El Domingo de Ramos en Ayoó de Vidriales. Año 2007
También se conoce como la Semana de Pasión, pues durante ella se conmemoran los últimos acontecimientos ocurridos en la vida de Cristo. De ahí que antiguamente, cuando el hecho religioso tenía un mayor protagonismo en pueblos y ciudades, la participación de los feligreses en los diversos actos fuese mayor, lo mismo que sus vivencias personales. Semana ésta cargada de celebraciones desde el Domingo de Ramos hasta el de Pascua de Resurrección. Y también de tradiciones, algunas ya desaparecidas y que vamos a recordar.
El Domingo de Ramos nos recuerda cómo recibieron a Jesús con ramos y palmas al entrar en Jerusalén sobre una borriquilla. Antiguamente el ramo, ir a recoger el ramo era algo con lo que casi todos cumplían. Unos días antes el sacerdote procuraba tener preparados los que iba a necesitar. Por estas tierras solían ser de pino o de laurel, a falta de olivos o palmas abundantes en otras regiones.
Los ramos se bendecían a las puertas de la iglesia y se distribuían entre todos los asistentes. Ya bendito y en la mano de todos, se celebraba el siguiente acto litúrgico: El sacristán con un grupo de personas acompañantes entraban en la iglesia y cerraban la puerta. En el exterior el sacerdote oficiante con los demás feligreses comenzaban a cantar “Pueri hebreorum portantes ramos olivarum, obviaverunt Domino, clamantes et dicentes. Hosanna in excelsis…” (Los niños de los hebreos, llevando ramos de olivos, salieron al encuentro del Señor, cantando y diciendo: Hosanna en las alturas).
El sacristán y acompañantes contestaban desde dentro cantando algunos versículos más de la misma antífona. Y, cuando el cántico ha concluido, el sacerdote golpea la puerta del templo, que se abre al momento, para que entren todos como en solemne procesión.
Por supuesto era una época en la que los cánticos, lecturas y todos lo demás era en Latín, lengua oficial de la Iglesia Católica. Y casi toda la gente sabía, al menos leerlo (seguramente que no su significado) y participaban en los actos.
La misa de este Domingo era especial y duraba mucho tiempo debido en parte a que en lugar de un breve texto evangélico ‘hoy tocaba leer la Pasión de Cristo’ según San Mateo, San Marcos o San Lucas, dependía del ciclo litúrgico correspondiente. Y lo curioso es que los fieles la escuchaban de pie, como si se tratase de la epístola o evangelio de cada día, que siempre es más corto. En la actualidad en algunas ocasiones se utiliza un resumen de dicha pasión o una versión más breve, para que no se haga tan largo. Y además se lee en castellano.
El Domingo de Ramos era costumbre estrenar algo, ya fuese ropa, calzado, adornos, etc. Y no faltaba tampoco en las casas alguna comida especial, pues no dejaba de ser una fiesta.
Hoy han cambiado bastante las cosas. Las procesiones de los ramos y palmas con Jesús sobre la borriquita constituyen el atractivo principal en las ciudades y algunos pueblos, pero falta la devoción, junto con la sencillez y naturalidad con la que antes se vivían y recordaban estos momentos.
El Lunes y Martes Santos, por entonces, se celebraba Via Crucis como todos los días de Cuaresma en algunos lugares, aunque durante esta semana era más solemne, pues el Domino de Ramos y el Viernes Santo era por la calles del pueblo, en la que previamente se habían colocado cruces sobre las paredes de algunas casas por donde iba a pasar, cruces que aún se conservan en muchos pueblos. Lo que se hacía era recorrer las catorce estaciones.
El Miércoles Santo, se colocaba el Monumento y, por la tarde, ya casi al oscurecer, se cantaban las tinieblas. El Jueves, día amor fraterno, destaca la celebración solemne de la Eucaristía, la Comunión, y el traslado del Santísimo al Monumento.
Sin embargo el Viernes Santo es la Cruz protagonista, en recuerdo de Cristo muerto. Este día no hay Eucaristía sino Cruz. Y a la Cruz se la adora en silencio y con respeto. En la liturgia de la palabra se lee la Pasión según San Juan. Y el Via Crucis solemne por la calles se completaba en algunos lugares con el cántico del Rosario de la Buena Muerte, cuyo estribillo decía así: “Danos, Señor, buena muerte, por tu santísima muerte…” .
Uno de los días más importantes de la semana es sin duda alguna el Sábado Santo por su liturgia que gira en torno a la luz, el fuego y el agua, elementos purificadores e imprescindibles para la nueva vida que llega con Jesús resucitado. El agua se llevaba para las casas y se bendecían sus dependencias. Al entonar en la misa el Goria in excelsis Deo, los niños tocaban las esquilas y sonaban también las campanas de la iglesia, anunciando ahora no nacimiento, venida ni muerte, sino Resurrección.
Si el Sábado ya se cantaba el Aleluya, mucho más el Domingo, día grande para la Iglesia, pues recuerda el acontecimiento más importante del Cristianismo, la Resurrección de Cristo. Y es día de encuentros entre el Hijo y la Virgen Madre a la que la Iglesia oficial cantaba: “Regina caeli lactare, alleluia, quia quem meruisti portare, alleluia, / resurrexit, sicut dixit, alleluia, / ora pro nobis Deum, alleluia…” (Reina del Cielo alégrate, aleluya, por que el que mereciste llevar, aleluya, resucitó, como dijo, aleluya. Ruega a Dios por nosotros, aleluya). En algunos pueblos también la cantaban sirviéndose de versos o romances de creación popular, a su modo y como ellos mejor sabían: “Quita ese manto María / y revístete de gala / que viene resplandeciendo /el muerto que tu llorabas”. O esta otra estrofa: “Regocíjate, María, / y alégrate el corazón, / alégrese todo el mundo / de su gran Resurrección”.
Lo religioso se vivía de tal modo que influía hasta en el ánimo de las personas y después de la Cuaresma y la Semana Santa se notaba aún más. Como que la Pascua hubiese traído o proporcionado más luz y alegría y más ganas de celebrar fiestas. En todo ello influía también la época del año, la primavera, en la que la naturaleza se transforma e invita a todos a su contemplación y a disfrutar de la misma.
Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 4 de Abril de 2009