sábado, 30 de enero de 2010

Chimeneas


Chimeneas en Ayoó de Vidriales.

Al escribir sobre chimeneas quiero referirme principalmente a la parte exterior del tubo o conducto por el que sale el humo, procedente de una combustión, y que suele estar sobre el tejado en las antiguas viviendas populares y unifamiliares. En algunos pueblos se denomina humero. Sobre los edificios que se construyen en la actualidad vemos también abundantes chimeneas que sirven, casi siempre, no para la salida de humos, sino para la de gases, olores y ventilación de las viviendas. Pero aquí, y de modo concreto, quiero dejar constancia de su construcción y utilización en la arquitectura popular y sobre todo en el mundo rural.
Casa con dos chimeneas en Rosinos de Vidriales.
Otra calle con chimeneas en Ayoó de Vidriales.

Se utiliza también la misma palabra, con raíz en el verbo griego kaio (quemar), para referirse al lugar en el que se hace el fuego o lumbre. Se denomina también hogar o fogón, que, en las antiguas cocinas populares, estaba un poco más elevado que el piso y siempre debajo de la chimenea. El fuego procedente de la combustión de paja o leña, muchas veces palos de la vid, estaba permanentemente encendido, con potes o pucheros muy cerca, para calentar agua o preparar la comida de cada día. El fogón u hogar podía tener una campana para recoger el humo y un vasar para colocar platos, vasos, etc., de diversas formas o con variados adornos.
Al mismo tiempo el calor procedente del fogón contribuía a calentar el resto de las habitaciones de la vivienda. Cuando todo esto ocurría apenas se conocían las cocinas de carbón, denominadas económicas, ni las que funcionaban sirviéndose de los distintos gases, y mucho menos las eléctricas o vitrocerámicas, que son las más modernas en la actualidad. La evolución en las costumbres, a la par que el progreso, han hecho que la forma de vida haya cambiado y que se hayan destruido gran parte de las casas en cuyos tejados se veían llamativas chimeneas.
La chimenea se utilizó poco en la antigüedad. Los hombres prerromanos tenían en el suelo de sus chozas o cabañas el hogar, y el humo procedente del mismo salía por una abertura practicada en el techo. Los mismo ocurrió en las primitivas casas de la época romana, en las que lo más importante era el atrio, habitación de forma cuadrada o rectangular, cuyo nombre significa negro, y que nos recuerda también al hogar en el centro de las mismas y cuyo humo ennegrecía el techo. En la época imperial utilizaron mucho los braseros, al menos para calentar algunas dependencias. Fue a partir de los siglos XII y XIII cuando se empezaron a construir chimeneas con campanas variadas y muy llamativas, como se pueden ver en muchos de los monasterios existentes de aquella época.
Hay variedad de chimeneas, cuya forma, altura y tipo de construcción depende de su finalidad o necesidad en cada caso. Las distinguimos por su conducto exterior, pues no son lo mismo las de un buque que las que tenía el antiguo tren, ni las de una fábrica de gas o carbón que las de una vivienda unifamiliar o de un edificio de muchas plantas.
En pueblos de Los Valles de Benavente, no ajenos también al cambio, en los que todavía existen abundantes casas de arquitectura popular, hay tejados con chimeneas que llaman la atención por los materiales y formas de su construcción. Y conviene conocerlas antes de que nuevas viviendas, a base de ladrillo, cemento y hormigón, vayan sustituyendo a las antiguas edificaciones. De algunas de ellas sigue saliendo el humo procedente del hogar o de hornos caseros que todavía se utilizan para cocer el pan o los dulces típicos del lugar.
Tal vez sea en pueblos como Ayoó, Congosta, Rosinos, Grijalba, etc, del Valle de Vidriales en donde más y mejor se conservan algunas chimeneas antiguas. Casi todas son de adobe, revestidas de barro con paja, y con tejadillo sobre ellas, para impedir la entrada de las lluvias, pero dejando siempre huecos libres para la salida de los humos. Algunas han sido reparadas o reconstruidas por sus dueños, amantes, por lo que se ve, de la tradición y, en este caso, de la arquitectura popular. Es el caso de una muy llamativa que hay en Moratones.
Ayoó de Vidriales.
Rosinos de Vidriales.
Moratones de Vidriales.

También destacan en algunas casas antiguas de Villaferrueña y Arrabalde, pueblos estos del valle del Eria, en los que sienten respeto a la tradición. Y en otros de los demás valles de esta comarca: Olleros, Junquera, Pumarejo, etc, en el Valle del Tera y en Litos, Villanueva de las Manzanas, San Pedro de Zamudia, Pueblica etc., en el de Valverde.
Casa con chimenea en Villaferrueña.
Chimenea en ruinas. Villaferrueña.

Las hay de ladrillo, algunas con adornos o elementos decorativos, sobre todo en la parte superior. Responden a construcciones más modernas, aunque también se ven en casas de la segunda mitad del siglo XVIII o primera mitad del siglo XIX en pueblos como Castrogonzalo, Fuentes de Ropel, etc.
La forma de las chimeneas suele ser cuadrada o rectangular, sobresaliendo del tejado en la mayoría de los casos poco más de un metro, aunque pueden tener mayor altura. Y el tejadillo esta construido a una o dos aguas
Ojalá que quienes son dueños de alguna de estos edificios con chimenea, al rehabilitarlos, respeten esta construcción tan singular y tan antigua, y que llama la atención por su singularidad y también por su belleza.
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Lo publiqué en La Voz de Benavente y Comarca en el año 2006.

