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Recipiente para colocar los cigarrillos.
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“Cuando me jubilé, en el año 1995, pensé ¿Y ahora a qué me voy a dedicar? Pero enseguida encontré la respuesta, y me dije: A la madera. Algo había o notaba en mí que me inclinaba hacia ello. Y creo haber acertado, pues, cuando estoy haciendo alguna pieza, el tiempo se me pasa volando, como que las horas fuesen de treinta minutos y no de sesenta. Además me gusta entrar en Internet para ver y conocer cosas, y esto si que es un mundo inabarcable y no me extraña que incomprensible para muchos, sobre todo personas mayores”.
Esto y algunas cosas más me cuenta, de entrada, Luis Martínez García un jubilado más, de los que han aparecido y seguirán apareciendo en estas páginas, que dedican parte de su tiempo libre a las más diversas artesanías. Vive en Benavente, pero gran parte de su vida transcurrió en otras localidades.
Me cuenta que, aunque nació en Acera de la Vega, un pequeño pueblo de la provincia de Palencia, cuando tenía tan sólo dos años su padre se trasladó, y con él toda la familia, a Fuentes de Ropel para trabajar en la empresa Hidroeléctrica del Cea, propiedad de D. Ambrosio Otero, cuyas turbinas se encontraban en el mismo río, donde con anterioridad parece ser que hubo un antiguo molino.
“Vivíamos allí, a unos tres kilómetros del pueblo, con lo que en el invierno, cuando nevaba o llovía mucho, era difícil salir, ya que los caminos eran de tierra y estaban en muy mal estado. Además no disponíamos de transporte. Esto hizo que faltase muchas veces a la escuela. Y más aún a partir de los 14 años, pues me puse a trabajar en el campo, ayudando a mi padre en la agricultura. Así estuve hasta que fui a la mili, a los 20 años. Por cierto que me tocó en León, concretamente en la Virgen del Camino”.
Una vez licenciado de la milicia y regresar de nuevo al pueblo, la dirección de la empresa de su padre le ofreció trabajar en ella y su primer trabajo fue de Servicio en la Central de Fuentes de Ropel. Aquí conoció a su actual mujer Amparo Carbajo García, con la que se casó y tuvo dos hijas, que por su trabajo y profesión residen fuera. Después le trasladaron, como electricista, a San Miguel del Valle en donde vivieron 18 años. Desde aquí atendía también los pueblos de Valdescorriel y Roales de Campos. Y a la vez, junto con otros compañeros, la red eléctrica de Valderas y pueblos cercanos. Por aquellos años las averías eran frecuentes, pues los medios de que disponían y las infraestructuras no eran como en la actualidad.
Cuando Iberduero compró Hidroeléctrica del Cea, en el año 1979, me trasladé a Benavente y aquí me jubilé en 1995, de forma anticipada, obligados por la empresa los que teníamos, en aquella fecha, 61 años.
Pero no se trata aquí de contar más detalles de su vida, aunque lo podríamos hacer sin problema: “Mire aquí en este pendrive tengo recogidos los momentos más importantes y destacados de mi biografía, agradables unos y más duros y difíciles otros, como ocurre a casi todas las personas”. Me lo enseña, al tiempo que dice que sigue escribiendo y recopilando datos en su ordenador, que luego pasa al pendrive.
Lo que me interesa ahora más es conocer su trabajo y dedicación artesana, por afición, hobby o entretenimiento, a la madera. Parece ser que comenzó al jubilarse y sin conocer nada sobre el oficio de carpintero. No obstante me recuerda que a su abuelo, que era labrador, se le daba bien, y a su hijo, su padre, también le gustaban estas cosas. “Siempre he pensado que esto puede ser un gen familiar”, dice. “Prueba de ello es que a mi me hado por hacerlo también, aunque sea a base de golpes y con algunas ideas e imaginación. Porque de preparación, poca. Tan sólo he asistido, últimamente, dos años, al curso que, sobre madera, imparten en el Centro de Adultos de Benavente, en donde tienen buena maquinaria y herramientas, además de contar con un monitor. He ido sobre todo para hacer prácticas”.
Tiene su taller en la calle Pablo Ruiz Picasso, frente a la iglesia de Santiago. Allí dispone de una mesa de carpintero con tornillo y en la pared, colocadas, gran parte de las herramientas que utiliza para trabajar: sierras, cepillos, garlopas, formones, gubias, escuadra, etc. Con ello ha hecho algunas arcas, mesas y estanterías, perchas y revisteros, porta-tiestos y paragüeros, jamoneros, etc.
Le preocupa y siente el paso del tiempo. Esto le ha llevado a hacer calendarios de madera en el que se indican los días, semanas, meses y años.
