miércoles, 2 de noviembre de 2011

En noviembre se recuerda y se reza a las Ánimas Benditas.

Cuadro de Ánimas. Iglesia de San Juan del Mercado de Benavente.
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Relieve de Ánimas en la iglesia de Santibáñez de Tera.
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Cuadro de Ánimas. Iglesia de Castropepe.
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Garrote o vara de la cofradía de san Blas de Morales de Valverde.
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Vara de la Cofradía de las Ánimas de la Piedad de Milles de la Polvorosa.
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Catafalco, monumento funerario, en la ermita de Ntra. Sra. de las Encinas de Abraveses de Tera.
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Rezando por los difuntos. Cem,enterio de Milles de la Polvorosa.
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Hachero con velones en la iglesia de Milles de la Polvorosa.
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El mes de noviembre se inicia con la festividad de Todos los Santos, y el día dos es la conmemoración de los Difuntos. La Iglesia Católica tiene establecido y quiere que a estos se les recuerde y venere como Ánimas Benditas del Purgatorio. Y es que ellos constituyen la iglesia paciente (pati – sufrir), la que todavía sufre o padece en este lugar por sus maldades, pero están allí de paso. Por el contrario los Santos son la iglesia triunfante que ya goza de la bienaventuranza divina.

La iglesia militante, los ciudadanos que todavía viven y que siguen luchando y combatiendo el mal, según dice la iglesia, son los que tienen que rezar, sacrificarse y ofrecer novenas para que las Benditas Ánimas vean aliviadas sus penas, lo más pronto posible.

Esta doctrina ha originado una tradición popular muy arraigada en numerosos pueblos de esta y otras comarcas, hasta el punto de existir desde muy antiguo cofradías de ánimas cuyos actos religiosos, en este y otros días del año, giran en torno a los difuntos. Y no les faltan novenas o triduos, rosarios y misas, sacrificios, ofrendas y otro tipo de ritos.

Fue muy famosa e importante la cofradía fundada en Benavente en el siglo XVI y que tenía su sede en la iglesia de Santa María del Azogue. Celebraban con gran solemnidad la fiesta de los Difuntos y entre otros actos no faltaban las vísperas, la misa de Réquiem cantada y con responso, y una solemne procesión en torno a la iglesia en la que los cofrades portaban los cirios que les proporcionaba la cofradía.

También en la comarca destaca la cofradía de Ánimas de la Piedad existente en Milles de la Polvorosa desde el siglo XVII que, aunque celebran su fiesta mayor por la Cuarta Dominica de Cuaresma, también en este día, como no podía ser menos, recuerdan a sus difuntos. La cofradía se preocupa de los difuntos a los que no les faltan ni misas, ni responsos, ni rosarios. Los cofrades tienen que cavar la fosa y llevar sobre sus hombros el cadáver de los que mueran hasta la iglesia, y desde aquí al cementerio.

Además hemos comprobado que, en muchos otros pueblos de los Valles, durante las fiestas locales, sean organizadas o no por cofradías, se fija también un día para recordar y honrar a los difuntos. En este día, que suele ser el siguiente al de la fiesta principal, se celebra una misa con responso incluido y a veces también se reza el rosario por la tarde.

Prueba evidente de que esto ocurre es que en las varas o garrotes que portan el cabildo o quienes ostentan los cargos en la cofradía, en el anverso, figuran pintadas o en relieve las imágenes del santo o de la virgen, y, en el reverso, las Ánimas Benditas en penas, entre llamas de fuego. Lo vemos en los garrotes o varas de las cofradías de San Blas de Morales de Valverde y de las Ánimas de Milles. También se ve esta escena, junto con otras relacionadas con la muerte y la salvación o condenación, en el monumento funerario que hay en la ermita de la Virgen de las Encinas de Abraveses de Tera.

En la actualidad, en algunos pueblos en los que se reza el rosario, todavía se las recuerda al final del mismo, después de la letanía, pues no falta “un padrenuestro por la Ánimas Benditas..”. Y es que era y sigue siendo una devoción muy arraigada en la tradición religiosa cristiana católica.

Por otra parte, antiguamente, en las iglesias había hacheros con velas o velones que los familiares de los difuntos encendían durante la misa, o siempre que el sacerdote se acercase allí para rezar responsos por sus almas, uno o más, pues, en ocasiones, repetía varias veces el Libera me Domine de morte aeterna...; el Réquiem aeternam dona eis Domine, et lux perpetua luceat eis... y el Pater Noster... Siempre estuvieron bien atendidas las Ánimas Benditas.

Por supuesto que, en un día como éste, la visita al cementerio es obligada. Acuden, sean creyentes o no creyentes, los familiares y también los forasteros y amigos ausentes, como si de otra fiesta importante se tratase. Los creyentes, con sus rezos y oraciones, pensarán lógicamente en la salvación de las almas de sus difuntos. Los no creyentes acudirán allí también para recordarles y depositar sobre su tumba un ramo de flores. Para unos y para otros los protagonistas son los mismos.

En algunas iglesias, haya o no cofradía, hemos visto cuadros en pintura o relieve realizados tal vez por artistas populares, pero de indudable valor artístico, que representan a la Ánimas Benditas en penas. Era creencia que, al morir, casi todas iban al lugar denominado Purgatorio y que pasaban allí una temporada para la debida purificación y limpieza antes de ir al cielo. Por eso los fieles cristianos las rezaban y les hacían fiestas, esperando también de ellas su intercesión, cuando se encuentren ya entre los bienaventurados.

Fue precisamente en el año 998 cuando el abad de Cluny San Odilón, viendo lo eficaz y provechoso que eran las oraciones, sacrificios y limosnas por los difuntos, instituyó esta fiesta en todos los monasterios de su orden y la fijó al día siguiente de Todos los Santos. Poco después la iglesia la universalizó y así se celebra en la actualidad.