jueves, 27 de septiembre de 2012

Depósitos de agua.

                                                       

            Me refiero aquí a las construcciones para almacenar el agua, que existen y que vemos, incluso desde lejos, al acercarnos a casi todos los pueblos de nuestra  provincia y por supuesto de esta comarca, al menos los de menor población. Esta agua almacenada, debidamente tratada, es utilizada por los vecinos para el consumo y demás necesidades domésticas. Las ciudades más importantes desde el punto de vista urbanístico, y sobre todo por su población, necesitan otras infraestructuras para el almacenamiento y posterior distribución. Pero en gran parte de los pueblos estos pequeños depósitos han sido y son suficientes para almacenar el agua que necesitan.
            Comenzaron a construirse en las ciudades mucho antes que en los pueblos. Las necesidades lo exigieron. Ya a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se emprenden obras de este tipo. Concretamente el depósito de Benavente, que se eleva sobre el paseo de la Mota fue proyectado por el arquitecto D. Santiago Madrigal Rodríguez en los años 20 del pasado siglo, siendo Alcalde D. Toribio Mayo. Hoy la ciudad dispone ya de otros depósitos distintos y de mayor capacidad, necesarios por el aumento de población.
Antiguo depósito de agua en Benavente.

No ha ocurrido así en localidades más pequeñas. En estas las obras de saneamiento, con el agua corriente y canalización de aguas sucias, no llegaron hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. Y en algunos lugares incluso a finales del mismo. Cuando esto ocurrió y fue necesario, se construyeron los primeros depósitos, a los que nos estamos refiriendo.
            A los amigos del Patrimonio nos llaman la atención estos depósitos por sus formas y también colores, pero sobre todo por su situación o lugar de emplazamiento, que casi siempre es en el lugar más alto o elevado del pueblo, por la necesidad de que el agua llegue a las casas con la debida fuerza. Pero encontramos también depósitos al lado de las iglesias, muy cerca de sus torres o espadañas, como compitiendo con ellas en altura y en antigüedad, arquitectura o belleza; otros, junto a murallas o castillos, ofreciéndonos un gran contraste el material de su construcción con las piedras de sillería o mampostería de esas murallas o castillos; vemos depósitos en medio de un paisaje de bodegas, como que el vino necesitase del agua y que esta se utilizase para algo más que para el lavado de las pipas, cubas o tinos; los hay en lugares que fueron antiguos castros, sabedores sus constructores de que aquellos pueblos castreños elegían para vivir esos lugar elevados y colocándose, posteriormente, junto a ellos, como compitiendo también en altura, las modernas antenas de telefonía; otros están al lado de las carreteras o caminos, o no lejos de los ríos, como puestos allí para llamar la atención; los hay incluso en medio de las calles, en algunos pueblos, menos mal que, por su anchura, no impiden el paso de ciudadanos ni la circulación de vehículos; o en el centro de las plazas, o junto a casas que por su construcción denotan cierta antigüedad, lo que hace que el contraste sea mucho mayor, etc.

