miércoles, 29 de julio de 2015

Pacolo, pintor de Benavente, premiado una vez más.



El domingo 26 de Julio se celebró  el XVI Certamen de Pintura Rápida Ciudad de Benavente, en el que participaron 19 personas que pasaron gran parte del día  en aquellos lugares de la ciudad que  por su interés artístico o paisajístico son merecedores de quedar reflejados o plasmados en un cuadro, pintado al óleo, con acuarela, o simplemente dibujo a lápiz.
Porque en Benavente y cercanías, como en todos los pueblos y ciudades, siempre hay lugares para los artistas: monumentos, calles, plazas, paseos, paisajes, gentes, etc.  Pero, aunque su trabajo no fuese en el exterior, en vivo, en directo y rápido, los artistas también lo hubiesen realizado con agrado y con la mayor perfección posible, pues, a su vocación por el arte, hay que suponer y añadir  su sabiduría y su capacidad imaginativa y creativa.
Uno de los participantes en el certamen fue Francisco Altier, conocido como Pacolo, pintor de Benavente, cuyo cuadro presentado al certamen fue premiado con un accésit. 
Cuadro premiado en el Certámen.
Pacolo suele participar en este y otros certámenes, locales y no locales, porque lo suyo es pintar, y siempre sale o resulta bien parado o tratado. Ha reflejado ya en sus cuadros, y no una sola vez,  todos, o casi todos, los monumentos artísticos de su ciudad, aparte de algunas calles y otros lugares. Pero también su pintura decora las paredes de algunos locales o estancias de Benavente y otras localidades.
Este año eligió, para variar, pues el pasado año fue la Iglesia de Santa María del Azogue, la Torre del Caracol, o Torreón, del Castillo y lo que él divisaba estando situado con su trípode y soporte en los jardines de la Mota Vieja, pero junto a la verja y a la sombra de un árbol. Además de la Torre del Caracol (no Torre del Homenaje como en algún medio de comunicación se ha escrito), que Pacolo veía al fondo, tenía ante sus ojos también los Cuestos, ya reparados y con nueva imagen, y también la carretera que pasa cerca. Imagen ésta muy fotografiada, pero no tanto pintada, técnica muy distinta y en la que la belleza, el contraste, la luz y los colores dependen totalmente del artista y de su saber e imaginación. Y a Pacolo le ha salido así, como han podido comprobar algunos de los amigos que le han acompañado durante casi todo el tiempo que ha tardado en pintar su cuadro. Yo mismo estuve allí al comienzo y final del mismo.
Varios amigos le acompañaron mientras pintaba...
...y él charlaba con ellos en algunos momentos.
Poco a poco, como jugando con los pinceles y las pinturas....
...completó su cuadro.
Sobre Pacolo ya publiqué un reportaje en este blog, en el que quise dejar constancia de parte de la obra ya realizada, en cuadros, o decorando muros o paneles de  algunos de los bares y cafeterías de esta ciudad, y también de otras localidades. Pero me había olvidado de su faceta educativa, hasta que un día lo visité en un local de la calle Matadero, en donde estaba pintando, al tiempo que enseñaba a dibujar, y también pintar, a algunos alumnos. Suele hacerlo más durante los meses del curso escolar y son ya muchas las personas que han asistido y aprendido su técnica pictórica. Por cierto que lo hacía muy bien, a juzgar por el  interés que los alumnos ponían y lo mucho que valoraban y apreciaban las lecciones y consejos del artista, en este caso también maestro.
El artista observa el trabajo que realiza una alumna...
... y se inclina para corregirle algún detalle.
La alumna ha completado su cuadro.
Si sus cuadros, casi todos al óleo, merecen todo nuestro respeto, admiración y valoración, no menos lo merece su persona, siempre atenta y dispuesta al saludo, acompañado de una sonrisa. Y todo ello a pesar de alguno de los sinsabores con los que la vida diaria nos sorprende a todos y a él también en algún momento. Pero Francisco Altier, Pacolo para todos los amigos y conocidos, o que conocen su pintura, sabe llevarlo muy bien y sigue pintando con agrado, pues lo suyo es vocación, y su deseo no es otro que hacer felices a quienes contemplen sus cuadros, con más o menos luces y sombras, pero siempre con variedad de colores. 
He aquí las imágenes de algunos otros cuadros, con premio o sin premio, que se encuentran en distintos locales de Benavente.  
Participando en el Certámen del año pasado, junto a la iglesia de Sta. Maria.
Cuadro premiado el pasado año. (F. Interbenav.)
Cuadro pintado por otro de los alumnos que asistían a clase.
También esta pìntura es de Pacolo.
Uno de sus últimos cuadros. Está en el bar el Mesón de Benavente.
El artista me enseña otro pequeño cuadro pintado...
...Por cierto que muy llamativo y detallista.
Pintura que decora una pared en el Mesón-Taberna D. Pablo.
Continuación de la escena anterior en dicho Mesón.
Los tres primeros personajes de la pintura del Mesón D. Pablo.


