1.- Esta
ermita se encuentra al este de la ciudad, a poco más de un kilómetro de
distancia. Es de pequeño tamaño y de forma rectangular. En el exterior y a los
pies de la misma está la entrada principal. Sobre la puerta hay un escudo, y un
rosetón con vidriera que sirve de ventana. Destaca también una espadaña con dos
pequeñas campanas.
En el muro
lateral, que mira al mediodía, hay otra puerta de entrada más pequeña y sobre
ella el escudo de los propietarios en el que figura el año 1775.
Perteneció a
la familia Nuñez Granés, marqueses de los Salados, algunos de los cuales nacieron
en Benavente José (1854), Carlos (1856) Pedro (1859) y otros. Tenían una casa
en la Rua, en el
lugar que después estuvo el Cinema, y además una amplia hacienda y posesiones
en muchos lugares, también en los Salados, en donde contaban con esta ermita
que llegó a ser el panteón familiar, siendo enterrados en ella algunos de sus
miembros, como es el caso de D. Carlos Nuñez Granés, en el año 1902, según
consta en el libro de Difuntos de la Parroquia de San Juan del Mercado.
“En la villa
de Benavente, parroquia de San Juan del Mercado, Obispado de Oviedo, Vicaría
foránea de San Millán, provincia de Zamora, yo D. Victorino Para y Pose, mandé
dar sepultura eclesiástica en el panteón de familia, construido en el pavimento
de la Capilla
edificada en la posesión denominada “Huerta de los Salados”, sita en término
extramuros de esta villa y feligresía, distante más de un kilómetro de la
población, propiedad de los señores Marqueses de los Salados…..al cadáver de D.
Carlos Núñez Granés, Marqués de los Salados, Abogado del Estado, Exdiputado a
Cortes por este distrito, residente en dicha huerta y mi feligrés…”
Espadaña y puerta principal de entrada a la ermita. |
Puerta de la ermita hacia el Este, con el escudo de los Nuñez Granés. |
D. Carlos
Núñez era hijo legítimo de los señores D. Joaquín Núñez Pernía y Dª. Carolina
Granés Román y estaba casado con Dª. María del Pilar Dueñas, Marquesa de Falces. Había nacido en el año 1856 y murió el 11 de julio de 1902, siendo
enterrado el 12 de julio del mismo año.
Como he dicho
anteriormente, sobre la puerta este de la ermita, y en piedra, se encuentra uno
de los escudos más antiguos de la familia. El mismo que en color se puede ver
también en una de las paredes de su interior. “En campo de gules una banda de
plata acompañada en lo alto de un león rampante y en lo bajo de una tau de san
Antón”. Y sobre otra la puerta de entrada, hay otro escudo, en el que se pueden
apreciar símbolos de otras ramas y apellidos de la misma familia.
En su interior
está limpia y bien cuidada, aunque sean pocos los cultos o ceremonias religiosas
que se celebran en ella. Tan sólo, y con la debida autorización, algunas bodas, según me dice uno de los
encargados del mesón restaurante, allí instalado desde hace años,
Detrás de la
mesa del altar, algo elevada y orientada al oeste, hay un pequeño mueble, a
modo de retablo, con una imagen de la Inmaculada.
En la nave hay bancos para los asistentes y en el coro
destaca una vidriera circular que sirve para dar luz a la pequeña capilla, a
falta de otras ventanas.
Interior de la ermita de Los Salados de Benavente. |
El coro de la ermita. |
Cuadro dedicado a la marquesa viuda de Los Salados. |
Uno de los cuadros que hay en el interior de la ermita, el de los tres clavos. |
El nombre de
Salados responde a que dicha zona era pantanosa, solía llenarse de agua
estancada, con propiedades salobres. Poco a poco, y debido a la construcción de
la autovía y otras carreteras, así como de las calles y los edificios
destinados al Centro de Transportes y los polígonos industriales, las lagunas y
demás humedades han ido desapareciendo.
En la
actualidad la ermita es de propiedad particular. Pertenece a los dueños del
mesón restaurante, denominado precisamente El Ermitaño. Acertada elección, pues
nada mejor que los nombres para recordar y rendir homenaje al pasado y a
su historia. El restaurante está
funcionando ya desde hace varios años y, por su buen hacer y la fama conseguida,
está contribuyendo a que la ciudad de Benavente, sea también conocida y valorada en el aspecto
gastronómico. Además sus instalaciones interiores y exteriores tienen un gran
atractivo.
Junto a la ermita el afamado mesón-restaurante El Ermitaño. |
La pradera y encinas de El Montico. |
Interior del pequeño bosque. |
Un canal de agua pasa junto al Montico. |
Restos de una antigua edificación que había en este lugar. |
Sea lo que
sea, lo cierto es que este lugar, como zona verde, tiene gran importancia e
interés desde el punto de vista natural y medioambiental, y debiera ser
respetado, e incluso adecentado, si en algún momento la ciudad, o sus proyectos
industriales, se aproximasen a la zona. Y con más razón porque Benavente no
dispone en sus cercanías de zonas verdes, y menos con encinas centenarias, que
hay que respetar.
Hasta hace
unos años siempre había algunas personas que se acercaban por allí, para
disfrutar de la sombra y de la pradera, al menos durante la primavera y el
verano, pero ahora las basuras y otras suciedades, y la misma maleza y
vegetación incontrolada, hacen inaccesible el paso y el paseo por dicho lugar.
El Montico
deberá ser respetado y valorado como se merece desde el punto de vista
medioambiental. Podía convertirse, con las debidas remodelaciones, en un sitio
agradable y destinado al disfrute de los ciudadanos. El desarrollo y el
progreso de una ciudad no tienen que ser una disculpa para destruir o acabar
con los pocos espacios naturales que se encuentran en sus proximidades.