¿A quién quereis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?
La corona de espinas sobre la cabeza de Jesús.
La horca y el árbol de Judas.
Jesús va camino del Calvario con la Cruz a cuestas.
Elevando la Cruz con el crucificado.
Jesús, crucificado, muere en la Cruz
"Resurrexit sicut dixit" (Resucitó según dijo)
El día de Viernes Santo y, poco después de la hora nona, en este pueblo del Valle de Valverde se representó (en el año 2006) el drama litúrgico de la Pasión de Cristo, en versión popular, con texto y guión popular y con actores y protagonistas también del pueblo y de algunos pueblos limítrofes. Y cuando, hace más de dos mil años, aparte de otros fenómenos atmosféricos, hubo oscuridad sobre la tierra (Marc. 15, 33) cuando se produjo la muerte de Cristo, en Navianos, casi a esa misma hora, las nubes ocultaron también la luz del sol y dejaron caer abundante lluvia sobre el que iba a ser crucificado, su séquito y los espectadores. Pero consiguieron lo que ellos querían, y además de modo serio y correcto, como si fuesen verdaderos actores. Y es que lo de actor popular es un título que no todos poseen. Además se felicitaron por lo del agua, a la que estaban esperando desde hace ya mucho tiempo.
Los días de la Semana Santa, sobre toda en las ciudades, se han convertido en espectáculos con mayor o menor elegancia o fastuosidad, pero falta la sencillez que se contempla en las pequeñas localidades como Navianos y otras que, a su modo, también tienen algo que ofrecer. En el fondo, tanto en unos lugares como en otros, sea a través de las procesiones con pasos o de la representación dramática, lo que se pretende es lo mismo: recordar el hecho y demás acontecimientos originados con motivo de la pasión y muerte de Cristo o, al menos, algunos de ellos.
Eran cerca de las cuatro de la tarde. Actores, actrices y pueblo, vestidos a la antigua usanza, como en la época, se sitúan junto a la ermita, en torno a la cual se va a desarrollar el drama. Se ve a Jesús en el huerto de los Olivos haciendo oración. En seguida se levanta y se acerca a sus discípulos que están dormidos: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no accedáis a la tentación (Mat. 26, 40-41). A esto sigue la traición, con el beso de Judas, y el prendimiento. Se lo llevan al procurador romano Poncio Pilatos, quien dialoga con Jesús, pero que, como todos sabemos, termina condenándolo a la cruz.
-¿Eres tú el rey de los judos?
-Tú lo dices, responde Jesús. Pero mi reino no es de este mundo...
Pilatos no hace caso a su mujer, pero sí lo hace al -Crucifícale, repetido varias veces por el pueblo
A lo lejos se oye cantar un gallo. Es la negación de Pedro y el sólo recuerdo le hace llorar amargamente. -Antes de que cante el gallo me negarás tres veces (Mat. 26, 75). A todos los presentes sorprende lo inesperado del canto y la reacción de Pedro.
El procurador decide que lo azoten y lo coronen de espinas, pero como si nada. El pueblo sigue gritando -Crucifícale, crucifícale. Incluso, les presenta al preso Barrabas, todo maldad, y de quien, incluso el nombre, causa pavor. Pero Pilatos, no pudiendo y tampoco queriendo, les entrega a Jesús y se lava las manos.
Los de Navianos, en este caso el pueblo actor, tanto niños, como mayores, se regocijan y alegran e incluso aplauden, como exige el guión. Pero saben muy bien que están haciendo teatro y en su corazón e intimidad piensan de forma distinta. Los más ancianos lo viven más intensamente. Es lo que oyeron siempre en su iglesia, pero no lo habían visto nunca ante sus ojos con tanto realismo, representado por parientes, amigos y conocidos.
En el Via Crucis, todos acompañan a Cristo. No faltan las escenas de la verónica, ni del cireneo, ni de las mujeres llorando, ni de las caídas de Jesús, al que hacen levantar entre golpes e insultos fingidos.
