lunes, 11 de octubre de 2010

La Barca y el Puente


La Barca de La Ventosa.

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El Puente de Hierro. Benavente.
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1.- LA BARCA

Se la conocía como La Barca de “El Prado”, porque así se denominaba el lugar del río Órbigo en el que estaba el embarcadero y en donde desempeñaba su trabajo, muy cerca del antiguo molino, hoy fábrica de harinas, La Ventosa. Más tarde, en el mismo sitio, se construyó un puente que, deteriorado por el paso de los años y por causa de las aguas del río que, en ocasiones, bajan impetuosas y en grandes riadas, ha dado paso a otro construido recientemente.
El embarcadero, a ambas orillas del río, era muy sencillo, como la misma barca y quienes la pilotaban o guiaban, una mujer a la que acompañaba su hijo en las horas en que se lo permitía la escuela. Se servían de una cuerda atada a ambas orillas y una vara larga que apoyaban en el río para hacer fuerza y conseguir el movimiento.
Aunque tenía un horario, más o menos fijo, solía ser flexible con el mismo y atender a todos aquellos que necesitaban con urgencia su servicio. No era muy costoso atravesar el río en barca, porque, en realidad, tampoco era mucho el gasto, pues no se necesitaba gasolina, ni motor con hélices, ni camarotes, ni puesto de mando, etc, solamente un pequeño esfuerzo humano, que, lógicamente, debía ser recompensado.
Cuando llegaba el invierno y el cauce del río crecía por las lluvias y el deshielo de la nieve de las montañas de León, se tenía que interrumpir, por causas mayores, el servicio, pero no por mucho tiempo, para que los usuarios no tuviesen que hacer un gran rodeo por otros pueblos, otros caminos u otros puentes o barcas, para acercarse a la ciudad de Benavente.
Porque sobre la barca pasaron el río muchos ciudadanos vecinos de los pueblos de Santa Colomba de las Monjas, Arcos de la Polvorosa y Milles de la Polvorosa. Y no sólo las personas sino también animales diversos, como caballos, cerdos, aves, perros, etc.; y también productos del campo: cereales, legumbres, frutas, verduras, etc., todo ello camino de la ciudad de Benavente, famosa siempre por sus mercados y ferias. Y regresaban a sus casas con otros productos, necesarios para su subsistencia. En ocasiones y por diversos motivos, también ciudadanos de Benavente se dirigían hacia los pueblos citados, pasando el río sobre La Barca.
Cuando ella desaparece, no para ir al desguace, ni por vieja, e ineficaz sino por exigencia del progreso, por ser otro el tipo de vida y otras las costumbres, nos queda esta imagen para el recuerdo de..., una barca sobre un río, en un bello paraje, con una mujer y su hijo, en un ir y venir de orilla a orilla y, en resumen, una forma de vida distinta, pero siempre respetable.

2.- EL PUENTE

No se trata de cualquier puente sino de “El Puente de Hierro”. Así lo nombran los ciudadanos de Benavente y por este nombre lo conocen también los habitantes de Los Valles, que con frecuencia se acercan a la ciudad.
Por su construcción, de principios del siglo XX, no es de los más antiguos que existen en los abundantes ríos o arroyos de la comarca, como se pueden imaginar, pero sí tiene algo especial, es “de hierro”, lo cual denota más consistencia y puede perdurar más que otros.
Desde hace ya varios años existe otro puente paralelo a él y de más anchura, que absorbe el abundante tráfico rodado de la ciudad y el que procede de otras partes. Pero este puente “de hierro”, con su barandilla, conserva bien su estructura, y los apoyos necesarios.
Está construido sobre y para atravesar la ría de D. Felipe conocida más antiguamente como el canal o Caño de los Molinos, que, en la actualidad, son las fábricas de harinas La Sorribas y La Ventosa. Precisamente se encuentra entre ambas fábricas.
Nos interesa, más que por su construcción, en este caso, por la función que desempeñó en su época, como paso necesario para todos los que procedentes de Galicia o Sanabria o de gran parte de la comarca se dirigiesen, por aquí, pasando por Benavente, hacia el Norte, Sur o Este del país. Por supuesto que, en esta comarca, tenía más uso, ya que permitía el acceso a la ciudad de todos los habitantes de los Valles que acudían a mercados, ferias y fiestas.
Y por la imagen advertimos cómo lo hacían y cómo vestían. Venían con carros de madera y hierro llevados por reatas de animales, casi siempre mulas, subidos en burros o caballos, o a pie. Por otra parte nos llaman la atención los vestidos largos que llevan las mujeres y los sombreros o viseras con que cubren sus cabezas los hombres. Nos podemos imaginar también que por aquí pasarían otros animales, camino del mercado o la feria, otros tipos de carros o carruajes como las tartanas, las diligencias, etc. y también, como no, los pocos automóviles que hubiera en aquella época.
El Puente de Hierro, enclavado, lo mismo que la barca, en un bello lugar, con el agua de la ría y su abundante vegetación, la antigüedad que lo envuelve, el tipo de construcción, el tener cerca la ciudad y el castillo de los Condes, nos hace recordar aún más la historia, el pasado, la costumbre, la tradición y el modo de vida de las gentes.
Pero, existe alguna diferencia respecto a La Barca, pues, así como la barca pasó a la historia, no ocurre lo mismo con el puente, que todavía está en uso y que, por su importancia, debe ser conservado y restaurado, evitando su deterioro. La contemplación y comparación de la imagen de ambos La Barca y El Puente, nos hace pensar en la destrucción de tantos edificios y monumentos de los que no se conocería nada sino fuese pos las imágenes.