miércoles, 27 de enero de 2010

La Lengua Latina



Con frecuencia, al iniciar un escrito, solemos acudir a la etimología de algunas palabras, a su origen real o verdadero. Y observamos que casi todas proceden del Latín o del griego, yo diría que más del Latín. Y es que, en realidad, es así. Nuestra lengua, el castellano, junto con el gallego y catalán y las demás lenguas romances, habladas principalmente en Europa: portugués, francés, italiano, rumano y otras, proceden del Latín.
Y aún más, refiriéndonos solamente al castellano, tenemos que decir que son casi el 80% de sus palabras las que derivan del Latín, el 15% las derivadas del griego y solamente el 5% tienen otra procedencia. Además, el castellano es la lengua más extendida y una de las más habladas, ya que son más de 400 millones los que la utilizan y es posible que en el futuro sean muchos más.
Está más que justificado que acudamos y escribamos sobre el Latín, la lengua de la antigua Roma, hablada en todo el Imperio y que, a partir de los siglos IX y X, evolucionó hasta transformarse o convertirse en las lenguas romances, citadas anteriormente.
El Latín, la Lengua Latina, por lo tanto, es el origen de nuestra lengua, es la lengua madre o, diríamos mejor, la lengua padre, pues ésta es propiamente la palabra que empleamos al denominarla lengua patrimonial. Es patrimonio de todos, pertenece y forma parte de nuestro patrimonio lingüístico. Debe ser estudiada y conocida por todos, también por los que habitan en los Valles de Benavente.
Aunque, a decir verdad, ya es conocida y utilizada por muchos hablantes en la vida diaria, aún sin saber de antemano que las palabras que dicen son Latín. Si prestan atención notarán que el Latín como que conviviera con nosotros en el comercio, en la industria, en el arte, la ciencia, la literatura, etc. Es tanto el parecido existente entre algunas palabras latinas y castellanas, que apenas se distinguen. Son las palabras cultas, heredadas del Latín y transmitidas así: villa, gloria, victoria, via, etc. Otras, sin embargo, han sufrido evolución, las populares, las patrimoniales, que son más numerosas, pero es fácil ver también la relación existente entre ambas lenguas, en muchas de ellas: mensa, (mesa), herba (hierba), terra (tierra), hortum (huerto), porta (puerta), ferrum (hierro), damnum (daño), rota (rueda), regina (reina), etc., etc.
Es necesario ver cada día la importancia que tiene el léxico y su estudio para conocer mejor la cultura que nos rodea. También en esta comarca de los Valles de Benavente. Y se puede hacer a través de la vida diaria, pues utilizamos el latín en numerosas ocasiones.
Basta con que nos acerquemos a un supermercado para comprar vita (margarina o yogurt), lux (jabon de tocador), apis (tomate frito), magno (brandy) etc. Y además, decimos que vamos al super (sobre) utilizando esta preposición latina que indica que algo está por encima. En este caso, es el centro comercial, que ya no es como las pequeñas tiendas antiguas de ultramarinos, sino que se trata de un super.
Si nos detenemos después ante un kiosko de prensa vemos que los títulos de algunas de sus revistas están en Latín: quo (de qué o donde), natura (naturaleza), quercus (encina), insula (isla), TV Plus (TV más), etc.
Si vamos a alquilar o comprar un coche, allí nos encontramos con que nos ofrecen un audi, lotus, citroen Hispania, volvo, focus, un Toyota supra o un seat terra, trans o transit, etc.
En el cine no hace muchos años pudimos ver el estreno de la película Gladiator (gladiador), pero hay otras muchas más antiguas, con titulación latina: Quo vadis, Opera prima, Requiem, Golfus de Roma, Rosa rosae, etc.
Los que nos informan sobre el fultbol, al hablar de la alineación de un equipo, nos dicen con frecuencia que el entrenador ha colocado de libero (libre) a tal o cual jugador. Y el lema de los juegos olímpicos es citius, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte).
Casi todas las familias, disponen, en sus domicilios, de video (veo), de audio (oigo), de algún aparato multimedia (multus-mucho), o de otro tipo de electrodomésticos, cuyas marcas son palabras latinas: ignis (fuego) referido a una cocina, aunque también se aplique o otros; lo mismo ocurre con taurus (toro); lynx (lince) referido a lavadora, aqualock a lavavajillas, etc.
Una de las palabras cultas latinas más empleadas es via (camino, calzada) y se dice via ferrea, via pecuaria, via publica, via digital, etc. A este respecto, recordamos que se debe decir siempre Via de la Plata, al referirnos a la calzada construida por los romanos, en el siglo I d. C., desde Emerita Augusta (Mérida) a Astúrica Augusta (Astorga), que pasaba y pasa por Benavente, como ya todos los lectores conocen. Respetemos y usemos siempre la palabra via y nos dejemos de ruta, que es palabra derivada del francés route. Porque los romanos construyeron una via, una calzada, aunque posteriormente a través de ella se hiciesen rutas o itinerarios.
Por último, podemos referirnos a la Iglesia Católica, cuya lengua oficial es el Latín, aunque desde el Concilio Vaticano II se utilicen las lenguas vernáculas, las de cada país. Observamos que la utilización de palabras latinas, conocidas por todos, creyentes y no creyentes, en el uso cotidiano, es frecuente, sobre todo durante la Semana Santa u otras festividades litúrgicas. Y todo el mundo habla del Miserere, (ten piedad), o la Salve (ten salud) o sabe de qué se trata cuando oye: Te Deum, Pange lingua, Magnificat, Credo, Requiem,, etc. Lo penoso es usarlas sin saber que son Latín y más penoso todavía, sin saber su significado.
Sobre el Latín se usan expresiones, a veces en sentido peyorativo, al decir de alguien que ‘sabe hasta Latín’ o cuando se dice, no sin cierto menosprecio, 'déjanos de latines’. La verdad es que, dejando esto a un lado, lo cierto es que tenemos que afirmar que hasta las personas menos cultivadas utilizan esta lengua, muchas veces sin saberlo, como ya hemos dicho.
Con todo esto queremos hacer ver y demostrar que el Latín sigue vivo, que no es una lengua muerta como algunos la llaman, sino lengua de cultura, porque es la que nos está proporcionando el léxico del cual nos servimos todos, Podemos decir que hablamos Latín, un Latín transformado, convertido en castellano u otras lenguas. El Latín, tal como es, es un buen padre, que se resiste a desaparecer del uso, de la vida y de las cosas del entorno, como ocurre con el resto del Patrimonio heredado.

lunes, 25 de enero de 2010

Valles de Benavente. Ermitas

Rosinos de Vidriales. Ermita de El Cristo.

Cubo de Benavente. Ermita de San Marcos.



Dehesa de Rubiales. Ermita de San Juan.

Las Ermitas son edificios construidos en honor de un santo o de una virgen. Se encuentran generalmente en el campo, y algunas han sido construidas sobre yacimientos o despoblados desaparecidos, pero siempre, no lejos de los pueblos y ciudades, para que los ciudadanos, vecinos o forasteros, puedan acercarse a ellas con facilidad. Hay muchas, incluso, en lugares elevados, además de aislados y a veces inaccesibles, y casi todas están no lejos de arboledas y fuentes, para mejor celebrar sus fiestas y romerías
Abraveses de Tera. Ermita de Ntra. Sra. de las Encinas.
Brime de Urz. Ermita de San Esteban.

Tanto la palabra ermita como la de ermitaño, el que se encarga de cuidar a la ermita, derivan etimológicamente de la palabra griega eremos (desierto), y es que, en realidad, así vivían los eremitas, en el desierto, solitarios. Llamamos también eremitorio al lugar en el que existen muchas ermitas.
Las ermitas son muy numerosas por todas las partes del mundo católico. En España, por supuesto, abundan en todas las regiones y naturalmente también en nuestra Comunidad de Castilla y León, una de las que mayor patrimonio posee, tanto en edificios artísticos, yacimientos arqueológicos, monasterios, catedrales, iglesias, ermitas, etc. como en otros tipos de patrimonio, entre ellos el tradicional. Muchas tradiciones están ligadas a la cultura religiosa y entre ellas destacan las relacionadas con las ermitas y cofradías.
Solamente en la provincia de Zamora, hasta hace no muchos años, se contabilizaban 234 ermitas, algunas de ellas, más de cuarenta, se localizaban en los Valles de Benavente, de las cuales una gran parte ya no se conserva.
Las ermitas son de ordinario edificios más pequeños que la iglesias. Algunas son muy antiguas, iniciadas en los siglos XII y XIII, en estilo románico, del cual conservan todavía restos, como podemos ver en la de San Esteban de Brime de Urz, o en la de la Virgen de la Vega en Cimanes, entre otras. Pero la mayor parte fueron construidas en los siglos XVI, XVII y XVIII, en la misma época en que se construyeron casi todas las Iglesias de los pueblos respectivos. Todas tienen, sin embargo, su belleza e importancia.
La mayoría de ellas son edificios de una sola nave, de cruz latina, aunque haya algunas con tres, y la techumbre, en muchas, es de madera. En lugar de torre cuadrada o de otra forma, casi todas, lo mismo que las Iglesias, tienen Espadaña. Nos llama la atención la ubicación y localización de muchas ermitas de esta comarca que, aunque no estén lejos de los pueblos, como hemos dicho, no faltan árboles, pradera, con amplio espacio y alguna fuente cercana, imprescindible todo ello para los días de romería y otras fiestas.
Camarzana de Tera. Ermita de La Trinidad.
Olleros de Tera. Ermita de Ntra. Sra. de Agavanzal.
Granucillo de Vidriales. Ermita de San Adrián.

