1.-El sacramento de la Extremaunción,
aunque uno de los más importantes, tal vez sea el que más cambios ha sufrido en
la normativa de la iglesia, en una sociedad ya no oficialmente católica. Y no
sólo en cuanto al lugar en que celebraba, que solía ser la propia casa del
enfermo en estado de gravedad, sino también en la forma de realizar la misma
ceremonia religiosa.
Antiguamente, y dado que un gran
número de personas fallecían en su propio domicilio, era allí a donde acudía el
sacerdote, rodeado de toda una liturgia, para celebrar el sacramento, cosa que en
la actualidad no ocurre, pues la mayor parte de la personas fallecen en los
hospitales, y el sacerdote suele atender solamente a los que lo solicitan y la
ceremonia, aunque con el mismo contenido, es, sin duda alguna, más breve.
El sacerdote, de forma privada, solía
ir acompañado casi siempre del sacristán que llevaba el roquete y la estola
para ponérselo en casa del enfermo antes de administrarle el sacramento.
Llevaban también la oliera, vaso o vasos en los que se guardaban los santos
óleos.
En la casa del enfermo se
preparaba una mesa y sobre ella se colocaba una vela encendida y algodón en
rama para las santas unciones al enfermo. No faltaba un recipiente con agua con
la que el sacerdote se lavaba las manos.
El sacerdote, tras las oraciones
pertinentes, procedía, con orden, a la unción del enfermo de acuerdo con el formulario
en uso.
Cajita utilizada para la unción de los enfermos. |
Olieras en Iglesia Santa María del Azogue. Benavente. |
Las olieras de Joarilla de las Matas (León) |
Campanilla de Joarilla (León) |
Campanillas de la iglesia de Sta Mª dela Azogue. Benavente. |
En algunas ocasiones ocurría que
la administración de la Extremaunción coincidía con el fallecimiento del
enfermo. En este caso el sacerdote aprovechaba para dar el pésame a los
familiares y de paso rezarle el primer responso.
2.- A veces se asocia este
sacramento con el Viático, palabra que está relacionada con via (camino) y que era simplemente llevar
la comunión a los enfermos. Se trata del sacramento de la Eucaristía cuando se
administraba a los enfermos. Y es que muchos de ellos fallecían y recibían a
continuación la Extremaunción. Pero el Viático se llevaba siempre a los
enfermos graves que lo solicitasen, y también a otros, aunque no estuviesen en
inminente peligro de muerte. Lo que sí nos llamaba la atención era el gran
ceremonial con el que se realizaba, si se compara con la época actual.
El sacerdote, revestido con
roquete, estola y bonete sobre la cabeza salía de la iglesia llevando sobre sus
hombros el humeral con el que coge y oculta la píxide o cajita con las sagradas
formas u hostias, que lleva en sus manos.
Humeral. Santa María del Azogue. Benavente. |
Otros humerales de la iglesia. |
Umbela. a modo de paraguas, sobre el sacerdote que llevaba el Viatico. |
Cajita-píxide para llevar la comumión a los enfermos. |
Interior de la cajita-píxide. |
Campanillas antiguas de la iglesia de Santa María del Azogue. Benavente. |
Le acompañan el sacristán y un
monaguillo, el uno con dos velas dentro de un farol con cristales para que no
se apaguen, y el otro con una campanilla.
Desde la misma iglesia solían
acompañarles algunas personas, aunque la mayor parte se van incorporando a la
comitiva a lo largo del recorrido hasta
la casa del enfermo, al oír la campanilla que toca cada cierto tiempo. Y los
que no se unen a la comitiva, pero que sí oyen la campanilla, se santiguaban, hacían
una genuflexión, o incluso se arrodillaban mientras pasaba el Santísimo.
A todo esto en la casa del
enfermo ya estaba preparado, a modo de altar, una mesita con un paño blanco y
sobre ella un crucifijo en medio de dos velas encendidas. Sobre esta mesita el
sacerdote, al llegar, colocaba los corporales y encima de ellos la píxide con
las hostias sagradas. Y procedía a dar la comunión al enfermo. No faltaba
tampoco un vaso de agua para ayudarle a tragar el pan consagrado, si fuera
necesario.
Una vez administrado el Viático
la comitiva regresaba a la iglesia de la misma manera, portando el sacerdote
las hostias sobrantes (siempre solían llevar más de una) bajo el palio. E
incluso se tocaba también cada poco la campanilla para advertir a los
viandantes o distraídos que por allí pasaba el Santísimo.