Fermin junto a uno de sus barcos y algunos aperos de labranza. |
“Trabajé durante 31 años en
Bilbao, concretamente en Euskalduna, en los Astilleros Españoles, la empresa
más importante entonces existente, dedicada a la construcción y reparación de
buques y a la producción de productos siderúrgicos destinados a la industria
naval. Aquí comenzó mi afición a la confección de barcos, aunque en parte se lo
deba a un amigo y compañero de trabajo que también los hacía. Además el tener
el mar y el puerto tan cerca era un
aliciente y atractivo especial para
ello”.
Fermín
era de Manganeses de la Polvorosa. Aquí nació y aquí vivió hasta que, al poco
tiempo de casarse con su mujer Regina, y como muchos otros ciudadanos de esta
comarca, tuvieron que emigrar de su tierra para poder trabajar y vivir dignamente.
Y lo hicieron a Bilbao en donde nacieron sus dos hijos, que desarrollan también
su actividad laboral por aquellas tierras.
En su pueblo le tocó vivir, de niño y joven,
unos años muy duros, sobre todo cuando murió su padre, en el año 1936, al comienzo
de la Guerra Civil. Tenía tan sólo tres años. Fue una época de las más tristes
para este país y difícil de olvidar para muchos.
Hasta
los catorce años hizo estudios primarios en la escuela de Manganeses, a la que
asistían un gran número de niños y a los que el maestro no podía prestar mucha
atención. “Si le digo la verdad yo aprendí más en el trabajo que en la
escuela”, me dice Fermín.
Cuando
tenía 18 años estuvo trabajando de aprendiz durante un tiempo en la carpintería
Muebles Alonso de Benavente. Su dueño es el padre del conocido escultor J. L A.
Coomonte a quien conoce y con quien mantiene una buena relación. En este taller
pudo surgir su afición por el trabajo con la madera, que según me cuenta su
mujer, siempre le gustó: “Mire, a mi
me hizo ya, de madera, la primera regla para medir la ropa, para hacer los
patrones de los vestidos y trajes”
Después,
estando ya en Bilbao, durante tantos años trabajando en la construcción de
barcos-buques de todo tipo y tamaño: mercantes, de pasaje y de carga,
transbordadores, remolcadores, etc., y de tanto ver a los que arribaban al
puerto, le entró aún más la afición de representar en miniatura algunos de
ellos y a otros que veía en fotos de revistas, libros e incluso de calendarios.
Y prestaba atención, de modo especial, a los de vela, que son a los que él se
ha dedicado principalmente: Corbetas, fragatas, goletas, etc.
Los
materiales que necesita y utiliza son fundamentalmente la madera, de manzano,
nogal o de otros árboles de esta zona, algunos hierros o alambres, y tela para
las velas. Trae casi siempre la madera de la sierra de Villabrázaro en varillas
o tiras. Alguna vez se acerca a Benavente. Por otra parte, su mujer se encarga
de proporcionarle la tela para las velas. Una vez construidos los barniza o
pinta como a él le parece, pero siempre teniendo en cuenta los colores al uso y
que él tantas veces vio en la realidad, en sus frecuentes visitas al puerto de
Bilbao.
Compra
también los planos de casi todos los barcos que hace. Y los tiene delante cuando
trabaja, para tener en cuenta las medidas exactas, aunque sea a tamaño
reducido. Cada barco tiene su nombre, lo indica el mismo plano, y si no fuese
así se lo pone él, como hizo con uno al que bautizó con el nombre de Regina. Me
cuenta que este barco lo hizo porque fue ella la que le trajo un calendario en
el que estaba fotografiado, y se lo dedicó.
Unode los planos que utiliza para preparar sus barcos. |
Además
del que denominó Regina, ha hecho más de quince: el Missisipi, el Juan
Sebastián Elcano, algún galeón, dos pesqueros, etc.
Como
prueba también de su afición a la madera y de haber estado en contacto con el
campo, al menos en los primeros años de su vida, tiene por allí también algunos
aperos de labranza en miniatura, hechos por él: una máquina aventadora, un
carro, un trillo, etc.
En
sus barcos no falta detalle, tanto en el exterior, como en el interior, ya sea
en la proa o en la popa. Y se ven los mástiles, el timón de mando, las velas,
camarotes, hélices, botes salvavidas, etc.
Fermin con su mujer Regina, contemplando los barcos. |
Fermín
hace todas las piezas necesarias para sus barcos, por pequeñas que sean. Tan
sólo ha armado uno de ellos comprándolas previamente: el Mississipi. Y las
prepara en un taller de carpintero que tiene en la galería de su casa de
Manganeses, un lugar tranquilo y soleado. Allí en la mesa hay un tornillo para
sujetar y cortar la madera que necesita. Por allí tiene algunas piezas ya
preparadas, algunas de tamaño muy pequeño, para el barco que está haciendo. En
la pared veo las herramientas que más utiliza: la sierra de San José, una
lijadora de mano, un cepillo, taladros, sierra, martillo, muchas y variadas
brocas, etc., todas ellas también de reducido tamaño.
Utiliza brocas y maderas para hacer sus barcos... |
...y también herramientas de diverso tipo. |
No me extraña que le lleve muchas horas, de
muchos días, y hasta de muchos meses la construcción de un barco, pero da el
tiempo por bien empleado y se siente satisfecho al ver el resultado final, obra
de sus manos y de sus saber hacer bien las cosas.
El
mundo de las embarcaciones es tan amplio y ambicioso que requiere
especializarse en algo concreto, tal como ha hecho Fermín, que a pesar de
contar con algunos libros y otro tipo de documentación, sus maestros han sido
principalmente los 31 años de actividad laboral en los Astilleros y la
experiencia vivida durante ese tiempo.
Se
jubiló a los 60 años y desde entonces mantiene la afición. Ahora ya con 75 y
con problemas en la vista, y algunos otros, no dedica tanto tiempo. Pero está
pendiente y aprovecha cualquier momento para seguir con ello, mientras pueda”.
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Poco tiempo después de la
publicación de este reportaje en el desaparecido semanario La Voz de Benavente
y Comarca Fermín murió en Manganeses de la Polvorosa, pueblo en el que había nacido y al que regresó una vez
jubilado.
Quiero recordarlo, una vez más, lo
mismo que he hecho con todos los demás artesanos jubilados, que han ido
apareciendo periódicamente en las páginas de este blog.