domingo, 26 de julio de 2015

Calles de Benavente: Calle Mirador Sinoga.


Se accede a ella desde la de la calle de la Sinoga, de ahí también su nombre. Está casi al final de la misma, cerca ya de la Cuesta del Río. Es una de las más cortas de la ciudad, pues tiene no más de 20 metros de longitud. Calle cerrada o sin salida, pues hacia el oeste de la misma se encuentran los Cuestos próximos a la estación. Y de ahí lo de Mirador, nombre que tiene desde hace mucho tiempo, pues acercándose a ese lugar se veía y admiraba el paisaje. De hecho muchos forasteros, que visitan Benavente, y también algunos vecinos, al ver el nombre de la calle, y para satisfacer su curiosidad, se acerca a ella y la recorren con la única finalidad de ver o comprobar si la realidad coincide con su nombre. 
Calle Mirador Sinoga, desde la calle Sinoga.
La calle desde la parte más elevada. Al fondo la calle Santa Rosa.
Pero nada más lejos de la realidad, pues una gran verja y unas puertas metálicas impiden el acceso o cercanía a los Cuestos. No obstante a través de las rejas se puede ver el paisaje e imaginar lo que se podría ver sin obstáculos. Es de suponer que la rejas tenga su sentido para evitar accidentes inesperados, como podía ocurrir cuando no existían. Y es que antiguamente sí que se podía uno acercar un poco más y divisar el panorama, por otra parte no muy distinto al que se contempla desde la Mota Vieja o desde otras partes de los Cuestos. Pero la seguridad de los ciudadanos es lo más importante.
A la izquierda las  rejas que sirven de mirador. Al lado la puerta metálica.
La casa más antigua de la calle, tal como está en la actualidad.
Parte de lo que se puede ver  tras la verja.

Casas y calles cercanas a la Estación tras las rejas.
Vega del Orbigo y del Caño de los Molinos.
Nuevos edificios junto a los Cuestos. Al fondo Torreón del Castillo.
Calle de la Estación, nuevos edificios y vega del río.
Los pocos edificios existentes en la calle son de nueva construcción, excepto la antigua casa de la familia Torres Arenas, que se mantiene igual que cuando en ella realizaban la matanza de los cerdos, cuya carne y demás productos vendían en su propia carnicería. La casa es de ladrillo y tiene una balcónada que sobresale en su fachada, desde la que también se contemplaba un buen paisaje, antes de construir el edificio que está enfrente.
Vista de la zona desde la Mota Vieja. Los Cuestos y las casas. Década de 1980.
La casa que perteneció a la familla Torres Arenas.
Balconada de la casa en una foto de hace varios años.
Parte baja de la casa que fue de la familia Torres.
Al fondo de  la calle y tras las puertas de hierro se encuentra la casa-chalet de D. Eugenio, el maestro, como se decía por todos los que desde la Mota lo contemplaban. Don Eugenio fue también durante muchos años el director del Colegio Los Salados de Benavente.
La calle ha perdido, en gran parte, el sentido que le da su nombre, pero conviene que los nombres perduren aunque solo sirvan para recordar el pasado y evidenciar los cambios que se han producido a lo largo de los años. En este caso el motivo del cambio tal vez haya sido el peligro de acercarse a los cuestos sin la debida protección, o por otras razones. Pero, como he dicho con anterioridad, son muchos los lugares de la ciudad desde los que se pueden ver, contemplar y admirar la vega y arboledas cercanas al río Órbigo y la vegetación y frondosidad que hay junto al Caño de los Molinos, el río de Benavente. Y también, aunque más alejadas, las otras vegas de los ríos de esta comarca, así como los valles, montes y montañas de las provincias de Zamora y de León.

lunes, 20 de julio de 2015

Benavente: Calle de la Sinoga.




