sábado, 12 de julio de 2014

La Fresneda de Santa Colomba de las Monjas.



Vista general de los fresnos antes de su poda. (Foto: Félix Nieto).
Hace unos días visité la Fresneda de Santa Colomba de las Monjas, Quien me la enseñó dijo que, al lugar en el que se encuentra, lo llaman Los Cinco Fresnos. La verdad es que no sé por qué razón, pues no hay solamente cinco sino muchos más y casi todos de gran tamaño y mucha antigüedad. Sin duda alguna, centenarios, aunque  algunos vecinos los consideran milenarios. Seguramente que dicho pago o lugar recibirá otro nombre, referido a su pasado y más de acuerdo con datos históricos del pueblo y de su entorno. Parece ser que no lejos estaba el denominado antiguamente Prado de El Mato.
Se encuentran los fresnos en la vega, al sureste de Santa Colomba, cerca del pueblo y no lejos del río Órbigo, entre las dos mangas que hay por la zona. Las tierras que rodean el pequeño bosque son, en la actualidad, comunales, y están sembradas este año de maíz. Las plantas presentan buen aspecto y seguramente que la cosecha será buena. No podía ser de otro modo, pues el terreno es de calidad, y el agua cercana contribuye a ello.
En este lugar y con este ambiente y entorno no nos tiene que extrañar que existan unos árboles, en este caso fresnos, muy antiguos. Ahora, que están podados, los vemos con su tronco, de tres metros de altura y cuatro o más metros de grosor. Y en otras imágenes, sin podar, con todas sus ramas, que superaban los 40 metros de altura.
Grosor de uno de los fresnos antes de la poda. (Foto: La Opinión de Zamora)


Dos imágenes de los fresnos durante la poda. (Fotos: F. Nieto).
 Los árboles han aguantado el paso del tiempo, y las inclemencias y calamidades ocurridas durante tantos años. Y si han llegado hasta aquí, habrá que seguir cuidándolos y atendiéndolos, para que su vida perdure y sigan siendo testigos del pasado y, a modo de monumentos naturales, que puedan ser visitados por los humanos, lo mismo que las demás obras de arte, aunque muchas de ellas hayan sido elaboradas por el hombre a lo largo de los siglos.    
Parece ser que se les presta cierta atención por parte del Ayuntamiento y el servicio de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, a juzgar por la poda reciente de los mismos y la limpieza del espacio en el que están, pero todavía es necesario algo más, como es señalizar el acceso y adecentar los caminos, para que los amantes de la naturaleza puedan visitar el lugar. Por supuesto que el primer paso debe ser el conseguir que la fresneda figure en el Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad.
En la imagen vemos la altura de alguno de ellos, antes de su poda.
Fresnos podados. Las recientes ramas impiden ver el grosor de los troncos.
Junto a los viejos fresnos hay algunos con menos antigüedad.
Entre el verdor de las ramas, destaca el tronco.
Aunque ahora con la poda tan sólo podemos ver y admirar su grosor, nos basta para testificar los años y siglos que se les atribuyen. Solo queda que Agricultura y Medio Ambiente se tomen en serio el tema y se encarguen de la atención y protección debida a estos árboles-monumentos.

La fresneda está cerca de una plantación de chopos.
Uno de los fresnos con máyor grosor en el tronco.
Porque, en la naturaleza, como entre  los humanos, las plantas y árboles tienen también su fin. Y, aunque los fresnos hayan perdurado tantos años, hay también algunos ya secos o dañados. Es de suponer que haya sido por motivos  naturales y no debido al abandono o maltrato. En este caso la atención y cuidado a los mismos debería ser mayor.
Aspecto que presenta el tronco de un fresno seco.
Vivimos en la naturaleza y, en la actualidad, gran cantidad de personas están concienciadas de la protección y atención a la misma, y al medio ambiente que la rodea. Aguas, ríos, caños, cauces, bosques, plantas y demás vegetación se cuidan, atienden y protegen cada vez más;  y también los árboles, pero mucho más y mejor aquellos que tienen gran antigüedad, aquellos a los que los vecinos, y que viven cerca de ellos, para valorarlos aún más, los consideran  milenarios. Y es que sienten un gran respeto por sus antepasados, que los plantaron o cuidaron. Creen que deben seguir haciéndolo ellos del mismo modo.