Su estado en el año 2008.
Así estaba en el mes de diciembre de 2009.
San Agustín del Pozo, este pueblo de la provincia de Zamora, está muy cerca de Villafáfila y no lejos de Villalobos, Villarrín, Tapioles, Vidayanes y otros, todos ellos con muchos y bellos palomares: cuadrados, circulares, rectangulares con tejado a una o dos aguas, con o sin patio, etc. Pero, en esta ocasión, me ha llamado la atención uno, (el que aparece en las fotografías, la última del mes de diciembre de 2009). Y no por los materiales de construcción, adobe y tapial como en casi todos, sino por las paredes de su interior, la colocación de los nidales, y los adornos que se podían ver sobre su tejado.
Desde hace tres o cuatro años, cuando, por algún motivo paso por este lugar y me acerco al palomar he visto su abandono con el consiguiente proceso de deterioro y destrucción. Las lluvias, humedades y otros agentes están acabando con él.
Al parecer su dueño no ha solicitado ayuda para su rehabilitación, ni a nadie se le ha ocurrido hacerlo. Y es que, aunque es arquitectura popular tradicional que se debe proteger, son muchos los palomares existentes en toda Castilla y León y no será posible hacerlo con todos. Pero este de San Agustín del Pozo era algo especial por dentro y por fuera, como nos muestran las fotografías, que serán, en el futuro, el único testimonio del mismo.
Su destrucción ha sido lenta, pero segura, una vez que sus habitantes, las palomas, lo abandonaron y su dueño dejó de prestar atención al edificio. Ojalá que cada vez sean menos los palomares que, construidos con barro, adobes o tapial, por albañiles locales casi siempre, pero con gran imaginación y maestría, sean dejados de la mano del hombre y por ello destinados a correr la peor suerte.
Así estaba en el mes de diciembre de 2009.
San Agustín del Pozo, este pueblo de la provincia de Zamora, está muy cerca de Villafáfila y no lejos de Villalobos, Villarrín, Tapioles, Vidayanes y otros, todos ellos con muchos y bellos palomares: cuadrados, circulares, rectangulares con tejado a una o dos aguas, con o sin patio, etc. Pero, en esta ocasión, me ha llamado la atención uno, (el que aparece en las fotografías, la última del mes de diciembre de 2009). Y no por los materiales de construcción, adobe y tapial como en casi todos, sino por las paredes de su interior, la colocación de los nidales, y los adornos que se podían ver sobre su tejado.
Desde hace tres o cuatro años, cuando, por algún motivo paso por este lugar y me acerco al palomar he visto su abandono con el consiguiente proceso de deterioro y destrucción. Las lluvias, humedades y otros agentes están acabando con él.
Al parecer su dueño no ha solicitado ayuda para su rehabilitación, ni a nadie se le ha ocurrido hacerlo. Y es que, aunque es arquitectura popular tradicional que se debe proteger, son muchos los palomares existentes en toda Castilla y León y no será posible hacerlo con todos. Pero este de San Agustín del Pozo era algo especial por dentro y por fuera, como nos muestran las fotografías, que serán, en el futuro, el único testimonio del mismo.
Detalle de su construcción, con parte del tejado y los adornos.
Su destrucción ha sido lenta, pero segura, una vez que sus habitantes, las palomas, lo abandonaron y su dueño dejó de prestar atención al edificio. Ojalá que cada vez sean menos los palomares que, construidos con barro, adobes o tapial, por albañiles locales casi siempre, pero con gran imaginación y maestría, sean dejados de la mano del hombre y por ello destinados a correr la peor suerte.