Y así hasta llegar al lugar de la crucifixión, el Gólgota de Navianos, situado cerca de la ermita y no lejos del monte de encinas. Allí, los protagonistas del homicidio simulado, manos a la obra, se afanan en que todo salga bien. Y lo consiguen. De lejos se oyen los golpes del martillo sobre los clavos. Al poco rato levantan la cruz con el crucificado, sirviéndose de unas cuerdas. Destaca el INRI, clavado en el madero y sobre la cabeza de un Jesús, que presenta un aspecto deplorable. El drama está llegando a su fin. Las nubes oscurecen la luz del sol y amenazan lluvia. Por allí se oye a un agricultor, creyente como nadie, que dice:
-Deja, deja que llueva. Nos viene bien, porque los campos están muy secos y peligra la cosecha. Aunque piense en sus tierras, no se pierde nada de la representación y hasta la relaciona con la lluvia que ha caído o va a caer. Para él y para los demás esta es la mejor rogativa.
Por fin, en medio del más absoluto silencio, se oye: -Perdónales, porque no saben lo que hacen. Y poco después: -Madre, ahí tienes a tu hijo y -Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y también lo de -Tengo sed, petición que es atendida acercando a su boca una esponja empapada en vinagre.
Y así otras frases y palabras hasta el Consunmatum est (Todo se ha acabado), que pronuncia en el momento de morir.
Pero el público, los de Navianos y demás asistentes al acto, saben que aquí no se termina la historia, esperan algo más y que sea más alegre y positivo. Porque ellos, como todos, prefieren la vida y necesitan la vida. Además estamos en primavera. Efectivamente, así ocurre a continuación, pues comienza el descendimiento de la cruz, que hacen con sumo cuidado y delicadeza. Cristo llega a los brazos de su madre, que está a los pies de la cruz. Poco después, otros lo envuelven en una sábana-sudario y lo llevan al sepulcro-ermita.
Y es que la conocida ermita de El Carmen de Navianos, en este día y en este momento, se convierte en la sepultura de Jesús. No olvidemos que al lado de ella se encuentra el cementerio del pueblo. Por eso nos atrevemos a llamarla ermita-sepulcro. Feliz coincidencia y feliz acierto para los organizadores. La ermita recibe el sudario o la sábana con el cuerpo de Jesús y es custodiada por centinelas a caballo. De ella sale, pocos momentos después, glorioso y resucitado, coincidiendo con el final de la representación. El Jesús de Navianos aparece con toda solemnidad, en la puerta de la misma, con ropas blancas y los brazos en alto, como señal de victoria, entre los aplausos y cánticos de los asistentes al acto.
Así finaliza este drama litúrgico, cuyos orígenes hay que buscarlos en la Edad Media, en los antiguos autos medievales que giraban en torno a la Navidad, (officium pastorum - la Pastorada), la Epifanía (ordo stellae - los Reyes) y la Pascua (quem quaeritis? - la Pasión). Solamente que aquí, en Navianos, aunque, parece ser que ya antiguamente hicieron algún tipo de representación, los textos, el guión y las diversas partes están completamente modificados y actualizados. Y tal vez no dispongan de la narración y de los textos antiguos. Pero así lo han querido sus autores y sus protagonistas, que respetan como nadie el pasado, pero también quieren y desean que se respete el presente. Lo que si han hecho es intentar reflejar fielmente los momentos claves del drama, del acontecimiento histórico que muchas personas, creyentes o no creyentes, pero todas amantes de las tradiciones populares, viven en estos días de la Semana Santa. Tradiciones que debieran ser un objetivo más a conseguir para revitalizar a los pueblos, y un atractivo para ser visitados. En Navianos de Valverde lo están consiguiendo, pues, a la celebración de su famosa romería de El Carmen, hay que añadir ahora la representación popular de La Pasión de Cristo, el día de Viernes Santo, un poco después de la hora nona.
