La provincia de León abunda, como ninguna otra, en ríos, arroyos, riachuelos, y regatos. Si contemplamos un mapa físico veremos que el color azul que representa al agua destaca por las numerosas líneas, de trazo más o menos grueso, según la importancia de cada uno de ellos. Todos o casi todos parten de sus grandes, elevadas y bellas montañas, bajando en sintonía y en sinfonía hacia el Esla. Este hará de receptor de las aguas, que después cederá al padre Duero. En esta orquesta sinfónica, que nos parecen los ríos de León, los instrumentos, de mayor o menor tamaño, vendrían dados por su caudal o cauce, según el río. Y los sonidos serían producidos por sus aguas, al correr primero entre las rocas y peñascos de las montañas, después entre piedras, y finalmente sobre la tierra, mas o menos arcillosa, de las llanuras del páramo.
Uno de estos ríos leoneses es el Órbigo, el antiguo Urbicus romano. La palabra compuesta de ur "agua", bi "dos" y el sufijo ko/go, "de", significaría "el de dos aguas". Se trata de un hidrónimo, de origen vasco-ibérico, que hace referencia a cómo está o cómo se ha formado. Lo mismo ocurre en palabras como Urbión, Urbicua, Urbieta, etc. topónimos que significan "ciudad, sitios o lugares entre dos aguas" Y es que, efectivamente, así ocurre con el Órbigo. Basta ver el mapa o visitar el lugar próximo a su nacimiento. En esta ocasión merece la pena hacerlo. Se trata del valle de Babia, en el río Luna o el valle Gordo, en el Omaña, pues son estos dos ríos, el Luna y el Omaña, los que, juntos, lo forman y los que más contribuyen a que sea caudaloso y abundante en agua.
Pero, si el Órbigo es así, es debido no solo al Luna y al Omaña, sino a que otros ríos y numerosos arroyos se le unen a lo largo del recorrido. Entre ellos destaca el Tuerto, río de la Cepeda Leonesa y de la Maragatería, que se junta con el Duerna cerca de La Bañeza, poco antes de llegar al Órbigo. Más al Sur está el Jamuz, el río de la tierra arcillosa y de la artesanía alfarera, que lo hace en La Nora. Y todavía nos queda el Eria, el río del Teleno, de la alta Cabrera Leonesa, que, después de pasar por la Valdería, termina su andadura en el Órbigo, ya en tierras de Benavente.
Con todo esto no podemos menos que considerarlo como un río grande entre los grandes, majestuoso y caudaloso, temeroso en el invierno y la primavera debido a las lluvias y al deshielo, que siguen causando inundaciones al terminar su recorrido, en las cercanías de Benavente, y también a lo largo del mismo. Y esto, a pesar de existir algunas presas en varios lugares, entre las que destaca la de Barrios de Luna.
2.- El río ha dejado riqueza a su paso por la provincia de León, pero también en los pueblos de la comarca de Benavente por los que pasa y que son: Maire de Castroponce, Coomonte de la Vega, Fresno y Vecilla de la Polvorosa, Villabrázaro, Manganeses y Santa Cristina, también de la Polvorosa y por último, Santa Colomba de las Monjas.
Podemos decir también que es el más caudaloso de los que llegan o pasan por esta comarca, comarca principalmente receptora de ríos y que, precisamente por esto, tiene grandes posibilidades de riqueza y de desarrollo. Las vegas del Órbigo son extensas y fértiles, llenas de maizales, más que de otros cultivos como la remolacha, motivado por el reciente cierre de la fábrica azucarera de Villanueva de Azoague. Además del maiz hay abundantes plantaciones de chopos, muchos chopos. Incluso se ven viveros de chopos en algunos pueblos. A su cultivo ha contribuido la apertura y funcionamiento de la fabrica de maderas Tablicia, que facilita su comercialización. Menos mal que los agricultores saben adaptarse a lo que sea necesario. Y saben también lo que son capaces de producir sus tierras, situadas junto a estos ríos.
Pero, al recorrer el Órbigo, como los demás ríos, no nos podemos olvidar de los pueblos, situados cerca del mismo, ni de quienes los habitan. El río, sólo, tampoco sería nada. Prefiere estar cerca y al servicio de los ciudadanos ribereños. Es esta la finalidad de su existencia: servir y contribuir a la producción, a la riqueza y al bienestar. El, por su parte, también pide respeto, limpieza, y atención.