Aunque muchas ermitas están dedicadas a santos: San Esteban en Brime de Urz, San Adrián en Granucillo de Vidriales, etc. la mayoría, sin embargo, lo están a la Virgen María, en sus distintas advocaciones: Virgen del Carmen, en Navianos de Valverde, Virgen de la Encina en Abraveses de Tera, Virgen del Campo en Rosinos de Vidriales, Virgen de la Vega en Cimanes y Colinas de Transmonte, Ntra. Sra. de los Montes Negros en Bretó de la Ribera, La Soledad en Benavente, etc. También hay varias dedicadas a Cristo como la de Moratones, o a la Vera Cruz como la de Morales del Rey, etc. Hasta encontramos alguna dedicada a La Trinidad como la de Camarzana de Tera. En algunos pueblos el lugar en el que está la ermita se conoce como el Humilladero, señalizado a veces con una cruz para conocimiento de los devotos.
La Torre del Valle. Ermita del Cristo de la Vera Cruz.

En casi todas se venera solamente a la imagen del santo o virgen a la que están dedicadas, aunque en algunas haya imágenes de otros santos o vírgenes, de gran antigüedad e interés artístico.
Es corriente ver en las ermitas abundantes exvotos y ofrendas de todo tipo, hechas por los devotos, en agradecimiento a la virgen o al santo, por alguna gracia, favor o curación que creen haber recibido de ellos. En este aspecto la tradición popular llega a límites excesivos, sobre todos en algunos lugares.
La fiesta más importante que se celebra en las ermitas es la del día en que se conmemora la festividad de la virgen o del santo a quien están dedicadas. Es el día de la romería, que tanto atractivo tiene y que congrega a muchos ciudadanos, para asistir, tanto a los actos religiosos, como a los no religiosos.
Muchas de las ermitas existentes en Benavente y los Valles han desaparecido, lo mismo que en el resto de la provincia de Zamora y de toda España. El paso del tiempo, el abandono y la falta de atención, ha acabado con ellas. No les ha interesado, ni a las autoridades eclesiásticas, ni a las civiles, su conservación. La despoblación, junto con el coste económico que supondría su mantenimiento, ha sido la causa de dicha desaparición. Ojalá que convenios de colaboración entre la Junta de Castilla y León y los obispados, o entre las parroquias y los ayuntamientos, hagan posible la restauración y recuperación de algunas ermitas.
Porque, en verdad, algunas merecen ser conservadas y restauradas, por la antigüedad de su construcción, aunque sean del siglo XVII, XVIII o incluso del XIX, por el lugar en que están enclavadas, por su historia o la de sus cofradías, y por la tradición que se conserva en torno a ellas. Como ejemplo de ermitas desaparecidas tan solo citar a Benavente, en donde, además de la Soledad, tenía las ermitas de San Lázaro y de San Antonio Abad, en torno a las cuales había una tradición importante.

jueves, 21 de enero de 2010

Palomar de San Agustín del Pozo1.

El palomar a principios del año 2007, dejando ver su interior.

Su estado en el año 2008.


Así estaba en el mes de diciembre de 2009.

San Agustín del Pozo, este pueblo de la provincia de Zamora, está muy cerca de Villafáfila y no lejos de Villalobos, Villarrín, Tapioles, Vidayanes y otros, todos ellos con muchos y bellos palomares: cuadrados, circulares, rectangulares con tejado a una o dos aguas, con o sin patio, etc. Pero, en esta ocasión, me ha llamado la atención uno, (el que aparece en las fotografías, la última del mes de diciembre de 2009). Y no por los materiales de construcción, adobe y tapial como en casi todos, sino por las paredes de su interior, la colocación de los nidales, y los adornos que se podían ver sobre su tejado.
Desde hace tres o cuatro años, cuando, por algún motivo paso por este lugar y me acerco al palomar he visto su abandono con el consiguiente proceso de deterioro y destrucción. Las lluvias, humedades y otros agentes están acabando con él.
Al parecer su dueño no ha solicitado ayuda para su rehabilitación, ni a nadie se le ha ocurrido hacerlo. Y es que, aunque es arquitectura popular tradicional que se debe proteger, son muchos los palomares existentes en toda Castilla y León y no será posible hacerlo con todos. Pero este de San Agustín del Pozo era algo especial por dentro y por fuera, como nos muestran las fotografías, que serán, en el futuro, el único testimonio del mismo.
Detalle de su construcción, con parte del tejado y los adornos.

Su destrucción ha sido lenta, pero segura, una vez que sus habitantes, las palomas, lo abandonaron y su dueño dejó de prestar atención al edificio. Ojalá que cada vez sean menos los palomares que, construidos con barro, adobes o tapial, por albañiles locales casi siempre, pero con gran imaginación y maestría, sean dejados de la mano del hombre y por ello destinados a correr la peor suerte.

lunes, 18 de enero de 2010

Museos

Un grupo de piezas del tesoro de Arrabalde.

Torque. Tesoro de Arrabalde.
Pendiente. Tesoro de Arrabalde.

Brazalete. Tesoro de Arrabalde.


Ara de Castrogonzalo.

Detalle de mosaico. Villa de Requejo.

Detalle de mosaico. Villa de Requejo.

Excavación en la villa romana de Requejo. Santa Cristina de la Polvorosa.

