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Asistentes a la misa saliendo en procesión con el santo sobre las andas.
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San Cristóbal de Entreviñas celebró el pasado 10 de Julio la fiesta de su patrón con diversos actos religiosos y no religiosos, y en todos ellos se contó con gran asistencia de vecinos y de muchos forasteros.
Cristóbal, es un nombre compuesto, en griego se dice Cristoforos y en Latín Christoforus (de Christus - Cristo y fero – llevar), y significa etimológicamente el que lleva a Cristo, el portador de Cristo. Aunque se sabe poco su vida, e incluso son muchas las dudas sobre su existencia e historia, como ocurre con otros, estamos ante un santo de gran veneración hasta el siglo XVI, en que se prodigaron las imágenes y pinturas sobre el mismo.
Su leyenda está ligada o relacionada con su propio nombre. Parece ser que era un hombre gigantesco de cuerpo, que se puso a servir a Cristo, a quien consideraba su señor y el rey del mundo. Para ello, un eremita, entre otras cosas, le propuso que ayudara a pasar el río a los viajeros por un lugar sin puentes ni barcas. Cristóbal lo hizo con facilidad. Pero llegó un niño con un peso extraordinario, al que también ayudó a pasar. Era Jesús, el Niño Dios. Éste se dio a conocer y le regaló un bastón anunciándole que si lo clavaba en la tierra saldrían frutos de él. Cristóbal se fue a una isla en la que plantó el bastón y con los frutos dio de comer a muchos, y a la vez se convertían.
En la actualidad, su nombre es muy utilizado por personas y con él se denomina a muchos pueblos de distintas naciones del mundo católico y también de España. Concretamente en Castilla y León son 14 las localidades con su nombre, dos de ellas en la provincia de Zamora: San Cristóbal de Aliste y San Cristóbal de Entreviñas. En esta última, de la comarca de los Valles de Benavente, tuvo lugar el sábado día 10 de Julio la celebración religiosa más importante. Pero son más los días y actos festivos que se realizan en el pueblo con motivo de esta conmemoración.
Desde el punto de vista religioso, además de la misa solemne y con sermón, se celebró la procesión por varias calles del pueblo. Días antes tuvieron el tríduo al santo y el lunes día 12 no faltó la misa por los difuntos de la parroquia, un rito necesario y obligado en las fiestas populares y más cuando están organizadas por asociaciones o cofradías. Parece ser que san Cristóbal también contó antiguamente con una de ellas.
Además de los actos religiosos hubo otros muchos, dedicados tanto a los niños como a los jóvenes y a las personas mayores. Nadie pone en duda que los juegos infantiles, los partidos de futbol, los encierros y corridas de toros, los bailes regionales y el folclore, las verbenas, etc., y también la chocolatada y merienda junto al río, contribuyen a que los vecinos del pueblo, junto con los forasteros que acuden estos días a las fiestas, pasen momentos agradables y en una sana convivencia, muy necesaria siempre.
Me cuentan que en San Cristóbal de Entreviñas, se tenía olvidado al patrón, y, apenas se celebraba la fiesta religiosa, como ocurría con algunas otras. Pero hace unos veinte años que se ha recuperado la tradición, debido, en gran parte, al impulso promovido por el sacerdote encargado del pueblo. Y es que D. Abelardo conoce bien su oficio y sabe lo que significa mantener viva y activa su parroquia y promover la unión y convivencia entre todos los vecinos, a través de los diversos actos, o revalorizando antiguas tradiciones.
Al parecer la tradición religiosa en torno a este santo es muy antigua en esta localidad, a juzgar por la imagen que existe del mismo, nada menos que del siglo XIV, y que procedente del pueblo, tal vez de su iglesia o de alguna ermita a él dedicada, se encuentra en el museo Marés de Barcelona. Se trata de una imagen gótica en madera del santo como “homo viator”, que reproduce en bulto redondo al santo caminero con el niño sobre los hombros y tres individuos amarrados a su cinturón de forma frontal. Estaba policromada y ha perdido su pintura y parte de su bordón y de sus piernas. Pero no deja de tener gran belleza.
D. Abelardo durante la fiesta introduce en ocasiones algunos actos que, tal vez se realizasen en el pasado, pero que pasaron al olvido. En este caso concreto me ha llamado la atención lo de la bendición de vehículos al finalizar la procesión en la plaza de la iglesia. Por cierto que no había muchos en la misma plaza, por lo que el sacerdote se vio obligado a decir lo siguiente: Veo que no habéis traído vehículos: bicicletas, motos, coches, etc., pero realizaré el acto de la bendición dirigiéndome a los que están aparcados en el entorno. Y así, con la debida solemnidad, bendijo a los coches y a sus conductores, y pidió al santo, en nombre de todos, su protección no solamente para los que hacen o están de viaje, sino también para nuestra peregrinación o caminar de cada día por la vida.
