sábado, 14 de mayo de 2011

San Isidro Labrador en Quintanilla de Urz. Ermita y fiesta.

Celebración de la Santa Misa el día de san Isidro en Quintanilla de Urz. Año 2007.
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Ermita de san Isidro en Quintanilla de Urz, a las afueras del pueblo.
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Dos bueyes de madera, adornan el retablo de la ermita.

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Retablo de la ermita de Quintanilla de Urz. A su lado una antigua lámpara.
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Procesión con san Isidro y la Virgen del Rosario, camino de la ermita.

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Tres banderas encabezan la procesión, una de ellas la de Quintanilla.

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La procesión avanza y al fondo se divisa el pueblo con la espadaña de la iglesia.

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En el altozano, y ya cerca de la ermita, destacan las imágenes de san Isidro y la Virgen del Rosario.

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Al llegar, imágenes y acompañantes rodean la ermita.

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Ya en la ermita concluyen las letanías y otros rezos.

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En procesión se dirigen de nuevo a la iglesia.

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"QUE PARE EL SANTO" se oye cada poco tiempo, para llevar las andas.

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En procesión se continúa por las calles del pueblo hacia la iglesia.

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Al llegar a la iglesia tiene lugar la subasta o puja, para meter el santo en su interior.

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La imagen de San Isidro de Quintanilla de Urz.

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Imagen de la Virgen del Rosario que acompaña a la de san Isidro durante la procesión.

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Directivos de la cofradía de san Isidro de Quintanilla de Urz en el año 2007, año en el que se publicó este reporftaje en el semanario La Voz de Benavente y Comarca.

