sábado, 28 de julio de 2012

Artesano jubilado: Vicente López, de Arcos de la Polvorosa.




Trabajando en la mesa de carpintero.
En muchos pueblos, de esta y otras comarcas, nos encontramos con personas, y a veces familias enteras, que se muestran, de modo especial,  amantes y respetuosas con las costumbres y tradiciones de los antepasados. Esto ocurre con la familia López Cuesta de Arcos de la Polvorosa, hasta el punto de que Pilar López y Susana, hija y nieta de dicha familia, han recopilado y publicado, aunque de forma privada, un libro “Recuerdos del Ayer”, que recoge canciones religiosas y no religiosas, juegos y otras costumbres y tradiciones de Arcos y de pueblos próximos. Ellas fueron, sobre todo su nieta, la que animó a su abuelo Vicente a reproducir en miniatura objetos o piezas relacionadas con su vida en el campo y las costumbres del pasado: aperos, carros, etc.
Vicente tiene ahora 82 años y se jubiló, anticipadamente, cuando tenía 51, por motivos de salud, pero con estas artesanías comenzó no hace más de 15, y precisamente animado por la sugerencia de su nieta, a la que gustan mucho este tipo de cosas, lo mismo que al resto de la familia. Desde entonces él se distrae y se entretiene con esto, y al mismo tiempo recuerda su vida, como cuando estaba en plena actividad.
Trabajó principalmente en el campo, en la labranza, como empleado para otros o en tierras propias o arrendadas. Pero también ejerció de albañil:
“Comencé haciendo chapuzas para mi casa, y luego hice algunas obras para los demás. Por entonces se construía con adobes y sobre todo con los tapiales, que era lo que yo mejor conocía. En principio me dejaba los tapiales un albañil, vecino del pueblo, pero luego hice unos para mí, que con el tiempo han desaparecido. Pero, para no olvidarme de ellos, he hecho unos en miniatura que me sirven de recuerdo”.
Efectivamente me los enseña y por la explicación que me da de las partes de que constan: tableros, caperuzas, agujas, macho y hembra, mazo, codal, etc., veo que es gran conocedor del oficio   

Tapiales y mazos para aprisionar la tierra.
Noria y cigüeñal.

            Y también trabajó de carpintero, haciendo también algunas cosas para la casa: puertas, mesas, bancos y algunos otros útiles domésticos. Hizo incluso algunos reclinatorios de los que se utilizaban antiguamente en la iglesia y una matraca para tocar en Semana Santa cuando se celebraban tinieblas. Lo de la carpintería lo aprendió de su suegro y de su abuelo que también se dedicaban algo a este trabajo. De hecho el banco de carpintero que él sigue utilizando pertenece a su abuelo.
Hay que reconocer que, antiguamente, muchos conocían y ejercían diversos oficios, obligados a veces por la necesidad. Si no sabían, lo aprendían. Con ello solucionaban, por su cuenta, el contar con muebles para su casa, y con útiles o herramientas para las tareas agrícolas. Así evitaban el gasto que suponía su compra.
Vicente nació en Arcos en el año 1926 y en Arcos ha vivido siempre, lo mismo que lo hicieron sus padres y sus abuelos. No tuvieron necesidad de emigrar, pues siempre pudieron trabajar por estas tierras. Y a la escuela asistió hasta los 14 años, pero, lo mismo que otros vecinos, ya antes de esa edad tenían que ponerse a trabajar para ayudar en casa.
Está casado y tiene tres hijos. Su mujer Rufina Cuesta es también una gran defensora y admiradora de las costumbres y tradiciones, algunas de las cuales, relacionadas con la vida religiosa, valora y vive intensamente.  
Le pregunto por sus artesanías. “Ya le he dicho que si no es por la sugerencia e insistencia de mi nieta (la que escribió el libro), tal vez no me hubiese dedicado a esto. Ella quería que reprodujese en madera y en miniatura los aperos de labranza que había utilizado durante tantos años. Y es lo primero que hice y los coloqué en ese cuadro que está ahí. Después ya me animé y comencé con los carros y los demás objetos”.

Cuadro con aperos de labranza.
Efectivamente, además de las herramientas y aperos agrícolas tiene una noria y un cigüeñal, varios carros, una matraca, dos bastones con puño de animal y algunas otras piezas. Lo que más llama la atención son, sin duda alguna, sus carros, de los que  ha hecho ya doce. Parte de ellos los tiene su hija Mª Pilar en una de las estanterías del comercio que regenta en el pueblo. Todos los vecinos o forasteros que se acerquen por allí podrán contemplarlos y admirarlos. Los hay de par o viga y de varas, y algunos tienen los animales, vacas o caballo, que él mismo ha hecho de madera o de cerámica. Que son vistosos nadie lo pone en duda y menos su hija, que los cuida con cariño y le recuerdan todos los días el trabajo minucioso y artesano de su padre.
“He hecho un carro para cada nieto y de los de varas con toldo uno para cada hijo”, me dice Vicente. Yo le contesto que la idea es buena y el reparto acertado, pues con ello seguramente que, al hacerlos, él se lo ha pasado bien y ha disfrutado, y  al contemplarlos sus hijos y sus nietos, también  disfrutarán".
Uno de los carros tiene las pernillas de ir a acarrear la mies, (trigo o cebada), para llevarla a la era y trillar. Pero quiere hacer otro y poner, en lugar de pernillas, costanas, tableros con redes a los lados para acarrear la paja.
En sus trabajos utiliza principalmente la madera que tiene más a mano, aunque también  se sirve de chapas, puntas, tornillos, etc.

Carritos de par y de varas.
Otros carritos.
Carro de varas con toldo y carro de viga o par.
Vicente trabaja cuando hace buen tiempo en el portalón de su casa, pues allí tiene instalado el banco de carpintero que heredó de su abuelo, como he dicho. En el banco hay instalados dos tornillos, uno de ellos de tamaño muy pequeño, pero que él utiliza mucho para las piezas en miniatura. No lejos se encuentran las demás herramientas: escoplo, azuela, barrenos, escofina, etc. También utiliza mucho la navaja. Con ella rebaja las piezas una vez serradas, porque las corta, según me dice, un poco más de la cuenta y luego “echo mano de la navaja primero y luego de la escofina o lo que sea para afinarlas y prepararlas bien”.
Sobre la sierra utiliza más la de hierro, aunque sea para la madera, pues le permite manejarla mejor y que el corte salga más fino. Pero conserva y me enseña una antigua sierra de carpintero, conocida como la sierra de San José que tiene ya más de 50 años y que también utiliza en sus trabajos artesanos. Aunque él sigue diciéndome que prefiere usar la otra, la de hierro.


Vicente, como otros jubilados, es feliz haciendo lo que hace, pues además de estar ocupado y entretenerse, esto le permite acercarse al pasado, a los trabajos y  costumbres que él vivió intensamente.