miércoles, 30 de diciembre de 2009

ANTRUEJOS EN LA PROVINCIA DE ZAMORA. "EL PAJARICO" Y "LOS CABALLICOS" DE VILLARINO TRAS LA SIERRA

Vista del pueblo de Villarino Tras la Sierra

Un Caballico por las calles del pueblo
Así es la máscara de uno de los Caballicos

Los dos Zamarrones con las máscaras.

El Pajarico pidiendo el aguinaldo y degustando dulces.


Caballicos y Pajarico a carreras por las calles del pueblo.

Los protagnistas de la fiesta con unas mujeres defensoras de su tradición.

Este pueblo, con nombre de villa, se encuentra en el noroeste de la provincia de Zamora, no lejos de Alcañices, lindando con Portugal, y en la ladera de una de las sierras que lo rodean. En la actualidad es pequeño en población, pero quiere mostrarse grande al celebrar sus fiestas tradicionales, o si queremos ancestrales, palabra que nos sitúa más y mejor en el pasado.
Porque esto del Pajarico y los Caballicos no es de ahora. Así lo comprobamos el día 26 de Diciembre de 2006. Coincide con la fiesta de San Esteban y el santo participa o esta presente también en alguno de los actos. Es precisamente al salir de la misa con procesión, que se celebra en su día, cuando los Caballicos, dos mozos disfrazados, persiguen a todos los asistentes, niños, jóvenes o mayores, golpeándoles en cualquier parte de su cuerpo. Y es que llevan entre sus piernas un simulacro de caballo de madera con cabeza y cola. Con éste símil de cola, formada por ropa vieja que arrastran por el suelo y mojan en agua no muy limpia, es con la que golpean, al tiempo que ensucian a todos con los que se encuentren. Las carreras son continuas para escapar de la mojadura, aunque para vecinos, o hijos del pueblo que residen fuera y que acuden a la fiesta, pueda ser un rito el ser tocados por el caballico.
Llevan sus caras cubiertas con máscaras de madera de negrillo o castaño, pintadas de negro y rojo, que denotan cierta antigüedad y cubren su cabeza con una gorra-visera, antiguamente con una boina. Durante la mañana ésta es su tarea, correr tras la gente a la que también suelen pedir un donativo para la fiesta.
Ya de mañana, han cazado un pájaro, gorrión o estornino, que cuelgan sobre una estaca con varias puntas. Esto, antiguamente, corría a cargo del último que entraba de mozo. Este año ha llevado el Pajarico un señor mayor, pues ya casi no cuentan con jóvenes en el pueblo.
Por la tarde celebran lo que llaman la petición, que no es otra cosa que una procesión religioso-profana por las calles del pueblo para felicitar a todos los vecinos, al tiempo que conseguir de ellos, por una parte algún donativo para el santo, y por otra dinero para la merienda que tendrán al finalizar los actos.
Encabeza la marcha el portador del Pajarico, con una bolsa o saco en el que depositarán los dineros para el ágape. A su lado va el representante de la cofradía, con vara e insignia y una señora con otra bolsa en la que los vecinos depositarán los donativos para San Esteban. Las demás personas les acompañan en el recorrido. Al llegar a cada una de las casas habitadas sus dueños les ofrecen dulces, frutos secos y bebidas y alguna que otra ristra de chorizos que cuelgan junto al Pajarico. Tampoco falta la propina o donativo.
A poco de comenzar la procesión aparecen los Caballicos, desempeñando la función que tienen asignada y que provoca de nuevo huidas y carreras para evitar el tocamiento. Y también dos Zamarrones, que llaman la atención por sus máscaras de corcho, su traje y sus cencerros, cuyo ruido anima la marcha, a falta de dulzainas, gaitas y cualquier otro instrumento musical.
Y así pasan la tarde de la petición, visitando a todos los vecinos, que poco a poco se van uniendo a la comitiva y degustando dulces, frutos secos, vino y algún que otro licor. Por cierto que todos participan. Parece ser que antiguamente era casi obligado hacerlo. La cofradía podía incluso multar a los que se negasen a cumplir con San Esteban y con el pueblo en este día de Caballicos, Pajarico y Zamarrones.
Al finalizar el recorrido, los dineros del santo pasan a la iglesia para su culto y con las propinas del Pajarico celebran una merienda-cena todos los vecinos del pueblo y algunos forasteros. Y lo hacen en la plaza junto a la fuente y en torno a una gran hoguera que han preparado con antelación. El fuego y el agua no les falta en este acto de convivencia. Y tampoco la comida, abundante en este mes de matanzas y chacinerías. Suelen asistir todos, pues todos con su donativo han colaborado en la fiesta.
Así celebran los de Villarino Tras la Sierra su fiesta del Pajarico y los Caballicos, fiesta antigua en la que lo religioso y lo profano se mezclan e incluso se confunden lo mismo que ocurre en las otras fiestas con máscaras de esta comarca, como los Diablos de Sarracín, los Carochos de Riofrío, los Cencerrones de Abejera, etc. Todas tienen un origen y significado religioso. La referencia a los antiguos dioses y ceremonias relacionadas con la naturaleza y el campo son frecuentes. Los hombres disfrazados y con máscaras diversas, algunos representando animales, son protagonistas. Aquí aparece el caballo como símbolo fertilizador, lo mismo que en otros lugares y fiestas carnavaleras es el toro.
La provincia de Zamora está ciertamente necesitada de infraestructuras viarias, sanitarias e industriales y de ayudas y protección a su patrimonio artístico, arqueológico, arquitectónico, etc., pero también el etnográfico que servirá para recordar, estudiar y conocer mejor el pasado de estos pueblos que han sabido mantener sus tradiciones. Ojalá que las iniciativas previstas sigan adelante y que las fiestas con máscaras sean un atractivo más de los que ofrezcan estos pueblos y estas tierras, olvidadas durante tanto tiempo, pero con un gran peso en la cultura tradicional.


Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el 6 de enero de 2007