lunes, 31 de octubre de 2011

La espadaña de Cunquilla de Vidriales.

Al llegar a Cunquilla, desde Brime de Urz, se ven las bodegas y la iglesia con lo que queda de la espadaña.
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Aspecto que ofrece la espadaña vista desde la parte occidental.
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La iglesia con la espadaña a la izquierda y, en primer término, el consultorio médico.


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A pesar de la destrucción de parte de la espadaña, las cigüeñas no han dejado de venir al pueblo y hacer su nido.


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Solamente se mantuvo en pie una de las dos ventanas que tenía la espadaña y en las que se sujetaban las campanas.


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Se advierte aquí la anchura de la pared de la espadaña y la piedra utilizada en su construcción, piedra procedente de la sierra de Carpurias, que se encuentra muy cerca.


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Cunquilla es un pequeño pueblo de la comarca de Benavente (Zamora), comarca por la que discurren cinco ríos y tres arroyos. Esta muy cerca del Almucera, arroyo que recorre el valle, en este caso de Vidriales, cuya nombre significa verde (del latín viridem con alteración o cambio de lugar en algunas consonantes).
La disminución de su población no ha impedido que se hayan construido algunas viviendas o reparado las antiguas. También se han urbanizado las calles y la plaza del pueblo en la que se encuentra una antigua panera que hoy utilizan como bar o lugar de charla y convivencia.
Además de la panera se conserva el edificio de la antigua fragua o herrería, aunque tenga ahora otros usos. Y sus vecinos disponen también de consultorio médico una vez realizadas las debidas obras.
Lo que destaca en Cunquilla, por su antigüedad y valor artístico, es su iglesia dedicada a san Miguel. Más importante en su interior: artesonado, retablos, imágenes, pila bautismal, etc. que en su exterior, aunque, después de su restauración, se encuentra en buen estado.
Pero, para muchos, tal vez, por lo que el pueblo es más recordado, al menos por los que viven, han vivido allí, han pasado por la carretera, o han paseado por la sierra y monte cercano, sea por su espadaña, por la espadaña de su iglesia, que se encuentra destruida, en parte, desde hace ya muchos años.
Si las piedras hablasen, en este caso las de la espadaña de Cunquilla, nos dirían lo siguiente:
“Hace ya más de 100 años que por estas tierras se desencadenó una tormenta, con gran aparato eléctrico, y uno o varios rayos cayeron sobre mi, hasta el punto de destruirme en parte. Abundantes piedras, junto con las campanas, cayeron al suelo. Pasado un tiempo, las piedras fueron retiradas y las campanas se guardaron, hasta que posteriormente se instalaron en un muro construido frente a la puerta del templo.
Al haber transcurrido tantos años en este estado, me he convertido en el centro de atención, no exenta de crítica, de vecinos, forasteros, y de todos cuantos pasan por la carretera hacia los demás pueblos del valle o hacia Benavente. Todos, al verme, de cerca o de lejos, se lamentan y comparten la misma opinión “Ya es hora de que la iglesia, los alcaldes, concejales, diputados y vecinos, se pongan de acuerdo y se lleve a cabo mi reconstrucción”.Pienso que, uniendo fuerzas y voluntades, el coste no sería demasiado. Sin embargo la dejadez, la desidia y el abandono, hacen o producen a todos una mala impresión. Y más ahora cuando las rutas arqueológicas, artísticas o medioambientales se están potenciando en esta provincia, y en esta comarca de los Valles de Benavente.
Desde la altura en la que me encuentro he visto acercarse a la iglesia hombres y mujeres de varias generaciones. Y con frecuencia han mirado hacia arriba para ver si mi situación iba a peor.
Desde aquí he visto campos sembrados y viñas cargadas de racimos, el monte y la sierra cercana, el derribo y construcción de casas, corrales, palomares, etc. Sobre mí se han posado las aves que abundan en esta zona: gorriones, estorninos, palomas, etc. Al menos a estos les sigo prestando algún servicio, a falta de aquel que me corresponde, estando junto a la iglesia, como es sostener las campanas.
También, desde aquí, veo a mi pueblo, Cunquilla, y a algunos otros del valle: Brime, Granucillo, Grijalba, etc.; veo a los que viajan todos días para ir a su trabajo, y a quienes, como visitantes, o turistas, se acercan para ver iglesias y ermitas, con sus retablos o artesonados, restos arqueológicos romanos o no romanos, fuentes, palomares, castros. O, más concretamente, los que quieren ver las puertas de la iglesia de Fuente Encalada, la fuente romana de San Pedro de la Viña, el campamento de Petavonium, etc. O los que lo hacen por conocer el valle y sus pueblos con casas antiguas y al modo tradicional, algunas de ellas con llamativas chimeneas, puertas, cerraduras, etc. que llaman la atención. Y sobre todo veo a los que hacen la ruta de las espadañas por este u otro valle, y se acercan a mí. Son estos los que más se lamentan de mi estado y piden que, de una vez ya, se lleve a cabo la obra de la reparación o reconstrucción de la parte destruida, por parte de quien corresponda, aunque sólo sea por respeto al pasado y a la historia”
Ojalá que los deseos de todos se cumplan, que se pueda volver a ver pronto y en perfecto estado a la espadaña y que siga siendo, desde el altozano en que se encuentra, un hito o referencia para todos los que pasan por este Valle de Vidriales.

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