En Granucillo de Vidriales, el depósito está detrás de la iglesia.
En San Miguel del Valle hay un depósito en esta calle del pueblo.
En lo más alto y cerca de la iglesia en Pueblica de Valverde.
En Matilla de Arzón hay dos depósitos cerca de la ermita.
También dos, cerca de la iglesia, en San Agustín del Pozo
Este depósito se encuentra en una amplia plaza de Molezuelas de la Carballeda.
            Y respecto a las formas nos encontramos con depósitos cuadrados, tal vez sean los más antiguos. Después se construyeron circulares y gran parte de los pocos que se construyen en al actualidad tienen la forma de un cono invertido, dándonos la impresión de tratarse de un mejor trabajo arquitectónico. Porque, los más antiguos parecen construcciones  más populares, como que estuviesen hechos por albañiles de los propios pueblos y que ellos mismos los diseñasen, e hiciesen de aparejadores, arquitectos y constructores.       Prueba de ello es que algunos ya no se utilizan, por viejos y deteriorados, o por no tener la capacidad suficiente para atender a las necesidades de la población. De ahí que nos encontremos en muchos pueblos con dos depósitos, el viejo o antiguo y el nuevo. Este último en lugar distinto y más respetuoso con el entorno.
            El material empleado en su construcción suelen ser el hormigón debidamente consolidado y protegido para evitar las filtraciones y roturas. En el exterior se reviste de ladrillo, cara vista o no cara vista, o se cubre de cemento. En este último caso, en muchos pueblos han preferido pintar ese cemento de blanco o incluso de otros colores, lo que hace que aumente la vistosidad de los depósitos de agua y su contraste con lo que les rodea, gracias a la iniciativa de algunos ciudadanos. Era preferible, en algunos casos, que  dejasen  el color del cemento,  para evitarlo.
            Los depósitos que contienen el agua se apoyan en columnas o pilastras de hormigón con hierro o de hierro solamente, que también son distintas en cada uno, así como las escaleras de acceso al mismo, unas interiores, como hemos dicho, y otras exteriores, a veces de formas diversas.
            En ocasiones en la base del depósito, o al lado, hay una fuente de las de grifo, con agua del mismo, para uso de los habitantes del pueblo o para regar jardines u otros usos comunales.
            Todo lo dicho se puede ver también en pueblos de los Valles de Benavente, pues existen depósitos de agua en todos. En algunos, incluso dos, como en Santovenia del Esla, Santa Colomba de las Carabias, Bretó de la Ribera, San Cristobal de Entreviñas, Barcial del Barco, Villanueva de Azoague, etc., por citar algunos. En estos el más antiguo suele estar en el centro del pueblo, mientras que el construido posteriormente está a las afueras. Pero en gran parte de los pueblos suele haber uno solamente. Y, a veces, en el lugar más inesperado, como ocurre en Quiruelas de Vidriales, Barcial del Barco, Santa Cristina de la Polvorosa, etc. que están junto a la Iglesia; en San Miguel del Valle, nos encontramos con uno construido en medio de una calle; en Castrogonzalo se alza sobre el Gurugú, lugar de su antiguo castro, pero hasta hace poco con antenas a su lado que le superan en altura; hay uno al lado de la carretera en Santovenia del Esla; el de Calzada de Tera nos recibe a la entrada del pueblo, al comienzo de su más importante calle, seguramente calzada romana en la antigüedad; en Villanueva de Azoague cerca del río Esla, etc., etc. Ninguno de los de esta comarca supera en belleza y elegancia al de Quintana del Marco (León), aunque hubiese sido mejor haberlo construido un poco más alejado del castillo. 


En Navianos está situado en lo alto y cerca del monte.
Depósito de Milles de la Polvorosa.
Arcos de la Polvorosa. Antiguo depósito.
Nuevo depósito de Arcos de la Polvorosa.
En Mozar tienen éste, además de otro de menor tamaño.
Antiguo depósito de Villanueva de Azoague.
Nuevo depósito en Villanueva de Azoague.
Curioso y llamativo depósito de Quintana del Marco (León)
            A los amigos del Patrimonio todo esto nos llama la atención, pero somos conscientes de que, antiguamente, en su construcción, primaba más la necesidad de tener agua y servirse del agua, que otro tipo de cosas, como su forma, color, y principalmente su lugar de emplazamiento. Además, cuando se construyeron los primeros, era una época en la que el patrimonio, los bienes patrimoniales de los pueblos se valoraban muy poco, en parte porque no se conocían. Y esto, hasta muy entrada la segunda mitad del siglo XX. Incluso en algunas localidades no llegó hasta la década de los años 60-70 del mismo siglo. Hoy, sin embargo, nos da la impresión de que los que se construyen cuentan con el debido proyecto, teniendo en cuenta su altura, lugar de emplazamiento, color y, por supuesto, el  diseño y los demás requisitos arquitectónicos y patrimoniales.