jueves, 18 de septiembre de 2008

Colaboración en TIERRA CAMALA, revista de la Comarca de Sahagún

LA FIESTA DE LOS PASTORES EN JOARILLA DE LAS MATAS

UNA MIRADA AL PASADO

Cuando se acercaba el mes de septiembre, todos nos acordábamos de la fiesta de Los Pastores, pues se celebraba el domingo anterior al día 8 (Natividad Nuestra Señora). Así decían todos. La Virgen que se venera es la del Rosario, más conocida como la de los Pastores. En este día se la engalana vistiendo el manto más lujoso.
Nunca mejor el dicho de que “Por las Vísperas se conocen las fiestas”, pues estas eran el acto religioso más importante del sábado por la tarde. Cura, sacristán y monaguillos en el coro cantaban salmos, antífonas y todo lo demás que requería el momento. Después se rezaba el rosario.
Y a la salida de la iglesia, se oía ya a los dulzaineros o tamboriteros que acababan de llegar procedentes de Valdespino, Mayorga o León. Antes de anochecer hacían un recorrido por las calles el pueblo, anunciando su llegada y el comienzo de la celebración. Después, ellos serán protagonistas en casi todos los actos.
El domingo era el día principal, al menos desde el punto de vista religioso. La misa era a una hora más tardía y todo el mundo asistía limpio y bien compuesto, y muchos incluso de estreno. Antes de la misa se celebra la procesión con la Virgen del Rosario. Los cofrades, unos se encargan de llevarla a hombros y otros de danzar ante su imagen en diversos momentos del recorrido. A la procesión asistían todos los vecinos y también los forasteros, pues no deja de ser un espectáculo además de religioso, vistoso y llamativo, ya que a los rezos y cánticos se une cada cierto tiempo el ruido de las cachas al chocar unas con otras en el momento del baile
Por supuesto que las flores y el manto que lleva la imagen, los vestidos de los asistentes, y los pastores con trajes a la antigua usanza, daban también vistosidad al acto.
La misa solía ser de tres curas, solemne y con sermón. Destacaba el Padrenuestro cantado por los miembros de la cofradía y el himno nacional con música de dulzaina y tamboril que sonaba en el momento de la Consagración.
En los domicilios particulares se comía de fiesta. Y por la tarde había rosario como de costumbre.
El lunes, segundo día, era también importante, pero más divertido. Los cofrades, muy de mañana y no sin tomar la parva, celebraban la danza de las cachas recorriendo las calles bailando y danzando al son de la dulzaina y el tamboril. Quien no bailase, lo hiciese mal o se comportase de forma indebida podía recibir la Triste, una especie de castigo que consiste en simular que le golpean la espalda. Todo un rito, de obligado cumplimiento.
Y después de la danza a correr el borro, cordero joven que era perseguido por niños y mayores por algunas calles del pueblo próximas a la vivienda del mayordomo de turno, a donde, al llegar, era sacrificado.
La matanza del cordero se reviste de un gran ceremonial. Al matarife acompañan las mujeres que van recogiendo la sangre, las entrañas y la carne por un lado, y retirando la piel y demás partes del animal. Y es que desde este momento dedicarán un tiempo del día a preparar su carne, acompañada de patatas, para la cena comunitaria.
Entretanto los asistentes degustaban sopas de ajo, sin faltar en ningún momento los pimientos crudos y asados y el vino clarete de producción casera, que están siempre a disposición de todos.
Hacia las doce horas se celebra la misa por los pastores de la cofradía que hayan fallecido. Después se reza un responso, en la calle, a las puertas del mayordomo, momentos antes de pasar lista (tienen obligación de asistir todos los cofrades) y proceder a los nuevos nombramientos.
Por la noche se celebra la cena de hermandad o convivencia, a la que hemos hecho referencia con anterioridad. Poco a poco se iban reuniendo los cofrades, familiares y algunos invitados en la casa del mayordomo. Llevaban cuchara, tenedor, cuchillo y servilleta. (La cofradía disponía de todo ello antiguamente). Durante las más de dos horas que suele durar no faltan los chascarrillos y el buen humor. Y más al terminar la misma, cuando empiezan a ensayar, a ritmo dulzainero, las coplas que cantan durante la ronda nocturna, denominada Chaparrilla, palabra con la que comienza el estribillo que cantan después de cada estrofa.
Con la Chaparrilla, por las calles del pueblo, antiguamente poco iluminadas, están hasta altas horas de la noche. Y en las coplas que cantan, recuerdan lugares, gentes, hechos ocurridos en el pueblo, y hasta los actos de la misma fiesta.
Por cierto que pastores y no pastores se lo pasaban bien y con la Chaparrilla se despedían hasta que, en el año siguiente, llegase el domingo anterior al 8 de Septiembre (Natividad de Nuestra Señora) en el que se celebraba la fiesta.


Emiliano Pérez Mencía