muchas más cosas colgadas en las paredes del
portalón y también por algunas habitaciones. Son objetos diversos, la mayor
parte hechos con madera. Me llaman la atención y le pregunto cómo ha podido
hacer tantas cosas:
“Tengo 75 años, me
dice, y estoy jubilado desde que tenía
60, anticipadamente, pues ya había cotizado lo suficiente. Pero, si le digo la
verdad, como si no lo estuviese, porque sigo haciendo de todo lo que me gusta:
la huerta, ahora la vendimia, y luego esto de la madera, y además también pinto. Me da por
hacer cualquier cosa y en seguida me pongo y me meto con ello”.
Manuel trabajó
siempre de obrero y con esto y unas tierras que tenía se fue arreglando y
sacando adelante a la familia. Es natural de Santovenia y vivió siempre en el
pueblo. Y además en la pequeña casa (la ha ido arreglando y ampliando) en la
que nacieron y vivieron sus abuelos, sus padres y él con su mujer y sus cinco
hijos (uno de ellos ya fallecido). Estos, ya mayores, por sus trabajos u
ocupaciones viven ya fuera. Están todos por Benavente, así que no muy lejos del
pueblo y de la casa de sus padres.
“Estudié también en la escuela del pueblo,
pero muy poco. Teníamos un maestro que sacó buenos discípulos, aunque fuese
solamente con la enciclopedia escolar de J. Dalmau Carles, que todavía
conservo. Éste era el único libro utilizado en la enseñanza pública allá por la
década de 1940. Y fíjese que éramos en la escuela 136 chavales y todos con el
mismo maestro”.
Con estos
trabajos que hace ahora, por su cuenta y sin que nadie le haya enseñado, empezó
unos años después de jubilarse. Y utiliza sobre todo madera, la que tiene a
mano, sea nogal, negrillo, encina, cerezo u otras. Me explica, en su propio
lenguaje, cuáles son y para qué se utilizan o utilizaban los diversos objetos
que tiene por allí:
Acial: instrumento con el que se oprime el morro u hocico de las
caballerías, para que se estén quietas mientras las hierran, curan o esquilan.
Atropiles: Utilizados en las faenas de siega, para recoger las
gavillas, amontonándolas en morenas.
Yugos de bueyes y mulas en pequeño tamaño.
Trasgas: Pieza de madera donde se introduce el timón del arado,
ajustándolo con una clavija de hierro, para uncirlo al yugo.
Una percha muy original, el
escudo de Santovenia, y también, como muchos otros jubilados, muchos bastones, muy diversos, y variados por
sus adornos y decoración en puños y varas.
Yugos con trasga. |
Hacial. |
Atropiles. |
Trasga. |
Percha y escudo de Santovenia. |
Fuelle-reloj. |
Bastanes con puños variados. |
Colección de bastones en una vitrina. |
La afición por
los bastones es bastante general en los jubilados. ¿Será que, al hacerlos,
piensan en su utilidad, en necesitarlos en algún momento de su vida? De hecho
son muchos los que se sirven de ellos cuando salen de casa, y los consideran
como buenos compañeros de viaje.
Después Manuel
entra en casa y sale con la maqueta de la iglesia de Santovenia en sus manos: “Me llevó mucho tiempo el hacerla, unas
catorce o quince tardes. Lo que pasa es que, aunque hice primero un dibujo de
ella, tal como yo la veía, lo mismo que hago con las demás piezas, no lo hice a
escala y me fallaron algo las proporciones. Pero fíjese que tiene más de mil
tejas y luego los demás detalles que se ven desde el exterior”.
La iglesia de Santovenia en sus manos. |
Observo que se
siente satisfecho de esta obra, a la que admira y también admirarán todos los
que la vean. Le digo que no se preocupe si ha fallado algo en las proporciones,
porque él ha conseguido lo que quería: tener el edificio de la iglesia de su
pueblo en sus manos, y lo ha conseguido.
Por último me
enseña unas calabazas que él mismo ha decorado, pintándolas. Algunas, más que
otra me llaman la atención, como dos de ellas que muestran, según él, las caras
Zapatero y Rajoy, aunque sea poco el parecido con la realidad: “Es que las pinté cuando estaban en el
debate electoral en las pasadas elecciones y no tenía delante sus fotografías”.
Calbazas pintadas. |
Imagen de Zapatero y Rajoy en estas calabazas. |
Así es Manuel.
Sigue afirmando no tener tiempo para nada, a pesar de hacer lo que el quiere y
cuando quiere. Ahora casi solamente atiende a su pequeña huerta, y seguirá con
sus artesanías, pues con ello se lo pasa muy bien. Es una actividad que le
completa y le llena de satisfacción. Y es del agrado de sus hijos y nietos que
con frecuencia vienen a visitarlo.
También
algunas personas del pueblo conocen sus habilidades y las cosas que ha hecho: “A ver si me organizo y saco tiempo para
ordenarlas un poco y que las puedan ver mejor todos los que se acerquen a mi casa.”