Podando una parra junto a la iglesia en Grijalba deVidriales
Limpiando la plaza y el entorno de la panera en Cunquilla de Vidriales
Esta actividad concejil, con raíces medievales, mediante la cual todos los miembros, con pleno derecho, del concejo estaban obligados a prestar trabajos en beneficio de la comunidad, todavía se realiza, aunque de forma distinta, lógicamente, en muchos pueblos de los Valles de Benavente. Pero lo más llamativo es que una fecha elegida para ello, desde ya hace muchos años, es precisamente el Martes de Carnaval.
Sobre el significado de las palabras es evidente que hacendera deriva de facendera – facienda (facere-hacer) y significa lo que se debe hacer. Muy distintos son los nombres de hera o yera, precisamente los que se utilizan en esta comarca de los Valles para designar la actividad. Pero tienen igual significado, pues la antigua raíz her-yer- derivaría también del mismo verbo facere-faire-her/yer (hacer).
En otros lugares, como en la provincia de León, lo llaman serna (de serere- sembrar), que significa porción de terreno de siembra o sembradura. También se denomina concejo, huebra, adra, tonga, sufra, etc. según las distintas comarcas o regiones en los que se realizan este tipo de trabajos. Sea cualquiera el nombre, lo cierto es que la actividad consiste es un trabajo personal para el bien común y al que debe acudir todo el vecindario.
Ocurre que ahora los vecinos son pocos y muy mayores y la asistencia a la yera va a menos. Así me decían en la localidad de Cunquilla de Vidriales en donde, tan sólo tres o cuatro personas, se afanaban en limpiar la plaza y la calle principal del pueblo:
“Antes teníamos cinco o seis días de yera al año. Era la única forma de que con la colaboración de todos se arreglasen caminos, acequias, limpieza del pueblo y del entorno de la iglesia...”. Pero ahora se hace sólo en este día y con poca gente, pues poca es la que hay en el pueblo y menos en condiciones de trabajar”
Cunquilla pertenece al ayuntamiento de Granucillo, junto con Grijalba, y en el tablón colocado en la pared de la panera, edificio situado en el centro de la plaza del pueblo, se encuentra el bando del alcalde con la convocatoria oficial: “Se pone en conocimiento de todos los interesados en participar en la Hera de Carnaval se reúnan, a las 11 horas del día 20, martes, a fin de realizar los trabajos que se vienen ejecutando. Posteriormente a las 14 horas se realizará la tradicional comida con escabeche en el sitio de costumbre. Están invitados todos los hombres y mujeres del municipio”.
Y en Cunquilla cumplieron con la costumbre y la tradición, limpiando la plaza y las calles, como cumplieron en Grijalba en donde también solamente cuatro hombres estaban podando la extensa parra que hay delante del edifico del Teleclub, situado detrás de la iglesia. Tres podaban y uno recogía los palos de la poda. “Somos en el pueblo unas 50 personas en total y la mayor parte ya no están para este tipo de trabajos, aunque sí nos reunamos todos a la hora de la comida, a base de escabeche, vino y dulces con lo que nos obsequia el ayuntamiento”.
En Moratones, empezaban la yera a la una de la tarde. Antes tenían gimnasia de mantenimiento un grupo de personas mayores: “Después podaremos los rosales y arreglaremos el jardín que hay a la entrada del pueblo, me decía una señora. Y luego, hacia las dos de la tarde, comeremos todos juntos el escabeche en el bar, y pasaremos un rato de convivencia, que es lo más importante”.
En verdad éste es un buen modo de celebrar el día de la yera y del carnaval. Porque no se olvidan tampoco de que es martes de carnestolendas. Y se pasan la tarde reunidos, no faltando a veces el buen humor, ni los bailes y cánticos.
