sábado, 25 de julio de 2009

CONCENTRACIÓN DE PENDONES EN ALCUBILLA DE NOGALES

Preparando los pendones en la plaza de la iglesia de Alcubilla de Nogales


Comienza de la marcha hacia San Esteban de Nogales

El pendón de Toralina de la Vega, uno de los más largos y altos


El fuerte viendo hace ondear las telas de los pendones

Vista general de todos los pendones participantes en la marcha

Un niño escalando un pendón al llegar a San Esteban de Nogales

Pendones y pendoneros descansando en la plaza de la iglesia de San Esteban de Nogales


El pasado domingo día 5 de Julio tuvo lugar en Alcubilla de Nogales, pueblo de la comarca de Benavente en el valle del Eria, una concentración de pendones procedentes de los pueblos cercanos, todos ellos de la vecina y limítrofe provincia de León. Participaron más de 20, entre ellos: Quintana del Marco, Santibáñez de la Isla, Villnueva, Santa Elena y Jiménez de Jamuz, Castrocalbón, Palacios de la Valduerna, Nistal, Toralina, etc.
Lo que en realidad se celebraba era el Día del Pendón en San Esteban de Nogales, que dista unos cuatro kilómetros de Alcubilla. Eligieron éste para iniciar la marcha y dar más vistosidad y realce a la fiesta. Hicieron bien pues para las fiestas, celebraciones, convivencias y otros actos comunitarios, no debe haber ningún tipo de límite o frontera.
Resulta que en la provincia de León, hace ya varios años, se creó la Asociación de Pendones Leoneses “Reino de León”, promovida y apoyada por autoridades e instituciones locales y provinciales. Son más de 300 los grupos o pendones ya afiliados, pertenecientes a Ayuntamientos, Parroquias, Juntas Vecinales, etc.
Los fines de la asociación (Art. 3º de los Estatutos)) son principalmente “la realización de actividades sociales, culturales y recreativas vinculadas a la recuperación, conservación, manifestación y difusión de nuestros Pendones Leoneses, como significados elementos que integran nuestro patrimonio y representan nuestra identidad”.
La verdad es que, gracias a la Asociación, se conocen y admiran los pendones leoneses en muchas ciudades y pueblos de España, pues han hecho concentraciones, exhibiciones y marchas en muchas de ellas. Y a todos los ciudadanos, jóvenes y mayores, les ha llamado la atención.
Y cada año, entre otros actos, algunos de los pueblos asociados solicitan celebrar el Día del Pendón, como ha hecho este año San Esteban de Nogales. Pueden asistir, si lo desean, los grupos de otros pueblos asociados, con su pendón. De ordinario lo hacen los más próximos al lugar de la fiesta, como ha ocurrido en esta ocasión.
Al pendón lo acompañan, además de los pendoneros (quienes lo portan), alguna charanga o grupo de danzas, para dar más animación a los actos. Y algunos pueblos llevaban también pendoneta e incluso estandarte, como Quintana del Marco, Villanueva de Jamuz, etc.
El pendón es una insignia a modo de bandera que se utilizaba como distintivo ya en la Edad Media. En las batallas sirvieron en algún momento para distinguir a los jefes y a las tropas militares. Después perdieron su connotación militar y pasaron a ser un símbolo civil. A muchos se les colocó una cruz metálica en el extremo superior, convirtiéndose así en un instrumento religioso y reduciéndose su función a encabezar las procesiones y celebraciones religiosas de la localidad.
Antiguamente casi todos los pueblos de las provincias de León, Salamanca y Zamora (Antiguo Reino de León) tenían su pendón. También lo había en los pueblos de los Valles de Benavente. Así lo hemos comprobado. Pero con el paso de los años unos han desaparecido y otros se guardan en los trasteros de las iglesias, siendo su estado de conservación lamentable. No obstante en algunos sería fácil su recuperación, contando siempre con la ayuda y colaboración instituciones provinciales o locales como ha ocurrido en León.
