Hace unos días en Facebook, concretamente en el Grupo No eres de Benavente si…, uno de sus
miembros propuso recordar, escribir y comentar algo sobre los
oficios desaparecidos en la ciudad. Y no fue mala la propuesta planteada, a juzgar
por las muchas personas que, durante varios días, respondieron, dando su
opinión al respecto, bien por haberlo visto y vivido ellos mismos a lo largo de su
vida, o porque se lo contó algún amigo o familiar. Y es que recordar el pasado, con su forma de
vida, costumbres, trabajos, y en este
caso oficios, es del agrado de muchas personas, sobre todo de aquellos en edad
avanzada.
A mi concretamente el
tema me recordó los dos libros que, con
el título Valles de Benavente. Oficios Tradicionales,
me publicó el C.E. B. “Ledo del Pozo”, en los años 2006 y 2010. Es verdad que
yo me refería a toda la comarca. Pero Benavente destacó entre las demás
localidades por el número de oficios, sobre los que escribí, nada menos que 17,
entre ellos el hojalatero Vicente, el herrero Felipe, los boteros Luis y
Vicente, los pellejeros José y Clemente, el guarnicionero S. Pallares, el cestero Marcelo Morales, Goyo, el
último silletero, y otros. Los demás eran de pueblos de la
comarca.
La particularidad es
que todas las personas, o casi todas las que aparecen en la publicación, vivían,
y fueron ellas las que me contaron su trabajo u oficio, y yo, a mi modo, se
lo conté a los demás.
En esta ocasión los
participantes en Facebook han recordado muchos otros oficios o trabajos, que
algunas personas desempeñaron en el pasado, y sienten gran satisfacción al contarlo. He
aquí la relación de algunos de ellos, a los que citan y cuyo trabajo ha
desaparecido ya o ha cambiado el modo de hacerlo. Y es que unos lo desempeñaban en la
calle o en un local: Colchoneras, lavanderas, curanderas y sanadoras,
limpiabotas, posaderas, paragüero, etc., y otros iban por los domicilios a
ejercerlo: practicantes, comadronas, panaderos, lecheros, vendedor de gaseosas
y sifones, etc.
Algunos recordaron
también oficios o trabajos que vieron, o vivieron, de niños: portero del cine
del hospital o del Ayuntamiento, limpiabotas, maletero, el que arreglaba paraguas, o la
que cogía puntos a las medias, etc. Incluso uno se acordó de los siguientes,
haciendo una lista de ellos, aunque ignoro si se refería solo a Benavente:
barquillero, aguador, ranero, cabaretera, charlatán de ferias y mercados,
restañador, floristera, revisor de billetes, etc.
Me llamó la atención el
que citasen, a veces, los nombres de las personas con el trabajo u oficio
respectivo, como si de un sobrenombre o apodo se tratase, diciendo así: el Sr. Valentin, el verbenas; los lecheros
Felicidad y Modesto; la Sra. Josefa, que vendía bígaros cocidos; el Sr. Durán,
que subía los paquetes de la Estación; Quica la hilariona, la curandera;
Rosita, la comadrona; Nina la casillera, la curandera; Ramón Montero, el señor
alguacil, Esperanza, la pipera, etc. etc.
De entre todos ellos
quiero destacar un oficio, el sereno, que parece ser tuvo gran importancia en esta ciudad y
que era muy del agrado de los vecinos, pues aseguraban con él un feliz descanso
nocturno. El sereno o los serenos eran los encargados de rondar de noche,
para velar por la seguridad del vecindario. Sobre él opinan y escriben de modo
más extenso dos o tres personas.
Una de ellas Ser Martín
dice:…Recuerdo que antes de empezar los
serenos la noche se ponían enfrente del Ayuntamiento. A las once el reloj daba
las campanadas y ellos entonaban una canción de la que solo recuerdo que
terminaba así: las once y sereno. Daban un golpe con el chuzo en el suelo y se
iba cada uno por una de las salidas de la Plaza a su zona de vigilancia. A las
siete de la mañana, hora de finalizar el servicio se repetía lo mismo, solamente
cambiaba la letra de la canción de despedida. Recuerdo también que había siete
serenos...
El breve relato de Ser
Martín se completa con una información más amplia de Amalia Rodriguez de Castro, también
a través de Facebook, y como miembro del mismo Grupo.
Amalia escribe lo siguiente sobre los serenos:
Amalia escribe lo siguiente sobre los serenos:
Colocados
enfrente del reloj, el cabo cantaba “Ave María Purísima” y los demás respondían
“Sin pecado concebida”. El cabo seguía: “las once y sereno”, si es que estaba
el tiempo así. Pero si llovía, nevaba o era otra la situación atmosférica, se
decía en ese momento. De esto se derivó que en una ocasión en la que hacía
mucho aire, hacia la una o una
y media de la madrugada uno de los serenos, al dar la hora, dijo: la una y
airón” y quedó desde entonces con el apodo de airón. Ellos daban las horas por
la noche y si tenías una emergencia te acompañaban a la farmacia o a donde
necesitaras ir. Así eran por entonces las cosas.
Ser Martín agradece a
Amalia Rodríguez su explicación y le pide que les siga recordando cosas como estas. Por mi parte también se lo pido, pues lo considero de interés para todos los
amantes y amigos de las costumbres y tradiciones del pasado, y del patrimonio popular, como pretendo que sea todo lo que publico en este blog.
Ramón Viejo Valverde, y algunos otros del Grupo, además de opinar sobre el tema, han recogido imágenes sobre ello, algunas de las cuales publico aquí, para que las vean todos los que visten el blog. Por supuesto que hacen referencia a los trabajos u oficos del pasado de Benavente.
Valentín Verbenas en Plaza del Neguri. E. Aguilar, al lado. |
Quina la repartidora de paquetes por las casas. |
Pedro Valverde, en carro, repartiendo gaseosas por bares y tiendas. |
Chili, hijo de B. Valverde, ya en motocarro, repartiendo gaseosas y sifones. |
Helados La Ibense en la Plaza de Santa María. |
Vendedores de chuches en la Plaza de Santa María del Azogue. |
Iñigo, el maletero del mercantil, con un décimo de lotería en su mano. |
La Sra Luisa y el Sr. Deogracias vendiendo chuches. |
Vendedoras de fama y éxito. |