La palabra museo, que tan bien suena y tanto contenido alberga, es de origen grecolatino mousa/musa,(musa), como casi todas las que usamos en castellano. Las musas, nueve según la tradición más corriente, eran en la antigua mitología las inspiradoras de la poesía, pero pronto, como divinidades menores, fueron protectoras y pasaron a presidir las artes, las letras, las ciencias y, en general, el pensamiento en todas sus formas: historia, astronomía, física, filosofía, canto, teatro, danza, etc.
La palabra ya es bella por el hecho de proceder de musa, lo mismo que lo es la palabra música y la que aplicamos a quien la interpreta, el músico.
Un museo es, como todo el mundo sabe, el lugar en el que se guardan los objetos de interés relacionados con las artes y las ciencias, pero también el lugar en donde se estudian dichos objetos. Existe gran variedad de museos como varia es la ciencia y muchos los tipos y estilos de arte. Los hay arqueológicos, de pintura o escultura, de ciencias naturales, de tecnología, etnográficos, religiosos, civiles, militares, etc. etc.
Y, desde otro punto de vista, hay museos internacionales, nacionales, regionales, provinciales, comarcales y locales, dedicados cada uno a alguno de los aspectos citados.
A los Amigos del Patrimonio siempre nos ha llamado la atención que esta ciudad o comarca de los Valles de Benavente sea una de las pocas existentes en España en la que no exista algún tipo de museo. Un museo que podía ser fundamentalmente arqueológico, dada la abundancia de yacimientos y hallazgos de que se dispone, procedentes de las numerosas excavaciones realizadas en los pueblos de los Valles en la década de los años 1980-1995 y también posteriormente. Todo ello podía haber servido, no sólo para llenar las estanterías o vitrinas del museo provincial, sino también para la creación del museo de Los Valles de Benavente.
En nuestro recorrido regional, sin embargo, sí nos hemos encontrado con museos en ciudades o localidades, algunas de menor entidad de población y riqueza que Benavente y que los pueblos de los Valles. Y así, hemos visitado museos en Ponferrada, (uno de ellos el Museo del Bierzo), en Cacabelos (Museo Arqueológico), en Medina del Campo (Museo de las Ferias), en Tordesillas (Taller y museo del Bordado, aparte de otros) etc. Encontramos también museos en localidades menores como Urueña, Villagarcía de Campos, Medina de Rioseco, Sahagún, etc. y, hasta en Villafáfila, se puede visitar un pequeño museo religioso parroquial. Esto, sin alejarnos demasiado, pero en toda Castilla y León y en las demás comunidades proliferan los museos de todo tipo, cada uno dedicado a un aspecto o especialidad, pero todos contribuyendo a que los visitantes conozcan mejor el patrimonio de la ciudad y de la zona en la que están ubicados.
¿Qué ha ocurrido con Benavente y los Valles? ¿De quién es la culpa? ¿Quien ha impedido la instalación de algún museo? Si ha sido la capital de la provincia o sus dirigentes, no sólo políticos sino también intelectuales, historiadores, arqueólogos y quienes están al frente de estos temas, flaco servicio han hecho a la provincia y a sus ciudadanos, que es a quienes debe dirigirse cualquier actuación de este tipo, como de otros. Máxime cuando Los Valles de Benavente, como ya hemos dicho, han proporcionado suficientes hallazgos y abundante obra para su creación. Y estas obras de arte y hallazgos arqueológicos pertenecen a todos, son patrimonio de todos, también de los ciudadanos de esta comarca, que han querido siempre tener el museo lo más cerca posible del lugar en el que habitan. Así debe ser y así se ha hecho en otras provincias.
Los habitantes de Benavente y los Valles no se oponen a la creación o a la existencia de museos en la capital de su provincia, pero ven factible y comprensible que también lo haya en otras localidades importantes como Benavente. Y no se explican por qué razón, después de pedirlo durante tantos años, todavía no se cuenta con él.
Porque, además, ocurre lo siguiente. Benavente y Los Valles no disponen de Museo, pero si Udes. visitan el museo de Zamora, observarán que el ochenta por ciento de lo que allí se expone, no quisiera ser exagerado, son piezas arqueológicas pertenecientes a los períodos prerromano, romano y visigodo, principalmente. Y la mayor parte de ellas, proceden o pertenecen a yacimientos enclavados y excavados en los Valles de Benavente. Increíble, pero cierto. Y las piezas expuestas son muy pocas comparándolas con las que existen en los almacenes de dicho museo. Sería, pues, muy razonable, que la creación de un museo en Benavente contase con fondos del museo provincial, pues gran parte de ellos proceden de Los Valles.
Los Amigos del Patrimonio no se explican ni entienden por qué razón aquí no se han puesto los medios necesarios para crear un Museo Comarcal o Museo de los Valles, como quiera denominarse. Porque este museo, ubicado en Benavente, estaría en el centro de una comarca muy rica en patrimonio, principalmente arqueológico, y además sería el museo que quieren los habitantes de Arrabalde para tener y contemplar más de cerca, sino todas las piezas, sí algunas de los famosos tesoros encontrados en su castro Las Labradas; y también lo que quieren los de Megar de Tera, para ver cómo eran las piezas de cerámica de paredes finas, que se cocían en el horno del alfar aparecido junto al río; o los de Santa Cristina de la Polvorosa, para poder admirar algunos de los mosaicos romanos de la villa de Requejo; o los de Manganeses de la Polvorosa, para ver piezas originales y llamativas de cerámica de la Edad del hierro y Celtibéricas, halladas en La Corona-El Pesadero; o los de Santibañez y Rosinos de Vidriales, que fueron los primeros en encontrar restos romanos, lápidas, esculturas, monedas y abundante cerámica sigillata y común en las tierras que cultivaban y que hoy ocupa el campamento romano Petavonium; o los de Morales del Rey, Granucillo de Vidriales y Arrabalde para ver qué utensilios se encontraron en los dólmenes de su localidad, que fueron excavados ya hace mucho tiempo; o los de otros muchos pueblos de los Valles, cuyos nombres figuran en los manuales de arqueología, en citas relacionadas con hallazgos, que son totalmente desconocidos para sus habitantes. Desconocimiento motivado, en parte, por no tener un museo cerca de sus pueblos, como sería si se instalase en Benavente, centro neurálgico de la comarca, a donde acuden con frecuencia, algunos semanalmente, a sus mercados y también a sus fiestas, al teatro, a los lugares diversión etc. Es aquí donde podían con más facilidad visitar el museo y conocer mejor su patrimonio.

Publiqué este artículo, hace ya varios años, en el semanario local La Voz de Benavente y Comarca.

viernes, 15 de enero de 2010

San Antón y el Cerdo de Espasante

El cerdo junto a la ermita de San Antón en Espasante (La Coruña)


El cerdo bebiendo agua en la fuente del pueblo.

Durmiendo tranquilamente junto a un coche en una calle del pueblo.


