Novena Estación. Via Crucis en la iglesia den Santa Marta de Tera.
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Moratones de Vidriales. Cruz de Via Crucis en una calle del pueblo.
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Ayoó de Vidriales. Cruz de Via Crucis, junto a la ventana, en una calle del pueblo.
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Sarga del antiguo Monumento de Semana Santa en Sitrama de Tera.
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Pintura de una de las sargas del Monumento de Abraveses de Tera.
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Cruz en recuerdo de una misión celebrada antiguamente en Mozar de Valverde.
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Se llama Cuaresma al tiempo litúrgico de preparación para la Pascua. La palabra procede del latín quadragesima (cuarenta) y no otra cosa quiere indicarnos que los días de ayuno de Jesús en su retirada al desierto: “Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu Santo al desierto para ser tentado por el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre...” (Mat. 4. 1-2).
Durante este tiempo en la Iglesia Católica prevaleció siempre el aspecto penitencial sobre los demás, y el deseo de imitar a Jesús en su ayuno en el desierto antes de comenzar su pasión. Este ayuno, en principio, consistía en hacer una sola comida al día, por la tarde, a la puesta del sol, después se hacía a las tres de la tarde y finalmente al mediodía. Hasta que un decreto de 1949 suprimió las restricciones alimentarias.
El Concilio Vaticano II introdujo una serie de modificaciones al respecto y ya a partir de 1966, en tiempos de Pablo VI, la obligación del ayuno y la abstinencia quedó solamente para el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
En relación con esto las personas mayores recordarán la Bulas de la Cruzada (Bulla), documentos pontificios, que se adquirían pagando y por medio de los cuales se obtenían ciertos privilegios relacionados con el ayuno y la abstinencia. Eran distintos y de variados precios, y se podían comprar para quedar dispensados de la ley General de la Iglesia. Hoy los cristianos actúan con más libertad y a su gusto, pues ya ni la iglesia legisla, ni se preocupa mucho al respecto.
La Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza, una vez finalizadas las fiestas de Carnaval o de Carnestollendas (tollere carnem – suprimir la carne). El acto religioso más importante de este día era, antiguamente para casi toda la gente, recibir la ceniza. El sacerdote, al finalizar la misa, la impone sobre la frente en las mujeres y sobre la cabeza en los hombres, al tiempo que dice: “Memento homo/mulier, quia pulvis es et in pulverem reverteris. (Acuérdate hombre/mujer, que eres polvo y en polvo te has de convertir).
Días también los de la Cuaresma de rezos, sacrificios y misereres, y en los que solían celebrarse misiones y confesiones generales. De las primeras se conservan como recuerdo cruces en casi todas las iglesias de los Valles. Respecto a las confesiones generales la situación es ya distinta y dejada a la voluntad de las personas.
Uno de los actos religiosos más frecuentes y que todavía se realiza en algunos lugares, era el Via Crucis (Camino de la Cruz), que consistía en recorrer y recordar, en la iglesia o por las calles, los catorce momentos más destacados y de mayor padecimiento de Jesús antes de su muerte. Se dice ‘recorrer las catorce estaciones’, pues los grupos de personas que lo hacen se estacionan o detienen en cada una de ellas. Suelen estar representadas por cruces con las escenas citadas, pintadas, esculpidas o dibujadas en cuadros, algunos de gran valor
También se llama Calvario al Via Crucis, palabra relacionada con calvaria-calva (calavera), pues hace referencia al lugar en el que Cristo padeció y murió crucificado: el ‘lugar de la calavera, (en hebreo Gólgota). Calvario se aplica, en el lenguaje familiar, a aquellas personas que han pasado o pasan por muchos padecimientos.
Es cierto que ha habido un gran cambio, no sólo en las vivencias personales sino también en las costumbres y tradiciones religiosas de estos días. Ambas cosas se complementaban. Antes, los primeros días de la Cuaresma, o incluso antes de empezar la misma, se cubrían los retablos e imágenes de las iglesias con sábanas u otro tipo de telas y así estaban hasta que Cristo hubiese resucitado. Todavía lo hacen en algúna localidad...
