Antonio Casado y sus bastones. |
En Coomonte,
lo mismo que en algunos otros pueblos de Los Valles de Benavente, hay varios
jubilados que dedican gran parte de su tiempo de ocio a trabajar con la madera o
el hierro y hacer piezas, de forma artesanal. Hace ya varios años que los
visité y publiqué un reportaje sobre ellos en el desaparecido semanario la Voz
de Benavente y Comarca. Después han ido apareciendo en este blog, para
recordarlos de nuevo y para que
dando a conocer su obra, se les valore
en su justa medida. Hacen los distintos
objetos con agrado, como saben, y casi siempre según los conocimientos que su experiencia vital les ha
proporcionado.
Uno de ellos
es Antonio, al que llaman, el zapatero, pues, junto con el de agricultor, desempeñó
este oficio, en el pueblo, hasta los 37 años. Después, como tantos otros
hombres y mujeres de estas tierras, tuvo que emigrar a Europa, en donde pasó 15
años. Al regresar de nuevo siguió trabajando en la agricultura hasta que se jubiló.
Tiene ahora ya más de 75 años.
En la
actualidad, a Antonio, había que llamarle el bastonero, el de los bastones,
pues sólo se dedica a esto.
-Tengo más
de 200. Los hago de varas naturales. Para mí es como tener la naturaleza en
casa. Cojo las ramas de varias clases de árboles: espino, manzano, caña, etc.,
procurando que sean apropiadas para
ello. Las arreglo, limpio, aliso, y después las pinto.
Gran parte de
los puños de sus bastones son un añadido, hecho por él, a la vara, pero tiene
muchos que también son naturales y que semejan la cabeza de algún animal del
campo. En este caso, antes de cortar la rama o el palo, ha procurado elegir
aquel con el que pueda preparar el puño con los rasgos del animal. Tiene que
conseguir que la rama se lo permita.
Bastones variados y con puños y varas muy originales. |
Cuando Antonio
va al campo no regresa de vacío. Lo sabe bien su mujer que dice que tiene varas
o palos por toda la casa, pero esos palos o varas se convertirán en bastones,
gracias a la afición, dedicación y al trabajo manual de su marido. Nos enseña
algunas que todavía no ha convertido en bastones y nos explica cómo lo hace.
Antonio es
feliz con sus bastones, que, aunque los venda o los regale, siempre serán el
testimonio de un trabajo artesano que le ha servido y le sigue sirviendo de
entretenimiento en sus años de jubilado.