Y es que a san Cristóbal se le considera patrón de los viajeros, automovilistas, conductores de autocares, camioneros, etc., a los que protege de los accidentes. Es invocado por muchas personas, creyentes, o menos creyentes, cuando se disponen a realizar algún viaje y no es raro ver su estampa o imagen de pequeño o gran tamaño en camiones, autocares, coches particulares, etc., e incluso en estaciones de tren, garajes o cocheras. Y también, por creencia o simplemente por tradición o costumbre, muchos viajeros y caminantes invocan al santo al comenzar cualquier viaje o marcha.
Pero también lo es de los moribundos. Se creía y confiaba en que, viendo o teniendo cerca su imagen, nadie se iba de este mundo o moría sin estar espiritualmente preparado.
De acuerdo con la leyenda, a san Cristóbal se le suele representar siempre de la misma forma, con la misma o parecida escena. En las esculturas de bulto redondo con bastón nudoso en la mano derecha y el Niño Jesús sobre el hombro. Y en las pinturas al fresco, que existen en muchas iglesia y catedrales, se nos muestra sumergido de pies en el agua, con el bastón que suele terminar en hojas o en un tallo de palmera (no confundir con la vara de san José), y el Niño Jesús sobre el hombro, al que se dispone a trasladar a la otra orilla. En el agua suele haber peces y anfibios. En la otra orilla un monje le guía con la luz de un farol y más al fondo se ve una ermita.
Tenemos un ejemplo de esta pintura, aunque incompleta, en la iglesia de santa María del Azogue de Benavente. Se encuentra a la entrada del templo, en el muro oeste. Se ve parte del cuerpo de un hombre gigantesco que es fácil identificar con san Cristóbal, saliendo del agua. Entre sus piernas hay una mujer que se contempla en un espejo y que puede ser una sirena. A la derecha una roca o isla y sobre su rodilla un barco. En la orilla le espera un fraile con un farol para guiarle. (Hidalgo Muñoz, E.: Iglesia de Santa María del Azogue).
Del mismo modo en la Catedral de Zamora hay otra pintura con el mismo tema en la que se ve al santo con el bastón y el niño al hombro, el agua del río con peces, patos etc., la vegetación a la orilla y, a la izquierda, el ermitaño.
Por supuesto que en muchas otras localidades existen imágenes o pinturas del santo, algunas de ellas muy representativas de sus atributos y de las leyendas que se le atribuyen.
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San Cristóbal de Entreviñas celebró el pasado 10 de Julio la fiesta de su patrón con diversos actos religiosos y no religiosos, y en todos ellos se contó con gran asistencia de vecinos y de muchos forasteros.
Cristóbal, es un nombre compuesto, en griego se dice Cristoforos y en Latín Christoforus (de Christus - Cristo y fero – llevar), y significa etimológicamente el que lleva a Cristo, el portador de Cristo. Aunque se sabe poco su vida, e incluso son muchas las dudas sobre su existencia e historia, como ocurre con otros, estamos ante un santo de gran veneración hasta el siglo XVI, en que se prodigaron las imágenes y pinturas sobre el mismo.
Su leyenda está ligada o relacionada con su propio nombre. Parece ser que era un hombre gigantesco de cuerpo, que se puso a servir a Cristo, a quien consideraba su señor y el rey del mundo. Para ello, un eremita, entre otras cosas, le propuso que ayudara a pasar el río a los viajeros por un lugar sin puentes ni barcas. Cristóbal lo hizo con facilidad. Pero llegó un niño con un peso extraordinario, al que también ayudó a pasar. Era Jesús, el Niño Dios. Éste se dio a conocer y le regaló un bastón anunciándole que si lo clavaba en la tierra saldrían frutos de él. Cristóbal se fue a una isla en la que plantó el bastón y con los frutos dio de comer a muchos, y a la vez se convertían.
En la actualidad, su nombre es muy utilizado por personas y con él se denomina a muchos pueblos de distintas naciones del mundo católico y también de España. Concretamente en Castilla y León son 14 las localidades con su nombre, dos de ellas en la provincia de Zamora: San Cristóbal de Aliste y San Cristóbal de Entreviñas. En esta última, de la comarca de los Valles de Benavente, tuvo lugar el sábado día 10 de Julio la celebración religiosa más importante. Pero son más los días y actos festivos que se realizan en el pueblo con motivo de esta conmemoración.
Desde el punto de vista religioso, además de la misa solemne y con sermón, se celebró la procesión por varias calles del pueblo. Días antes tuvieron el tríduo al santo y el lunes día 12 no faltó la misa por los difuntos de la parroquia, un rito necesario y obligado en las fiestas populares y más cuando están organizadas por asociaciones o cofradías. Parece ser que san Cristóbal también contó antiguamente con una de ellas.