Por otra parte, y tras verlo en alguna revista u otro lugar, o producto de su imaginación, ha realizado otras piezas o artilugios que nos llaman la atención: porta-cigarrillos, vara de madera con alambre para leer la prensa, algunos juguetes infantiles, etc. Y oras cosas, de pequeño tamaño, pero muy prácticas. Las cruces de madera del Via Crucis de la parroquia de Santiago son obra suya, así como el cáliz que utilizó el sacerdote hasta hace no mucho tiempo.
Por otra parte, en su domicilio dispone de un pequeño torno, con el que, al parecer, se lo pasa muy bien: “Es lo que más me gusta de esta afición, trabajar con el torno”. Me enseña algunas piezas: pies de lámparas, platos, copas, copones o cálices, servilleteros y otros muchos objetos elaborados con él.
Como materiales se sirve principalmente de la madera de pino, aunque también utiliza la de roble y nogal. Apenas necesita comprarla, porque proviene de palets de las obras y restos que le regalan amigos y conocidos.
Si necesita utilizar hierro o latón, como complemento para algunos objetos de madera, él mismo lo prepara, pues conoce y dispone de maquina de soldar y herramientas para ello. Incluso ha hecho también algunas piezas con estos materiales: faroles, baquetas, etc.
En su mayor parte, lo que hace, es para regalar a familiares y amigos. Son muy pocas las cosas que ha vendido, ya que esta no es la finalidad de este trabajo, que es pura afición y entretenimiento, y no oficio. También los dona a alguna asociación. Concretamente en estos últimos años la Asociación contra el Cáncer se ha llevado algunos objetos para venderlos en el mercadillo que organizan cada año.
Como ocurre a todos los artesanos jubilados Luis trabaja en su afición cuando quiere, sin someterse a horario alguno. “A veces paso días sin venir al taller. Otras veces lo hago todos los días y estoy cuatro o cinco horas, o menos, según vea. Cuando abro la puerta siempre viene por aquí algún vecino y se pone a hablar, mientras yo sigo con lo mío. Y a veces se juntan más, que hablan y hablan de todo. Pero yo a lo mío, aunque les escucho”.
Efectivamente, durante el rato que he estado con él le han visitado tres personas jubiladas: un cartero de Benavente, uno que fue barbero, albañil y otros oficios en Valdescorriel, y también D. Melqui, el cura de la Parroquia, que, al estar tan cerca, como que fuese cliente habitual, pues de hecho pasa muchos ratos allí.
“Cuando me jubilé, en el año 1995, pensé ¿Y ahora a qué me voy a dedicar? Pero enseguida encontré la respuesta, y me dije: A la madera. Algo había o notaba en mí que me inclinaba hacia ello. Y creo haber acertado, pues, cuando estoy haciendo alguna pieza, el tiempo se me pasa volando, como que las horas fuesen de treinta minutos y no de sesenta. Además me gusta entrar en Internet para ver y conocer cosas, y esto si que es un mundo inabarcable y no me extraña que incomprensible para muchos, sobre todo personas mayores”.
Esto y algunas cosas más me cuenta, de entrada, Luis Martínez García un jubilado más, de los que han aparecido y seguirán apareciendo en estas páginas, que dedican parte de su tiempo libre a las más diversas artesanías. Vive en Benavente, pero gran parte de su vida transcurrió en otras localidades.
Me cuenta que, aunque nació en Acera de la Vega, un pequeño pueblo de la provincia de Palencia, cuando tenía tan sólo dos años su padre se trasladó, y con él toda la familia, a Fuentes de Ropel para trabajar en la empresa Hidroeléctrica del Cea, propiedad de D. Ambrosio Otero, cuyas turbinas se encontraban en el mismo río, donde con anterioridad parece ser que hubo un antiguo molino.
“Vivíamos allí, a unos tres kilómetros del pueblo, con lo que en el invierno, cuando nevaba o llovía mucho, era difícil salir, ya que los caminos eran de tierra y estaban en muy mal estado. Además no disponíamos de transporte. Esto hizo que faltase muchas veces a la escuela. Y más aún a partir de los 14 años, pues me puse a trabajar en el campo, ayudando a mi padre en la agricultura. Así estuve hasta que fui a la mili, a los 20 años. Por cierto que me tocó en León, concretamente en la Virgen del Camino”.
Una vez licenciado de la milicia y regresar de nuevo al pueblo, la dirección de la empresa de su padre le ofreció trabajar en ella y su primer trabajo fue de Servicio en la Central de Fuentes de Ropel. Aquí conoció a su actual mujer Amparo Carbajo García, con la que se casó y tuvo dos hijas, que por su trabajo y profesión residen fuera. Después le trasladaron, como electricista, a San Miguel del Valle en donde vivieron 18 años. Desde aquí atendía también los pueblos de Valdescorriel y Roales de Campos. Y a la vez, junto con otros compañeros, la red eléctrica de Valderas y pueblos cercanos. Por aquellos años las averías eran frecuentes, pues los medios de que disponían y las infraestructuras no eran como en la actualidad.