Espasante es un pequeño pueblo de la costa coruñesa, turístico como todos, en el que se mantiene la tradición del marranillo o cerdo de San Antón, lo mismo que ocurre en La Alberca, una de las localidades más visitadas de la provincia de Salamanca. Esta misma tradición parece ser que existió también en algunos pueblos de esta comarca de Los Valles de Benavente. Se lo cuento aquí y ahora, con motivo de la festividad del santo, para que sirva de recuerdo para unos y de conocimiento para otros.
Hace ya varios años que pasé unos días en Espasante. Mi sorpresa y admiración, ya el primer día de estancia, fue el ver un cerdo, de tamaño mediano, paseando por sus calles y plazas, lo mismo que los demás ciudadanos, vecinos o advenedizos a la localidad. En seguida recordé la tradición del cerdo, marrano o marranillo de San Antón, tradición frecuente también por estas tierras, aunque ya desaparecida. Al encontrarse la ermita del santo cerca del lugar en el que yo residía, me permitió verlo todos los días, e incluso, deliberadamente, acompañarlo a veces en sus andanzas callejeras y en su vivir diario.
El cerdo tenía organizada su vida. Lo aprendió de pequeño, pues siendo pequeño es cuando lo compra la cofradía y lo deja suelto por el pueblo, no sin antes domesticarlo, es decir, habituarle e indicarle los sitios en los que más fácilmente puede ser alimentado y el lugar de descanso nocturno. Precisamente hacía ésto junto a la ermita de San Antón, para sentirse más protegido por el santo.
Comenzaba muy temprano su recorrido por la calles, coincidiendo casi siempre con la apertura de los bares y cafeterías, a los que él se acercaba e incluso entraba dentro, para que sus dueños se vieran en la obligación de atenderlo. Pero nadie lo tenía como obligación, sino todo lo contrario, era a San Antón a quien se atiendía y se veneraba. Y su cerdo recibía todo tipo de atenciones, en el desayuno, comida o cena. Nadie lo dudaba, todos lo tenían bien asumido.
También comía por la calle a lo largo del día, pues no faltaba gente que le llevaba comida, allí donde estuviese, tanto niños como mayores, vecinos del pueblo, o turistas españoles o extranjeros. El cerdo oía lo que le decían en varios idiomas, aunque sólo entendiese las cosas en el suyo. Tenía especial simpatía por los niños y ellos por él. En verdad, es a los niños a los que más llamaba la atención, al verlo por las calles, a su aire. Convivía y, en ocasiones, hasta jugaba con ellos.
Cuando tenía sed se acercaba a la fuente, muy cerca también de la ermita, y allí bebía agua, e incluso refrescaba su cuerpo bajo el chorro del caño. Pero en el mes de Agosto hacía mucho calor en Espasante y el cerdo se permitía también el lujo de acercarse todos los días a la playa, (además lo hacía en las horas clave, cuando había más calor y era mayor la concurrencia), para darse un baño en el mar, no sin antes haberse revolcado en la arena, mientras era observado atentamente por los mayores y sobre todo por los niños, que son los que más disfrutan con él y quienes, después del baño, le ofrecían golosinas.
Aunque durante el día tenía ya elegidos sus lugares para descansar, cuando llegaba la tarde se iba acercando poco a poco a la ermita del santo junto a la cual la cofradía le tenía preparado un cobertizo para pasar la noche.
Así pasaba los días el cerdo de Espasante. La cofradía lo había comprado hace aproximadamente un año y desde pequeño andaba suelto por las calles del pueblo, cuidado y alimentado por todos, y mucho más por los amantes de los animales y conocedores de esta tradición. Y, cuando llega la fiesta de San Antón, la cofradía lo subasta y, con el beneficio obtenido, atienden y cuidan su ermita, y pueden comprar otro cerdo con la misma finalidad, seguir celebrando la fiesta del santo y sobre todo, hacer lo posible para que esta tradición no desaparezca.
Lo mismo ocurre en La Alberca, este bello y turístico municipio de la provincia de Salamanca, situado no lejos de la Peña de Francia y muy cerca de Las Batuecas. Aquí hay más tradición porcina que en Galicia, si cabe, y el cerdo que deambula es de los de raza ibérica, negro y de buenas proporciones, aunque esto depende de la época del año en la que se le vea. La tradición es ancestral y el pueblo cuenta ya con un monumento en piedra dedicado a él.
El cerdo de La Alberca, aunque tenga otro color y no pueda disfrutar del baño en el mar, sí dispone de las abundantes y cristalinas aguas que manan de las varias fuentes existentes en el pueblo. Pero de lo que más disfruta, como el de Espasante, es del agasajo y atención de los turistas que continuamente llegan para verlo y conocer el pueblo. Él sabe muy bien que el lugar más importante para la cita es la Plaza Mayor y por allí aparece todos los días, esperando recibir también algo de lo que le ofrecen, tanto niños, como mayores. Como que el cerdo fuese de todos y todos tuviesen que contribuir a su alimentación. Y en verdad así es, hasta que al finalizar el año, por las vísperas de San Antón, tiene lugar la rifa o subasta y pasará a ser propiedad del ganador, que decidirá sobre su vida y su final. La cofradía dedicará los beneficios de dicha subasta para el culto al santo y para comprar un nuevo marrano, que a partir de la fiesta volverá a deambular por las calles de La Alberca.
Por estas tierras próximas a Benavente, en donde más tiempo se mantuvo la tradición fue en Villanueva del Campo. Pero, en la actualidad, lo compran ya cebado para la subasta y evitan así dejarlo a su aire y que se exponga, si no a necesidades alimenticias, sí a otras preocupaciones relacionadas con la falta de atención al animal, o con molestias a los ciudadanos.
El cerdo o marrano de San Antón es para algunos símbolo de vida y también de caridad, la que se practica primero para con él, al colaborar todos en su crianza, y después de matado, la suya para con los demás, al servirles de alimento. Aquí tenían y tienen cabida, de modo especial, los pobres y necesitados, pues, en la antigüedad, era con la carne de este animal con la que más se ejercía la caridad. Hoy también es costumbre regalar algo, cuando en las familias se realiza la matanza.
Para otros, sin embargo, el cerdo ambulante y libre por el pueblo es muestra o manifestación de que allí se venera al santo, que estaría en él representado.
Los amantes de la tradiciones creen que sería un buen momento para que, en aquellos pueblos en los que exista ermita o cofradía de San Antón, se piense en la posibilidad de introducir de nuevo esta tradición, que contribuiría a animar la vida del pueblo y de sus habitantes. Al mismo tiempo constituiría un motivo de atracción para los forasteros. El mayor problema lo crearía la despoblación más que la desatención, pues por aquí son muchos los que conocen y aman el oficio. Por otra parte, no le faltaría cobijo, y menos, alimento. Podía pasear o andar libremente, además de por las calles del pueblo, por las tierras próximas al mismo, en donde siempre se encontraría con algo. Lo que sí habría que asumir por parte de todos es que el cerdo de San Antón, tiene que ser respetado, querido y cuidado durante todo el año.


miércoles, 13 de enero de 2010

Ramos leoneses. Exposición.

El Ramo a San Antonio de Padua de Santa Colomba de las Monjas, pueblo de los Valles de Benavente, en una de las salas.

Ramo de Navidad. Ayuntamiento de León.

Ramo a la Virgen de los Remedios. Cea.

Ramo a la Virgen del Carmen (el segundo) de Gordaliza del Pino, junto a otros.

Ramos de cera de la comarca de Omaña

Ramo de Navidad de Eslonza.

Ramo a Santo Tomás. Valdesogo de Abajo.

Ramo de Navidad de Villlobar.

