sábado, 5 de marzo de 2011

Dulces tradicionales: Orejas y flores por Carnaval.


Moldes para preparar las flores de Carnaval en "Pastelerías Alvaro".

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Preparando la masa para las flores.
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El molde se introduce en el recipiente y se impregna de masa. Después pasará a la sartén con aceite muy caliente.
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Y, una vez fuera de la sartén, las flores ya fritas se desprenderán del molde.
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Preparando la masa para las orejas.
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La masa, cortada en trozos, se fríe en la sartén.
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A las orejas se les añade azucar, a gusto del consumidor.
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Orejas y flores a la venta en la "Pastelería Alvaro" de Benavente.
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Los dulces conocidos como caseros o tradicionales todavía siguen elaborándose en muchos pueblos de Castilla y León. Y suelen tener éxito y ser apreciados, no sólo por la materia prima de que se componen, sino también por la misma forma de hacerlos. En muchos domicilios conservan todavía las recetas familiares, aunque con la práctica y los años no tienen necesidad de receta alguna.
Tanta fama tienen algunos que han servido para dar a conocer al pueblo o ciudad: las mantecadas de Astorga, los nicanores de Boñar, los feos de Villalpando, las yemas de Ávila, las cañas zamoranas, etc. Otros se elaboran de forma general con motivo de fiestas o acontecimientos diversos a lo largo del año. Esto ocurre con las orejas y las flores de carnaval, que se siguen haciendo por estas fechas, aunque menos, en algunos pueblos de los Valles de Benavente, y en otros lugares.
Y no sólo en panaderías o domicilios particulares, sino también en las pastelerías, como hemos comprobado en “Alvaro Artesanos”, empresa pastelera con gran antigüedad (son ya cuatro generaciones), que ha sabido unir la innovación con el respeto a la tradición de sus antepasados.
“Nosotros, me dice Rafael Pérez, uno de los dueños, herederos de la empresa, seguimos haciendo estos y algunos otros dulces, tal como los hacían nuestros padres y abuelos”. Me lo dice precisamente en el momento en que está extendiendo con el rodillo de mano la masa para las orejas. “Esto mismo que estoy haciendo se puede hacer con la laminadora, pero queda más fina la masa haciéndolo así y el resultado final también es mejor”.
Después corta la masa según el tamaño que se quiera dar a las orejas. A continuación pasarán a la freidora, lo mismo que las flores, teniendo especial cuidado en darles el punto requerido.
Los ingredientes de las orejas son: mantequilla, harina, aguardiente o anís, zumo de naranja y de limón, azúcar y, por supuesto, el aceite con la que se fríen y que debe estar a una elevada temperatura.
Sonsoles Álvaro, su mujer, que se dispone a elaborar las flores, coge la batidora y en un recipiente comienza a preparar la masa con huevos, harina y azúcar, masa debe quedar algo líquida. No lejos se encuentra la freidora con abundante aceite, cuya temperatura es superior a los 200 grados. Dentro de la freidora están colocados los moldes de hierro de las flores, pues deben estar muy calientes, para que la masa no se pegue al freírse.
Con paciencia y buen hacer, como es propio de los artesanos, Sonsoles va introduciendo el molde en la masa liquida y luego en el aceite de la freidora. En breves instantes, al freírse, la flor se desprende del molde y, cuando está ya dorada, se saca del aceite y se coloca en una bandeja. Y así, una a una, sin prisa, pero sin pausa hasta terminar la masa preparada. Todo sale perfecto y su buen aspecto es indicio de un mejor sabor. No se olvida de espolvorearlas con azúcar antes de pasar a la contemplación y venta en las pastelerías.
“A las orejas, me dice, las freímos también en aceite muy caliente y procuramos que la masa sea lo más fina posible, pues así quedarán más crujientes y tendrán también más aceptación. También las espolvoreamos con azúcar. Para freír, tanto a las flores como a las orejas, utilizamos aceite de oliva, de ahí que tengan un mejor sabor.”
Me comentan que estos son dulces de época, o de unos días concretos como son los del Carnaval y, aunque se pueden elaborar durante todo el año prefieren hacerlo así, como siempre lo hicieron sus antepasados, que en definitiva fueron quienes les enseñaron. Hay que ser respetuosos con el pasado y con la tradición.
Añade Isidro que eran dulces que solían elaborarse cuando en las casas se había hecho la matanza del cerdo y había manteca en abundancia. Esta suplantaba al aceite, que se necesitaba en cantidad y de la que no se disponía tan fácilmente.
Álvaro Artesanos tiene el obrador en Santa Cristina de la Polvorosa, un pueblo de los más importantes de esta provincia, por su población y por contar con algunas empresas de alimentación, entre ellas quesos Pastor, que le han dado fama internacional. Además de obrador y pastelería en esta localidad, tienen pastelerías en Benavente y Zamora capital, lo que contribuye a una mayor información y difusión de sus productos artesanos y no artesanos.
Y es que saben muy bien sus dueños que en la cocina en general, sean postres o no, es necesario evolucionar e introducir nuevas técnicas, formas de hacer y productos a elaborar. Por eso su hijo Rafael, junto con su mujer, ya trabajan con ellos, después de haber estado fuera, durante varios años, preparándose en todo lo relacionado con la pastelería. Concretamente en Barcelona han realizado algunos cursos y prácticas de cocina con afamados maestros.
Ahora, ya en la empresa familiar, se ocuparán precisamente de las innovaciones y de todo aquello más novedoso, utilizando incluso otros productos menos tradicionales, pero atractivos para los clientes y consumidores. Y, aunque les echen una mano, si es necesario, dejarán que sus padres sigan haciendo orejas y flores por Carnaval, huesos por Todos los Santos, tarta por La Veguilla y las pastas y pasteles de siempre, como manda la tradición.
A sus pastelerías se acercan ciudadanos de toda esta comarca de los Valles. Pero también forasteros y muchos viajeros que consideran a Benavente como una ciudad de parada y fonda.
Las tradiciones se reviven de nuevo, cada año, cuando llegan los días de Carnaval o de Carnestolledas, días en que, además de los disfraces, desfiles, murgas y charangas que se ven por las calles, orejas y flores adornan los escaparates de algunos tiendas de alimentación y pastelerías, invitando a todos a su degustación como una forma más de participar de la fiesta.