sábado, 2 de febrero de 2013

Artesano Jubilado: Joaquín Pérez Mielgo, de Santa Cristina de la Polvorosa.




Joaquín junto a algunos de sus trabajos artesanos.
            Joaquín Pérez, aunque nació en Manganeses, ha vivido casi siempre en  Santa Cristina de la Polvorosa. Tiene ahora ya 75 años y desde que se jubiló, su mayor distracción, entretenimiento o, si se quiere, ocupación, ha sido confeccionar principalmente bastones de madera, aunque también hace cucharas, tenedores y paletas de gran tamaño.
            Comenzó a trabajar, como muchos otros, siendo muy joven, concretamente en la construcción, era encofrador. Y, al cumplir 53, contaba ya con los años suficientes de cotización para poder solicitar su jubilación, y así lo hizo. Coincidió este tiempo precisamente con el fallecimiento de su mujer. Desde entonces vive sólo, con su afición y distracción preferida. Sus hijos que trabajan y viven fuera de Santa Cristina le visitan frecuentemente.
            Tuvo también algunas tierras que entonces trabajaba y un monte de encinas, cuya madera utiliza ahora, más que ninguna otra, escogiendo bien aquellos palos y troncos con los que preparar sus piezas.
            “Comencé con todo esto después de mi jubilación. Antes era imposible hacer este tipo de cosas, pues había que trabajar para poder comer y sacar adelante a mi familia”.
            Jubilados que se dediquen a los bastones hay varios en esta comarca. Los hemos visto en Fuentes de Ropel, Coomonte de la Vega, Villaferrueña, etc., pero cada uno lo hace de forma distinta. Los de Joaquín tienen algo especial en cuanto a formas, pues los hay con las varas rectas o curvas, y con más o menos grosor y altura. Muchos  llaman la atención y destacan, sobre todo, por su decoración.

Grupo de bastones ya preparados, con decoración y puños.
Bastones sin pintar y decorar. Puños naturales.
Bastones de forma distinta y puño añadido.
Bastones naturales ya decorados y barnizados.

            Respecto a los puños, algunos están hechos con la misma vara, pero gran parte de ellos son un añadido, con formas muy variadas y de difícil elaboración. A lo largo de las varas y en los puños veo abundantes letras que sirven también como decoración:
            “Es que pongo el nombre y los apellidos de mis hijos o de algún miembro de mi familia, pues se los hago para ellos. Éste que ve aquí tiene el nombre de mis padres, de mi mujer, el mío, el de mis hijos y el del pueblo”, me dice Joaquín.
           Efectivamente aparece una pequeña genealogía familiar en dicho bastón. También los tiene con el nombre de los amigos a quienes tiene pensado regalar alguno, para que tengan un recuerdo de él.
            La decoración más frecuente que emplea está hecha a base de formas geométricas en relieve. Es lo que más tiempo le lleva, porque primero tiene que hacer el dibujo sobre la vara y luego, sujetándola con el tornillo, usa el escoplo o formón para marcar cada forma y después con ayuda de la navaja lo completa. Al final con  la lija consigue que todo quede liso e igualado. Y finalmente los barniza.

Diversos tipos de bastones.
Los puños, como las varas, tienen distinta y variada forma.
            Observo (cosa curiosa) que utiliza unos papeles como patrones y que coloca sobre cada una de las formas triangulares o cuadradas del relieve, cuando está trabajando con la navaja. Lo hace todo con cierta rapidez, fruto de la experiencia, de donde ha partido su sabiduría, pues como nos dice el refranero “La experiencia es la madre de la ciencia” y “No presuma de tener ciencia, quien no tiene experiencia”. Es la enseñanza que se adquiere con el uso, la práctica y el vivir.

Trabajando con la navaja en uno de sus bastones.
También utiliza el escoplo.
Y se sirve de mazos de madera.
            El lugar de trabajo, durante el verano, es un pequeño patio de su casa unifamiliar que está a las afueras del pueblo. Por allí tiene abundantes palos y troncos que se convertirán en bastones o cucharas y tenedores. Y no faltan las herramientas, algunas propias del carpintero: un pequeño tornillo, la macheta, el cepillo, serrucho, escofinas, formón, etc. Y sobre todo, la que más utiliza, la navaja, manejada por sus propias manos de artesano jubilado.

Trabajando con el hacha,en un local de su casa.
También hace tenedores, cucharas...
Cucharas, tenedores, y paletas, que suele regalar a personas o Instituciones.
            Durante el invierno y para evitar los fríos, trabaja en una pequeña cocina que da a dicho patio. Aquí tiene una mesa para colocar el tornillo y las demás herramientas.
            En el patio veo abundantes palos y troncos de diversas clases de madera que se convertirán en bastones, cucharas o tenedores. Dice que muchas de estas cucharas se las va a regalar a la Asociación de Enfermos de Alzheimer para que las vendan o hagan lo que quieran con ellas. Una buena idea y una forma de colaborar con dicha Asociación.
            La madera que utiliza procede toda ella de árboles de la zona: de encina  y  nogal son la mayor parte de los bastones; tiene también varios de haya y algunos hasta de laurel. El fresno lo utiliza más para las cucharas, tenedores y paletas.    
Joaquín no ha contabilizado nunca el tiempo que le lleva hacer cada uno de sus bastones u otras piezas, pues trabaja las horas que le parece. “Me siento en la silla, dice él, estoy un tiempo, lo dejo y luego vuelvo otra vez. De forma general, le puedo asegurar que una barbaridad de tiempo, sobre todo para hacer la decoración, pues es a base de mucha escofina y mucha navaja.
Pero, aunque hago lo que me parece y cuando me parece, sí le puedo decir que hay que tener vocación y ganas de hacerlo. Primero ir al monte, cortar la varas o los troncos, y luego que si la sierra, que si la escofina, que si la navaja y la lija, que si para acá que si para allá...., no vea Usted el tiempo que lleva todo esto...”.
            A pesar de todo, se siente satisfecho de ello y desea seguir haciendo bastones, a su modo y como él sabe, teniendo como única instrucción, como ya he dicho,  la práctica diaria que le ha proporcionado toda su sabiduría.
            También hace algún viaje, charla con sus amigos y cuida unos caballos que tiene en una cuadra no lejos de su casa. Es muy necesario cambiar de ocupación durante el día para pasarlo mejor.
            Hemos comprobado que los jubilados artesanos de los Valles de Benavente son felices y disfrutan con su afición que, en muchas ocasiones, sirve para alejarles de ciertos problemas y preocupaciones que trae consigo la vida diaria.
            Y desean también mostrar a otras personas lo que ellos hacen, sean bastones o cualquier otro tipo de piezas, pues sólo así podrán valorarlas.