Cartel que anuncia la exposición. Hojalatero de Ciudad Rodrigo. |
Durante estos días se puede ver en Salamanca,
en una de las salas de la biblioteca Torrente Ballester, una exposición titulada
así “La España de la Hojalata”. Y es que lo expuesto en las vitrinas son muchos
y variados objetos fabricados con este material y que se utilizaron todos ellos en la vida
doméstica y cotidiana, y también en la industria sobre todo alimenticia,
durante la primera mitad del siglo XX.
Los amantes del pasado, sus tradiciones y forma
de vivir, disfrutarán viendo candiles y faroles, aceiteras, embudos, regaderas,
medidas, lecheras, churreras, cajas de diversos tamaños y usos, etc., juguetes
de los niños y las niñas, y enseres de todo tipo que abundaban y eran de uso
cotidiano en todas las casas de la España de aquella época.
El artífice de todos era el hojalatero,
oficio olvidado y al que se quiere rendir un homenaje con la exposición. Esto
es lo que ha pretendido la familia Prados González, de Salamanca, al ceder para
ello, y desinteresadamente, esta colección de su propiedad.
Candiles. |
Faroles. |
Regaderas y cántaras. |
Herramientas del hojalatero. |
Más herramientas, entre ellas la bigornia. |
Y si en las vitrinas se muestran los diversos
objetos, en paneles colocados en las paredes se informa sobre la historia y el
origen de la hojalatería, y concretamente sobre el hojalatero y el lañador,
oficios muy ligados en su vida y en su trabajo.
El hojalatero era un artesano muy conocedor
su oficio, pero también de otras técnicas, como la calderería de hierro, la
fontanería e incluso la cristalería. Tenía conocimientos también de geometría y
dibujo y se servía de herramientas como la bigornia, tijeras, compás, punzón,
uñeta, etc., para fabricar, con la hojalata, un gran número de objetos y muy
variados, sobre todo de uso doméstico y cotidiano, como hemos dicho con anterioridad:
faroles, candiles, cantaras, chocolateras, etc.
Oficio éste muy versátil, y por ello lo
ejercía de manera ambulante, lo mismo que otros artesanos de características
parecidas como los lañadores, que arreglaban objetos de cerámica rotos:
lebrillos, orzas, ollas, fuentes o pucheros, etc. con una especie de grapa
metálica llamada “laña”, palabra de la
que procede su nombre. Se decía que los objetos lañados duraban toda la vida y,
si volvían a romperse, no era por la grieta lañada.
Era frecuente ver a hojalateros y lañadores
por lo caminos y lugares del pueblo pregonando a toda voz su trabajo, unas
veces junto a quincalleros, charlatanes, afiladores, etc., y otras sentados en
una esquina con el hornillo de carbón de encina, calentando sus soldadores de
peña y arreglando pucheros.
Lañador reparando una sartén. |
Lañador arreglando un balde. |
Piezas cerámica reparadas por el lañador. |
Otras piezas ya reparadas. |
Un tazón reparado con las lañas o grapas. |
Leznas utilizadas por el lañador. |
Eran tiempos aquellos de miseria y necesidad
más que de bienestar y riqueza, y cuando los objetos utilizados en la vida
doméstica se deterioraban no se sustituían por otros nuevos, sino que lo normal
era arreglarlos o reconstruirlos para seguir usándolos.
Por otra parte, los hojalateros a veces
aprovechaban viejas latas para hacer piezas, o cualquier otra hojalata que
estuviera a su alcance.
En la exposición, además de los objetos
hechos por el hojalatero, había otros también fabricados con hojalata, pero de
modo más industrializado y con destino y finalidad distinta. Es el caso de las
latas o envases, los juguetes y los productos publicitarios.
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Los envases o latas.
La hojalata sirvió de gran utilidad y fue
indispensable para la humanidad cuando se inventó la conservación de los
alimentos, pues con este material se fabricaron los envases. Hojalata y alimentación
son palabras que se han mantenido unidas hasta nuestros días, y seguirá siendo
así mientras se sigan utilizando este tipo de envases o cajas, denominados
popularmente “latas”, por estar fabricados con hojalata.
Variedad de latas en formas y tamaños, para usos diversos.
Estas cajas o latas sirvieron como
contenedores de distintos productos: alimenticios, farmaceúticos, cosméticos,
de costura, escolares, etc., como vemos en la exposición.
Las cajas estaban decoradas, con pintura o
dibujos, y con escenas relacionadas con el producto que contenían para captar
la atención de las personas. Estas mismas cajas metálicas, además de
recipientes se convertían después en un bonito costurero, una caja de juguetes
o incluso en un cofre para conservar recuerdos como fotos, joyas, cartas, etc.
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Los juguetes.
La resistencia, dureza y maleabilidad de la
hojalata, junto con su adherencia, brillo y resistencia a la corrosión, han
hecho que, desde mediados del siglo XIX, se la haya considerado una materia
prima perfecta para la elaboración de juguetes. Y si en un principio se
confeccionaban a mano, por lo que se
encarecían, las empresas e industrias no tardaron en adaptarse a las nuevas
tecnologías, hasta conseguir una producción a gran escala y menor coste.
Por su parte los hojalateros rurales, no iban
tan lejos en sus pretensiones, pero sí realizaban bonitas piezas de pequeño
tamaño, como sartenes, cazuelas y otros utensilios de cocina, que reproducían
el ajuar doméstico.
Juguetes de pequeño tamaño... |
Algunos tienen que ver con la vida en el hogar... |
Plancha, cocina, teléfono y otros. |
Tambor, pandereta.... |
Trenes, coches y motos eran muy frecuentes. |
Los cubos con las paletas. |
El comienzo de siglo XX fue un período muy
fecundo en la producción de juguetes de hojalata. La creatividad de los
fabricantes descansaba, no solo en perfectas miniaturas de objetos reales, sino
también en la invención de nuevos juguetes de gran fantasía y con mecanismos
sorprendentes y novedosos.
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La publicidad.
Al principio la hojalata iba desnuda, sin
decorar, pero el descubrimiento de la litografía, que se podía aplicar también
sobre este material aportó diseños vistosos sobre este material. La litografía
logró transformar el mundo del arte y de los negocios en poco tiempo por sus
grandes ventajas gráficas y económicas. Además contribuyó al desarrollo de los
medios de comunicación, que no disponían de sistemas de reproducción fotográfica.
La litografía en colores también se pudo
aplicar en las planchas de hojalata, facilitando la inclusión de otros muchos
detalles. Se producían así un mayor número de piezas y más baratas.
A finales del siglo XIX la cromolitografía
tuvo un papel importante con la nueva y atractiva forma de decoración y diseño
de los productos publicitarios.
Se anunciaban tortas y chocolates en la mismas latas. |
Y otros productos. |
Con sabor y energía. |
Colacao. |
Abonos. |
Chocolates. |
La hojalata era además el soporte perfecto
para soportar las inclemencias meteorológicas de la publicidad exterior. Las
señales de tráfico de hoy siguen siendo chapas como antiguamente.
En la primera mitad de siglo XX abundan los
anuncios de productos de alimentación: chocolates, leches condensadas,
conservas o bebidas, debido al bajo nivel de vida de los españoles, que
empleaban casi toda su renta en alimentarse. Son menos numerosos los anuncios
de productos como automóviles, perfumes, viajes, electrodomésticos, etc., pues
el publico al que se dirigían era mucho menor.
Cajas para productos aimenticios. |
(Texto e imágenes tomadas en la misma
exposición).