Por otra parte en muchos pueblos de los Valles sobre todo cuando iba a comenzar la Semana Santa se colocaba en las iglesias lo que llamaban el monumento. Se trata de una estructura de madera, hierros y telas pintadas (sargas) con la que se cubría el retablo mayor de la iglesia o el de otra capilla y en el que no faltaba un pequeño tabernáculo-sagrario, que recibiría el copón el día de Jueves Santa durante los oficios. Las telas o maderas se pintaban o decoraban con imágenes de personajes bíblicos: apóstoles, evangelistas, etc., o escenas diversas de la pasión. En realidad son pocos los pueblos que lo conservan. Tan sólo he visto partes del mismo en las iglesias de Abraveses y Sitrama de Tera, como se ve en las fotografías.
La Cuaresma ya no es lo que era, aunque el carnaval que le precede siga celebrando con gran jolgorio y desenfreno. Pero es que, antes, lo de los ayunos y abstinencias, como todo lo demás, se tomaba muy en serio Se suele representar a este período y describirlo en la literatura, (así lo hizo el Arcipreste de Hita), como una mujer vieja, Doña Cuaresma, cargada con los alimentos permitidos por la abstinencia: sardinas, truchas, atunes, bacalao, etc. y con siete piernas que representan a las siete semanas de la misma. Frente a ella se encuentra Don Carnal su enemigo y con quien sostiene una pelea pintoresca. De esta lucha hacen representaciones en numerosos pueblos de algunas regiones de España.
Es cierto que son menos ya los actos y costumbres tradicionales, religiosas principalmente, que se celebran en la actualidad durante la Cuaresma, pero no ocurre lo mismo con la Semana Santa o de Pasión, en la que parece que se concentra toda la actividad. Semana ésta de procesiones y encuentros, Via Crucis y misereres, de tinieblas, tenebrarios y matracas, de conciertos sacros y músicas religiosas, de ayunos, abstinencias y velas al Santísimo, de cruces en calles y plazas, y de glorias y aleluyas en los días de la Pascua. Semana fundamental y junto con la de Navidad, las dos más importantes en la en la liturgia cristiana.
Aunque gran parte de las costumbres y tradiciones religiosas hayan desaparecido o no se celebren, el lenguaje nos las recuerda, y así seguirá haciéndolo, a través de los numerosos dichos y expresiones, creados o ideados por personas que los conocían (y que tal vez los vivían) para usarlos en momentos determinados de la vida. Y ahí están para todos, sean creyentes o no creyentes, aunque para los primeros sean más familiares y los segundos necesiten una mayor y mejor información y conocimiento de la historia sagrada. De estas expresiones o dichos, unas tienen que ver con la Cuaresma, otras más concretamente con la Semana Santa y todas tienen relación con las celebraciones de estos días.
En efecto, cuando se dice de alguien que “tiene bula” para algo, no dudamos de que goza de algún privilegio o trato de favor; con la frase “más pasó Cristo por nosotros” invitamos a tener paciencia a aquel que se queja de inconvenientes, sufrimientos y penalidades; con las expresiones: “estar hecho un Ecce Homo”, llorar como una Magdalena, ser más malo que Barrabás, ir de Herodes a Pilatos, en cada familia hay un Judas, lavarse las manos como Pilatos, etc., estamos recordando y aplicando a la vida diaria unos hechos protagonizados por estos personajes. A nadie desagrada que le apliquen la frase “eres como un Cirineo”, si es conocedor de lo que se cuenta que hizo esta persona, etc. Y con referencia a la Pascua todo el mundo conoce “que algo ocurre de Pascuas a Ramos”; o que “se monta un cirio pascual” cuando hay un gran revuelo y, sobre todo, lo de “estar más contento que unas pascuas”, expresión que condensa gran parte del contenido de esta fiesta después de las penitencias, ayunos y abstinencias de los días anteriores, al menos antiguamente. Y es que, efectivamente, los días de Pascua son de buen comer y beber, no faltando los dulces variados y otras exquisiteces. He aquí cómo, a pesar de todo, las tradiciones y costumbres son y serán siempre recordadas por medio del lenguaje y los libros en los que se ha plasmado por escrito para el servicio de todos.