Reportaje publicado en el libro
El día de Viernes Santo y, poco después de la hora nona, en este pueblo del Valle de Valverde se representó (en el año 2006) el drama litúrgico de la Pasión de Cristo, en versión popular, con texto y guión popular y con actores y protagonistas también del pueblo y de algunos pueblos limítrofes. Y cuando, hace más de dos mil años, aparte de otros fenómenos atmosféricos, hubo oscuridad sobre la tierra (Marc. 15, 33) cuando se produjo la muerte de Cristo, en Navianos, casi a esa misma hora, las nubes ocultaron también la luz del sol y dejaron caer abundante lluvia sobre el que iba a ser crucificado, su séquito y los espectadores. Pero consiguieron lo que ellos querían, y además de modo serio y correcto, como si fuesen verdaderos actores. Y es que lo de actor popular es un título que no todos poseen. Además se felicitaron por lo del agua, a la que estaban esperando desde hace ya mucho tiempo.
Los días de la Semana Santa, sobre toda en las ciudades, se han convertido en espectáculos con mayor o menor elegancia o fastuosidad, pero falta la sencillez que se contempla en las pequeñas localidades como Navianos y otras que, a su modo, también tienen algo que ofrecer. En el fondo, tanto en unos lugares como en otros, sea a través de las procesiones con pasos o de la representación dramática, lo que se pretende es lo mismo: recordar el hecho y demás acontecimientos originados con motivo de la pasión y muerte de Cristo o, al menos, algunos de ellos.
Eran cerca de las cuatro de la tarde. Actores, actrices y pueblo, vestidos a la antigua usanza, como en la época, se sitúan junto a la ermita, en torno a la cual se va a desarrollar el drama. Se ve a Jesús en el huerto de los Olivos haciendo oración. En seguida se levanta y se acerca a sus discípulos que están dormidos: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no accedáis a la tentación (Mat. 26, 40-41). A esto sigue la traición, con el beso de Judas, y el prendimiento. Se lo llevan al procurador romano Poncio Pilatos, quien dialoga con Jesús, pero que, como todos sabemos, termina condenándolo a la cruz.
-¿Eres tú el rey de los judos?
-Tú lo dices, responde Jesús. Pero mi reino no es de este mundo...
Pilatos no hace caso a su mujer, pero sí lo hace al -Crucifícale, repetido varias veces por el pueblo
A lo lejos se oye cantar un gallo. Es la negación de Pedro y el sólo recuerdo le hace llorar amargamente. -Antes de que cante el gallo me negarás tres veces (Mat. 26, 75). A todos los presentes sorprende lo inesperado del canto y la reacción de Pedro.
El procurador decide que lo azoten y lo coronen de espinas, pero como si nada. El pueblo sigue gritando -Crucifícale, crucifícale. Incluso, les presenta al preso Barrabas, todo maldad, y de quien, incluso el nombre, causa pavor. Pero Pilatos, no pudiendo y tampoco queriendo, les entrega a Jesús y se lava las manos.
Los de Navianos, en este caso el pueblo actor, tanto niños, como mayores, se regocijan y alegran e incluso aplauden, como exige el guión. Pero saben muy bien que están haciendo teatro y en su corazón e intimidad piensan de forma distinta. Los más ancianos lo viven más intensamente. Es lo que oyeron siempre en su iglesia, pero no lo habían visto nunca ante sus ojos con tanto realismo, representado por parientes, amigos y conocidos.
En el Via Crucis, todos acompañan a Cristo. No faltan las escenas de la verónica, ni del cireneo, ni de las mujeres llorando, ni de las caídas de Jesús, al que hacen levantar entre golpes e insultos fingidos.
