sábado, 18 de febrero de 2012

Artista y artesano jubilado: Ignacio Sánchez de Salamanca, en Carvajosa de la Armuña.

Pinturas en la pared y cerca de la entrada a su casa, en Carbajosa de la Armuña. Están representadas la figura de Unamuno y la laguna o charca que hay a la salida del pueblo.
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Ignacio Sánchez en el patio de la casa rodeado de piedras, algunas ya esculpidas con diversos motivos.
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Uno de los muchos bustos y cabezas de Unamuno que tiene en su taller-museo.
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Ignacio junto a una escultura del escritor realizada con ladrillos.
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Fachada de la casa en la vivió y murió Unamuno en la calle Bordadores. En piedra de Villamayor.
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Otra de sus esculturas en piedra de Villamayor.
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Pinturas, esculturas, relieves y fotografías con la figura de Unamuno, como protagonista, ocupan distintos lugares de su casa de Carbajosa.
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Rincón de una de las habitaciones de la casa adornado con varios relieves.
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Fachada de la Universidad vista por el autor. Piedra de Villamayor.

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Nació en Salamanca en el año 1942 y en esta ciudad vivió su infancia y juventud, años aquellos posteriores a la guerra civil, difíciles y con muchos problemas: “Sólo nos trajeron miseria, necesidades, y también enfermedades, como la que yo padecí”, me dice Ignacio. Y añade:
“Yo fui poco a la escuela y lo que se y hago ha sido más por afición y trabajo personal, que por habérmelo enseñado alguien. Y me dedico a esto hace ya muchos años, aunque con más tiempo desde que me jubile de mi oficio de albañil, en el que mi trabajo era de azulejista, colocar azulejos. Trabajé mucho y muy duro para sacar adelante a mi familia”
Ignacio siempre sintió admiración por el arte, y también por la naturaleza, sobre todo por los animales. Se ve en sus esculturas, pinturas y dibujos, hechos con materiales diversos.
La naturaleza está también reflejada en algunos cuadros que adornan su casa de Carvajosa, y en otros objetos relacionados con el campo, los animales, las plantas. Y su amor por los animales lo vemos en el cariño que muestra hacia su gata que no se separa de él en ningún momento:
“Es que, cuando se pone tan pesada, tiene hambre”, dice él, y en seguida le da de comer… Lo mismo hace con los jilgueros que hay en una jaula. Y de un grupo de pardales que se posan sobre la ventana que da al patio de la casa, añade: “Estos esperan también algo de comida como todos los días…”
En la pared, junto a la puerta de entrada a la casa, está pintada la laguna, o charca, como él la denomina, que hay a la salida del pueblo y en la que se ven algunas aves que suelen acudir o anidar cerca de ella.
En la actualidad, vive más tiempo en Carbajosa, un pequeño pueblo de la comarca de la Armuña, a diez kilómetros de Salamanca Allí, en una amplia casa, de planta baja y arquitectura tradicional y popular, tiene el taller para esculpir, pintar y dibujar. El material que necesita lo trae de Salamanca.
“Empecé en este pueblo, a los 56 años. En principio venía todos los sábados y ahora casi siempre estoy aquí. Comencé con esculturas y luego con las pinturas y todo lo demás”.
Todas las habitaciones de la vivienda están ocupadas por esculturas, pinturas y dibujos, y también piezas u objetos de etnografía, que recuerdan el pasado y forma de vida y las tradiciones.
Lo que más llama la atención de sus abundantes esculturas, pinturas y dibujos es que el 80 o 90 por ciento de todo ello se centra en la figura de Unamuno. ¿Por qué razón?. ¿De dónde le viene esta su afición y su conocimiento, aprecio, estima y recuerdo por este personaje? le pregunto.
“Mi padre, dice, trabajó muchos años en su casa de Salamanca, la que está en la calle Bordadores y me habló muchas veces de él a lo largo de mi vida. Siempre me contaba, entre otras cosas, lo buena persona que era, que trabajaba mucho, que era también muy inteligente, que algunos le trataban muy mal y que había sufrido mucho cuando le desterraron a Fuerteventura”.
Pero es que además sabe muchas otras cosas sobre cómo transcurría su vida diaria en la ciudad, su relación con la Universidad, como profesor y rector, su actuación política y hasta sobre su muerte y el lugar el que está enterrado en el cementerio.
Y sobre todo veo que conoce bastantes cosas sobre su vida de destierro en Fuerteventura por lo siguiente:
“Después de jubilarme fui yo a Fuerteventura al mismo lugar en el que estuvo Unamuno y me contaron también quién y cómo era, lo que allí hacía e incluso lo mucho que sufría recordando las cosas que le habían ocurrido. Me hablaron de sus paseos en soledad, sus paseos sobre el camello a la montaña etc. Había algunas personas mayores que lo recordaban y que también lo apreciaban mucho.”
Ignacio ha expuesto sus esculturas y dibujos sobre Unamuno en algunos lugares de Salamanca, como el Casino, y este mismo año lo ha hecho en la oficina de Correos de la calle León Felipe. Pero le gustaría que se conociesen en otros lugares de la ciudad y en pueblos de la provincia. Para ello necesitaría contar con la ayuda del Ayuntamiento o de la Diputación, que hasta ahora no le han prestado atención alguna, ni le han apoyado en nada. “¿Será que no les gusta lo que hago o el que Unamuno sea el tema central y al que más importancia doy en mis trabajos?, se pregunta Ignacio. Porque, si mis esculturas o pinturas no son merecedoras de las salas de exposiciones, grandes e importantes de la ciudad, sí que pueden exponerse o colocarse en lugares a los que tengan acceso otras personas que quieran contemplarlas”.
En un año como este en el que se celebra el 75 aniversario de la muerte de Unamuno que sepan los alcaldes y concejales de pueblos o barrios de Salamanca que Ignacio Sánchez está dispuesto a colaborar con sus obras para dar a conocer y homenajear un poco más al que fue escritor, poeta, profesor y rector de la Universidad.
En una habitación, cerca del patio, tiene el taller en el que pinta y dibuja. Por allí se ven los materiales que utiliza: pinceles, pinturas, telas, paneles, etc. También prepara aquí las pequeñas esculturas, porque para las de mayor tamaño utiliza el patio. Para estas obras, se sirve, como herramientas, de cinceles, radial, lijas, etc. En algunas de ellas saca el brillo, cuando es necesario.
Antes de irme le felicito por todo lo que ha hecho. Por su parte él trae y me enseña un libro con firmas de muchas de las personas, algunas importantes y conocidas, que le han visitado. Yo también escribo unas líneas en el libro, deseándole suerte y que por parte de quien corresponda le escuchen y atiendan sus peticiones.
Ojala que, no tardando, los de Carbajosa de la Armuña ayuden en lo posible a Ignacio Sánchez, y que el pueblo sea más conocido, y visitado, además de por otras cosas, por tener un museo local, de escultura, pintura y etnografía, y en el que, destaca, sobre todo, la figura de Unamuno. Y todo ello porque una persona, desde antes de su jubilación, se afincó allí y dedicó gran parte de su tiempo a estos temas, por afición, y pensando siempre en que serían del agrado de los demás.