Además de los actos religiosos hubo otros muchos, dedicados tanto a los niños como a los jóvenes y a las personas mayores. Nadie pone en duda que los juegos infantiles, los partidos de futbol, los encierros y corridas de toros, los bailes regionales y el folclore, las verbenas, etc., y también la chocolatada y merienda junto al río, contribuyen a que los vecinos del pueblo, junto con los forasteros que acuden estos días a las fiestas, pasen momentos agradables y en una sana convivencia, muy necesaria siempre.
Me cuentan que en San Cristóbal de Entreviñas, se tenía olvidado al patrón, y, apenas se celebraba la fiesta religiosa, como ocurría con algunas otras. Pero hace unos veinte años que se ha recuperado la tradición, debido, en gran parte, al impulso promovido por el sacerdote encargado del pueblo. Y es que D. Abelardo conoce bien su oficio y sabe lo que significa mantener viva y activa su parroquia y promover la unión y convivencia entre todos los vecinos, a través de los diversos actos, o revalorizando antiguas tradiciones.
Al parecer la tradición religiosa en torno a este santo es muy antigua en esta localidad, a juzgar por la imagen que existe del mismo, nada menos que del siglo XIV, y que procedente del pueblo, tal vez de su iglesia o de alguna ermita a él dedicada, se encuentra en el museo Marés de Barcelona. Se trata de una imagen gótica en madera del santo como “homo viator”, que reproduce en bulto redondo al santo caminero con el niño sobre los hombros y tres individuos amarrados a su cinturón de forma frontal. Estaba policromada y ha perdido su pintura y parte de su bordón y de sus piernas. Pero no deja de tener gran belleza.
D. Abelardo durante la fiesta introduce en ocasiones algunos actos que, tal vez se realizasen en el pasado, pero que pasaron al olvido. En este caso concreto me ha llamado la atención lo de la bendición de vehículos al finalizar la procesión en la plaza de la iglesia. Por cierto que no había muchos en la misma plaza, por lo que el sacerdote se vio obligado a decir lo siguiente: Veo que no habéis traído vehículos: bicicletas, motos, coches, etc., pero realizaré el acto de la bendición dirigiéndome a los que están aparcados en el entorno. Y así, con la debida solemnidad, bendijo a los coches y a sus conductores, y pidió al santo, en nombre de todos, su protección no solamente para los que hacen o están de viaje, sino también para nuestra peregrinación o caminar de cada día por la vida.
Y es que a san Cristóbal se le considera patrón de los viajeros, automovilistas, conductores de autocares, camioneros, etc., a los que protege de los accidentes. Es invocado por muchas personas, creyentes, o menos creyentes, cuando se disponen a realizar algún viaje y no es raro ver su estampa o imagen de pequeño o gran tamaño en camiones, autocares, coches particulares, etc., e incluso en estaciones de tren, garajes o cocheras. Y también, por creencia o simplemente por tradición o costumbre, muchos viajeros y caminantes invocan al santo al comenzar cualquier viaje o marcha.
Pero también lo es de los moribundos. Se creía y confiaba en que, viendo o teniendo cerca su imagen, nadie se iba de este mundo o moría sin estar espiritualmente preparado.
De acuerdo con la leyenda, a san Cristóbal se le suele representar siempre de la misma forma, con la misma o parecida escena. En las esculturas de bulto redondo con bastón nudoso en la mano derecha y el Niño Jesús sobre el hombro. Y en las pinturas al fresco, que existen en muchas iglesia y catedrales, se nos muestra sumergido de pies en el agua, con el bastón que suele terminar en hojas o en un tallo de palmera (no confundir con la vara de san José), y el Niño Jesús sobre el hombro, al que se dispone a trasladar a la otra orilla. En el agua suele haber peces y anfibios. En la otra orilla un monje le guía con la luz de un farol y más al fondo se ve una ermita.
Tenemos un ejemplo de esta pintura, aunque incompleta, en la iglesia de santa María del Azogue de Benavente. Se encuentra a la entrada del templo, en el muro oeste. Se ve parte del cuerpo de un hombre gigantesco que es fácil identificar con san Cristóbal, saliendo del agua. Entre sus piernas hay una mujer que se contempla en un espejo y que puede ser una sirena. A la derecha una roca o isla y sobre su rodilla un barco. En la orilla le espera un fraile con un farol para guiarle. (Hidalgo Muñoz, E.: Iglesia de Santa María del Azogue).
Del mismo modo en la Catedral de Zamora hay otra pintura con el mismo tema en la que se ve al santo con el bastón y el niño al hombro, el agua del río con peces, patos etc., la vegetación a la orilla y, a la izquierda, el ermitaño.
Por supuesto que en muchas otras localidades existen imágenes o pinturas del santo, algunas de ellas muy representativas de sus atributos y de las leyendas que se le atribuyen.
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(Reportaje publicado en el desaparecido semanario La Voz de Benavente y Comarca en el mes de julio de 2010.)