Vara utilizada por la Sociedad Virgen de la Vega de Benavente.
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Directivos de la Sociedad o Asociación, autoridades y socios, durante la celebración de la santa misa en la iglesia de santa María del Azogue de Benavente. (Año 2008)
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Después de la celebración de la misa asociados y acompañantes se dirigen hacia un restaurante de la localidad.
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Publiqué este reportaje en La Voz de Benavente y Comarca el 5 de abril de 2008, días después de haberse celebrado la fiesta.
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‘En la villa de Benavente a diez y ocho de Enero de mil novecientos veinticinco, se reunieron en el teatro de esta localidad, a las diez y media de la mañana, doscientos sesenta individuos y acordaron “por aclamación”, (sic), la constitución de la Sociedad de Socorros Mutuos “La Virgen de la Vega”. En dicha reunión aprobaron también el Reglamento por el que iban a regirse “en todos sus artículos” y eligieron “en votación secreta” su primera Junta Directiva’.
Así dice el acta fundacional, que firman el presidente y secretario elegidos en la misma. Con ella son cuatro las Sociedades de Socorros Mutuos con las que contaba antiguamente la ciudad de Benavente. Tres fundadas en el siglo XIX: La de los Hortelanos o de San Miguel; la de los carpinteros o de San José y la de los Curtidores y Zapateros o de San Crispín; Y una ya en el siglo XX, la de la Virgen de la Vega, a la que me estoy refiriendo en esta ocasión.
Es un hecho que en el siglo XIX, con la implantación del sistema liberal, fueron desapareciendo muchas cofradías y los fines humanitarios que estas fomentaban y ejercían se quedaron sin apoyo económico, lo cual hizo que surgieran estas nuevas sociedades de Socorros Mutuos, que se colocaron bajo la advocación de un santo o de una Virgen.
El domingo día 30 de Marzo (año 2008) celebró su fiesta anual la Sociedad Virgen de la Vega: “Siempre lo hacemos la víspera de la Veguilla, patrona de Benavente, que también es nuestra patrona, me dice su Presidente D. José María Rodríguez. Y seguimos, más o menos con el mismo reglamento aprobado en aquellas fechas, aunque lo llevamos de otro modo, de acuerdo con los tiempos actuales. Seguimos cumpliendo, sobre todo, en lo que se refiere a las defunciones y asistencia a los funerales de los socios".
La verdad es que este tipo de sociedades centraban su actividad en las ayudas principalmente en los momentos de la enfermedad o muerte de sus asociados. Y es que la situación era distinta. Había menos protección y las necesidades eran muchas.
Para evitar engaños e injusticias en las prestaciones de la Sociedad, se legisla hasta el más mínimo detalle. Concretamente para ser socio, además de “ser vecino de la villa, deberá acreditar mediante certificado facultativo, que goza de buena salud y haber observado siempre buena conducta” (Art. 3º, 1,2,3).
Y en cuanto a los derechos y obligaciones de los socios se lee lo siguiente en su antiguo reglamento:
En caso de enfermedad se le socorrerá con la cantidad de tres pesetas diarias desde el día que tuviera el Presidente noticia, hasta finalizar ésta. (Art. 9º, 1).
En caso de defunción del socio, se entregará a la viuda, hijos o padres del finado la cantidad de cincuenta pesetas... (Art.9º, 2)
Será obligación de los socios acompañar en dos filas y con orden y recogimiento al cementerio los restos de los socios finados, su esposa o madre, si estuviera soltero. (Art. 9º, 3).
No será socorrido ningún socio que padezca enfermedades que pudiéramos llamar voluntarias por tener el origen en el vicio...(Art. 9º, 4).
Nadie recibía socorro si no había pagado su cuota. Y para los no cumplidores había multas o se le daba de baja en la sociedad. Además de los cargos unipersonales, nueve vocales se encargaban de vigilar y exigir el cumplimiento de lo establecido en el reglamento.
