sábado, 16 de abril de 2011

Borriquilla y Via Crucis vivientes en Ayoó de Vidriales.

Publiqué este reportaje el 14 de Abril del año 2007. No se si en Ayoó han seguido y siguen representando estos actos durante la Semana Santa, actos que son muy del agrado de todas las personas amantes del pasado y de las tradiciones populares.


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Paso y paseo de Jesús sobre la borriquilla, por una calle, el Domingo de Ramos en Ayoó de Vidriales. Año 2007. ------------------------------------------------------ Van caminado hacia la iglesia para la celebración de la fiesta. -----------------------------------------------------

Vecinos y vecinas del pueblo, con ramos de olivo en sus manos, esperan el paso de Jesús sobre la borriquilla.


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Una señora mayor se dirige hacia la iglesia con el ramo de olivo en su mano para recibir la bendición.


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Todos, con ramos de olivo o de laurel, a la puertas de la iglesia, reciben a Jesús sobre la borriquilla. El sacerdote bendice los ramos y también a las personas.


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El día de Jueves Santo, por la tarde-noche, se celebra el lavatorio de los pies.


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Via Crucis viviente en Ayoó de Vidriales. Jesús es condenado a muerte.


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Via Crucis viviente en Ayoó. La primera caida.


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Via Crucis viviente en Ayoó. Jesús muere en la Cruz.


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Ayoó es un pequeño pueblo del alto valle de Vidriales. Se encuentra muy cerca de la sierra en la que nacen las fuentes del arroyo Almucera, que recorre todo el valle. La mayoría de sus habitantes son de edad avanzada, como ocurre en toda la comarca. Aunque en el aspecto urbano haya cambiado algo por el uso del ladrillo y el cemento, sin embargo son muchas las construcciones de tipo tradicional, en barro y piedra, que todavía existen: algunas casas, cuadras, portones, chimeneas, hornos, etc. También conserva restos de un antiguo castillo y sobre todo una iglesia de estilo gótico de gran interés artístico y arquitectónico.

En Ayoó son amantes de las tradiciones, tanto religiosas, como no religiosas. Algunas han desaparecido, pero otras están a punto de recuperarse para el futuro, si los protagonistas no pierden la ilusión, ni cejan en su empeño. Y en ello tiene mucho que ver su actual párroco y algunos de sus feligreses, al frente de los cuales está Joaquín Pérez.

Esto pasa en la Semana Santa, o al menos el Domingo de Ramos, en el que escenifican y recuerdan la llegada y entrada de Jesús en Jerusalén, y el Jueves Santo que representan un Via Crucis viviente por una calle del pueblo. A ambos días y acontecimientos quiero referirme para contribuir con ello a su conocimiento, valoración y mantenimiento en el futuro, siempre que sea posible.

Porque no son tantos los pueblos de los Valles de Benavente que mantienen o intentan recuperar tradiciones, muchas de ellas del agrado de los ciudadanos. “Mire, dice Joaquín, somos un grupo de personas que queremos dinamizar la cultura en el pueblo y para ello hacemos una serie de actividades durante el año. Piense que aquí casi todos son gente mayor y esto les sirve de entretenimiento, distracción, ilusión y como recuerdo del pasado. En el caso de la Semana Santa lo hacemos también por devoción y respeto al hecho que se conmemora”. Concretamente me lo cuenta el Domingo de Ramos, hacia las trece horas, después celebrarse la procesión que ellos llaman también, con todo derecho, de La Borriquilla, y en la que Jesús (humano) va sobre una burra (animal) hacia la iglesia, desde una de las calles del pueblo. Le acompañan algunos discípulos y amigos, vestidos a la antigua usanza, y todos ellos rodeados de vecinos con ramos de olivo y laurel en sus manos, agitándolos en señal de regocijo.

Las personas que se encuentran en las aceras, se van incorporando también a la comitiva. Con más fidelidad al hecho ocurrido no se puede representar el acto. Se acerquen por Ayoó en este día y lo verán.

Al llegar a las puertas de la iglesia el sacerdote bendice los ramos, y todos juntos entran en la misma, al tiempo que entonan la antífona: “Pueri hebreorum portantes ramos olivarum, obviaverunt Domino, clamantes et dicentes: Hosanna in excelsis.” (Los niños de los hebreos llevando ramos de olivos, salieron al encuentro de Señor clamando y diciendo: Hosanna en las alturas).

Después se celebra la santa misa. La escena tiene un gran realismo. Son numerosas las personas que rodean a Jesús sobre la borriquilla a las puertas del templo y, aunque, en este caso, no sean muchos los niños, pues son pocos en el pueblo, los mayores actúan como si lo fueran. Se manifiestan como tales y el momento les sirve para recordar esa etapa de su vida. Y además lo respetan y apuestan por la tradición.