Del 17 de Diciembre de 2009 al 5 de enero de 2010 se celebró en la ciudad de León una Exposición de Ramos. Aunque los más numerosos eran los de Navidad, que se cantaban y cantan durante los días de Nochebuena, Año nuevo y Reyes, también pudimos ver algunos ofrecidos a santos, santas, vírgenes y cristos, patronos o no patronos de los distintos pueblos.
El Ramo que, en su origen, era natural, una rama o un pequeño árbol, símbolos del espíritu vegetal, en donde se colgaban diversos objetos como adorno y ofrenda, poco a poco fue cambiando hacia formas más sofisticadas. Se sustituyó la rama natural por un armazón de madera, sobre un mástil para su izado y transporte procesional, y se fue adornando y engalanando con pañuelos de seda, cintas de colores, roscas, rosquillas, manzanas, naranjas y otras ofrendas. En el vértice y en los listones superiores se colocaron un número variable de velas, (así ocurre en los ramos leoneses de Navidad de Omaña y algunas otras comarcas), casi siempre impar (cinco, siete o nueve). A veces aparecen 12, tantas como eran los apóstoles o son los meses del año. En otros lugares y en los Ramos que se cantan en la primavera y en el verano lo que se colocaba y se coloca son ramos de flores, como ocurre en los Valles de Benavente.
Existen variedad de Ramos, tanto por la forma de su armazón de madera, como por los adornos que llevan y, por supuesto, por texto a quien se ofrecen y cantan.
En la Exposición pudimos ver y admirar más de 45 ejemplares de las distintas comarcas de León, una gran parte de ellos de Navidad y algunos de novia y de boda. Los había de la Maragatería y La Valduerna, todos ellos de gran colorido; del Bierzo, que destacaban por su sencillez; del Páramo y Comarca de Sahagún, con tela blanca y rosquillas sobre ella; de la Sobarribas y Vegas del Condado, con los variados y llamativos pañuelos de colores que los adornaban; y de Omaña, como verdaderos tenebrarios con velas, adornados con papelillos de colores, etc.
Pero también había varios dedicados a vírgenes como la de El Carmen en Gordaliza del Pino, la Virgen de las Candelas en Cea y la virgen de la Carballeda en Val de San Lorenzo. A cristos como el de la Vera Cruz de Rabanal del Camino. Y a santos como Santiago en Torneros de la Valdería, san Blas en la Sobarriba, san José en Páramo, santo Tomás en Valdesogo, San Miguel Arcángel en Cobreros del Río, san Isidro en Armellada, etc.
Y en representación de otras comarcas de las provincias del Reino de León pudimos ver expuesto el Ramo que las mujeres de Santa Colomba de Las Monjas, pueblo de la comarca de los Valles de Benavente, cantan y ofrecen a San Antonio de Padua el día 13 de Junio. El Ramo de Santa Colomba destacó entre todos por sus adornos, grandes y llamativas roscas, flores rojas y cintas de colores, y también por la antigüedad del texto utilizado, nada menos que del año 1936, cuya autora, Socorro Zurrón, a sus 90 años aún vive y disfruta como nadie de la fiesta.
Los organizadores mostraron su agradecimiento a todos los que colaboraron e hicieron posible la celebración de la exposición, dedicando un tiempo a la preparación detallada de cada uno de los ramos, con los adornos correspondientes.
Por comarcas, o concretamente cada ramo, tenía un panel explicativo de sus características, sus adornos y la fecha de celebración. E incluso un resumen de algunos de los versos de texto que se cantaba. La celebración, si es o era por Navidad, solía hacerse el día de Nochebuena, Año Nuevo o Reyes, según la costumbre de cada pueblo. Y si se trata del ramo a un santo, cristo o virgen, patrono o no patrono del pueblo, era el día de su fiesta durante la misa, por la mañana, o por la tarde, si se reza el rosario y siempre antes o después de celebrarse la procesión por las calles del pueblo.
Los textos, lógicamente, hacen alusión al momento religioso que se conmemora: Nacimiento de Jesús o adoración de los Reyes, etc. si es en Navidad, y vida y milagros si se trata de santos o vírgenes.
Como un acto cultural más, y de modo paralelo, a las 19 horas de cada uno de los días, en los que se celebró la Exposición, coros de colegios, parroquias y asociaciones de la ciudad y de algunos pueblos, cantaron Ramos de Navidad en distintos lugares, contribuyendo con ello a un mayor realce de las fiestas navideñas. Actuaron entre otros los coros de los Colegios La Virgen Blanca, La Palomera y Ponce de León; los de las parroquias de San Roque de Armunia y de Fresno de la Vega; el de la Asociación de Velilla de la Reina y los coros de personas mayores de Puente Castro y del barrio Mariano Andrés.
Los organizadores de la Exposición, cuyo patrocinio corrió a cargo del Ayuntamiento de León, mostraron al final de la misma su agradecimiento a todas aquellas personas, sin cuya ayuda no hubiese sido posible, entre las que incluyeron a las mujeres de Santa Colomba que amablemente dedicaron un tiempo a la preparación de su Ramo. Y entre los libros citados y que utilizaron para la preparación, se incluía Las Fiestas de los Ramos en los Valles de Benavente, que publicamos y presentamos el verano pasado durante la celebración de la Feria del Libro.
Durante los días de la Navidad, León ha vivido y recordado una antigua tradición que sigue muy arraigada en muchos de sus pueblos: El cántico y ofrecimiento del Ramo. Y una prueba de que la tradición cada vez se extiende más y se vive más intensamente es que, poco a poco, el típico árbol de Navidad de pino, abeto, etc. se va sustituyendo por un Ramo parecido a los que hemos visto en la Exposición. De hecho muchos comercios y oficinas bancarias lo han mostrado en sus escaparates. También se han podido ver en numerosos hogares. Y es que la tradición manda, sobre todo si se trata de algo que destaca no sólo por su antigüedad, sino también por su belleza.
Ojalá que ocurra lo mismo en los pueblos de los Valles de Benavente en donde se mantiene e incluso se está revalorizando esta fiesta de los Ramos, cargada de cantos y ofrendas. Y que pronto se pueda celebrar un Exposición parecida, que sería sin duda alguna del agrado de los visitantes.

Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 10 de Enero de 2010

domingo, 10 de enero de 2010

Refranes y dichos sobre Benavente



El refrán es una sentencia, casi siempre breve, de carácter didáctico o moral, que se ha transmitido oralmente, y también por escrito, a través de los siglos. Su temática es tan amplia como la vida misma. En efecto, hay refranes de todo y para todo, referidos a personas, costumbres, actividades, oficios, acontecimientos, ciudades y pueblos, etc. También los tenemos referidos a Benavente y los pueblos de su comarca.
Los refranes adquirieron gran auge a partir del siglo XVI, que es cuando comienzan a aparecer los refraneros y otros libros en los que abundan las citas y la utilización de los mismos. Esto no quiere decir que su origen no sea mucho más antiguo. Tenemos incluso que remontarnos hasta la época clásica, pues los griegos y latinos se sirvieron también de ellos y de las fábulas, con las que tienen relación, en su literatura.
Se considera a los refranes como expresión de la sabiduría popular y casi todos son didácticos y aleccionadores. Se nos presentan en forma breve, con muy pocos versos o frases y con rima asonante.
Los dichos populares, en cambio, tienen una misión más descriptiva e informativa sobre una situación determinada, aunque también lo hagan en forma breve y sencilla. Pero, aunque, lo mismo que los refranes, nos muestren agudeza e ingenio, carecen, en general, de ese carácter moral, didáctico y aleccionador de los primeros.
Gran parte de los refranes y dichos existentes, aunque antiguos, tienen un origen popular. Muchos han sido creados por personas anónimas, de los mismos pueblos y ciudades en los que se utilizan, de ahí las distintas variantes que presentan. Otros pertenecen a autores literarios importantes y los podemos ver, al leer sus obras. Pero ninguno de ellos carece de esa agudeza e ingenio de que hemos hablado. En ocasiones son una crítica a personas, instituciones o pueblos. Los refranes y los dichos nos sorprenden, nos distraen y entretienen y, muchas veces, son motivo de hilaridad.
La palabra Benavente coincide o tiene la suerte de terminar en -ente y rimar, además de con gente, con Crevillente, Villarente, Onteniente o Carcagente, y con otros pueblos y ciudades de habla hispana. Vamos a hacer un breve recorrido por algunos refranes o dichos referidos a Benavente y en otra ocasión haremos el recorrido por la comarca. Nos servirá de ayuda el Refranero Geográfico Zamorano de Luis Cortés y otros refraneros más clásicos.
1.- Si un forastero llega a Benavente y recuerda, en broma o en serio, ante sus amigos o conocidos de la ciudad, el famoso dicho:
Benavente, buena villa, pero mala gente o alguna de sus variantes, como nos muestran otros autores: buena tierra, pero mala gente o mala villa y peor gente o buen vino y mala gente, en seguida será contestado por sus acompañantes, nativos ellos, y amantes lógicamente de su ciudad, diciéndole:

El que lo dice miente,
que si buena es la villa,
mejor es la gente.

Y todos tan amigos. Lo mismo que pasaría a los de Crevillente o Carcagente, si se les aplica el mismo dicho.

2.- Otros refranes o dichos, sin embargo, contribuyen a informar, dar realce y propagar las maravillas de las ciudades. En este aspecto Benavente aparece junto a León, Toledo, Burgos, Écija y Villalón, en los siguientes versos:

Campanas las de Toledo,
Catedral la de León,
Reloj el de Benavente
Y Rollo el de Villalón.

Parece ser que el reloj que había en la torre de la desaparecida Iglesia de San Juan de los Caballeros tenía mucha importancia. Después pasó a la Iglesia de Santa María del Azogue, hasta su desaparición. Hoy ha sido sustituido por otro que, aunque no sea el mismo, sigue tocando puntualmente las horas, medias y cuartos como lo hacía el antiguo, aunque no tan sonora y rítmicamente.
También sobre estos versos hay variantes recogidas por autores y que figuran en algunos refraneros:

Chapiteles los de Burgos,
Vidrieras las de León,
Reloj el de Benavente
Y Rollo el de Villalón..

o esta otra más amplia que dice:

Cuatro cosas hay en España
que son excelentes, y son:
las campanas de Toledo,
el reloj de Benavente,
el rollo de Écija
y el rollo de Villalón.

3.- Los refranes, hemos dicho, nos muestran agudeza e ingenio, el de las personas que los crean y el de aquellas que los usan en el momento apropiado. Pero también critican hechos o acontecimientos, e incluso a personas o lugares determinados. Y también muestran, como no, alabanzas.
Sobre los Condes de Benavente, los Pimenteles, hay algunos refranes con cierta agudeza:

La comida de los Pimenteles,
rojos pimientos en blancos manteles.

O este citado por otro autor:

En la casa de los Pimenteles,
unos pimientos sobre manteles;
y en la de Sancho Sánchez,
salmones y faisanes.

4.- En algunos refranes o dichos se relaciona y se compara a la ciudad con localidades próximas. También de ello tenemos ejemplos por estos lares:

Benavente se queja,
la Puebla llora,
pobre La Bañeza,
que queda sola.

O este otro, en el aparecen otros pueblos:

En Benavente hay un árbol,
en la Puebla están las hojas
y en el pueblo de Castellanos,
la flor de mozos y mozas.

Podíamos seguir refiriéndonos a otros muchos dichos o refranes sobre Benavente, pero tenemos que dar fin al comentario, no sin citar los siguientes:

El mucho frío existente en esta ciudad del Norte se expresa en el siguiente verso:

Hasta el 40 de Mayo no te quites el sayo y si es en Benavente hasta el 47.

Como una señal más de que aquí se practicaba y se practica el juego, no sólo el de las chapas y otros propios de la Semana Santa, sino también, parece ser, que el de el mus, a alguien se le ocurrió:

La mano gana cinco y pierde veinte,
dicen los de Benavente.

5.- En una ciudad, famosa por sus ferias y mercados, no podían faltar dichos y refranes relacionados con dichas actividades, siendo protagonistas los vendedores y compradores e incluso los mismos animales. Pero también aparece la imaginación popular en algunos de ellos, con la única y sana intención de invitarnos a la risa. He aquí un ejemplo:

A mi novia la llevé
a la feria a Benavente
y no la pude vender,
porque le faltaba un diente.

En esta ocasión las y los de Benavente no suelen dar contestación, aunque sí sonríen. Saben muy bien, como ocurría en el primer ejemplo, que lo mismo pasaría si el creador, o quien lo dice, se va de visita a la feria de Villarente o Crevillente o de las otras localidades de España que terminen con rima parecida. La mejor respuesta, en este y en otros casos, debe ser la sonrisa, que es lo que en el fondo pretende quien lo dice y que es lo más saludable y conveniente.

Publicado en Brigecio 15, revista del C.E.B. Ledo del Pozo. Año 2005.

sábado, 9 de enero de 2010

Fuentes

Fuente en Brime de Sog

En Santibáñez de Vidriales

En Rosinos de Vidriales

En Pozuelo de Vidriales

En Villaobispo de Vidriales. Foto año 2001.


