Con la
llegada del mes de mayo Santa Cristina de la Polvorosa, lo mismo que otros
muchos pueblos de los Valles de Benavente, se viste de fiesta. Amanece el día
uno con el mayo ya empinado por los quintos y quintas del año, dentro de un
ritual totalmente festivo.
Y
este mismo día uno, por la tarde, en la iglesia, comienza la novena dedicada al
Cristo de la Vera Cruz, novena que
concluirá el día 9 con la celebración de su fiesta. Desde el punto de vista
religioso este será el día más importante, pues por la mañana se celebra misa
solemne con sermón, (siempre eligieron buenos predicadores para este momento).
Y por la tarde, tras el rezo del rosario, un grupo de mujeres canta y ofrece un
ramo al Cristo, antes de salir en procesión por las calles del pueblo. De la
organización de los actos, principalmente los religiosos, se encarga la
cofradía.
José
Antonio Guerra, amante como nadie de los antiguos oficios, fiestas y
tradiciones en general, pero con más razón de los de su pueblo, Santa Cristina,
en donde ejerce de campanero, sacristán y otras afinidades, me informa sobre la
cofradía y me cuenta cosas sobre el desarrollo de la fiesta.
“La
cofradía, dice, fue fundada en el año 1833 y al frente de ella está el
abad, que cuenta con un cabildero, como ayudante. Este ejercerá de abad al año
siguiente. En la actualidad hay un secretario y algunos vocales que se encargan
sobre todo de la administración y tesorería. Somos casi 400 socios, no sólo de
Santa Cristina, sino también de otros pueblos, como Benavente, que siempre
estuvo muy ligado a esta fiesta. Se paga una cuota de 5 euros, pero se tienen
otros ingresos procedentes de donaciones y principalmente de la mándida (manda)
que entrega en el momento de la procesión todo el que quiera llevar al Cristo
sobre sus hombros”.
Los cofrades,
antiguamente más que ahora, tenían unas obligaciones, y también unos derechos:
pago de la cuota; asistencia a los actos religiosos: novena, misa, rosario, canto
del ramo y procesión; llevar colgado en el pecho un crucifijo de mayor o menor
tamaño, como símbolo de pertenencia a la cofradía; cuando uno fallecía el abad
le acompañaba con su vara y se le abonaban los gastos del tanatorio; también se
nombraba a dos para que le hiciesen la sepultura y a cuatro para llevar el
féretro hasta la iglesia; incluso tenían que ocuparse en la cofradía del
enfermo que no tuviera familia; y el día de la fiesta todos estaban y están
invitados a degustar roscas y pastas en casa del abad de turno, etc.
Hoy las cosas
han cambiado algo, pero en la cofradía se mantienen actos como el participar el
día de Jueves Santo llevando al Cristo en
la procesión, además de algunos de los citados anteriormente.
Uno de ellos,
el canto y ofrecimiento del ramo. Corre a cargo de mujeres, jóvenes o mayores
del pueblo, no necesariamente cofrades, que se encargan, no sólo de preparar y
colocar en él las roscas y demás adornos, sino también de cantarlo y
ofrecérselo al Cristo, una vez finalizado el rosario de este día 9 de mayo.
Sobre el armazón de madera que ya tienen desde hace tiempo en la cofradía,
colocan telas bordadas, roscas, muñecos de trapo, cintas de varios colores y
flores. Las mujeres cantoras visten trajes regionales tradicionales y sobre sus
hombros mantones de Manila. Todo ello de
gran vistosidad.
El texto
escrito en verso, en romance popular, puede variar algo de un año a otro, pero
no en lo esencial. Suele componerlo alguna persona del pueblo aficionada a la
poesía. En Santa Cristina era la señora Felicitas, recientemente fallecida,
quien se encargada de ello, y llamaba la atención por su sabiduría y prodigiosa
memoria.
Una de las
versiones compuesta por ella comenzaba así:
En esta
iglesia queremos
hoy cantarles
este Ramo
y con amor lo
ofrecemos
a Cristo
crucificado.
En el
recorrido obligado por la vida de Cristo, en este caso de su Cristo, el de la
Vera Cruz, en algunas estrofas se dice:
Cristo de la
Vera Cruz
Tú naciste en
un portal
para traernos
la luz
el amor y la
verdad.
