viernes, 18 de octubre de 2013

Artesano jubilado: Antonio Casado, de Coomonte de la Vega.


Antonio Casado y sus bastones.
En Coomonte, lo mismo que en algunos otros pueblos de Los Valles de Benavente, hay varios jubilados que dedican gran parte de su tiempo de ocio a trabajar con la madera o el hierro y hacer piezas, de forma artesanal. Hace ya varios años que los visité y publiqué un reportaje sobre ellos en el desaparecido semanario la Voz de Benavente y Comarca. Después han ido apareciendo en este blog, para recordarlos de nuevo  y para que dando  a conocer su obra, se les valore en su justa medida.  Hacen los distintos objetos con agrado, como saben, y casi siempre según los  conocimientos que su experiencia vital les ha proporcionado.
Uno de ellos es Antonio, al que llaman, el zapatero, pues, junto con el de agricultor, desempeñó este oficio, en el pueblo, hasta los 37 años. Después, como tantos otros hombres y mujeres de estas tierras, tuvo que emigrar a Europa, en donde pasó 15 años. Al regresar de nuevo siguió trabajando en la agricultura hasta que se jubiló. Tiene ahora ya más de 75 años.
En la actualidad, a Antonio, había que llamarle el bastonero, el de los bastones, pues sólo se dedica a esto.
-Tengo más de 200. Los hago de varas naturales. Para mí es como tener la naturaleza en casa. Cojo las ramas de varias clases de árboles: espino, manzano, caña, etc., procurando que sean  apropiadas para ello. Las arreglo, limpio, aliso, y después las pinto.
Gran parte de los puños de sus bastones son un añadido, hecho por él, a la vara, pero tiene muchos que también son naturales y que semejan la cabeza de algún animal del campo. En este caso, antes de cortar la rama o el palo, ha procurado elegir aquel con el que pueda preparar el puño con los rasgos del animal. Tiene que conseguir que la rama se lo permita.

Bastones variados y con puños y varas muy originales.
Cuando Antonio va al campo no regresa de vacío. Lo sabe bien su mujer que dice que tiene varas o palos por toda la casa, pero esos palos o varas se convertirán en bastones, gracias a la afición, dedicación y al trabajo manual de su marido. Nos enseña algunas que todavía no ha convertido en bastones y nos explica cómo lo hace.
Antonio es feliz con sus bastones, que, aunque los venda o los regale, siempre serán el testimonio de un trabajo artesano que le ha servido y le sigue sirviendo de entretenimiento en sus años de jubilado.