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Imagen de la iglesia de san Nicolás de Bari, que se encontraba en esta pequeña plaza.
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Detalle de la torre de la iglesia de san Nicolás.
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Otra imagen antigua del Corrillo, con la iglesia y su entorno.
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Portada de la iglesia de san Nicolás hacia 1960.
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La iglesia de san Nicolás reflejada en la plumilla de V. Martínez Municio.
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Aspecto que presentaba la iglesia hacia 1800. Plumilla de Viforcos.
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Moderna construcción en el Corrillo, en el lugar que ocupaba la iglesia de san Nicolás.
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El Corrillo, en la actualidad, con los kioscos de Goyo y de la Once.
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Casa modernista, que aún se conserva, en una de las esquinas de la plazuela.
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Farola que hay en medio de la plazuela.
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Escultura que estaba colocada en la fachada de la desaparecida iglesia de san Nicolás.
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Inagen en madera de san Nicolás de Bari, que se encuentra en la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente y que procede de la desaparecida iglesia del Corrillo.
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La palabra corrillo, según el diccionario, significa ‘corro donde se juntan varias personas para discutir y hablar, separados del resto de la gente’. Es posible que el término se aplicase o se relacionase posteriormente con el lugar del encuentro de dichas personas, una plaza pequeña, como a lo que en esta ocasión nos estamos refiriendo.
En Benavente, en el año 2004, al recuperarse, en parte, el callejero, se modificaron los nombres da muchas calles y también de algunas plazas y avenidas. Y se introdujeron los nombres de rondas, costanillas callejas, plazuelas, etc., y también corrillos, todo ello de indudable sabor antiguo y tradicional, para denominar algunos lugares.
El escribir sobre ello, y más con el apoyo de imágenes antiguas que nos ayuden a ver y conocer mejor cual ha sido la evolución de dichos lugares, a través del tiempo, puede resultar positivo y servir de información para todos los ciudadanos.
Esto ocurre con el Corrillo de san Nicolás, nombre tradicional del lugar, y conocido siempre de esta forma por todos los ciudadanos, incluso durante los años en los que se denominó oficialmente plaza dedicada a D. Pedro Núñez Granés, político e ingeniero jefe del Ayuntamiento de Madrid, hijo predilecto de la ciudad y perteneciente a la familia de los Marqueses de los Salados.
El nombre le viene porque en dicho lugar existió la desaparecida iglesia de San Nicolás de Bari, en cuyo atrio se celebraban durante los siglos XV y XVI, habitualmente, las reuniones del Concejo de Benavente. (Martín Benito, J. I. y Mata Guerra, J. C. “Las Calles de Benavente”).
Al Corrillo llegan o de él parten las siguientes calles: La Rúa, la calle de santa Cruz, la Ronda de Madrid y el conocido como Pasaje de san Nicolás, que está junto al edificio de Caja Salamanca, lugar ocupado por la antigua iglesia. Madoz (1845) que visitó la ciudad en este año, al escribir sobre sus calles y plazas dice que “el Corrillo de san Nicolás, es el punto más céntrico de la población”.
Respecto a los edificios, que estaban o están en torno al Corrillo, algunos ya han desaparecido, otros han sufrido muchas modificaciones en su nueva construcción como nos muestran las imágenes.
El más importante era la iglesia de san Nicolás. Según el autor citado, que la describe con todo detalle, tanto en su interior, como en el exterior, “era de una sola nave con un crucero no muy extenso. El pórtico principal lo formaban cuatro arcos unidos, uno en pos de otro, de piedra berroqueña…En los dos brazos del crucero tiene una balaustrada, corredor y tribuna que se comunica con el palacio viejo de los Condes… En las paredes del edificio había incrustadas lápidas en memoria de los fundadores, procedentes de la casa de los Condes de los años 1567 y1615”.
De dicha iglesia destacaba la gruesa torre construida sobre la puerta de arco apuntado y abocinado. En el primer cuerpo de la torre se podían ver bien destacados los blasones de los Pimentel y en una hornacina de la fachada estaba la imagen de San Nicolás de Bari, como obispo. Esta escultura en piedra, policromada, e inspirada en el gótico leonés, data del siglo XIII. Actualmente es propiedad de Caja Zamora (hoy Caja España), pues la compro en un mercado madrileño de antigüedades.