Son ya tres los años que llevan celebrando esta procesión y seguirán, mientras Donato Delgado, natural de Santibáñez de Vidriales, pueblo que se encuentra a poco más de diez kilómetros de Ayoó, siga viniendo al pueblo con su borrica en este día. Donato, además de hacerlo con gusto y con respeto, es también amante de este tipo de tradiciones, que desea continúen en el futuro. Por su parte, me dice que no habrá problema mientras él y la borrica se encuentren bien.

Y además, el día de Jueves Santo, hacia las 22 horas, ponen en escena un Via Crucis viviente que, partiendo de la iglesia, se dirige por una calle hacia las afueras del pueblo. Lo preside y dirige el sacerdote, quien, como ya he dicho, apoya, favorece y contribuye a que el acto se desarrolle con la debida seriedad. Son muchas las personas, vecinos del pueblo unos y forasteros otros, las que, a esa hora, se van concentrando en el lugar antes de su comienzo.

Con anterioridad, en la iglesia, se han celebrado los oficios, y no faltó, además de la institución de la Eucaristía, el lavatorio de los pies, en recuerdo de lo hecho por Jesús momentos antes de su Pasión, según el relato evangélico: “...luego echó agua en la jofaina y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugárselos con la toalla que tenía ceñida”. (San Juan, 13, 5).

Después de los Oficios, el sacerdote anuncia el comienzo del Via Crucis y ruega a los presentes que no lo vean o vivan como un espectáculo, sino como un acto religioso más que sirve para actualizar la pasión de Cristo. Les pide respeto para el hecho en sí y también para los protagonistas, los hombres y mujeres de Ayoó que hacen de actores improvisados.

Y la verdad es que lo consigue. Lo demostraron los varios cientos de personas presentes que, en el más absoluto silencio, contemplaron cómo los actores ponían en escena las diversas estaciones, iluminadas cada una en su momento, por un foco de luz.

No es la primera vez que lo representan, aunque con algunas modificaciones. Y esperan y desean seguir con ello. Tal vez en el pasado de Ayoó se cuente con alguna escenificación de este tipo, porque las representaciones o dramas litúrgicos del Nacimiento, Pasión y Muerte de Cristo tienen gran antigüedad. Sus orígenes están en los autos medievales, con los cambios normales en los textos y las formas con el paso del tiempo.

Aquí se trata de un Via Crucis popular, escrito en verso, formado por tres estrofas (quintillas), las dos primeras que narran la escena correspondiente y la última un estribillo que corre a cargo del coro. Se inicia junto a la iglesia. El sacerdote comienza leyendo el ofrecimiento, para seguir con la representación y lectura de la primera estación que dice así:

En la primera estación,/ atenta, quiero que notes/ con cuanta resignación/ llevé por tu redención/ más de cinco mil azotes./

Hombre, mira y considera,/ movido de compasión,/ que en esta estación primera/ me sentencian a que muera/ entre uno y otro ladrón./

A continuación el coro entona el siguiente estribillo:

Lágrimas de compasión/ de puro dolor lloremos/ la muerte del Salvador/ para que todos logremos/ los frutos de la Pasión./

Y de esta forma, aunque con diferente contenido, se presentan las demás.

La novedad en el Via Crucis de Ayoó es que, a medida que se lee o canta el texto correspondiente a cada estación, los actores, que se encuentran en un lugar elevado, van escenificando el momento preciso, y bajo el foco de luz, de tal manera que las escenas se contemplan con toda claridad.

Por su parte el pueblo acompañante, hace también el Camino hacia el Calvario entre silencio y admiración. Tenemos que decir que el acto se desarrolla con seriedad y respeto y no faltan las vivencias personales que hemos podido comprobar en algunos de los comentarios escuchados, motivados por las diversas escenas: caídas de Jesús con la Cruz a cuestas, la Verónica, la ayuda del Cirineo, la mujeres de negro que salen llorando a su encuentro, etc. y sobre todo el momento de ser clavado en la Cruz a golpe de martillo, cuyo sonido se oía en medio de la oscura noche.

Y su muerte y los brazos de María recibiendo su cuerpo, etc. Todos y cada uno de los momentos han causado admiración en los presentes, que han valorado el trabajo realizado por estos actores, algunos por un día, pero todos ellos amantes de su pueblo y de sus tradiciones.

En muchos pueblos de los Valles de Benavente, en tiempos de Cuaresma y mucho más durante la Semana Santa, suelen recorrer, rezar y acompañar con cánticos las catorce estaciones del Via Crucis dentro de las iglesias o ermitas. Pero en algunos lugares, como Ayoó, también lo han hecho desde siempre, al menos algún día, por las calles del pueblo, a juzgar por las cruces de madera existentes en las mismas, una de ellas la que ellos llaman Cruz de la Verónica, por corresponder a este momento del Calvario. Se trata de una cruz de madera de buena calidad, y que está en el mismo lugar, a las afueras del pueblo, desde hace ya mucho tiempo.

Los de Ayoó, quieren seguir celebrando y contemplando el Via Crucis viviente el día de Jueves Santo, pues es una forma más de demostrar que en el pueblo hay vida, aunque sea conmemorando la muerte de Cristo. ------------------------------------------------------------------