Vamos a acompañar al río desde que entra en esta comarca. Maire nos recibe con una amplia calle, hoy ajardinada. Es lo que queda de la antigua cañada La Vizana que pasaba por aquí y cuyo famoso puente no se encuentra lejos. La cañada se ha convertido en calle para paseo y lugar de esparcimiento. Tiene Maire un edificio, junto a las bodegas, resto de una antigua alcoholera y una minicentral eléctrica junto al molino, hoy en ruinas. Y muchas casas de tapial o adobe, que nos llaman la atención por su antigüedad. De Maire hasta Coomente pasamos por un puente de una sola dirección, estrecho y maltrecho. Ahora cuentan ya con uno nuevo. Pero antes de llegar a Coomente la carretera transcurre entre frondosos castaños salvajes, a ambos lados. No es de extrañar que sea lugar de paseo y de expansión para los ciudadanos. Además contribuyen a ello las instalaciones deportivas que hay en el entorno de su ermita del Cristo. La Iglesia de Coomonte está en un lugar elevado, sobre roca pizarrosa, como contemplando la vega del Órbigo. Y también están en lugar elevado las bodegas, al poniente, a la puesta del sol, como contemplando la vega del Eria y la sierra de Carpurias. Porque Coomonte tiene la suerte de poder contemplar, desde lo alto, dos vegas, una sierra, un monte, el suyo "Co-o-monte" y los pueblos que están ubicados en esos lugares. También pueden contemplar todos los días los aerogeneradores instalados en la sierra, y a algunos coomonteños no les gusta ver esos postes de hierro, aluminio u otros metales destacando entre el verde de la encinas, robles, urces, jaras y demás vegetación, puesta allí por la naturaleza, desde siempre, para embellecer la sierra. Pero han oído decir que con ellos progresarán los pueblos, la comarca y toda esta provincia de Zamora.
Fresno de la Polvorosa nos recuerda al árbol de su nombre, abundante en estos pagos y con Vecilla pensamos en pequeña vega, ahora fértil y extensa y con muchos chopos. Lo de Polvorosa nos hace recordar también a la batalla de Polvoraria, ocurrida allá por el año 878, no lejos de estos pueblos.
El río Órbigo desde el viejo puente entre Maire de Castroponce y Coomonte de la Vega.
Manganeses también nos recuerda la batalla, a su castro La Corona, con el aula arqueológica, a un antiguo canal o manga, y al molino, los puentes, etc. e incluso a alguna de sus fiestas como la de La Cabra, tan denostada por algunos, pero tan querida por la mayoría de ellos, tanto la fiesta, como la cabra.
Los puentes sobre el Órbigo en Manganeses de la Polvorosa.
En Santa Cristina se nota progreso. Con razón es una de los pueblos más importantes de la provincia y por supuesto de la comarca benaventana. Hay varias industrias y dispone de otro tipo de infraestructuras. Junto al río, un camping y zonas de recreo y esparcimiento.
Santa Colomba de las Monjas tiene menos población pero más antigüedad, como nos lo demuestra la existencia de un antiguo monasterio cisterciense en el siglo XII, situado en el centro del pueblo, no lejos de la Iglesia. Posteriormente, nada menos que cuatro siglos después, sus monjas se trasladaron intra muros de Benavente. En su termino desemboca el río Orbigo en el Esla. Sus tierras y su campo son las que más inundaciones sufren, han sufrido y seguirán sufriendo, si no se arreglan debidamente, y de una vez por todas, las carreteras, caminos, puentes y lugares de paso, próximos al pueblo. Aunque se han realizado algunas obras, queda mucho por hacer.
Presa en el Órbigo cerca de Santa Cristina de la Polvorosa. De aquí parte el agua hacia el Caño de los Molinos.
Una parte del puente sobre el Órbigo en Santa Cristina de la Polvorosa.
Lugar de confluencia del Órbigo con el Esla, cerca de Santa Colomba de las Monjas.
Todos sabemos que por Benavente no pasa ningún río, aunque sí por su cercanías. Y el más cercano de todos es el Órbigo o al menos sus aguas, pues de él proceden las que corren en abundancia por el canal de La Sorribas, conocido antiguamente como Caño de los Molinos. El canal parte del Órbigo y, por tierras de Santa Cristina, llega a las de Benavente en el pago denominado Huertas del Sequedal, cerca de la vía ferrea. Y pasa no lejos del antiguo castillo y bajo el puente de hierro. Riega todavía algunas huertas, da servicio a las fábricas de harinas La Sorribas y La Ventosa, y su abundante vegetación arbustiva y arbórea produce verdor y frescor en la ciudad. Es como un río y como tal debe ser tratado. De hecho algunos así lo llaman, incluso sabiendo que no lo es. Y los que no lo saben y lo ven por primera vez, también lo consideran río. Pero, sea canal, caño o río, merece también atención, cuidado y limpieza, por parte de quien corresponda. Los amigos del Patrimonio creen que debe ser así y así lo desean.