domingo, 15 de abril de 2012

Artesano jubilado: Antolín Dueñas, de Burganes de Valverde.

Antolín Dueñas y su mujer María Covadonga en el portalón de su casa, en Burganes de Valverde.
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Imagen antigua del Castillo de Benavente, una de sus primeras obras en pirograbado.
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También el Palacio Episcopal de Astorga, obra del arquitecto Gaudí.

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La iglesia de su pueblo Burganes de Valverde.
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La iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona.
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Un perro-lobo.
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Imagen de san Antonio de Padua.
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Imagen del Corazón de María.
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Cuadro con animales y plantas.
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Algunas otras obras realizadas, entre ellas la iglesia de Santa María de Tábara.
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Belén hecho por él y del que disfrutaba todos los años, al llegar la Navidad.
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En el verano del año 2008 visité a Antolín en Burganes de Valverde. Hacía pocos días que había llegado de Barcelona, en donde, desde que se jubiló, pasa gran parte del año. Pero durante los meses del verano no se pierde el venir a su pueblo, pueblo en el que nació, cursó estudios primarios (precisamente en la escuela cuyo edificio es bastante antiguo) y trabajó varios años en el campo.

Tenía 80 años y físicamente ya no se encontraba bien. Apenas podía andar, por lo que pasaba gran parte del tiempo sentado. Y tampoco podía hablar con claridad, pero su mujer María Covadonga, ya con 79 años, se defendía mejor, le entendía y sabía bien todo lo que yo le preguntaba sobre su vida y sus aficiones artesanas. Además contaban con la compañía de una joven cubana que les ayudaba en casa y conocía muy bien lo que hacía o quería decirme Antolín. A los pocos meses de la visita falleció.

Con este reportaje quiero recordarle y valorar su trabajo artesano, al que dedicó gran parte de su tiempo de jubilado.

Antolín Dueñas Cid, de muy joven, dejó Burganes y su campo y se fue a trabajar a Valladolid, concretamente a una gasolinera. Y según me cuenta Covadonga: Allí se encargaba de todo lo que tuviera que ver con la empresa, suministros, personal, etc. Y estaba muy bien considerado por lo bien que lo hacía. Y fíjese los pocos estudios que tenía, pues tan solo había ido a la escuela.

En Valladolid vivieron unos 20 años, hasta que, debido a una enfermedad, se tuvo que jubilar anticipadamente. De nuevo regresaron a Burganes y su actividad ya no podía ser la misma. Pero, pasados los años y para no estar inactivo, comenzó con la técnica del pirograbado. Se acordaba de haberlo visto en Valladolid, sobre todo a un vecino que lo practicaba y que tenía muchos cuadros ya hechos. Éste fue quien, además de enseñarle, le animó a comenzar con ello, convencido de que le serviría para estar entretenido y pasar buenos momentos.

El pirograbado es una técnica de dibujo basada en el grabado realizado mediante quema del soporte con una punta incandescente. Y, aunque puede hacerse sobre diversos soportes, madera, cuero, cartón e incluso papel, Antolín eligió la madera, más asequible y fácil de conseguir para él. Disponía del pirógrafo eléctrico (ahora lo tiene en Barcelona) y varias puntas metálicas que calentaba a la temperatura elegida para quemar la superficie del soporte con mayor o menor intensidad y resaltar los distintos tonos, según se advierte en sus cuadros.

Hago sobre el soporte un boceto, a lápiz, del dibujo que voy a pirograbar y después con el pirógrafo grabo las zonas oscuras primero y luego las más claras. Conviene repasar los negros y resaltar las zonas de contraste entre el fondo y los primeros planos. Después se protege el diseño con cera u otros materiales para que no se deteriore con el paso del tiempo.

Así, entre paseos por el campo, ir a su huerta con su mujer y, sobre todo, hacer pirograbado, pasó Antolín muchas horas durante varios años. Y es que se lo tomó muy en serio. Prueba de ello son los muchos cuadros que tiene, unos en Burganes y otros en Barcelona. Porque últimamente desde que viven en Barcelona gran parte del año, también allí ha trabajado en ello, en un pequeño taller de su casa.