Uno de ellos, en la actualidad, y desde hace ya más de 25 años, es Faustino Huerga González, quien se encarga del cobro de la cuota y de informar a los socios de los comunicados de la Directiva. Faustino es muy conocido por muchos benaventanos, pues, además de pertenecer a esta sociedad, es de las de San José y San Miguel. Y hasta no hace mucho tiempo fue también de la de San Crispín. No es raro verlo pasar por calles y plazas de la ciudad con su cartera en la mano, cargada de recibos, y acercarse a los domicilios en los que vive algún socio de las sociedades citadas para cobrarle la cuota. Cumple su tarea a la perfección y los directivos agradecen su trabajo.
A las 12 horas de este domingo socios e invitados asisten a la misa en la iglesia de Santa María del Azogue. Algunos cargos portan las varas con el logotipo de la Virgen, cuya imagen se encuentra sobre un altar cercano. El sacerdote en la homilía les recuerda la fiesta y destaca su celebración, precisamente en Domingo, que si era ya un día especial en otras religiones, como en la romana (dies Solis – día del Sol), o en la judía, mucho más lo es en el cristianismo, al denominarlo el día del Señor (dies Domini - dominicum), y considerarlo no sólo como un día de descanso humano, sino también un día para realzar los valores espirituales de la fraternidad, convivencia y unión entre todos, participando en actos comunitarios en la iglesia como lo hace esta Sociedad en torno a su Virgen de la Vega, a la que, por su pequeño tamaño, cariñosamente todos llaman Veguilla.
Para no faltar a la tradición, después de la misa, socios, familiares, amigos e invitados se reunieron en torno a las mesas de un restaurante, como en un ágape, para tomar un aperitivo, dialogar y en resumen pasar otro momento de convivencia entre todos. Así lo hicieron siempre, así lo hacen y así lo seguirán haciendo quienes les sucedan y pertenezcan a la Sociedad. Y es que la razón última de la existencia y creación de las antiguas Sociedades de Socorros Mutuos no era otra que la ayuda mutua, la asistencia, y también la convivencia.
A pesar del progreso y de los cambios económicos y también sociales que vivimos, se necesita potenciar actos y momentos como estos. Ojalá que nuevos socios, ya más jóvenes, continúen valorando, respetando y celebrando las tradiciones de sus mayores.
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Publiqué este reportaje en La Voz de Benavente y Comarca el 5 de abril de 2008, días después de haberse celebrado la fiesta.
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‘En la villa de Benavente a diez y ocho de Enero de mil novecientos veinticinco, se reunieron en el teatro de esta localidad, a las diez y media de la mañana, doscientos sesenta individuos y acordaron “por aclamación”, (sic), la constitución de la Sociedad de Socorros Mutuos “La Virgen de la Vega”. En dicha reunión aprobaron también el Reglamento por el que iban a regirse “en todos sus artículos” y eligieron “en votación secreta” su primera Junta Directiva’.
Así dice el acta fundacional, que firman el presidente y secretario elegidos en la misma. Con ella son cuatro las Sociedades de Socorros Mutuos con las que contaba antiguamente la ciudad de Benavente. Tres fundadas en el siglo XIX: La de los Hortelanos o de San Miguel; la de los carpinteros o de San José y la de los Curtidores y Zapateros o de San Crispín; Y una ya en el siglo XX, la de la Virgen de la Vega, a la que me estoy refiriendo en esta ocasión.
Es un hecho que en el siglo XIX, con la implantación del sistema liberal, fueron desapareciendo muchas cofradías y los fines humanitarios que estas fomentaban y ejercían se quedaron sin apoyo económico, lo cual hizo que surgieran estas nuevas sociedades de Socorros Mutuos, que se colocaron bajo la advocación de un santo o de una Virgen.
El domingo día 30 de Marzo (año 2008) celebró su fiesta anual la Sociedad Virgen de la Vega: “Siempre lo hacemos la víspera de la Veguilla, patrona de Benavente, que también es nuestra patrona, me dice su Presidente D. José María Rodríguez. Y seguimos, más o menos con el mismo reglamento aprobado en aquellas fechas, aunque lo llevamos de otro modo, de acuerdo con los tiempos actuales. Seguimos cumpliendo, sobre todo, en lo que se refiere a las defunciones y asistencia a los funerales de los socios".