En esa cruz te
clavaron
de áspera y
tosca madera
hecha con
nuestros pecados,
con nuestras
culpas y ofensas.
También hay
referencias al día de la fiesta,
organizada por la cofradía, con el ofrecimiento del Ramo por parte de las
jóvenes cantoras. Y nunca faltan las peticiones al Cristo y a la Virgen, y la
bendición del sacerdote que preside los actos:
Cristo de la
Vera Cruz,
aunque siempre
te adoramos,
es tu fiesta,
buen Jesús,
hoy día nueve
de mayo.
Esta santa
cofradía
del Cristo la
Vera Cruz
no deja
hacerse cenizas
el fuego de
vuestra luz.
Nosotras de
corazón
este Ramo te
ofrecemos,
pedimos,
Jesús, perdón,
y bendigas
este pueblo.
Mozo que
llevas el Ramo,
haz un poquito
la venia
a Cristo
crucificado
y a la Virgen
Madre nuestra.
Todas con gran
devoción
a Don Benjamín
pedimos
que nos dé la
bendición,
nosotras la
recibimos.
La Virgen, como madre de Cristo,
tiene también su protagonismo, no podía ser de otra manera. Y en Santa Cristina
le dedican y cantan una salve, cargada de bellos epítetos: Eres la Reina del
cielo..., eres la blanca paloma..., eres tú perla brillante..., eres tú Virgen
María... con la siguiente despedida al final:
Adiós, Madre
del Amparo,
adiós, amado
Jesús,
Cristo de la
Vera Cruz
en ti todos
confiamos.
Tras la bendición del sacerdote al Ramo, a sus
cantoras y a todos los presentes, comienza la procesión, uno de los momentos
más importantes y destacados de la fiesta. A la cruz y los ciriales sigue el
portador del Ramo, el estandarte con la efigie del crucificado y el Cristo
sobre las andas, que es portado por todas las personas que lo deseen, sean
cofrades o no cofrades siempre que entreguen como donación una mándida (manda)
como ya he dicho anteriormente. Esto hace que el acto se demore, pues son
muchos los hombres y mujeres que participan.
Se inicia la procesión. |
Un cofrade con la vara. |
Al regresar a
la iglesia y con el cántico: Victoria, tú reinarás, ¡Oh! Dios tú nos
salvarás...., terminan los actos religiosos.
Solamente
queda la subasta de las roscas del Ramo y de algunas más que han preparado las
mismas cantoras. Con la recaudación obtenida se pagan los gastos y el remanente
pasará a engrosar los fondos de la cofradía. Después, cofrades, vecinos y
forasteros, se reúnen en el salón multiusos que tiene el Ayuntamiento para
degustar las roscas del Cristo, pastas caseras, y tomar un refresco, en un
ambiente relajado y de convivencia ente todos.
Subasta del Ramo en el salón de Usos Mútiples. |
Esta
fiesta de Santa Cristina de la Polvorosa destaca no sólo por su antigüedad,
sino también por el gran número de personas que acuden a ella, una parte de
ellas de la ciudad de Benavente, debido a su cercanía.
José
Antonio Guerra me cuenta lo siguiente: Tenemos constancia de que allá por la
década de 1960, en este día 9 de mayo se cerraba el comercio de Benavente, para
que todo el que quisiera pudiera acudir al Cristo de Santa Cristina, al canto
del Ramo y a la subasta de las roscas, que por entonces tenía más interés. Hoy
ya son menos los asistentes, pero todavía el Cristo de Santa Cristina es
recordado por muchos benaventanos al llegar el mes de mayo, acudan o no a la
fiesta.
Y
es que los dos pueblos, por su cercanía, tuvieron siempre buena relación y
deberán tenerla siempre y luchar juntos por conseguir infraestructuras
industriales, sanitarias, educativas y culturales o de cualquier otro tipo que
contribuyan al progreso de sus ciudadanos y de todas la comarca.
Este reportaje forma parte de mi libro Valles de Benavente. Las fiestas de los Ramos. Editado por el Centro de Estudios Benaventanos "Ledo del Pozo" en el año 2008.