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San Isidro no es el patrón de Quintanilla, pero como si lo fuese, con todos los respetos para San Pelayo. Cada uno tiene su sede. El primero la ermita, construida para él y a él dedicada; y el segundo la iglesia, allí está su imagen en la calle central del retablo mayor. Por otra parte, la fiesta de San Pelayo es el mes de Junio (día 26). Y la de San Isidro en el mes de Mayo (el día 15), un mes con la primavera en pleno vigor, los campos llenos de vegetación y de flores, y muchos pueblos de los Valles de fiesta. Unos lo celebran con mayos, ramos y enramadas, otros con romerías y algunos festejando a San Isidro, este santo madrileño, pero cuya devoción se extendió pronto por toda España, hasta el punto de ser una de las imágenes más abundantes en las iglesias, y en alguna ermita como la de Quintanilla.
En el año 2007 (en el que escribí este reportaje) la fiesta no caía en domingo y la trasladaron y celebraron el día 12. Lo suelen hacer así para que más vecinos y forasteros puedan asistir a los diversos actos.
A las trece horas hubo misa solemne, cantada y con sermón, a cargo de un religioso natural de Quiruelas de Vidriales, que ha vivido y trabajado muchos años en América. La concelebraron cuatro sacerdotes y la presidió D. Eladio, el encargado de ésta parroquia. Las imágenes de San Isidro y de la Virgen del Rosario, adornadas con flores, a ambos lados del altar, preparadas para la procesión de la tarde. En el primer banco de la iglesia cargos de la cofradía con varas.
En la misa se canta, y no falta el incensario, como en toda solemnidad. Tras la lectura de los textos bíblicos, el predicador se dirige a los asistentes de modo sencillo y claro, como lo hacía y era San Isidro. Y como lo son las personas de Quintanilla que le están escuchando. Él las conoce muy bien, pues nació y vivió muchos años por estas tierras. Quiere mostrar a los presentes lo que se cuenta de San Isidro, el patrón de los labradores, que fue un trabajador del campo, al servicio de otros, y a veces no muy bien correspondido. Pero era hombre de virtudes cristianas y de oración, que se vio rodeado de milagros. Y destacó, como muchos otros santos, por su caridad y servicio a los más necesitados, aspecto éste esencial en el cristianismo, dando más de lo que él recibía, o si queremos, dando mucho de lo poco que él recibía.
Al santo se le suele representar vestido como los labriegos de su época, chaqueta y calzón corto. Siempre con barba y pelo largo, y con los siguientes atributos: pala o azadón, arado, manojo de espigas en su mano, rosario, etc. A veces aparece la escena en que, con una pala de largo mango, hace brotar un manantial, o la otra en que está rezando, mientras un ángel cuida del arado, conduciendo a los bueyes. Aunque era un santo originario de España, pues nació en Madrid en el año 1080, su culto se difundió pronto por Gran Bretaña y otros lugares. Murió en 1170 y no fue canonizado hasta el siglo XVII.
Por la tarde, a las 18 horas, se celebró la procesión con el santo hacia la ermita. Se encontraba en la iglesia desde hacía nueve días, por lo del novenario, al que con tanta devoción asisten los vecinos. A la hora en punto D. Eladio, acompañado de su sacristán, entona el Kirie eleisón. Es el principio de las letanías mayores que irán cantando, en latín, durante toda la procesión. De lejos y por los caminos se oye el nombre de los santos y vírgenes, junto con el ora pro nobis.
En la cabeza de la procesión, cosa curiosa, tres banderas, entre ellas la del España y la de Quintanilla. Siguen la cruz de plata procesional y las imágenes de San Isidro, llevada por los de la cofradía, y la de la Virgen del Rosario, a hombros de mujeres. Vecinos y forasteros delante, detrás o junto a las imágenes. Muchas personas, que son ya mayores, recuerdan y añoran el pasado y son partidarios de seguir celebrando por muchos años más la fiesta.
Al llegar a la ermita, dan una vuelta alrededor y, ya dentro de ella, se completa el cántico de las letanías. Se cantan, también en Latín las Completas (hora del oficio divino) y se inicia el rezo del santo rosario, que termina durante la procesión que, de nuevo y con el santo, se dirigirá a la iglesia. Aquí estará, como mínimo, ocho días más, el octavario. Los fieles cristianos podrán verlo, venerarlo y pedirle cosas, sobre todo aquellas que en el santoral tiene asignadas: el cuidado y atención a los campos y a quienes los trabajan, que en Quintanilla eran, y actualmente lo son casi todos. San Isidro siempre ha estado cerca de ellos y, por su creencia, casi siempre les ha atendido o servido de consuelo. Ellos, aunque sean pocos, piensan seguir atendiéndole a él también en el futuro.
Durante la bajada en procesión de la ermita, quienes lo deseen pueden empujar las andas del santo, que va sobre ruedas. Basta con que diga PARE EL SANTO y ofrezca un donativo. Un cofrade, que hace de secretario y administrador, se encarga de anotar el nombre y la cantidad aportada. De esta forma el tiempo de duración de la procesión se puede alargar, pues depende de la disposición de la gente para participar en ello.
Pero la subasta más importante tiene lugar al finalizar la procesión, a las puertas de la iglesia y en presencia de San Isidro, la Virgen del Rosario, autoridades civiles, eclesiásticas y demás asistentes. Se trata de pujar para meter el santo en la iglesia. El subastador dice: Por aquí ofrecen 100 euros. ¿Hay quien dé mas?. 101, dicen a lo lejos. Luego otra persona ofrece 105. Y otros 115, 120..., y hasta 126, a la una, a las dos y a las tres. Quienes ganan la puja se acerca al santo para meterlo en la iglesia y colocarlo en el lugar que ocupará estos días del octavario. El día 22, cuando lo suban definitivamente a la ermita, también habrá procesión y una pequeña fiesta.
Porque su sede es la ermita, por cierto que muy antigua, pues fue construida en el siglo XVII, según consta en una inscripción de la parte inferior del pequeño retablo, de estilo barroco, que hay en ella. La imagen del santo seguramente que también es de la misma época. Este hecho es de tal importancia que la restauración y conservación de ermita, retablo e imagen, debe ser tarea prioritaria. Máxime cuando en esta provincia no se conserva ninguna ermita más dedicada a este santo, y hay muy pocas en toda Castilla y León. Cada pueblo tiene algo distinto que mostrar a los demás, y sentirse gozoso de ello. Quitanilla tiene a San Isidro y su ermita.
Está comprobado que para que las tradiciones, fiestas y celebraciones perduren es necesario que existan o se creen grupos, asociaciones, y en el caso religioso, cofradías, cuyos cargos directivos se encarguen de la organización de los diversos actos. Y esto pasa en Quintanilla. Su cofradía de San Isidro es muy antigua, aunque, al no disponer de libros, no conozcan sus comienzos. Me cuentan que hace tiempo pertenecía a ella todo el pueblo. Ahora tan sólo son 17 personas, entre matrimonios, viudas y solteros. Los cargos en la misma también han sufrido cambios. Hasta hace no muchos años, concretamente en el año 1981, eran los siguientes: Abad mayor y abad niño; diputado viejo y diputado niño; secretario y cabildero y dos suplentes de estos; y mayordomo con un suplente.
En la actualidad, al ser menos los miembros de la cofradía, mantienen tan sólo los cargos de los abades y diputados, y cuentan con un secretario o administrador. Asisten a los actos religiosos y llevan varas. Por cierto que dos de las varas tienen la imagen del santo por una cara y por la otra la crucifixión. De ellas la del abad mayor es más larga que la del abad niño. Las de los diputados tienen una cruz y es más larga la del diputado viejo que la del niño. Son curiosidades de gran interés desde el punto de vista de la tradición.
Dos días reparten entre ellos bollas de pan y una botella de vino, la víspera de la fiesta y el día que se sube al santo para dejarlo en la ermita después del octavario. Me dicen que, antiguamente, cuando un cofrade moría, también se encargaban de preparar la sepultura y era obligatorio para todos asistir a misa, de lo contrario se les sancionaba con una multa. Pero nada de eso se sigue haciendo.
La cofradía, además de ser la propietaria de la ermita, lo es también de una viña. No pagan cuota alguna, ni se pagó nunca, y los dineros obtenidos en las subastas, pujas o donaciones, los dedican íntegramente al arreglo de la ermita y las atenciones al santo. Las bollas y el vino lo pagan ellos mismos cuando se realiza la compra.
En Quintanilla de Urz son pocos los vecinos y gran parte de ellos de edad avanzada, pero cuentan con algunos jóvenes, amantes de su pueblo y de sus tradiciones que harán lo posible por mantener la fiesta. Pero es necesario que se sientan apoyados por todos los demás.