Los cuadros representan edificios diversos, algunos de esta comarca y provincia como la iglesia de Burganes, la de Tábara, el castillo de Benavente, etc. Otros son de León: La Catedral, San Marcos, el Palacio episcopal de Astorga, etc. Los hay también de Valladolid, entre ellos la iglesia de la Antigua, y también de Barcelona como el edificio de la Sagrada Familia.

Tiene otros que son imágenes de santos, vírgenes o escenas religiosas: San Antonio, Santiago peregrino, El Corazón de María, la Santa Cena, etc. Y los hay también con la figura de diversos animales: el perro-lobo, etc.

Con el paso de los años y, como ocurre a todos los artesanos o artistas, sea cual sea la técnica que empleen, Antolín se ha esmerado y perfeccionado en la realización de los contrastes, la profundidad, y las luces y sombras en sus cuadros. Y no podía se de otro modo, pues, para quienes la preparación ha sido mínima, la práctica ha sido un continuo y buen aprendizaje. Estamos ante un jubilado más que, gracias a su empeño y a su trabajo y a las muchas horas dedicadas a ello se ha convertido en un artista.

Al preguntarle que cuánto tiempo ha empleado en cada cuadro me dice que, como a él no le gustaba estar parado, sin hacer nada, sino entretenido, cuando le parecía se ponía a hacerlo y le llevaba no menos de 5 o 6 horas cada uno. Allí en el patio, verde y florido ahora en verano, de su casa de Burganes tiene lo que queda del taller en el que trabajaba: mesa, tornillo y varias herramientas. Algunas otras cosas las tiene en Barcelona.

Hay personas que conocen su obra pues, estando en Valladolid, expuso varios cuadros, en dos ocasiones, en Centros Culturales de la ciudad. Y lo mismo en Barcelona. También en Burganes hace años se pudieron ver en el Ayuntamiento. Y en el mes de Septiembre del 2009, y durante la semana en que se celebra la Femag en Benavente, participó junto con otros en la exposición de artesanos jubilados que en su cuarta edición organizó el Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo”.

Durante el tiempo en que estoy allí observo que su mujer y la joven cubana que le atiende están pendientes de él en todo momento e interpretan con exactitud lo que me quiere decir. Y no podía ser de otro modo por el estado en que se encuentra.

Covadonga añade una cosa más:

Ha trabajado mucho porque, además, tiene también un belén cuyas casitas, castillos y palacio en madera son también obra suya. Hasta colocó el castillo de Benavente. Se encuentra en un local que da al patio. Lo hizo hace ya muchos años, antes de irnos a Barcelona. Algún año se expuso por Navidad en la iglesia del pueblo. Tiene luces de colores y figuras y escenas que aparecen en movimiento. Está aquí en un local que da al patio.

Nos acercamos a verlo y él con nosotros. Se le ve feliz cuando intenta explicarnos cómo y cuándo lo hizo y con qué materiales, y sobre todo al recordar el pasado en épocas tan familiares como la Navidad.

Y ha hecho todavía más cosas, añade su mujer, como algunos muebles para la casa, una casa de muñecas, una cuna para la nieta y un carrusel, pero está todo en su casa Barcelona o en la de su hija que esta muy cerca de la suya.

Antes de despedirme de Antolín llegan a visitarle y saludarle unos vecinos, ya mayores y jubilados también, amigos suyos de toda la vida. Su alegría y satisfacción aumenta por ello y sobre todo por poder estar un año más durante el verano en su pueblo, con sus paisanos y en su casa con su mujer y con la joven cubana que les atiende y ayuda, y junto a sus cuadros que ahora tan solo puede contemplar, y ojala que lo pueda hacer por muchos años.

Cuando lo visité tenía ya 80 años y su mujer, 79. Ambos nacieron en pueblos muy próximos de esta comarca, él en Burganes de Valverde y ella en Abraveses de Tera. Se casaron a los 22 años y tuvieron una hija. Habían celebrado ya las bodas de oro. Pasaban casi todo el verano en Burganes y el resto del año en Barcelona. Aquí y allí tenía muchos cuadros, en pirograbado, una afición y trabajo de jubilado que él realizó a gusto y con gusto, durante muchos años.