sábado, 25 de febrero de 2012

Artesano jubilado de Benavente: Melchor Valbuena y sus palomares.

Melchor Valbuena preparando un palomar en el taller que tiene en su casa de Benavente.
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Algunas de las herramientas y materiales que utiliza para hacer sus casas y palomares.
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Adobes y tejas de pequeño tamaño que también son hechos por él.
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Una de las pequeñas casas, de construcción tradicional, que ha realizado ultimamente.
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Dos palomares, de forma cuadrada y con adornos variados en su tejado.
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Dos palomares, de forma circular, con diverso tipo de tejado, uno de ellos con aguas hacia el interior del patio.
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Otros dos palomares, de forma rectangular, uno de ellos con patio y el otro en ruinas.
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Palomares diversos en su construcción: en formas, adornos, colores, tamaño, etc.
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Ejemplo de palomar circular, de adobe y con doble tejado.
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También ha querido Melchor dejar constancia de los palomares en ruinas, en los que se puede ver parte de su interior.
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El artesano con un pequeño palomar circular, de adobe, y con tejado y aguas hacia el interior.
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Melchor Valbuena es vecino de Benavente, pues aquí nació y aquí ha vivido y trabajado toda su vida, a excepción de tres años que pasó en San Sebastián. Tiene ya más de 70 años y ejerce de jubilado desde los 60, jubilación forzosa, me dice él, por cierre de la empresa. Y es que Melchor estuvo de portero durante 23 años en el antiguo cine Coliseum de Benavente. Por esto precisamente es muy conocido en la ciudad. Al cine acudían muchos benaventanos y comarcanos, pues siempre hubo gran afición. Trabajó también cinco años de camarero en el ya desaparecido Hotel Mercantil. Todo era necesario para sacar adelante la casa y a su familia.

En principio, y una vez terminados los estudios primarios en el Colegio Virgen de la Vega, se quedó en él, como interno, durante diez años. Allí, además de seguir aprendiendo, ejerció diversos trabajos y actividades, pues ayudaba en la cocina, pintaba las aulas, arreglaba cristales, puertas y ventanas, y hasta hizo de tutor de alumnos, vigilando sus horas de estudio y ayundándoles en todo aquello que estaba a su alcance. Lo del estudio de los alumnos se lo tomaba muy en serio, pues a Melchor le gustaba la seriedad y la responsabilidad y les exigía trabajo, atención y silencio, además de respeto.

A Melchor se le da muy bien el dibujo. Me lo demuestra haciendo una caricatura ante mí en un instante. Le ha salido perfecta. Él mismo diseña las cosas que hace, en lo que, como luego veremos, se nos muestra muy original y creativo. Cuando trabajaba en el cine de portero preparaba también las placas de diapositivas para proyectarlas en la pantalla.

Sobre esto que hago ahora, las maquetas de palomares y casas, nadie me ha enseñado, dice él. Empecé, medio en broma, haciendo un Nacimiento o Belén en una casa antigua con adobes y tejas, hechas por mí. Y, poco a poco, me fui metiendo con lo demás, a base de horas y mucha paciencia. Pero todo es cosa mía. Primero lo pinto, diseño o dibujo, y luego me pongo a realizarlo. A veces me sirvo de algunas fotografías que tengo o que me proporciona mi hijo Venancio, que es muy aficionado a la fotografía.

También se le da bien la carpintería y la albañilería. Prueba de ello es que algunos muebles y otro tipo de infraestructuras necesarias en su propia vivienda han sido construidas por él. Y es que en Melchor hay madera de artesano que, mira tú por donde, ha llegado a hacerse más evidente al llegar su jubilación y disponer de su tiempo, y de más tiempo para lo que quiera. Su vida anterior y sus trabajos, necesarios para vivir y sacar adelante a su familia se lo habían impedido, como ocurre a muchas otras personas.

Tiene el taller en el patio de su casa. Dispone de un pequeño banco de carpintero con tornillo y en una caja metálica que hay en la pared están recogidas todas o casi todas las herramientas que utiliza. Le encuentro trabajando en una pequeña ventana para la maqueta de una casa que tiene pensado hacer. Observo que aquí todo es pequeño, o de pequeño tamaño.

Los materiales que necesita son: barro con el que prepara los adobes con el molde o marco oportuno y a los que no falta la paja, como debe ser, y tierra arcillosa para las tejas, que prepara una a una, y que no cuece en horno alguno, sino que le basta con secarlas al sol. Con estos materiales asegura la construcción de sus viviendas, Tan sólo le falta el tapial, pero, de momento, no ha querido probar este tipo de construcción, tradicional.

También se sirve de la piedra para las bases o asientos de sus maquetas. Hace, por lo tanto, de cantero por lo del tamaño de la misma, pues tiene que partirla y darle forma. Y también de carpintero y herrero, al tener necesidad de preparar con madera y hierro las puertasy ventanas de las casas y palomares.

Consigue la tierra arcillosa en la antigua tejera de Benavente, explotada hasta hace no muchos años. La que él necesita no es mucha, y hay por allí abundantes restos. Por otra parte encuentra madera y piedras con facilidad, pues tan sólo necesita trozos pequeños que él se encarga de disminuir aún más.

Llevo trabajando en esto no más cuatro o cinco años y tan sólo me ha dado tiempo a hacer unas 30 piezas, casi todas ellas palomares, pues me gustan más, aunque alguna de las casas llama también la atención a quienes las ven.

Efectivamente, tiene por allí palomares cuadrados, rectangulares y redondos, algunos con patio interior, todos perfectamente reproducidos. Las casas son más bien de tipo rústico o de campo, de diversas formas, de acuerdo con la arquitectura tradicional, de una sola planta, aunque también ha hecho una de dos y con todo lujo de detalles. No me puede confirmar el tiempo concreto que emplea en reproducir cada una de las piezas, porque no lo hace de forma continuada, pero afirma que muchas horas, pues son muchos los detalles que hay que tener en cuenta, en su exterior y también en el interior, sobre todo en las viviendas, a las que podemos decir que casi amuebla por dentro, colocando hasta cortinas en las ventanas, e incluso instalación eléctrica que le dota de un mayor realismo.

Mire, con esta ventanita llevo ya casi dos días, varias horas cada día, y todavía no la he terminado. Que si la madera, los cristales, el hierro que lleva, etc. Al tener que reducirlo tanto, es todavía más entretenido.

Además, a Melchor le gusta el campo, y sobre todo la pesca, y, durante la temporada, se acerca con frecuencia al río en su moto y casi siempre vuelve a casa con alguna trucha, barbo o tenca. Y cangrejos, cuando es el tiempo de ellos. También pasa algún rato con los amigos.Todo ello muy necesario, y más cuando se está jubilado.

Seguirá trabajando en sus maquetas despacio y sin agobio. Va aempezar un nuevo palomar y tiene in mente una nueva casa rústica que le gusta mucho. Y es que los artesanos como él, se lo piensan todo y mucho, antes de poner manos a la obra. Apenas se sirven de libros o manuales. Les basta su habilidad y sus conocimientos, para realizar sus trabajos. Por falta de adobes, tejas, ventanas, puertas, etc. no lo hará, pues ya dispone de bastante número, para futuras construcciones como son las suyas, muy originales y capaces de generar admiracióny sorpresa.

Melchor, es bastante conocido en Benavente como persona, pero no lo es tanto en su faceta de artesano jubilado, aunque ya participó en una Exposición realizada hace años por el Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo. Todos los visitantes pudieron ver y admirar sus palomares y casas, lo que sirvió para él de una gran satisfacción.