La verdad es que este tipo de sociedades centraban su actividad en las ayudas principalmente en los momentos de la enfermedad o muerte de sus asociados. Y es que la situación era distinta. Había menos protección y las necesidades eran muchas.
Para evitar engaños e injusticias en las prestaciones de la Sociedad, se legisla hasta el más mínimo detalle. Concretamente para ser socio, además de “ser vecino de la villa, deberá acreditar mediante certificado facultativo, que goza de buena salud y haber observado siempre buena conducta” (Art. 3º, 1,2,3).
Y en cuanto a los derechos y obligaciones de los socios se lee lo siguiente en su antiguo reglamento:
En caso de enfermedad se le socorrerá con la cantidad de tres pesetas diarias desde el día que tuviera el Presidente noticia, hasta finalizar ésta. (Art. 9º, 1).
En caso de defunción del socio, se entregará a la viuda, hijos o padres del finado la cantidad de cincuenta pesetas... (Art.9º, 2)
Será obligación de los socios acompañar en dos filas y con orden y recogimiento al cementerio los restos de los socios finados, su esposa o madre, si estuviera soltero. (Art. 9º, 3).
No será socorrido ningún socio que padezca enfermedades que pudiéramos llamar voluntarias por tener el origen en el vicio...(Art. 9º, 4).
Nadie recibía socorro si no había pagado su cuota. Y para los no cumplidores había multas o se le daba de baja en la sociedad. Además de los cargos unipersonales, nueve vocales se encargaban de vigilar y exigir el cumplimiento de lo establecido en el reglamento.
Uno de ellos, en la actualidad, y desde hace ya más de 25 años, es Faustino Huerga González, quien se encarga del cobro de la cuota y de informar a los socios de los comunicados de la Directiva. Faustino es muy conocido por muchos benaventanos, pues, además de pertenecer a esta sociedad, es de las de San José y San Miguel. Y hasta no hace mucho tiempo fue también de la de San Crispín. No es raro verlo pasar por calles y plazas de la ciudad con su cartera en la mano, cargada de recibos, y acercarse a los domicilios en los que vive algún socio de las sociedades citadas para cobrarle la cuota. Cumple su tarea a la perfección y los directivos agradecen su trabajo.
A las 12 horas de este domingo socios e invitados asisten a la misa en la iglesia de Santa María del Azogue. Algunos cargos portan las varas con el logotipo de la Virgen, cuya imagen se encuentra sobre un altar cercano. El sacerdote en la homilía les recuerda la fiesta y destaca su celebración, precisamente en Domingo, que si era ya un día especial en otras religiones, como en la romana (dies Solis – día del Sol), o en la judía, mucho más lo es en el cristianismo, al denominarlo el día del Señor (dies Domini - dominicum), y considerarlo no sólo como un día de descanso humano, sino también un día para realzar los valores espirituales de la fraternidad, convivencia y unión entre todos, participando en actos comunitarios en la iglesia como lo hace esta Sociedad en torno a su Virgen de la Vega, a la que, por su pequeño tamaño, cariñosamente todos llaman Veguilla.
Para no faltar a la tradición, después de la misa, socios, familiares, amigos e invitados se reunieron en torno a las mesas de un restaurante, como en un ágape, para tomar un aperitivo, dialogar y en resumen pasar otro momento de convivencia entre todos. Así lo hicieron siempre, así lo hacen y así lo seguirán haciendo quienes les sucedan y pertenezcan a la Sociedad. Y es que la razón última de la existencia y creación de las antiguas Sociedades de Socorros Mutuos no era otra que la ayuda mutua, la asistencia, y también la convivencia.
A pesar del progreso y de los cambios económicos y también sociales que vivimos, se necesita potenciar actos y momentos como estos. Ojalá que nuevos socios, ya más jóvenes, continúen valorando, respetando y celebrando las tradiciones de sus mayores.