Uno de los tres ciclos litúrgicos con los que la Iglesia conmemora el relato evangélico es el llamado de Pascua, que incluye y recuerda todo lo relacionado con la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Los otros dos, el de Navidad y el de Epifanía hacen referencia a su nacimiento y su vida.
Los actos más importantes del ciclo de Pascua tienen lugar durante esta semana que se denomina Semana Santa o Semana de Pasión. Estas actividades, principalmente religiosas, giran en torno a los acontecimientos que se conmemoran: Procesiones con pasos o sin ellos, exposiciones, conciertos, pregones, etc. y también, como no, teatro. Y teatro popular, digno de respeto y admiración, como la misma tradición en la que se apoya. A esto quiero referirme en este día.
Sabemos que ya en la Edad Media (siglos XIII – XIV) se introdujo y era frecuente la representación de dramas litúrgicos religiosos, cuyos temas monográficos giraban en torno a los ciclos litúrgicos citados, la Navidad con “Las Pastoradas”, en la Epifanía “Los Reyes” y también, en el ciclo de Pascua, se hacían representaciones, relacionadas con la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Así surgieron lo que conocemos como autos, que algunos autores plasmaron por escrito y que son la base del teatro religioso popular, relacionado con estos temas. En todos los casos se pone en escena un hecho religioso narrado por los evangelios y que sirve de instrucción o catequesis para los fieles.
Los personajes o actores en aquella época eran casi siempre clérigos. Después corrió a cargo de personas del pueblo, quienes se encargarían incluso de preparar o modificar los textos existentes, para adecuarlos a las nuevas formas y modos de realizar las representaciones.
En siglos posteriores, a pesar de los cambios sufridos por este teatro popular, tanto en los textos como en la forma de llevarlo cabo, no desaparecieron las raíces de la tradición, hasta el punto de seguir escenificándose algunas partes del relato evangélico, un tanto sui generis.
En la Semana Santa o de Pasión, en la actualidad, los actos religiosos más generalizados son los desfiles procesionales, que no son otra cosa que la puesta en escena, por calles y plazas, de algunos momentos claves de la Pasión y Muerte de Cristo, utilizando imágenes o esculturas, algunas de gran belleza. No hay palabras ni diálogo, pero sí movimiento que da vida a las imágenes, con acompañamiento musical.
Pero nos llama la atención lo que ocurre en algunos pueblos de esta provincia y de otras de Castilla y León. Concretamente quiero referirme a Bercianos de Aliste, (Zamora). Aquí se vive y perdura una tradición cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, cuando se fundó la Cofradía de la Santa Cruz, protagonista de dichos actos.
Lo que hacen los hombres de Bercianos el día de Viernes Santo es poner en escena la crucifixión, el desenclavo y descendimiento de la Cruz y el Entierro de Cristo. Se sirven de la imagen de un Cristo articulado que tienen en su Iglesia, de la misma antigüedad que la Cofradía. Y lo hacen todo con gran silencio y recogimiento.
Lo más llamativo y que congrega a multitudes para contemplarlo es la procesión del Entierro que sigue al Desenclavo. Los cofrades con túnicas blancas o con capas pardas acompañan a la urna que contiene el cuerpo de Cristo hasta el lugar del sepulcro. Pero no van solos, les acompañan algunas cruces, estandartes y crespones negros. Y faroles del mismo color. Además se nota el silencio, roto de vez en cuando por los cánticos penitenciales a lo largo del recorrido. Al final se entonará el Miserere.
Una mujer reza a la Virgen Dolorosa antes del desenclavo. Bercianos de Aliste.
Momento del desenclavo. Jesús es bajado de la Cruz.
Los cofrados vestido con la mortaja en procesión hacia el Calvario.
LLegan al lugar del Calvario y rodean las tres cruces.
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Lo de Bercianos es un ejemplo de religiosidad popular tradicional, que todos los amigos del Patrimonio valoran y respetan.
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Cofrades, unos con mortaja y otros con capa alistana, regresan a la iglesia.
Por la carretera hacia la iglesia de Bercianos de Aliste.
No tan antigua, pero sí que podemos incluirlo dentro de este teatro popular al que me estoy refiriendo, es la representación dramática de la Pasión y Muerte de Jesús que se realiza en Jiménez de Jamuz, localidad cercana a La Bañeza, en la provincia de León, y no lejos de Benavente. El escenario son las calles y plazas del pueblo y los actores, jóvenes y mayores también de allí. La representación tiene lugar el Viernes Santo, por la tarde. Intencionadamente comienza a una hora calculada para que el final de la misma, ‘La Crucifixión de Jesús’, coincida con lo que nos dice el relato evangélico: “Era ya como la hora sexta y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora nona, obscureciéndose el sol...” Lucas, 23,44.
Los momentos o partes más destacadas del drama son las siguientes:
1.- La Oración del Huerto y el prendimiento de Jesús, que se hace en la plaza del pueblo, en un lugar recreado con olivos y demás exigencias evangélicas: “Saliendo, se fue, según su costumbre, al monte de los Olivos y le siguieron también sus discípulos...” Luc. 22,39.
2.- Jesús ante Pilatos estando presente Barrabás, y condena de Jesús. También se representa en la plaza, pero ya en un escenario decorado con pinturas de personajes y escenas adecuadas al momento. “...y atado lo llevaron y entregaron al gobernador Pilato...” que poco después diría “...¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, el llamado Mesías?...” Mat. 27,2 y 27,17.
3.-Vía Crucis por las calles del pueblo, en cuyo recorrido destacan las siguientes escenas, con la debida detención y diálogo: a) Las tres caídas de Jesús b) La ayuda del Cireneo c) Encuentro con las mujeres que estaban llorando d) Encuentro con la Verónica e) Llegada a un montículo, a las afueras del pueblo, y crucifixión de Jesús en medio de los dos ladrones. “...cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda...” Luc. 23,33.
Pilatos condena a Jesús y deja suelto a Barrabas. Plaza de Jiménez de Jamuz. Año 1998.
Jesús cargado con la Cruz se dirige al Calvario.
Es ayudado en su camino por el Cirineo.
Al llegar al Gógota le clavan en la Cruz.
Y crucifican junto a Él a dos ladrones.
Esta tradición de Jiménez de Jamuz, recuperada no hace muchos años, nos hace pensar en los antiguos autos de La Pasión, aunque con texto y escenario totalmente distintos. El que ha recogido los textos los ha adaptado a un lenguaje más moderno y tal vez más inteligible. Pero no podemos dudar de que tenga su base en textos más antiguos conservados por alguna persona del mismo pueblo o de algún pueblos cercano.
Lo cierto es que Jiménez de Jamuz se ha convertido en la tarde del Viernes Santo en un lugar de cita y atractivo para los amigos y amantes de las tradiciones populares, en este caso religiosas. Vecinos y forasteros se reúnen en la plaza del pueblo para asistir a los diversos actos, pues saben que, además de espectadores son acompañantes, actuando como extras en algunos de dichos actos.