sábado, 5 de abril de 2014

Virxilio Vieitez. Exposición de fotografías en Salamamca.




Hace unos dias visité en Salamanca, en la sala de Exposiciones Hospedería Fonseca, una exposición de fotografías antiguas, de los años 50 y 60 de siglo pasado, cuyo autor es Virxilio Vieitez (1930-2008), un fotógrafo al que se le puede llamar popular y rural por haber centrado todo su trabajo en este mundo, en el que decidió vivir y establecerse, no sin antes haber emigrado a Cataluña, en donde aprendió el oficio y en donde podía haberse establecido y haberlo ejercido, si el atractivo y deseo  de volver a su región, comarca y pueblo gallego no hubiese sido tan grande.
Hijo y nieto de emigrantes como muchos otros de su pueblo, conoció lo que supone esta situación y más en aquellos años, no exentos de necesidades y también miserias. Por eso quiso volver a sus raíces y estar cerca de sus amigos y familiares, que le conocían ya y que poco a poco fueron descubriendo en él sus cualidades de buen fotógrafo. Trabajó con todos y para todos, estaba a su servicio y dispuesto a retratarlos cuando se lo pidiesen. También atendía a los que residían fuera y querían tener recuerdos del pueblo y de familiares y amigos.
Porque Virxilio conocía bien su oficio y lo que quería expresar o reflejar en sus fotografías, ese mundo rural en el que vivía, a las gentes, costumbres y tradiciones de los pueblos de Galicia. Pero de manera especial a las personas con las que vivió y convivió diariamente, algunas desde su nacimiento hasta el momento de su muerte. Cualquier momento le interesaba retratar, de ahí el valor etnográfico y real de sus fotografías.
En muchas de ellas hemos podido ver escenas de acontecimientos familiares: bautizos, bodas, primeras comuniones y hasta funerales, Junto a las personas protagonistas de los actos, merece la pena destacar también el entorno, todo lo que rodea a la celebración. Virxilio sabía muy bien no sólo encuadrar y centrar bien sus imágenes, sino también conseguir más riqueza en la escena con los adornos necesarios.
Llaman la atención, entre otras, las fotografías sobre las personas fallecidas, en el momento del velatorio, o con el féretro en la iglesia u otro lugar. Y es que por entonces y en algunos lugares querían tener también el recuerdo del familiar que había muerto, del velatorio o de la tumba en el que fue enterrado.
Muerte de un niño.
Y en las bodas los novios eran fotografiados, entre otros lugares, en el coche de Virxilio, un modelo antiguo, pero de gran presencia y buen aspecto, que él mismo les alquilaba para la ceremonia y para tomar buenas imágenes.
La novia dentro del coche.
Sus retratos, personales y familiares, numerosos y variados, y de gran calidad, son el reflejo de la situación de entonces. Rostros expresivos, variedad de peinados y vestidos, etc. todo ello nos dejar ver la forma de vivir, de pensar y de sentir. Retratos que a todos gustaba tener y enviar a sus familiares ausentes.




 Desempeñó muy bien su papel de “fotógrafo de pueblo” en aquellos tiempos, década de 1950, y gozó de gran prestigio entre sus paisanos y conocidos, quienes confiaban en él, al encargarle sus trabajos fotográficos para tener imágenes de los diversos momentos  de sus vidas. Y es que era una época escasa en oficios como este y menos en el mundo rural. De ahí su éxito y su fama posterior, que ni él ni su familia nunca creyeron que pudiera tener tanta repercusión. Y menos que sus abundantes retratos y escenas de la vida llegasen a ser tan valorados artísticamente y también desde el punto de vista etnográfico, pues nos ayudan a conocer mejor la memoria de un pueblo y de una época.
Retratos de varias familias.
Retratos individuales.
 
Familia.

Nació en Soutelo de Montes, municipio de Forcarel en la provincia de Pontevedra. A los 16 años emigró a Cataluña y al tiempo que trabajaba de albañil, aprendió el oficio de fotógrafo y hasta lo ejerció durante algún tiempo, “haciendo fotos a los turistas” según su propio testimonio. Pero en el año 1955, regresó a Galicia abriendo un estudio en su pueblo natal. Y después vino todo lo demás que se ve en la exposición.
Dejó su trabajo en el año 1980 y en 1990 su obra fue reconocida y valorada por muchas personas y en muchos lugares. Sin duda alguna quienes la vean comprobarán que se trata de un fotógrafo genial, y extraño, pues no son muchos los que apuestan por lo popular y rural, al vivir entre los suyos y querer dejar plasmado en imágenes este mundo cargado de leyendas, historias y tradiciones.