sábado, 27 de abril de 2013

Pueblica de los Cerezos.




Imagen desde las afueras del pueblo. En el centro la espadaña de su iglesia.
A muchos de los que hayan pasado o visitado este pueblo en la primavera, y concretamente en estos días del mes de abril, les habrá apetecido denominarlo, aunque sólo por unos días, el pueblo de los cerezos. También podríamos titular este escrito Los cerezos del valle del Zamarrilla, como suele hacerse en otros lugares y con otros valles de gran fama y atractivo como el Valle del Jerte. Es cierto que no se pueden comparar totalmente, aunque sí lo podemos hacer en algunos aspectos.
Pueblica suena a pequeño, lo mismo que Zamarrilla, arroyo afluente de otro cercano y más grande llamado Castrón, que llega al río Tera. Pero es pueblo grande e importante por sus tradiciones, unas religiosas y otras que no lo son. Y grande también  por la dedicación de sus vecinos desde hace ya muchos años, en incluso siglos, al cultivo de los cerezos. 
Y es que son muchos los miles de árboles de esta especie, cargados de blancas flores los que se ven por todas las partes y que adornan y dan una nota de color a su campo y sus tierras, del valle, monte o ladera. Estas flores se convertirán, si el tiempo atmosférico es propicio, en el fruto dorado, rojo, blanco o negro de las cerezas, pues las hay de distintas clases y colores.
Los de Pueblica no saben exactamente el número de cerezos que tienen, pero todos dicen que son muchos miles. Y están en lo cierto a juzgar por los que hemos podido ver en estos días. Y es que los hay cerca del Zamarrilla, en el pequeño valle de este pequeño arroyo, en la actualidad debidamente canalizado, como debe ser, por respeto al pueblo, a la naturaleza que le rodea y sobre todo al Medio Ambiente, al que estamos obligados a cuidar.
Hay cerezos, y muchos, en las laderas, pequeñas o grandes que rodean el pueblo, o están cerca del arroyo. Algunos en medio de las plantaciones de viñedos o entre las tierras sembradas de  cereales. Cuando los frutos maduren se podrán ver las uvas y las cerezas colgando de las ramas cubiertas y protegidas por abundantes hojas. 

Dese el puente sobre el Zamarrilla se ven algunas fincas con cerezos.
Y en los patios de las casas también algunos árboles blancos.
Cerezos en tierras llanas...
Y en en laderas...
Plantados en campos sembrados de cereal...

...O en tierras con plantaciones de viñedos.
Hemos visto cerezos junto al monte, que destacan por su color blanco en medio de las verdes encinas, algunas centenarias. Allí están más protegidos de vientos, soles e incluso heladas. Precisamente la situación del pueblo, con un microclima propicio para ello, según dicen algunos, fue lo que movió, hace ya muchos años, a los vecinos de Pueblica, campesinos todos ellos, a cultivar  y conseguir que fuesen expertos en el cultivo y atenciones a este árbol.


Cerezos junto al monte y el sembrado...
Y cerezos cuyas flores blancas destacan en medio de las verdes encinas
Cerezos recién plantados, junto a viejos árboles, algunos de ellos centenarios.
También hay cerezos junto a las viviendas unifamiliares, delante de sus fachadas o en los patios o corrales de las mismas. Por supuesto que en todos los huertos o huertas cercanas al pueblo. Como que el árbol fuese un tótem para sus habitantes desde que se comenzó a plantar.  Y es que en verdad lo respetan, lo cuidan con esmero en cada momento del año. Son muchas las horas que pasan junto a él, pues son también muchos y abundantes los frutos que de él esperan. 

Abundan los árboles también cerca de las casas....
En las huertas,
Junto a las bodegas del pueblo...
Y hasta en los patios de las nuevas construcciones.
Sus tempranas flores son preludio de la primavera ya en vigor. Poco a poco irán evolucionando y sus colores cambiarán al convertirse en frutos, las cerezas, que los de Pueblica recogerán con trabajo y paciencia y que venderán por los pueblos de la comarca, provincia de Zamora y algunas otras provincias de Castilla y León.
Hace unos días volví otra vez a Pueblica de Valverde para ver sus cerezos en flor. Son muchos los que en primavera viajan al Valle del Jerte, a La Alberca o a otros valles en los que se cultiva este árbol. Pero tienen que acercarse también a este pueblo y su campo que no les decepcionará, sobre todo si se hace en el momento propicio, en plena floración. El viaje será fácil, rodeado de paisajes naturales que ofrecen algunos valles o riberas de los ríos o arroyos por los que se pase: Tera, Esla, Castrón, con sus riberas cargadas de chopos a punto del verdor de sus hojas. La llegada al pueblo y la visita a su campo también será de su agrado precisamente por sus numerosos cerezos con flores que lo adornan y embellecen.