jueves, 27 de octubre de 2011

Ornamentos litúrgicos de la iglesia Santa María del Azogue, de Benavente. Exposición.

Una parte de los diversos ornamentos expuestos en la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente. Año 2008.
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Capa pluvial de color verde, de seda, con hilos de oro y ramajes variados.
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Capa pluvial de tisú brocado, con hilo de plata y oro, y con abundante ramaje. De finales del siglo XVIII.
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Casulla y capa del terno donado a la iglesia de Santa María del Azogue por Doña Soledad González.
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Casulla morada con imagen de la Trinidad.
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Otras dos casullas de distintos colores, y decoración variada.
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Dalmática procedente del antiguo monasterio de san Jerónimo de Benavente. Siglo XVIII.
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Capillos para cubrir la cruz.
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Humerales o paños de hombros, utilizados para coger la custodia o el copón.
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Dos collarines del siglo XVIII.
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Umbela y capillos para llevar el Viático.
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Sacristía de la iglesia de Santa María del Azogue con las cajoneras, en las que se guarda la ropa expuesta.
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Durante los últimos días del mes de Agosto y primeros del mes de Septiembre del año 2008, y en el interior de la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente, hubo una exposición con parte importante de la ropa y ornamentos litúrgicos pertenecientes a dicha iglesia.

El protagonista y promotor de la idea fue su párroco D. Leovigildo Martín Villar (D. Gildo, como le llaman siempre sus feligreses y amigos):

“La finalidad de esta muestra, me dice, es airear la ropa, pues le viene muy bien después de estar varios años metida en las cajoneras y armarios de la sacristía. Ya lo hemos hecho más veces, concretamente la última hace seis años. Pero esta vez parece ser que ha tenido más eco y más aceptación por parte de la gente, a juzgar por los muchos que ha pasado por aquí. Todos han admirado y valorado las distintas prendas expuestas”.

La liturgia de la Iglesia Católica, como ocurre en algunas otras confesiones, se reviste siempre (aunque más antiguamente que en la actualidad) de un gran ceremonial, a cuya importancia y vistosidad contribuye el uso de una gran variedad de ropas y ornamentos, utilizados unos por la jerarquía y otros para cubrir y adornar objetos o para vestir imágenes.

Lo que vimos en San María fue, fundamentalmente, lo siguiente:

-Varios ternos, distintos cada uno en los colores y por supuesto en los materiales y la confección. Se trata de tres piezas de gran tamaño (capa o casulla y dos dalmáticas) que vestía el sacerdote oficiante y los dos ministros (diácono y subdiácono que le acompañaban) en la celebración de una misa mayor. La casulla en la misa y la capa en las procesiones y otros actos litúrgicos. También eran del mismo color y confección otras piezas o accesorios menores, pero necesarios en la vestimenta (manípulos, estola, etc), en el altar, o en otros momentos (paños de hombros o humerales, cubrecaliz, bolsas de los corporales, etc.).

Se expusieron también casullas, capas y otras prendas, que no formaban parte de ternos, como capillos (capas pequeñas) que se colocaban en la cruz parroquial, algún peto (vestidura de la Virgen), etc.

Los visitantes pudieron acercarse a la sacristía, y, además de la bóveda de cañón decorada con yeserías y pinturas, ver sobre las cajoneras otros objetos utilizados en la liturgia, como las pequeñas capas que vestía el sacerdote cuando llevaba el viático a algún enfermo y también la umbela (especie de sombrilla blanca, de tela fina, a modo de paraguas), que alguien llevaba sobre la cabeza del oficiante, portador de las sagradas formas.

“Tenemos en la parroquia, más de cien prendas de gran tamaño (capas, casullas y ternos) y otros muchos ornamentos menores, además de otras telas más o menos antiguas que se colocaban sobre el púlpito, los altares u otros lugares”, dice D. Gildo. Lo que hemos expuesto son unas sesenta.”

Respecto a los materiales con los que están confeccionados predominan los tisus, brocados, hilos de oro y plata, sedas, etc. Algunos proceden de talleres de Valencia y fueron confeccionados, la mayor parte, durante los siglos XVIII-XIX y XX, aunque hay algunas piezas que tienen mayor antigüedad. A pesar del tiempo transcurrido y de las telas utilizadas, en general se conservan bien, aunque estén casi siempre dentro de las cajoneras.

Precisamente en estos días el Obispado de Zamora con la colaboración de la Junta de Castilla y León ha estado catalogando y valorando debidamente las prendas expuestas, que han pasado a formar parte del patrimonio religioso cultural de la diócesis de Zamora. Don Gildo se congratula de ello, pues el inventario es la mejor forma de conocer todo lo que de valor artístico, etnográfico y cultural, poseen las parroquias.

Al preguntarle por la procedencia de las distintas piezas destaca entre todas las siguientes:

-Un terno de color rojo, tafetán salmón, con ramajes de variados colores, procedente del antiguo Monasterio de los Jerónimos, de finales del siglo XVIII.

-Un terno de color blanco, brocado, espolín, con ramaje de hilos de oro, regalado por D. Pedro Núñez que fue Obispo de Coria y que pertenecía a la familia de los marqueses de los Salados de Benavente.

-Un terno de color azul regalo de la familia Sanz Ajero Bobillo.

-Un terno blanco dorado, donado por Soledad González. Ella misma corrió con los gastos de su reparación posteriormente

-Los demás ternos y el resto de las prendas fueron comprados por la parroquia a lo largo de los años.

Ni que decir tiene que los colores vivos y brillantes, las formas y figuras geométricas, vegetales o humanas que los adornan, junto con los materiales empleados y el trabajo artesanal contribuyen a su mayor belleza y vistosidad.

Respecto a los colores conviene recordar que, antiguamente, a lo largo del año, la Iglesia Católica empleaba unos u otros, en la misa y otros actos, según el momento o tiempo litúrgico del año. Los colores eran y son símbolos que sirven para recordar a los fieles el tipo de celebración. Entre ellos destacaban los siguientes:

Blanco: Símbolo de júbilo y alegría utilizado en las fiestas principales como la Navidad y la Pascua, Todos los Santos, Cristo Rey, y algunos otros días.

Negro: Símbolo de tristeza y dolor, que se utilizaba en los funerales, misas de difuntos y algunos días de la Cuaresma. Hoy, en su lugar, se utiliza el morado.

Rojo: Simboliza el martirio y la fuerza del Espíritu Santo, de ahí su utilización el día de Pentecostés, Viernes Santo, en las fiestas de los mártires, etc.

Azul: Como símbolo de pureza y virginidad se utiliza sobre todo en las fiestas de la Virgen María.

Dorado: Junto con el blanco expresan júbilo y triunfo y es el color de las grandes fiestas, en especial el Domingo de Resurrección.

Verde: Simboliza la esperanza (en la venida del Mesías y en su Resurrección) y aunque hoy apenas se utiliza, sí lo hacían antiguamente algunos días después de la Navidad y después de la Pascua hasta que llegaba el Adviento.

La iglesia de Santa María del Azogue, hito y referencia obligada para vecinos y visitantes, por su antigüedad y belleza artística y arquitectónica se está convirtiendo, cada día un poco más, en un verdadero museo. Y toda gracias a los cuidados y preocupaciones de su párroco, quien lo está consiguiendo, contando también con la ayuda de otras Entidades e Instituciones. Los ciudadanos lo pueden comprobar al ver sus ábsides y puertas, su sacristía, sus retablos, imágenes y pinturas. Y también sus ropas y ornamentos litúrgicos, como los que se expusieron en esos días y de los que he querido dejar constancia en estas páginas.