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Arco del puente medieval. |
Siempre me llamaron la
atención los reflejos en el agua. En muchas ocasiones he utilizado mi cámara
fotográfica para dejar constancia de
aquello que estoy viendo, en un momento determinado. Y con frecuencia me he
sorprendido yo mismo de algunas de las imágenes.
En una comarca como
esta, conocida y hasta denominada oficialmente, por algunos, Valles de
Benavente, abundante en agua, con varios ríos, arroyos, y algunos embalses y lagunas,
es fácil encontrarnos con reflejos cuando, en días de la primavera o del verano,
nos acercamos al agua. Pero también ocurre en el invierno cuando hay nubes
y se producen otros fenómenos atmosféricos, que originan cambios en la luz
durante los días, soleados o sin sol.
Aunque en el futuro veremos reflejos en otros lugares con agua, hoy quiero mostrar
unas imágenes del Caño de los Molinos a su paso por las cercanías de Benavente.
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A la izquierda el Prado de las Pavas o Parque Pimentel. |
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Coche de color amarillo pasando por el Puente de Hierro. |
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Vegetación en torno al Puente de Hierro. |
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Agua y vegetación hacia al final del recorrido del Caño. |
Las imágenes siguientes corresponden a las inundaciones de las huertas de El Sequedal hace ya varios años. En algunas de ellas se ven árboles recientemente podados, y algunos cultivos en sus tierras.
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El vallado de una huerta. |
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Nubes en un huerta del Sequedal. |
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Árboles. |
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Tierra con árboles y plantas de ajos. |
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Nubes y árboles. |
Este Caño, conocido y
denominado también Canal de la Sorribas y Ría de D. Felipe, y sobre el que ya
he escrito en varias ocasiones en este blog, es considerado por muchos vecinos
como el río de Benavente, sobre todo por quienes no conocen nada de su
historia, ni de su antigüedad y servicio. Río, ría, caño o canal, les da lo mismo,
pues lo único que ven es el agua que pasa por las cercanías y que, gracias a la cual, se origina una vegetación
arbustiva y arbórea, que contribuye al frescor de la ciudad y a la belleza del
paisaje de la vega.
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Gansos de paseo por el Caño. |
Y es que, además, al
llegar a la ciudad, el curso del agua se bifurca formando como dos islas, una
en la que se encuentra, en la actualidad, el Parque de la Pradera con la Fuente
Mineral y las piscinas, y la otra el Prado de las Pavas o Parque Pimentel,
todavía sin completar en sus instalaciones.
Lo que agrada y más
agradecen los ciudadanos es el agua del Caño que, rodeado de árboles y
vegetación, contribuye a aliviar los calores del verano. Quieren que se cuide y
que no les falte nunca, porque es el río
que tienen más cerca. Saben ellos muy bien que este Caño es una referencia muy
importante desde el punto de vista medioambiental para la ciudad. Y que, a pesar de su pequeño recorrido, es
mucho lo que puede aportar.