Lo que han hecho es restaurar sus telas y varas, si están en mal estado o en ocasiones preparar un nuevo pendón, teniendo en cuenta siempre las formas y colores del antiguo. Y un grupo de personas se compromete a sacarlos en las procesiones, romerías y otros acontecimientos festivos, sean civiles o religiosos.
En cuanto a la forma de los pendones suele ser rectangular con dos o tres puntas y un corte central. La tela era antiguamente de damasco, de seda o lana, y hasta con dibujos en el tejido. Y la longitud del mástil, palo o vara oscila entre 5 y 13 metros. En muchos termina en una cruz y en otros en un ramo de flores
Y los colores predominantes son: El rojo carmesí, el color del Reino de León y que figura en su escudo heráldico y en el pendón de San Isidoro. Este era el color más usado hasta el siglo XVII; el verde, que aparece casi siempre mezclado con el rojo, puede estar relacionado con la Reconquista, con el Islám; el morado, que unos relacionan con la Guerra de las Comunidades y otros con los cultos de la Semana Santa; el azul, relacionado con las fiestas de la Inmaculada, de gran tradición en España desde el siglo XIX. y el blanco, amarillo o crema, sobre los que hay diversas opiniones: señal de paz en la guerra, cultos al Sacramento, e incluso premios militares.
Antiguamente los damascos (telas) de los pendones se vendían y bordaban en las mismas tiendas que las ropas litúrgicas de la iglesia, para las que se usaban con frecuencia los colores rojo, verde, blanco, morado y dorado. Y el pendón era y sigue siendo también la divisa o insignia que tienen en algunas iglesias para guiar la procesión. De hecho siempre iba o va al comienzo de la misma
Una vez reunidos en la plaza de la iglesia de Alcubilla, iglesia que tiene por patrón a San Verísimo, los grupos de los distintos pueblos con su pendones, pendonetas o estandartes iniciaron la marcha hacia San Esteban de Nogales.
De lejos, y por la carretera, se veía cómo los pendones y pendonetas, a modo de banderas y banderolas de colores diversos, ondeaban al viento, contrastando con el verdor de los campos sembrados y de los chopos de las orillas del Eria. Espectáculo de luces y colores capaz de causar admiración a todos los presentes.
El recorrido, de casi cuatro kilómetros, fue lento y dificultoso debido al viento reinante, que les impedía avanzar con facilidad, por más que los pendoneros, tanto los que cogen la vara o mástil, como los que agarran los remos, se esforzasen y se turnasen cada poco tiempo. Y es que, como he dicho anteriormente, hay pendones que destacan por la longitud y por la extensión de la tela, lo que hace que sean muy pesados.
Al llegar a San Esteban de Nogales y en la misma plaza de la Iglesia, dedicada en este caso a San Jorge, bailaron los pendones, algunos niños escalaban por ellos, y el resto de la gente danzaba y se divertía al son de las charangas que les habían acompañado. Siempre con música popular y tradicional, muy apropiada para estas ocasiones.
Después, ya por la tarde, celebraron una comida comunitaria junto al río ofrecida por el Ayuntamiento, uno de los colaboradores en la fiesta. Y, tras la comida, con juegos, bailes y otras diversiones concluyó la jornada del Día el Pendón que este año han querido celebrar los pendoneros de San Esteban de Nogales, un pueblo de la ribera del Eria, en la provincia de León, pero muy cerca de Alcubilla, que pertenece a la de Zamora.
Ojalá que, no tardando, los pueblos de los Valles de Benavente y de toda la provincia puedan celebrar este tipo de fiesta. Pero antes deben recuperar sus pendones, contando con la colaboración de las instituciones provinciales y locales, como han hecho en la provincia de León. Y es que da la impresión de que algunos se preocupan más que otros por el mantenimiento de las costumbres y tradiciones y por la defensa del legado de los antepasados.



Reportaje publicado en la Voz de Benavente y Comarca el día 19 de Julio de 2009