domingo, 17 de noviembre de 2013

Artesano jubilado: Justiniano Abad, de Fuentes de Ropel.



Sentado en un sillón, en el portalón de su casa.
Fue carpintero y ebanista durante toda su vida activa, desde que se casó a los 25 años, y, como complemento a esta actividad, tenía también una carnicería en el pueblo. Ambos trabajos contribuían a una mejor economía familiar.
            En una de las dependencias del patio de la casa conservaba el taller de carpintero, el banco con tornillo y gato, necesarios según los objetos que hiciese o confeccionase en cada caso. Además tenía por allí las demás herramientas propias y necesarias para tal oficio. Destaca la abundancia y variedad de gubias y mazos, útiles imprescindibles para sus trabajos de talla.
            Justiniano tenía 90 años, cuando lo visité y, desde hace tres o cuatro, descansaba ya de sus trabajos y diversas actividades. Y no por falta de ganas o afición, sino más bien por culpa de su salud, en baja, debido en gran parte a su edad avanzada. Poco tiempo después me enteré de su fallecimiento.
            Durante sus más de 50 años de carpintero y ebanista hizo muchos muebles para la casa: armarios, sillas, mesas, cómodas, etc. También abundantes puertas, ventanas y otros trabajos, haciendo labores de talla en todos aquellos que lo requerían o que él creía necesario. Pero cuando se jubiló, a los 65 años, lo mismo que otros jubilados de Fuentes de Ropel, a quienes estamos recordando, de nuevo, ahora a través de este blog, dedicó la mayor parte de su tiempo a hacer otro tipo de objetos también en madera, tallados unos y otros no. Allí los tenía distribuidos por toda la casa: esculturas y relieves, algunas imágenes del crucificado, muchos y variados marcos para cuadros y otros objetos de adorno. Y en madera de calidad, porque, según nos cuenta una de sus hijas allí presente, le gustaba trabajar con maderas buenas. Utilizaba mucho las de cerezo y peral, y también la del nogal y castaño.
Una de sus muchas y variadas esculturas.
También tenía imágenes de santos y cristos.
Encontré a Justiniano, sentado en un sillón, en el portalón de su casa, acompañado de su mujer y de sus dos hijas. Quien más cerca de él estaba es su mujer, Sagrario, como lo ha hecho siempre a lo largo de su vida y de sus oficios. Ella es la que me contestó cuando intento preguntarle, vano intento, por su trabajo y por la obra realizada:
            -Qué le voy a decir. Ha estado más de 50 años con la madera. Primero hacía muebles y ahora se dedicaba a hacer figuras, adornos para las casas, bastones y miniaturas de herramientas y aperos agrícolas. Ya le digo, toda la vida, pero todo tiene su fin. Lo hacía todo él solo, no necesitaba ayuda de nadie. Hizo muchas cosas.
            Efectivamente, una de sus hijas, la que me ha enseñado la casa de su padre, que, como he dicho, está llena de piezas, dice que igual pasa en su casa y en las de sus hermanos, tenemos trabajos suyos por todas las habitaciones. Y es que su padre, todos los objetos que ha hecho desde que se jubiló, han sido para él y para la familia. Anteriormente, como carpintero y ebanista, trabajaba para los demás y vivía de ello, pero ahora no.
            Al preguntarla si conocen fuera del pueblo su obra me dice que no, que sólo ha expuesto sus piezas en Fuentes. Le digo que sería interesante que también se conociese en otras partes a través de alguna exposición colectiva de artesanos de la madera.
Y algunas figuras en relieve.
Original escultura de una perdiz.
 Justiniano era pequeño de estatura, pero fino y exquisito en su quehacer diario y en su trabajo. Con mente siempre despierta y en plena actividad hasta hacía pocos años, manejaba la madera, trozo o tabla, como si fuera un juguete, hasta conseguir la forma deseada. Con su sabiduría práctica, no exenta de originalidad y sencillez, ha realizado una obra artística interesante, que nos hace pensar y recordar la vida y buen hacer de todos los artesanos. Sólo sus manos y unas pocas herramientas, junto a los conocimientos básicos y naturales, la han hecho posible. Y se ha perfeccionado con la práctica y la experiencia diaria en su trabajo de casi 60 años.
            Y ahí está lo que él ha hecho, a la vista de todos, y sobre todo para el disfrute de su familia que se siente gozosa de tenerlo cerca, para recordarle.