La iglesia se construyó en el siglo XIII, en tiempos de Sancho IV y aunque se dice que fue fundada por los Condes, lo que estos realmente hicieron fue remodelarla, aprovechando parte de lo antiguo y construyendo el resto de nueva planta. “Los Condes quisieron hacer de ella una iglesia propia con servicio religioso para la familia Pimentel, los caballeros de su casa y pueblo” (Almoina Mateos, J. “Monumentos Históricos y Artísticos de Benavente”.
Al desaparecer la iglesia en el año 1968, la pequeña plaza o corrillo comenzó a cambiar de aspecto, pues, en el lugar que ocupaba se construyó un edificio de cuatro plantas con las oficinas de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca en la planta baja y viviendas en las demás.
En años sucesivos fueron desapareciendo otras casas, algunas de tapial y adobe, y de una sola planta, como aquella en la que había una tienda de ultramarinos que regentaba Eugenio Muñoz, y que vemos también en una de las imágenes. También se destruyó el edificio de D. Dámaso Allén, situado en la esquina con la Rua, construido en 1915 por el arquitecto D. Gregorio Pérez Arribas. Todos fueron sustituidos por otros de ladrillo, de mayor volumen y altura.
Han sobrevivido, aunque con las convenientes y necesarias reparaciones, la casa Regueras con soportal, en donde hoy está la pastelería Álvaro y algunas otras junto a ella. Y también la casa de D. Marceliano Mancha, que hace esquina con la calle de santa Cruz. Se trata de un edificio modernista del siglo XIX, obra del arquitecto Francisco Ferriol, que utiliza en la decoración guirnaldas y floreados, sobre todo en la zona alta del edificio, y en la esquina presenta un elegante cuerpo de miradores.
El Corrillo de san Nicolás estaba casi todo porticado. En la actualidad se mantiene incluso en las nuevas construcciones, aunque ahora lo que vemos sean columnas de piedra o de cemento, en lugar de pilares de madera como eran algunos antiguamente. La zona que no tiene pórtico es la situada al mediodía, en el lugar en que estaba la iglesia y en donde se construyó el edificio de la Caja de Ahorros.
En el Corrillo, que era de tamaño más reducido, no existía fuente ni farola alguna, como la que se ha colocado, en la actualidad, en el centro de la misma y que, aunque se dispone de mayor espacio, no deja de ser un impedimento para el paseo y las reuniones con tertulia.
El derribo de la vieja iglesia y las nuevas construcciones originaron una nueva urbanización en esta pequeña plaza, y también un cambio en su aspecto y en relación con las tradiciones y costumbres que tenían lugar en ella. “Pues con ello desapareció un rincón benaventano, lleno de tipismo y añoranzas: el nido de las cigüeñas del antiquísimo campanario, contemplado por mucha gente; los charlatanes que en las mañanas de los jueves ofrecían sus productos con habilidad y como verdaderos artistas de la palabra y del engaño; los vendedores y cantores de coplas de crímenes que, varita en mano, iban señalando las distintas escenas, pintadas en un mural en pequeños cuadritos; la venta de las castañas por la señora Gerarda, al grito de “las tengo calentitas”, etc. etc.” (Vázquez, A. “Aconteceres Benaventanos, 1990).
En el Corrillo siempre hubo kioscos de prensa y golosinas. El que existe en la actualidad, de gran tamaño y vistosidad, está instalado en la parte que da a la calle de santa Cruz y lo regenta Gregorio Ledesma, “Goyo” para todos sus paisanos y conocidos. Anteriormente, junto con otro, estaban en los locales de los antiguos urinarios que fueron remodelados debidamente para ello.
La familia de Goyo siempre tuvo kioscos en Benavente. De su abuela Felisa era el que hubo en plaza de santa María, que luego regentó su padre allí mismo. Pero en el año 1931 el ayuntamiento le adjudica uno en la Plaza Núñez Granés, hoy el Corrillo, delante de la iglesia de san Nicolás. Me cuenta Goyo que antiguamente y antes de destruir la iglesia hubo hasta cinco kioscos adosados a una pared de la misma. Al destruir la iglesia solamente quedaron los dos citados, que fueron cambiados de lugar. No lejos de su kiosco hay ahora también una caseta para los vendedores del cupón de la Once.