Cuando Iberduero compró Hidroeléctrica del Cea, en el año 1979, me trasladé a Benavente y aquí me jubilé en 1995, de forma anticipada, obligados por la empresa los que teníamos, en aquella fecha, 61 años.
Pero no se trata aquí de contar más detalles de su vida, aunque lo podríamos hacer sin problema: “Mire aquí en este pendrive tengo recogidos los momentos más importantes y destacados de mi biografía, agradables unos y más duros y difíciles otros, como ocurre a casi todas las personas”. Me lo enseña, al tiempo que dice que sigue escribiendo y recopilando datos en su ordenador, que luego pasa al pendrive.
Lo que me interesa ahora más es conocer su trabajo y dedicación artesana, por afición, hobby o entretenimiento, a la madera. Parece ser que comenzó al jubilarse y sin conocer nada sobre el oficio de carpintero. No obstante me recuerda que a su abuelo, que era labrador, se le daba bien, y a su hijo, su padre, también le gustaban estas cosas. “Siempre he pensado que esto puede ser un gen familiar”, dice. “Prueba de ello es que a mi me hado por hacerlo también, aunque sea a base de golpes y con algunas ideas e imaginación. Porque de preparación, poca. Tan sólo he asistido, últimamente, dos años, al curso que, sobre madera, imparten en el Centro de Adultos de Benavente, en donde tienen buena maquinaria y herramientas, además de contar con un monitor. He ido sobre todo para hacer prácticas”.
Tiene su taller en la calle Pablo Ruiz Picasso, frente a la iglesia de Santiago. Allí dispone de una mesa de carpintero con tornillo y en la pared, colocadas, gran parte de las herramientas que utiliza para trabajar: sierras, cepillos, garlopas, formones, gubias, escuadra, etc. Con ello ha hecho algunas arcas, mesas y estanterías, perchas y revisteros, porta-tiestos y paragüeros, jamoneros, etc.
Le preocupa y siente el paso del tiempo. Esto le ha llevado a hacer calendarios de madera en el que se indican los días, semanas, meses y años.
Por otra parte, y tras verlo en alguna revista u otro lugar, o producto de su imaginación, ha realizado otras piezas o artilugios que nos llaman la atención: porta-cigarrillos, vara de madera con alambre para leer la prensa, algunos juguetes infantiles, etc. Y oras cosas, de pequeño tamaño, pero muy prácticas. Las cruces de madera del Via Crucis de la parroquia de Santiago son obra suya, así como el cáliz que utilizó el sacerdote hasta hace no mucho tiempo.
Por otra parte, en su domicilio dispone de un pequeño torno, con el que, al parecer, se lo pasa muy bien: “Es lo que más me gusta de esta afición, trabajar con el torno”. Me enseña algunas piezas: pies de lámparas, platos, copas, copones o cálices, servilleteros y otros muchos objetos elaborados con él.
Como materiales se sirve principalmente de la madera de pino, aunque también utiliza la de roble y nogal. Apenas necesita comprarla, porque proviene de palets de las obras y restos que le regalan amigos y conocidos.
Si necesita utilizar hierro o latón, como complemento para algunos objetos de madera, él mismo lo prepara, pues conoce y dispone de maquina de soldar y herramientas para ello. Incluso ha hecho también algunas piezas con estos materiales: faroles, baquetas, etc.
En su mayor parte, lo que hace, es para regalar a familiares y amigos. Son muy pocas las cosas que ha vendido, ya que esta no es la finalidad de este trabajo, que es pura afición y entretenimiento, y no oficio. También los dona a alguna asociación. Concretamente en estos últimos años la Asociación contra el Cáncer se ha llevado algunos objetos para venderlos en el mercadillo que organizan cada año.
Como ocurre a todos los artesanos jubilados Luis trabaja en su afición cuando quiere, sin someterse a horario alguno. “A veces paso días sin venir al taller. Otras veces lo hago todos los días y estoy cuatro o cinco horas, o menos, según vea. Cuando abro la puerta siempre viene por aquí algún vecino y se pone a hablar, mientras yo sigo con lo mío. Y a veces se juntan más, que hablan y hablan de todo. Pero yo a lo mío, aunque les escucho”.
Efectivamente, durante el rato que he estado con él le han visitado tres personas jubiladas: un cartero de Benavente, uno que fue barbero, albañil y otros oficios en Valdescorriel, y también D. Melqui, el cura de la Parroquia, que, al estar tan cerca, como que fuese cliente habitual, pues de hecho pasa muchos ratos allí.