De hecho, he comprobado que en algunos pueblos también se disfrazan y participan de esta forma, al menos en la comida o en la merienda. Por ejemplo en Maire de Castroponce en donde, a la siete de la tarde, estaba todo el pueblo reunido en la plaza del ayuntamiento merendando escabeche, pan, vino y dulces, y celebrando al mismo tiempo el día de la yera y del carnaval. Entre los asistentes había algunos disfrazados. Por la mañana realizaron los trabajos.
Y así hacen en otros pueblos de los demás valles de la comarca: Bercianos de Vídriales, Coomonte de la Vega, Burganes y Olmillos de Valverde, etc. Trabajan y con ello recuerdan y reviven esta actividad tradicional. Como hubiesen hecho, si el tiempo no lo hubiese impedido, los de San Pedro de la Viña, que también contaban con el bando del alcalde: “Yera de Carnaval. Como es tradicional el martes día 20 (martes de carnaval) nos reuniremos en el lugar de costumbre, a las 10 de la mañana, para realizar tareas típicas de esta yera. Esperamos contar con la presencia de todos los vecinos”.
El bando deja ver, como en los demás sitios, que la yera podía hacerse varios días durante el año. Esta vez no pudo ser debido al tiempo. Junto al Ayuntamiento encuentro a la señora María, de 84 años, con gran vitalidad, energía y también buen humor, que me cuenta lo que se hacía antiguamente en la yera de su pueblo: “Se arreglaban calles, caminos, el caño que rodea a la iglesia, y otras cosas, pero este año lo que tienen que hacer es arreglar la fuente, que está muy mal y ya lleva así mucho tiempo”. La fuente era su obsesión. Y al preguntarle si se trataba de la fuente romana me dijo: “No, esa no se puede tocar, se trata de la fuente grande que está en el camino de Santibáñez de Vidriales”. Sabia respuesta y respetuosa con los expertos en las reparaciones o restauraciones de los bienes arqueológicos y patrimoniales, como es la fuente romana de San Pedro de la Viña.
Por supuesto que aquí también se come escabeche y lo suelen hacer, a las solana, detrás de la iglesia. Allí pasan la tarde, dice la señora María.
La tradición de la yera o hacendera todavía se mantiene en pueblos de los Valles de Benavente, pero no cabe duda de que va a menos Y no sólo por la disminución de la población y de la situación de las personas, ya casi todas de edad avanzada, sino también, en parte, por la falta de una más cuidada organización. Porque, aunque el bando municipal no falte, sí han dejado de oírse el repique o volteo de campanas convocando al vecindario en el lugar preciso, y la distribución detallada de las tareas a realizar por cada asistente a cargo del mismo alcalde pedáneo o no pedáneo, y el contar con su presencia, lo mismo que con la del secretario respectivo, que deberían participar y convivir con los demás vecinos en un día como este.
Porque, antiguamente, gracias a la yera o hacendera, los caminos que llevaban a la iglesia, al monte, al río, a la fuente o al mercado, estaban siempre arreglados. Había más espíritu comunitario. Todos los vecinos, incluidas las viudas, tomaban parte en la hacendera, que tenía lugar varias veces durante el año, y que en cada época se realizaban trabajos distintos.
Y es que ahora también son menos las tareas, pues de muchas de ellas se encarga el ayuntamiento respectivo. Pero hay que conseguir recuperar el sentido no sólo práctico sino también cívico, comunitario y de convivencia que tenía esta antigua institución. Y aunque los trabajos sean menos, sí es importante el hecho de que todos los vecinos del pueblo, muchos o pocos, se reúnan en una actividad común que contribuya a la unión de todos y evitar de este modo las posibles desavenencias.
Ojalá que la yera o hacendera vaya a más y surja alguna iniciativa nueva, aunque sea entre los mismos vecinos, que contribuya a que no desaparezca, por respeto a la costumbre y la tradición, que también mandan.
Publicado en el libro
PÉREZ MENCÍA, E.: Valles de Benavente. Fiestas y Tradiciones. Benavente, 2007