Plano de Benavente en el siglo XV. (S. Hernández).
En el libro de Severiano Hernández El Concejo de Benavente en el siglo XV se publica un plano en el que deja constancia de la existencia de una calle de la Judería (21). Con el paso del tiempo esta calle se sustituyó por calle de la Sinoga, una variante de Sinagoga, palabra esta procedente del griego,  que significa asamblea, y también lugar de reunión  de los judíos para el ejercicio de su culto.
Próxima  a la judería estaba la iglesia de San Martín, que ya no existe en la actualidad, aunque ha dejado el nombre de una plaza, una calle y una travesía.  Y, como muy bien dice Roxana Pérez Hidalgo en un estudio realizado sobre Los Judíos de Benavente, la Sinagoga, “el más importante edificio de la judería, acabó por imponer su nombre al barrio que dependía espiritualmente de ella, a sus principales calles, Sinoga y Mirador de la Sinoga,  y últimamente también a unas escuelas. 
El barrio judío, dice Roxana, se encontraba en la periferia de la ciudad, no lejos del antiguo Castillo y junto a los cuestos en uno de los lugares más elevados del recinto urbano. No era muy extenso, pues algunos judíos vivían fuera de la judería, mezclados con la población cristiana y en casas propias o alquiladas…
Según S. Hernández en el libro citado, en 1464 vivían en la aljama de Benavente unas 200 familias, aunque incluye las aljamas de Alija, Villafáfila y Castrocalbón. Por su parte J. Muñoz Miñambres, citando otra fuente, dice que vivían en Benavente no menos de 50 familias.
Que los judíos tuvieron gran influjo e importancia en la ciudad en aquel siglo nos lo demuestran las actividades económicas que realizaban y los muchos oficios que desempeñaban. Todo ello requería un espacio en la ciudad y una población más o menos numerosa, que ocupase dicho espacio, cuyo eje central era esta calle y sus cercanías.
A la calle de la Sinoga se puede acceder desde las calles Estameñas, San Martín,  Travesía de S. Martín y Santa Rosa. También desde la calle cerrada, denominada Mirador de la Sinoga, que está frente a la de Santa Rosa. La calle termina al llegar a la Cuesta del Río.
Vista desde el centro de la calle. Al fondo la C. Estameñas.
A la derecha garajes y una vivienda, frente al Colegio.
A la derecha salida hacia la calle Travesía de San Martín.
Garajes y edificios de varias alturas
Fotografía de la calle desde cerca de la Cuesta del Río.
Hacia el centro de la misma se encuentra el que fue Colegio Público de Educación Primaria La Sinoga, que en la actualidad es una Escuela de Música. Por cierto que en la parte posterior del colegio que da a los Cuestos se realizaron, hace años, unas excavaciones con positivos resultados sobre los antiguos pobladores de la ciudad. Y es que se encontraron restos arqueológicos de la Edad del Hierro y de otras épocas.
Colegio La Sinoga, ahora Escuela de Música Pimentel.
Parte de atrás del antiguo Colegio con el patio de recreo.
Árboles y una fuente en el patio del Colegio.
Imagen antigua. A la derecha el Colegio La Sinoga.
Aunque a lo largo de la calle hay nuevos edificios de viviendas con varias plantas, sin embargo predominan las pequeñas casas, algunas incluso muy antiguas por la forma y materiales empleados. Los edificios más elevados se encuentran ya al final de la calle haciendo esquina con la Cuesta del Río.
Garajes y  casas bajas, junto a otras más elevadas
Todavía podemos ver algunas pequeñas casas unifamiliares...
...Como estas dos, con puertas muy parecidas.
En esta baja construcción hay en la actualidad un café-bar músical.
Imagen de hace años cuando el Colegio era de Educación Primaria.
Se han construido casas  nuevas y retranquedas respecto a la calle.
Edificios de varias plantas, cerca ya de la Cuesta de Río.