Y así hasta llegar al lugar de la crucifixión, el Gólgota de Navianos, situado cerca de la ermita y no lejos del monte de encinas. Allí, los protagonistas del homicidio simulado, manos a la obra, se afanan en que todo salga bien. Y lo consiguen. De lejos se oyen los golpes del martillo sobre los clavos. Al poco rato levantan la cruz con el crucificado, sirviéndose de unas cuerdas. Destaca el INRI, clavado en el madero y sobre la cabeza de un Jesús, que presenta un aspecto deplorable. El drama está llegando a su fin. Las nubes oscurecen la luz del sol y amenazan lluvia. Por allí se oye a un agricultor, creyente como nadie, que dice:
-Deja, deja que llueva. Nos viene bien, porque los campos están muy secos y peligra la cosecha. Aunque piense en sus tierras, no se pierde nada de la representación y hasta la relaciona con la lluvia que ha caído o va a caer. Para él y para los demás esta es la mejor rogativa.
Por fin, en medio del más absoluto silencio, se oye: -Perdónales, porque no saben lo que hacen. Y poco después: -Madre, ahí tienes a tu hijo y -Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y también lo de -Tengo sed, petición que es atendida acercando a su boca una esponja empapada en vinagre.
Y así otras frases y palabras hasta el Consunmatum est (Todo se ha acabado), que pronuncia en el momento de morir.
Pero el público, los de Navianos y demás asistentes al acto, saben que aquí no se termina la historia, esperan algo más y que sea más alegre y positivo. Porque ellos, como todos, prefieren la vida y necesitan la vida. Además estamos en primavera. Efectivamente, así ocurre a continuación, pues comienza el descendimiento de la cruz, que hacen con sumo cuidado y delicadeza. Cristo llega a los brazos de su madre, que está a los pies de la cruz. Poco después, otros lo envuelven en una sábana-sudario y lo llevan al sepulcro-ermita.
Y es que la conocida ermita de El Carmen de Navianos, en este día y en este momento, se convierte en la sepultura de Jesús. No olvidemos que al lado de ella se encuentra el cementerio del pueblo. Por eso nos atrevemos a llamarla ermita-sepulcro. Feliz coincidencia y feliz acierto para los organizadores. La ermita recibe el sudario o la sábana con el cuerpo de Jesús y es custodiada por centinelas a caballo. De ella sale, pocos momentos después, glorioso y resucitado, coincidiendo con el final de la representación. El Jesús de Navianos aparece con toda solemnidad, en la puerta de la misma, con ropas blancas y los brazos en alto, como señal de victoria, entre los aplausos y cánticos de los asistentes al acto.
Así finaliza este drama litúrgico, cuyos orígenes hay que buscarlos en la Edad Media, en los antiguos autos medievales que giraban en torno a la Navidad, (officium pastorum - la Pastorada), la Epifanía (ordo stellae - los Reyes) y la Pascua (quem quaeritis? - la Pasión). Solamente que aquí, en Navianos, aunque, parece ser que ya antiguamente hicieron algún tipo de representación, los textos, el guión y las diversas partes están completamente modificados y actualizados. Y tal vez no dispongan de la narración y de los textos antiguos. Pero así lo han querido sus autores y sus protagonistas, que respetan como nadie el pasado, pero también quieren y desean que se respete el presente. Lo que si han hecho es intentar reflejar fielmente los momentos claves del drama, del acontecimiento histórico que muchas personas, creyentes o no creyentes, pero todas amantes de las tradiciones populares, viven en estos días de la Semana Santa. Tradiciones que debieran ser un objetivo más a conseguir para revitalizar a los pueblos, y un atractivo para ser visitados. En Navianos de Valverde lo están consiguiendo, pues, a la celebración de su famosa romería de El Carmen, hay que añadir ahora la representación popular de La Pasión de Cristo, el día de Viernes Santo, un poco después de la hora nona.
Reportaje publicado en el libro
PÉREZ MENCÍA, E.: Valles de Benavente. Fiestas y tradiciones. Benavente, 2007.