Fuente romana de San Pedro de la Viña

En algunas calles o plazas de nuestros pueblos y ciudades nos encontramos todavía con fuentes, con manantiales de agua, desde hace mucho tiempo, y que presentan una construcción antigua. En los Valles de Benavente se advierte de manera especial. Los ciudadanos se siguen aprovechando de sus aguas, tanto para ellos, como para sus domicilios y ganados.
Los Amigos del Patrimonio se lamentan de la destrucción o no aprovechamiento de algunas de esas fuentes, y más tratándose de fuentes de indudable importancia arquitectónica, arqueológica, artística e histórica, además de saludables por las propiedades de sus aguas. Las fuentes a las que me refiero son también testigos o testimonios del pasado, pues nos proporcionan datos sobre la forma de vida y costumbre de los habitantes de esas localidades.
Los topónimos de muchos pueblos proceden de la palabra latina fons, fontis (fuente), que puede adoptar las formas de Fonte- Font- Fon- o Fuente y son muchos los que hay en todas las regiones de España, tan abundantes como las fuentes que existen en ellos. Algunos pueblos de los Valles también lo toman, como Fuente Encalada en el Valle de Vidriales, Fuentes de Ropel, en el valle del Cea, etc. Esto nos indica que la población pudo originarse o agruparse en un lugar en el que existía una fuente.
Cuando en las viviendas no existía el agua corriente se acudía a por agua a la fuente, que se convertía en lugar de reunión y de charla. Aquí se intercambiaban las noticias y los chismes que circulaban por el pueblo o los pueblos limítrofes. La fuente tenía una función social, servía para las relaciones interpersonales, además de para proveerse del agua. Y el agua precisamente se llevaba a las casas antiguamente en recipientes cerámicos, como botijos, cántaros y cántaras, jarros y jarras, cazuelas y pucheros, etc., fabricados por los alfareros que trabajaban en muchos pueblos de nuestras provincias.
Pero había algunas fuentes cuyas aguas se consideraban medicinales, bien por ser ferruginosas o contener otras minerales con distintas propiedades Una de las más destacadas, y que nos sirve de ejemplo, es la fuente mineral de Benavente, que estaba en la antigua Pradera y sobre la que hemos escrito en otras ocasiones. Podía seguir considerándose, como la consideraron en alguna época, manantial de salud y prosperidad. Ahí queda eso, como un proyecto más para el desarrollo de esta zona.
De las abundantes fuentes que encontramos en los Valles de Benavente quiero referirme y recordar aquí las que existen en el Valle de Vidriales que, desde hace ya varios años, debidamente restauradas o reparadas, han dado pie u origen a una ruta turística que han denominado, con acierto, Ruta de las Fuentes de Vidriales y que los Amigos del Patrimonio pueden hacer, cuando el tiempo se lo permita, a pie, en bicicleta o en coche. Seguro que les gustará, pues, además de las fuentes, podrán visitar o admirar otros lugares.
Los pueblos de la citada ruta, con fuente, son: Villaobispo de Vidriales, Rosinos de Vidriales, Santibáñez de Vidriales, Pozuelo de Vidriales, Brime de Sog y San Pedro de la Viña. Se encontrarán con fuentes romanas, medievales y de épocas posteriores, predominando las de los siglos XVII y XVIII, coincidiendo su construcción con la de otros edificios del pueblo y, generalmente, con su poblamiento.
Entre ellas quiero destacar la fuente romana de San Pedro de la Viña, (ver fotografía) debidamente restaurada por Patrimonio y protegida de las inclemencias del tiempo con una cubierta o estructura metálica. Esto se ha hecho así por la importancia que tiene el mantener in situ y en el mejor estado este pequeño, pero importante, monumento romano de los siglos II ó III d. C. Es testigo de la historia y testimonio del pasado.
La actuación realizada en la fuente de San Pedro de la Viña habría que extenderla a otras muchas fuentes de los Valles, sean romanas, medievales o incluso de época posterior, siempre que por las características de su construcción mereciese la pena su conservación.

domingo, 3 de enero de 2010

Espadañas

Espadaña de la iglesia de Mozar de Valverde

Brime de Urz. Ermita de San Esteban

Grijalba de Vidriales

Cunquilla de Vidriales

Quintanilla de Urz

Alcubilla de Nogales


Granucillo de Vidriales

Bretó de la Ribera

Brime de Sog

Al recorrer los Valles de Benavente nos encontramos con que muchas de sus iglesias, en lugar de torres cuadradas o de otro tipo, disponen de Espadañas, en cuyos ventanales se colocan las campanas, que se tocan, no solo para anunciar la hora de la Santa Misa, sino también para convocar a los vecinos a cualquier otro acontecimiento de tipo civil o religioso. Los tipos y formas de construcción de las Espadañas son muy variados: las hay de uno, dos, tres o más ventanales, con mayor o menor abertura; terminando en forma triangular o cuadrada; construidas en piedra o en ladrillo; de estilo románico, gótico o pertenecientes a épocas en las que predominaban otros estilos; con más o menos adornos en sus muros, etc., pero todas de singular belleza.
Las de los Valles son, en general, de piedra, naturalmente era el material que más cercano encontraron para su construcción; la cercana sierra de Carpurias proporcionaría la necesaria y abundante piedra a las del Valle de Vidriales y del Eria y la piedra de la Sierra de las Cavernas serviría para la construcción de las del Valle de Valverde y del Valle del Tera, que están más próximos; casi todas terminan en punta y tienen tres ventanales, de distinta abertura, para las varias campanas, que en cada caso se utilizaban; están situadas, de ordinario, en el lugar más elevado del pueblo, por lo que destacan desde lejos; tiene la mayor parte de ellas una escalera exterior, sólida y estrecha, al lado del muro de la Espadaña, para subir a tocar las campanas o contemplar, en panorámica, a todo el pueblo desde lo alto.
En otras regiones o comarcas, en lugar de Espadañas, nos encontramos con torres de ladrillo o de piedra y también de diversos estilos. De ladrillo son casi todas las que vemos a partir de Valderas, Mayorga y sobre todo Sahagún, ya en las proximidades con la tierra de Campos. Sahagún es conocida por esto precisamente, por sus iglesias y torres de ladrillo, como ciudad del mudéjar. Pero también lo son localidades próximas a Sahagún, de menor entidad de población y que entran a formar parte de la llamada Ruta del Mudejar, como Sahelices, Monasterio de Vega, Melgar de Arriba y Melgar de Abajo, al sur del río Cea, y por la parte norte de dicho río, Gordaliza del Pino, Vallecillo, San Miguel de Montañán y Joarilla de las Matas. En todos estos pueblos se han llevado a cabo obras de restauración o reparación de sus torres y su iluminación, lo que ha dado origen a esas rutas turísticas de gran interés.
Las Espadañas de los Valles de Benavente se deben reparar o reconstruir también, para que puedan ser contempladas por los visitantes de dichos Valles, ya que en dicha visita se encontrarán con otros atractivos.
Si Udes. hacen un recorrido por un valle como el de Vidriales verán las Espadañas de Colinas de Transmonte, Quintanilla de Urz y Brime de Urz (Iglesia y ermita), Granucillo, Moratones, etc. Pero, al pasar por Cunquilla de Vidriales, sólo verán la mitad de la Espadaña. Podrán visitar su iglesia y ver la portada románica, su artesonado e imágenes de antigüedad notoria, pero de su Espadaña, tan sólo la mitad, como nos muestra la fotografía. Parece ser que ya hace más de treinta años fue destruida por un rayo, y ahí sigue, no como testimonio de lo que debe ser, sino como testigo de una tempestad, acompañada de rayos.
Creo que también las Espadañas se deben reconstruir o reparar, así como las escaleras de acceso a las campanas. Que sus muros dejen de servir de frontón, como vemos en algunas: Alcubilla de Nogales, Quintanilla de Urz, etc., o que encima o cerca de ellas no haya cables o depósitos de agua: Breto de la Ribera, Granucillo, etc. En suma que se respeten y cuiden, pues no dejan de ser un legado que identifica a los pueblos de los Valles y a sus habitantes. Y merece la pena ser promovido para ser visitado, como hemos indicado indicado en otras ocasiones, a través de la creación de un posible Ruta de las Espadañas, ruta que se podría completar con otras visitas a yacimientos, monumentos o parajes de esos mismos lugares y que sería del agrado de todos los AMIGOS DEL PATRIMONIO.